domingo, 8 de mayo de 2011
Tras la agotadora batalla en la cueva de Diente de Hierro nos tomamos un merecido descanso. Por fin habíamos sido liberados de esa escoria de goblin y podía seguir avanzando en mis pesquisas sobre el origen de las fatales hordas de no-muertos que destrozaban mi hogar. El consejo élfico había confiado en mi para esta búsqueda. Por instancia del mismo consejo acudí al templo de Kélemvor, dios de los muertos, y contraté los servicios de Andrew Wiggin, un Exorcista Sagrado. Nuestras indagaciones nos llevaron a la guarida de Diente de Hierro pero fuimos apresados por sus "soldados". Afortunadamente, unos días despues fuimos liberados por un grupo formado por un semielfo llamado Kannon; Lilith, una eladrin y Astaroth, un tiflin. Al descubrir que teníamos fines comunes decidimos sumarnos a este variado grupo.

Ya completamente recuperados, nos enfrentamos a nuestro siguiente paso. Kanon y Lilith sugirieron volver a Refugio Invernal para informar sobre lo acontecido y así cobrar la recompensa que les habían prometido por acometer dicha empresa. Andrew mostró sus recelos sobre el contenido de la carta de Kalarel que encontramos, ya que mencionaba a un espía en la ciudad que había reparado en nuestro grupo. Todos estuvimos de acuerdo, por lo que partimos sin mas retrasos.
A medida que nos íbamos acercando, empezamos a percatarnos de que una extraña calma asolaba las afueras de la ciudad, así que nos acercamos a una de las granjas repartidas a lo largo del camino. En las inmediaciones, Kanon y Andrew, que iban adelantados, repararon en los utensilios de la granja diseminados por los campos. Habían sido abandonados a su suerte apresuradamente, al igual que los animales que, ajenos a la inquietud del aire, estrenaban su reciente libertad por los campos. Dentro de la granja, todo estaba manga por hombro, aunque no había signos de violencia. Estaba claro que habían sido prevenidos sobre algo y consiguieron huir a tiempo.
Sin conseguir ninguna pista sobre el estado de las granjas, seguimos nuestro camino a Refugio Invernal dada nuestra cercanía. Por el camino retomamos la conversación sobre la misiva de Kalarel, su mención a Shar y su intención de abrir una grieta que cubriría nuestro mundo de oscuridad. Me pareció que Kanon flaqueaba un poco ya que quiso convencernos de volver a nuestro hogar y olvidar lo ocurrido. Aun así, pronto se sobrepuso y seguimos adelante. En el camino continuamos nuestra conversación sobre Shar. En ese momento Andrew recordó una historia sobre el otro nombre que aparecía en la carta, al que se supone que podríamos servír de aperitivo: Shadraxil . Nos contó que era un dragón de las historias antiguas que se creía aniquilado. Esto le dejó desconcertado y enfurecido ya que la sola imagen de un dragón no-muerto contradecía su credo.
Pese a lo poco alentador de la situación, seguimos con decisión nuestro camino a Refugio Invernal. Poco antes de llegar, sugerimos a Kanon que se quitara los cuatro pelos chamuscados que le quedaban en su cabeza, tras lo cual Lilith entre sonoras carcajadas le comparó con alguien cuyo nombre no me era familiar: ¿Krilin?

Nuestra llegada a Refugio Invernal no fué especialmente acogedora: la poca gente que se veía iba de un lado a otro sin detenerse y con una expresión apesadumbrada e inquieta. Desde luego, la situación era igual de inquietante que en las granjas, pero al menos había personas a las que interrogar. Nombramos como emisario para dichas indagaciones a Andrew por tratarse del único humano del grupo. Tras distanciarse de nosotros abordó a un lugareño para entablar conversación ofreciendole su ayuda, pero el lugareño solo acertó a balbucear que no se encontraba bien, como si alguien caminara sobre su tumba, tras lo cual salió corriendo. El clérigo supo de algun modo que el lugareño decía la verdad. Tras realizar varios intentos con otros habitantes, no consiguió obtener nueva información. Tras contarnos el humano dichas pesquisas, Lilith percibe que se debe a algo maligno pero éste apunta que, pese a ello, no es demoníaco.

Nos dirigimos entonces a la mansión del administrador de la ciudad, Lord Padraig, al que mis compañeros ya habían visitado anteriormente, quien les había ofrecido una recompensa por eliminar a los kobolds. Los guardianes se veían afectados por el mismo ambiente enrarecido y, desde luego, el semblante del administrador de la ciudad no mostraba mejor aspecto. Era la primera vez que le veía, pero por las caras de preocupación en el resto del grupo era evidente que su aspecto se había deteriorado. Cansado y desmoralizado, recibió nuestras noticias con aire meditabundo. Aunque aliviado por la noticia de los kobolds muertos, el resto de información no hizo más que amedrentarle aún más, hasta el punto de levantarse de su asiento y aplacar su angustia con un vaso lleno de su más caro licor. Tras verle apurar el vaso de un sólo trago, creímos conveniente resumir la parte concerniente a la carta de Kalarel. Parecía no saber nada al respecto y, teniendo en cuante el trago ingerido, yo empezaba a dudar que pudiesemos sacar algo más de esta triste figura. Por último nos recomendó visitar a una sacerdotisa de Chauntea llamada Linora. Al salir de la mansión, el mayordomo de Lord Padraig entregó al grupo 200 monedas de recompensa.

El templo de Chauntea resultó ser pequeño de lo yo esperaba, pero aportó a nuestros corazones un alivio y un renovado ánimo que no sentíamos desde bastante antes de llegar a la ciudad. Sin ni tan siquiera haber reparado en ello, nosotros también habíamos caído presa del maligno influjo, igual que el resto de habitantes, y este modesto lugar aún ofrecía un refugio en contra. Linora se encontraba concentrada en sus rezos a Chauntea, diosa de la vida, así que aguardamos respetuosamente hasta que hubo terminado, y le expusimos lo ocurrido, esperando que ella pudiera ofrecernos algo más de luz. Nos contó que este clima opresivo empezó a extenderse poco despues de la marcha de mis compañeros. Nos contó además que siguió la pista sobre unos cultistas, y estaba bastante segura de que estos se encontraban aquí, en Refugio Invernal aunque no sospechaba de nadie en concreto. Finalmente nos recomendó que hablasemos con una especie de sabio local llamado Baltrum, conocido en la ciudad como "El guardián de los secretos". Dejamos a una Linora preocupada con las noticias recibidas, especialmente tras mencionarle al dragón que algunos denominaban zombie (¿?)

Cuando llegamos a la torre de Baltrum este nos recibió con una templanza poco habitual, teniendo en cuenta la situación en la localidad. Nos ofreció asiento y nos sirvió un vaso de una bebida que pude reconocer como brandy de los enanos que, por supuesto, no probé. ¡Sólo un loco se atrevería con semejante licor! En ese momento descubrí que Kanon no opinaba lo mismo o, desde luego, no reconoció lo que tenía entre sus manos pues decidió pegarle un trago que estoy segura lamentó largo tiempo. En cuestión de segundos comienzó a toser compulsivamente, hasta el punto de asemejarse a un tomate maduro (efecto aumentado por su afeitada cabeza) Con sus venas terriblemente hinchadas, consiguió frenar su tos y con una expresion que a duras penas ocultaba el sufrimiento de su cuerpo, sacó orgullo para exclamar "Es un licor muy flojo". Oghma le ha dado la espalda porque no existe un ápice de razón en la mente de este ser... y juzgando su estado actual tampoco Tymora lo protege.
Tras contarle Lilith todo lo ocurrido al sabio, este nos confirmó que se trataba de alguna influencia maligna más fuerte que Chauntea. Nos habló sobre la Fortaleza del Páramo Sombrío que era un antiguo bastión de Cormyr (Kanon, bajo la influencia del brandy enano exclamó algo parecido a "¿fortarlggllgl?") La Fortaleza del Páramo Sombrio, segun Baltrum, se encontraba al norte de la ciudad y puede que estuviese infestada de goblins. -No fueron goblins todo lo que nos encontramos...- interrumpió Lilith, sospechando que había algo más en las historias de lo que en un principio parecía y le habló sobre los cultistas. Sorprendido, indicó que eso sólo podía significar una cosa, que a Shadraxil no lo mataron, si no que fué derrotado y confinado en el plano de la sombra. (Noté un alivio inmediato en la expresión de Andrew al entender que no se trataba de un dragón no-muerto. El desconcierto y enfurecimiento se borraron de su cara) La mencionada fortaleza era la puerta a dicho "mundo" y ¡pretendían abrirlo! El confinamiento del dragón había ocurrido hacía un milenio y esas historias terminaban siempre por diluirse o confundirse con el tiempo y por ese motivo se acabó creyendo que Shadraxil estaba muerto. Dado el conocimiento y erudición de Baltrum, decidimos enseñarle la carta (animados por el comentario de Lilith: "¿y si sabe cosas?") Tras examinar la misiva, se mostró más convencido de la relación entre todos los puntos mencionados, pero no sospechaba de ningun lugareño como espía. Tras consultarle por la última persona que se instaló en Refugio Invernal, nos habló de un mercader llamado Bairwin, que había llegado a la ciudad hacía unos años.

Nos despedimos del sabio dispuestos a visitar al mercader y averiguar algo más. Cuando salíamos, observé más detenidamente la torre y percibí entonces que era más antigua que la ciudad, pero a su vez se encontraba bien conservada...demasiado. ¡Estaba claro! Dicha construccion se encontraba bajo el influjo de un encantamiento que le permitía resistir el paso del tiempo.

Por el camino Kannon decide indagar para buscar "cosas", a ser posible "caballos mágicos". Supongo que seguía bajo el influjo del fuerte licor y las desdichas pasadas...

Encontramos rápidamente lo que buscábamos tras un enorme cartel en el que se podía leer "LA GRAN TIENDA DE BAIRWIN". Dentro y ante la apabullante cantidad de mercancía Kannon susurró algo acerca de semejante despliegue de provisiones. En ese instante salío de la trastienda un humano con expresión solícita y, con un vivaracho tono, nos dió la bienvenida, indicando que se alegraba del comentario del semielfo. Sus taimada cara y su aspecto me llevaron a la mente recuerdos de otro momento y otro lugar que rápidamente me esforcé en borrar.



Sin mas dilación, el mercader comienza a enseñarnos diversos objetos sobre el mostrador y con esa excusa Kannon entabló conversación para intentar sonsacarle. Bairwin nos indicó que llevaba unos 5 o 6 años en la ciudad y, entre fanfarronadas e historias poco creíbles, desveló que se había instalado aquí tras visitar la ciudad de paso a otras rutas mercantiles y, por un impulso, decidió comprar la tienda en la que nos encontrábamos. Decididamente, este humano no me inspiraba ninguna confianza, y cada palabra pronunciada con esa ladina voz nasal no hacía más que reafirmarme. En algún momento tambien nombró a Douven, el amigo de mis compañeros, pero no aportó ningún nuevo dato a lo ya sabido y Kannon mostraba ya claros síntomas de hastío. Bairwin no parecía reparar en ello y seguía mostrandonos objetos de su muestrario a la venta entre los cuales se hallaban unas monedadas de antes del cataclismo, llamadas "dragones" por la cuales pedía 50 monedas ¡por cada una! Dado el cariz que la situacion estaba tomando, creí que lo más oportuno era irse de allí y, tras indicarle que nos lo pensaríamos, nos fuimos alejando marcha atrás poco a poco hasta que todos salímos de aquel lugar mientras el excéntrico mercader con chaleco nos despedía con la mano...

En la calle comenzaron las desavenencias entre nosotros sobre cual debería ser nuestro siguiente paso: Lilith hablaba en favor del pueblo ya que nos inducía a proteger la ciudad y avisar a los "mandamás" para que no "panda el cúnico" y otros discrepaban indicando que la ciudad está bastante defendida y que tanto Lord Padraig como Baltrum sabrían que hacer. El clérigo Andrew prefería claramente ir a la fortaleza del Páramo Sombrío y otros a la tumba del dragón para seguir investigando los pasos de Douven. Finalmente, acordamos ir juntos a la tumba, pero el clérigo impuso como condición que luego pondríamos rumbo al páramo. Todos confirmamos dicha promesa y ese momento el veterano Andrew Wiggin, exorcista sagrado de Kélemvor, una de las armas más afiladas contra los no-muertos perdió todo el respeto gritando un pueril Yujuuuu con los brazos en alto.

En el trayecto a la tumba del dragón, nuestro clérigo percibió que algunos pájaros misteriosamente seguían la misma ruta que nosotros. Uno de ellos incluso le dejó un presente a Kannon en su despejada cabeza... (¿un coco?)

Pasaron dos jornadas de marcha sin incidentes más allá de aquellos misteriosos pájaros cuando llegamos a un pronunciado cráter donde pudimos distinguir varias figuras humanoides que rodeaban un conjunto de huesos... Lilith con gesto cansado exclamó: "¡Oh no! ¡Otra vez no!"
También había varias figuras algo más pequeñas que los humanos, de aspecto dracónido parecidos a una variedad de lagarto llamada dragón de komodo. Al vernos llegar estos seres clavaron su mirada en nosotros y Andrew susurró que parecían "in-komodos" ( me pregunté si no sería el ambiente de Ciudad Invernal lo que estaba haciendo mella en su mente)
Calculamos un total de 4 humanos, 2 dracónidos, un mediano y un gnomo. Éste último fué el que nos invitó a acercarnos, pero alguien (no recuerdo quien) apuntó que "olía a cuerno quemao". Lilith decidió tomar la iniciativa y se acercó corriendo interpondiendo su escudo entre ella y nuestros oponentes. Yo me subí a una zona apartada y alta para lanzar desde allí un proyectil mágico que hubiera dado de lleno a uno de los humanos si el otro (¡maldito!) no le hubiera apartado de un empujon. En ese momento de despiste, el mediano aprovecha para lanzarme una piedra que hizo bastante daño. Kannon entonces se adelantó por detrás para lanzar más de cerca una flecha a uno de los humanos, pero esta se pierde en el aire... (Supuse que aún seguía bajo los efectos de la resaca del licor enano, y esta provocaba efectos perjudiciales a su puntería). Creo que finalmente acabó estrellandose contra un pájaro que pasaba por allí...
Andrew también se adelantó para atacar a un dracónido pero no consiguió acertar. Y mientras tanto la chusma se acercaba...
Lilith estaba cercada por los dos dracónidos así que decidió asestar un mandoble con su espada a ambos que los dejó algo dañados mientras yo provocaba una columna vertical de llamas que abrasó hasta su muerte a los dos humanos que quedaron atrapados dentro. (Andrew en ese momento gritó "BARBACOA" y empecé a plantearme a quien había contratado...)
El mediano envió una lluvia de piedras al pobre semielfo que bramó de dolor mientras en su cabeza salían varios bultos uno encima de otro que le dejan desmoralizado...(Tymora seguía sin acogerlo en su seno)... Decidió acercarse rápidamente a uno de los humanos restantes y lanzarle un ataque de tal agilidad que el humano muere antes de poder reaccionar. Kannon animado con su triunfo, gritó ¡HE MATADO A UNOOOO! Mientras, el clérigo se acercó a un dracónido y lanzando una plegaria intentó asestarle un golpe con la maza pero el rezo no fué suficiente y el dracónido se libró del impacto. Andrew no tuvo la misma suerte, ya que el humano que quedaba aún con vida se acercó por detrás atacándole con un palo que le dejó algo magullado. Aún dolorida por la pedrada, decidí vengarme del taimado mendiano lanzándole un rayo de fuerza plateada que le alcanzó, arrancándole un alarido. ¡QUE SE JODA! gritamos todos. Pero la alegría duró poco, ya que aunque mi ataque le hizo mella, no consiguió inutilizarle y decidió tomarla con Kannon lanzandole otra pedrada que hizo blasfemar al semielfo. En ese instante además vemos atónitos como el gnomo ¡DESAPARECIÓ! Decidimos lanzar varios ataques al mediano que le dejan bastante maltrecho y finalmente falleció.
En ese momento, una explosión de energía divina surgió del clérigo matando al humano que quedaba a la vez que dejó maltrechos a los dracónidos. La onda de la explosión alcanzó a Kannon y, lejos de perjudicarle, le sanó las heridas y contusiones. Lilith, fortalecida por tal hazaña, se lanzó a por uno de los dracónidos al cual golpeó fuertemente, pero no lo suficiente, porque este contraatacó dejándola malherida. El otro dracónido tambien conservaba fuerzas, ya que asestó otro golpe al clérigo dejándole también en lamentable estado. Una flecha atravesó rauda el aire en ese instante hundiéndose entre las escamas del dracónido si bien no pareció afectarle demasiado. Andrew intentó golpear de nuevo al dracónido sin éxito (normal, dado el estado en que estaba) pero consiguió curarse a si mismo para continuar la batalla. Por orden de Lilith, señora de la guerra, no dejaba de moverse de un lado a otro para rodear a sus enemigos de lengua bífida. Lancé en ese momento dos rayos plateados más al dracónido más herido, abrasándolo hasta morir.
Sin previo aviso, el gnomo apareció de nuevo detrás de Kannon y, armado con un pico de guerra, atacó al semielfo con la intención de clavarle el pico en la espalda, pero no con el tino sufiente, pues lo único que consiguió fué desgarrarle la ropa hasta el trasero. Kannon en venganza, le lanzó dos apestosas "brisas divinas" que dejaron a su menudo enemigo algo desconcertado y enfurecido. El aspecto que presentaba en aquellos momentos el pobre Kannon era desastroso: sin pelo, con dos bultos de amplio tamaño en cabeza, sin cejas y ahora con las ropas desgarradas dejando su "peligroso" trasero al aire... Si no fuese por que el momento requería concentración, no hubiera podido parar de reir. En lugar de eso envié otro rayo de fuerza al dracónido restante que debilitó sus fuerzas aunque no conseguí mi objetivo de matarlo definitivamente. El gnomo mareado, aún intentó un nuevo ataque contra el hilarante semielfo, pero obviamente no dió en el blanco, momento que aprovechó Kannon para atacar, causándole bastante daño. Andrew volvió a curarse y acto seguido atacó de nuevo al reptil, pero otra vez falló en su intento si bien aquel escurridizo ser encontró su fin cuando Lilith, harta de la situación, ejecutó un ataque que hizo que la cabeza de este saliera volando. ¡POR FIN!
El gnomo volvió a desaparecer, sólo quedaba él. Kannon lanzó un ataque a la zona donde nuestro enemigo había desaparecido con una destreza tal que acertó de pleno a juzgar por el alarido que sonó en el aire... Kannon le gritó entonces ¡JÓDETE! Todos los demás lanzamos nuestros ataques, pero al contrario que el semielfo, sólo golpeamos al aire (no se nos escapó la ironía del momento). El gnomo apareció de nuevo para darle con la ballesta a Kannon que hizo a este "acordarse de toda su familia". No quiero acordarme de todo lo que salió por su boca en aquel momento... realmente estaba muy malherido! Para zanjar la situación, decidí lanzarle al maldito gnomo otro rayo que lo tiró al suelo vencido. ¡Por fin la batalla había terminado!

De pronto vimos a Astaroth aparecer tambaleante, con heridas y un hilo de sangre salía se su boca. Tras curarle nos contó que había más enemigos que aparecieron por detrás y se encargó de ellos. Estabilizamos también al gnomo con el fin de interrogarle más tarde.

Mientras recuperábamos las fuerzas tras la contienda oímos gemidos, y el sonido nos llevó a un montículo de pieles y otras mercancías. Cuando Astaroth retiró las pieles (mientras Kannon apuntaba con su arco) debajo apareció un humano atado y amordazado. Tras quitarle la mordaza, Kannon bajó el arco, ya que habían reconocido la voz de Douven Staul (noté como el semielfo se alejó un poco para cubrirse el trasero).

Douven, en un hambriento y debilitado estado, nos contó que poco después de llegar a este lugar llegaron nuestros enemigos y se hicieron con la excavacion haciéndole prisionero. Recordó haberles escuchado hablar sobre una reliquia, pero no sabía nada más al respecto.
Mientras el avejentado amigo comía, bebía y descansaba, Lilith despertó a nuestro prisionero y comenzó a interrogarlo con tanta vehemencia que empezó a formarse un charquito amarillo debajo de este. Nos indicó que se hicieron con el lugar porque pertenecía a su señor, Karalel, que debería llevarle una reliquia a Bairwin (¡maldito mercader! mis temores no me engañaban) . También nos confesó que necesitaban dicho objeto para algún ritual en una fortaleza de las montañas, tras lo cual Kanon decidió efectuar su deseada venganza con tajo en el cuello acabando así con el sufrimiento del gnomo (al fin y al cabo el corazón del semielfo no albergaba maldad). La mencionada reliquia era una especie de espejo muy antiguo perteneciente al imperio de Cormyr.
Douven, ya más recuperado, nos agradeció el rescate indicando no obstante que se retiraba de la vida de aventurero. Nos acompañaría de vuelta a Refugio Invernal y desde allí se iría de vuelta a su hogar. En sus manos sujetaba un colgante del que extrajo un retrato de su mujer y, tras guardarlo, nos ofreció el colgante añadiendo con tono enigmático que lo utilizaríamos mejor que él. Se trataba de un amuleto que otorga salud y fortaleza. Acordamos cedérselo a Lilith, ya que es quien mejor uso daría al mismo. El veterano Douven nos contó también que pensaba al principio que los restos de la excavacion eran de Sandraxil pero se dió cuenta de que estos huesos eran demasiado pequeños para ser de este gigante, y además demasiado antiguos. El dragón al que pertenecían estos restos murió antes de que Shadraxil asolara estas tierras.

Antes de partir Kannon, despojó de pantalones a uno de los cuerpos humanos para restaurar un poco el respeto perdido y no sentir demasiado el frío en su sensible retaguardia. Astaroth nos dejó claro tanto al clérigo como a mi que aún no confiaba en nosotros. Me pregunté que debíamos hacer para que abandonase tal actitud de suspicacia.
De vuelta en la ciudad Douven se separa de nosotros para ir a descansar a la posada, despidiendose definitivamente de sus días de aventuras...



Tras un acalorado debate decidimos nuestro siguiente paso...

- Earsel -

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