sábado, 29 de diciembre de 2012

Ésta sería sin duda la más dura lucha que me tocaría vivir hasta la fecha, y estoy segura de que a mis compañeros también, pero aún no lo sabíamos. No teníamos idea de lo cerca que íbamos a estar de no volver a levantarnos, de acompañar a los espíritus de los tres aventureros caídos que guardaban el lugar. De morir como héroes.

Howling pillars
Las terroríficas columnas
Tras asegurarnos de que los tres objetos seguían en el almacén donde los dejamos, nos aproximamos a las puertas dobles de orientación sur. La cara de Earsel se torció en un gesto preocupado y nos indicó mediante gestos que había multitud de voces que provenían del interior, pero decidimos abrir las puertas de todas formas. Al hacerlo, recibimos una bocanada de aire caliente y vimos espantados cómo desde el suelo de la sala de piedra negra se alzaban varias columnas hechas de cuerpos que parecían humanos, que se retorcían entre sí desplegando brazos y piernas y emitiendo sonidos guturales. Con el vello erizado de espanto, me aproximé a una de ellas sin llegar a tocarla. En ese momento, Earsel nos advirtió que era muy posible que estuvieran siempre cambiando, y así lo comprobamos cuando la maga impactó en uno de los cuerpos y fue inmediatamente sustituido por otro que se encontraba más atrás. La escena resultaba realmente grotesca, aunque no parecía ser especialmente peligrosa. Pronto veríamos que sí lo era.

Los demás fueron adentrándose en la sala. En ese momento vimos emerger de la masa de carne unos cuerpos rojizos que nos resultaban dolorosamente conocidos: unos evistros que Kanon no pudo esquivar. Aunque el infierno se desató justo después, cuando vimos cómo todos los brazos de las columnas se extendieron hacia nosotros, inmovilizándonos a todos salvo a la elfa. Nos tratamos de zafar del agarrón con mayor o menor suerte, pero no habíamos visto a varios demonios más que debían haber surgido del fondo de la estancia y que pronto nos rodearon. Había que escapar hacia la entrada, mas no contábamos con la suerte de nuestro lado. Los ojos de las figuras de las columnas empezaron a brillar con una energía aterradora, y huimos en diferentes direcciones. Nos estaban separando. Teníamos que irnos. Empezamos a replegarnos hacia la puerta mientras repelíamos los zarpazos de los evistros, acabando con uno de ellos, cuando apareció un enorme barlgura que se unió al acoso que estábamos sufriendo. Las bocas de las figuras de las columnas en ese momento comenzaron a vomitar ácido, hiriéndonos tanto a nosotros como a nuestros enemigos. La situación era muy complicada, estábamos avanzando hacia la puerta pero lo hacíamos tan lentamente y estábamos recibiendo tantos ataques que Ian apenas era capaz de mantenerse en pie mientras acababa con otro de los demonios. Éstos debían ver claramente quién se encontraba en una situación más vulnerable, ya que en ese momento lo rodearon y empezaron a atacarlo en grupo hasta que cayó al suelo. Pero lo peor estaba a punto de suceder.

Surrounded D&D
Rodeados
Noté cómo el espeso aire caliente empezó a agitarse, y de repente nos vi a Ian y a mí al fondo de la sala, cerca de un altar pero lejos de cualquier posible ayuda, con lo que lo socorrí lo mejor que pude para que fuera capaz de levantarse. Dos de los evistros y el barlgura habían aparecido cerca de nosotros, así que tenía que hacerlo antes de que lo alcanzaran de nuevo. Estábamos solos frente a tres peligrosos enemigos. Y las columnas volvían a atacar con ácido, así que Ian cogió rápidamente una campana que se encontraba sobre al altar y nos parapetamos al fondo de la sala. Había que resistir todo lo posible hasta que llegara la ayuda.

Pero la ayuda no llegaba. Y los demonios cada vez atacaban más fuerte. Nos empezamos a defender sin poder retroceder más; estábamos condenados. Ian cayó una vez más y pude reanimarlo, pero los demonios sabían que era él quien llevaba la campana que protegían y lo rodearon, dejándolo inconsciente de nuevo. Grité pidiendo auxilio sin saber si serviría de algo. Recuerdo un fuerte ataque justo antes de golpear mi cabeza contra el suelo, y oscuridad.

Abrí los ojos en un punto diferente de la sala, cerca de Andrew, que parecía gravemente herido, y del barlgura y los dos evistros, que no cesaban en su acoso. No habría sabido decir cuánto tiempo llevaba allí, ni qué había pasado con Ian, al que había visto por última vez inconsciente en un charco de sangre. Desde el fondo, Kanon y Earsel atacaban a los enemigos, aunque pronto tuvieron que acercarse para tratar de salvar al clérigo, que acababa de caer al suelo. Yo estaba en una dura lucha cuerpo a cuerpo con los tres enemigos a la vez, pero con la ayuda de Kanon pudimos acabar con todos pese a un nuevo ataque ácido. A partir de entonces, las columnas se quedaron abatidas y dejaron de atacar.

Ian Gael
¿Estaría...?
En ese momento lo vi. En una estancia alejada, yacía el cuerpo inmóvil de Ian. No sé si el aire se hizo más pesado de repente, pero a mí me lo pareció. Corrí hacia él por un pasillo que en otra situación seguramente me habría resultado más corto durante unos instantes que parecieron horas, y tomé la poción de curación que llevaba en el cinturón sin saber si a esas alturas serviría para algo. Me agaché junto a él acercándola a su boca, y pasaron unos momentos demasiado largos hasta que supe que aún respiraba. Noté las lágrimas caer por mi rostro cuando el color empezó a volver al suyo, y en cuanto volvió a abrir los ojos me levanté y me giré hacia el altar donde reposaba de nuevo la campana. No quería que me vieran así, por lo que me limpié la cara lo mejor que pude y la cogí. Sé que me hirió con unas gruesas espinas que en ese momento surgieron de su base por el color que empezó a tomar mi mano, aunque no noté dolor. Creo que la dejé caer, o alguien la cogió. Era demasiado.

Tras aquel duro episodio, nos retiramos para tomar el descanso que tanta falta nos hacía. En el camino hacia el refugio mis compañeros me dijeron que habían guardado la campana que casi nos cuesta la vida junto con el resto de objetos mágicos para así tenerlo todo listo al día siguiente. Gracias a Earsel, aquella noche pudimos descansar como merecíamos, incluso asearnos para afrontar el siguiente día.

Nos levantamos dispuestos a acabar con el mal que reinaba en el Pozo de los Demonios de una vez por todas. Era la tercera jornada que íbamos a pasar allí; tan sólo quedaban cuatro para que Terrlen nos abandonara a nuestra suerte y tuviéramos una poco grata compañía cortesía de los tiflin que Andrew amenazó. Pero antes de colocar los objetos en las runas, decidimos montar la daga rota, ya que era el único de los cuatro objetos que no parecía exhibir ningún tipo de cualidad especial. ¿Acaso se trataba de unos simples pedazos de acero? Supimos que no era así en cuanto Ian terminó de montar la hoja sobre la empuñadura y se volvió hacia mí fuera de sí, con la mirada perdida. Tuve la habilidad o la suerte de esquivar la hoja que se dirigía a mi cuello justo a tiempo. Al derribarlo y soltar la daga volvió en sí y apareció confuso y afectado ante nosotros. Al parecer, esta expedición le estaba pasando factura también.

Finalmente Kanon recogió la daga con cuidado de no empuñarla y entre todos llevamos los objetos a la sala donde se encontraban los círculos rúnicos. No sabíamos qué iba a pasar tras colocarlos, por lo que pasamos varias horas de trabajo limpiando la zona de posibles peligros. El momento había llegado. A la señal de Earsel, colocamos los objetos simultáneamente sobre las runas, que en ese momento empezaron a refulgir. Primero fueron breves pulsos y pronto fueron haciéndose más constantes, hasta que quedaron iluminadas. De repente, las pocas puertas que habíamos dejado entreabiertas golpearon fuertemente al abrirse de golpe, el suelo empezó a temblar y un fuerte rugido que parecía surgir de todas partes inundó la sala. Había empezado.
domingo, 23 de diciembre de 2012

Abrimos las puertas dobles y ante nosotros se mostró una enorme estancia presidida por dos imponentes estatuas que representaban minotauros empuñando sendos látigos, colocadas en unas plataformas de piedra que se alzaban sobre dos grandes piscinas de lo que parecía ser sangre. La estampa me pareció espeluznante, sobre todo cuando vi que las espinas de la cola de los látigos estaban cubiertas de manchas rojizas, y que la parte superior de las estatuas parecía estar articulada. Estaba a punto de decirle a mis compañeros que convendría actuar con cautela cuando todo se precipitó de nuevo: Ian saltó hacia la primera plataforma para atacar a la estatua que en ella se alzaba mientras Kanon empezó a gritar advertencias sobre algo que se movía bajo el líquido rojo y que ninguno de nosotros había conseguido detectar.

Evistro
Evistro
Pese a los poderosos golpes de nuestro guerrero, la estatua apenas parecía sufrir daños, por lo que intenté junto a Kanon y Earsel ayudarlo desde la distancia. Andrew parecía confuso y se mantenía al margen, protegido más allá de las jambas de las puertas, mientras más y más lascas de piedra se iban desprendiendo de las estatuas. Entonces, y desoyendo sus propias advertencias, el semielfo se lanzó a la sangre y precipitó los acontecimientos: el torso de la estatua giró sobre sí mismo para darnos latigazos, lo que hizo que varios de nosotros cayeran a la piscina. En ese momento, Andrew pareció salir de su ensimismamiento y también se zambulló, gritando de dolor al contacto con el líquido. Mientras el explorador y el clérigo avanzaban como podían hacia la orilla, Earsel, Ian y yo tratábamos de derrotar al formidable enemigo inanimado, pero en ese momento nuestra avanzadilla fue atacada por una figura que emergió repentinamente del depósito de sangre. Se trataba de un evistro, un tipo de demonio especializado en luchar en manada y con gran resistencia frente a los ataques, por lo que les advertí desde la distancia que era muy improbable que se encontrara solo. Viendo que él parecía soportar mejor el daño que infringía el líquido que el humano, Kanon empezó a luchar con el demonio, ayudando así al clérigo a llegar a la pasarela central de la estancia. Ian decidió unirse a la lucha al ver que seguramente nuestro objetivo se hallaba en unos pequeños pedestales al fondo de la estancia en los que no habíamos reparado hasta el momento, por lo que lo más sabio era ir avanzando juntos hacia allá. Al encontrarse muy dañada, Earsel no tuvo problemas en acabar con la estatua, y en ese momento aproveché para lanzarme a la sangre y acabar con el molesto evistro.
Bloodbath
Baño de sangre

Una vez llegamos todos al centro se la sala supimos que no íbamos a tener ni un momento para recuperar el aliento cuando vimos que la segunda estatua había empezado también a atacarnos, lo que nos obligó a dividirnos a ambos lados de la sala. Al principio tratamos de atacarla manteniendo nuestras posiciones, pero pronto comprendimos que si queríamos recoger los objetos del fondo de la sala, tendríamos que exponernos de nuevo a ser brutalmente golpeados. Me zambullí en la segunda piscina roja para llegar a la plataforma situada más al norte, y justo en ese momento apareció un nuevo evistro tras de mí, impidiendo mi avance, por lo que Ian se lanzó en mi ayuda. Traté de subirme al pedestal, pero resbalé y empecé a hundirme en la espesa sangre, así que hice acopio de todas mis fuerzas para salir de allí y subir. Mientras tanto, Earsel había logrado llegar a la plataforma sur para recoger una empuñadura de daga. Un nuevo evistro apareció persiguiéndola, pero la agilidad de nuestra maga evitó que sufriera daño alguno, dejando atrás al demonio que iba tras ella.

En el momento en que recogí la hoja de la daga, noté una gran oleada de energía extendiéndose por toda la sala, una fuerza que tiraba de todos nosotros hacia la estatua que quedaba en pie y no dejaba de agitar su látigo. Ya teníamos todo lo que habíamos venido a buscar, así que había que salir de ahí lo más rápidamente posible, lo que no era fácil teniendo en cuenta que aún había dos demonios lanzándonos fuertes zarpazos e incluso mordiscos ante el más mínimo signo de debilidad. Pudimos acabar con uno de ellos sin demasiada dificultad en la piscina del fondo de la sala, pero el segundo fue capaz de perseguirnos hasta la más próxima a la puerta, hiriendo gravemente a Ian. En ese momento, Kanon y Andrew unieron fuerzas para tratar de acabar con el demonio que acosaba el guerrero, pero empezó a atacar fuertemente a los tres hasta el punto de dejar inconsciente a Ian, al que tuve que arrastrar hacia la salida para protegerlo mientras el clérigo remataba al enemigo. Una vez a salvo y habiendo curado parte de nuestras heridas, a la altura de las puertas, vimos con horror cómo la estatua que habíamos logrado derribar en un primer momento empezaba a reconstruirse por sí misma, y cerramos las hojas tras nosotros.

Baphomet
Baphomet
Volvimos al almacén donde encontramos al jabalí para guardar el objeto encontrado, que no parecía tener nada de particular. Se trataba simplemente de una daga desmontada, de aspecto ajado, y que seguramente se había forjado para servir en los sacrificios del culto a Baphomet. Sólo nos restaba por conseguir el último objeto: la campana. Según lo que habíamos oído por boca de Sir Terris, el enano caído junto a sus compañeros en el pozo de los demonios, el reunir los cuatro objetos nos permitiría abrir el Sancta Sanctorum, y eso era precisamente lo que íbamos a hacer, por arriesgado que fuese. Salimos durante un momento a curar un poco mejor nuestras heridas, convencidos de que era todo lo que necesitaríamos de cara a conseguir la campana. En muy poco tiempo nos daríamos cuenta de lo equivocados que estábamos.
domingo, 9 de diciembre de 2012

"El idioma infernal suena en mis oídos como el dialecto Hital-hiano de los nómadas de las praderas de Rhoma."

No sé por qué, pero ese es el pensamiento que me vino a la cabeza tras tener en las manos el Libro de la Ira Revelada que conseguimos tras derrotar al demonio Barlgura. Ese extraño libro encuadernado en piel humana y escrito en idioma infernal hacía que se me erizara el vello de la lengua, pero era uno de los artefactos que necesitábamos para poder proseguir nuestro camino en el interior del Pozo de los Demonios.

De hecho, lo cogí yo y lo metí en mi mochila ya que mis compañeros recelaban mucho de llevar el libro, sobre todo Lilith, a la que le daba especial mal rollito. Andrew echó su vomitona diaria ( ya sabemos que nuestro clérigo tiene ese extraño ritual... ) mientras descansábamos en una de las estancias cercanas, no sin antes asegurarla para no tener sorpresas en este lugar. Nuestras fuerzas estaban bastante consumidas tras las luchas sucesivas que habíamos llevado a cabo.

Ian y yo decidimos hacer la primera guardia ( aunque posteriormente descubrimos no sin cierto cabreo que Earsel era capaz de estar en plena forma durmiendo cuatro horas igual que Lilith, con lo que se acabaron nuestras guardias forever and ever... ). Pero pronto nos dimos cuenta de que no iba a ser un descanso placentero precisamente: a los pocos minutos de comenzar nuestra guardia, un extraño zumbido empezó a resonar en el aire, hasta el punto que todos nuestros compañeros se despertaron.

El zumbido fue aumentando en intensidad, y de repente, el infierno se desató a nuestro alrededor.



Los muros de piedra negra de la estancia parecieron disolverse, y ante nuestros ojos apareció una escena infernal: ríos de sangre cayendo de cataratas, torturas inenarrables, demonios de aspecto grotesco... Mira que estoy acostumbrado a cosas horribles ( al fín y al cabo veo a Andrew en ropa interior por las mañanas, es lo que tiene nuestro pequeño grupo ), pero ví cosas por las que estuve a punto de perder la razón.

Tal como vino, desapareció a los pocos instantes, y volvimos a la estancia con muros de piedra negra. La experiencia me dejó muy tocado, y cuando me fui recuperando, vi que Easel y Andrew también habían quedado muy tocados, mientras que Ian y Lilith parecían estar más enteros.

No teníamos muy claro si la culpa de esa visión o lo que fuera la tenía el libro claramente maligno que habíamos encontrado, o el hecho de haber intentado descansar en este lugar ( o las dos cosas ). Pero como estaba claro que allí no podríamos descansar en condiciones, decidimos volver con Terrlen, llevarnos a Daisy, el Jabalí Terrible que habíamos rescatado y que él lo llevara de vuelta al Salón de las Siete Columnas, y nos repartimos la recompensa que ofrece la compañía de la Gema Profunda por él.

Antes, y haciendo gala de mis grandes dotes con los animales, calmé al animal, que inmediatamente se mostró amistoso conmigo.



Durante el camino de vuelta por hacer algo de charla y relajar el ambiente tras la visión, Andrew nos fue contando cosas sobre un material llamado "Cleenex", que por lo visto tiene grandes capacidades de limpieza e higiene personal... ¿?

Pero algo raro ocurrió. Nada más salir del Pozo noté como si mi mochila pesara menos. Inmediatamente la abrí y comprobé su interior. No, todo estaba allí, mi kit de aventurero, los cetros solares, las raciones de hierro... ¡un momento! ¿ Donde está el libro ? ¡Había desaparecido! Tuvimos una horrible sospecha que después se confirmaría ( el libro había vuelto a su pedestal de origen y no se podría sacar del Pozo ).

Cuando llegamos al lugar donde estaba Terrlen esperando se sorprendió de vernos tan pronto, pero tan pronto le explicamos la situación y partió de vuelta al Salón, nos dispusimos a descansar. En esta ocasión el descanso fue reparador, aunque cuando nos pusimos en marcha para volver al Pozo, mis compañeros decían que a ver si hacía algo con mis ronquidos... en fín, será mi parte humana. Alguna vez he intentado entrar en contacto con mi parte élfica y meditar como Earsel y Lilith, pero por lo visto lo único que consigo es poner cara de monguer.

Tras un buen desayuno, en el que Lilith nos ilustró con sus conocimientos sobre dragones y por qué nunca podrán tener patas de lagartija (¿¿??) emprendimos el camino.

Lo primero fue comprobar que efectivamente el libro de marras había vuelto a su pedestal, pero esta vez yo fui más reticente en llevarlo y fue el buenazo de Ian el que se ofreció a meterlo en su mochila. Tras esto, fuimos hacia la puerta cerrada junto al cercado donde estaba el jabalí. Esta nos llevó a un pasillo oscuro que se bifurcaba en dos direcciones, una de ellas comprobamos que volvía a la estancia donde nos habíamos enfrentado a los tentáculos, mientras que la otra se adentraba en la oscuridad.

Con la luz del bastón de Earsel guiándonos, y el terrorífico eructo de las hienas de fondo, avanzamos al interior del Pozo. Tras un par de recodos, vimos una zona iluminada al fondo. Aunque intentamos ir con sigilo, Earsel de repente, y quizá por los nervios, se puso a cantar a voz en grito la canción tradicional flammenkha "¡¡¡VAMOS VAMOS CON SIGILO!!!", con lo que todo el elemento sorpresa se nos fue al garete again.

Al llegar a la estancia iluminada, nos dimos cuenta que la luz no parecía provenir de ningún sitio en concreto, con lo que su origen era claramente mágico. Restos de sangre estaban por todo el suelo e iban desde un par de puertas dobles cerradas hasta el otro lado de la estancia y se perdían en un recodo de la misma.

Sin apenas darnos tiempo a nada, nos invadió un escalofrío y tres figuras espectrales surgieron del charco de sangre del centro de la estancia. Nos quedamos quitos mirándolas esperando algún ataque, pero este no se produjo. Al contrario, las figuras nos miraban fijamente, y dos de ellas levantaron la mano a modo de saludo.


Uno de ellos parecía un humano de barba negra, vestido con una cota de mallas destrozada y una herida que atravesaba todo el costado. El segundo ( el que no levantó la mano para saludar ) era un enano con armadura completa y con el yelmo cubriéndole el rostro. El tercero era una elfa vestida con ropajes verdes y un bastón, aunque los ropajes parecían casi deshechos mostrando la carne medio derretida debajo ( eghs... ).

La elfa fue la primera en hablar, decía llamarse Mendara. Le preguntamos que si la sangre que estaba en el suelo era suya y con expresión triste dijo que sí, y se puso a contarnos las andanzas y hazañas de su grupo en el Pozo. Andrew preguntó a los espíritus que qué es lo que hacían en este lugar, y la respuesta fue que "para restaurar el orden". Mendara nos preguntó que qué hacíamos nosotros aquí, y fue Andrew quien respondió que para "liberar a los esclavos y acabar con el mal de este lugar", mientras no le quitaba ojo al símbolo de Torm que llevaba visible el humano.

El enano se presentó entonces como Sir Terris, paladín de Amaunator. Lilith les preguntó si podían prestarnos algún tipo de ayuda en nuestra tarea, pero la expresión de escepticismo que mostraron no fue una buena señal. Andrew avanzó y hablando a Mendara, le dijo que "quizá vuestras hazañas no sean tan grandiosas si caísteis en este lugar". La expresión de la elfa se tornó irónica mientras decía un lacónico "quizá tengas razón".

La verdad es que no estaba yo muy diplomático a esas alturas y lo único que me salió, dirigiéndome al humano fue que "si la herida de su pecho se la había hecho una cucaracha terrible". El humano me lanzó una mirada fulminante, pero no pareció prestarme atención. En cambio,se puso a hablarnos a todos: "Este lugar es un campo de pruebas, para probar vuestra valentía y sabiduría. Deberéis colocar cada uno de los cuatro objetos, la máscara, el libro, la hoja y la campana, en los símbolos rúnicos del centro del Pozo. Cada objeto se encuentra en cada uno de los puntos cardinales. Una vez lo hayáis hecho, se abrirá el Sancta Sanctorum, el lugar sagrado de los adoradores de Baphomet. Una vez usados, todos los objetos volverán a su lugar original. Los objetos no pueden salir del Pozo, por si pensáis sacarlos de este lugar. Mucha suerte ante los retos que os esperan, aventureros."

Tras esto, desaparecieron ante nuestros ojos. Así que, nos dispusimos a explorar la parte central del Pozo.


Encontramos un pequeño templo dedicado a Baphomet, tras cuyo altar descubrí una piedra suelta que ocultaba un pequeño cofre, y la primera de las runas en el suelo. Earsel lo abrió y descubrimos una buena suma de monedas y varias gemas. Este lugar es algo lioso y mientras lo explorábamos oímos las amargas quejas de nuestra cartógrafa Lilith mientras decía "¡mierda, me he vuelto a equivocar con el mapa!". Llegamos a un pasillo central, con el suelo y las paredes manchados de sangre reseca y una especie de marca en todo el largo del pasillo, como si algo grande y pesado se hubiera arrastrado por el mismo...

También vimos unas celdas con esqueletos encadenados, y la segunda runa en el suelo. Para abrirnos una posible via de escape, intentamos romper los oxidados barrotes, pero todos mis compañeros fracasaron, hasta que yo fui capaz de doblarlos con mis impresionantes músculos de semielfo. Incluso Earsel se cortó con los barrotes y Andrew tuvo que ponerle una tirita.

En otra estancia descubrimos cuatro estanques con líquidos de colores ( azul, verde, rojo y amarillo ) y la tercera runa en el suelo. Earsel, tras inspeccionar los líquidos, nos comentó que el rojo proporciona resistencia y velocidad, pero hace que pierdas precisión, mientras que el verde proporciona resistencia a venenos. Andrew añadió que el amarillo parece ser muy tóxico, y que el azul parece ser simplemente agua con colorante azul. ¿ Qué hacen estos estanques aquí ?

Otra estancia más y descubrimos una cámara con estatuas medio en ruinas, y la cuarta runa. A todo esto, de cada una de las estancias, parte un pasillo que lleva a unas puertas dobles cerradas, asumimos que las cámaras donde están las pruebas mágicas para poder conseguir los objetos.

En el centro de toda esta estancia descubrimos dos altares y un foso enorme y sin iluminar que se pierde en la negrura, y del que no se ve el fondo... glups, por si acaso no me acercaré mucho. Tras esta divertidísima descripción, decidimos ponernos en camino por el pasillo norte, en dirección a la segunda de las pruebas.

Llegamos a unas puertas dobles, y nada más abrirlas nos encontramos con una especie de cortina negra. Con cuidado, retiramos la cortina y pasamos a la siguiente estancia.


Nos encontramos en una sala con columnas dispersas, y con espejos en las cuatro caras de cada columna. Enseguida nos percatamos que esos espejos no eran normales, como pronto íbamos a averiguar. Ian avanzó primero, y empezó a notar como una extraña fuerza tiraba de él hacia uno de los espejos.

Andrew, quizá por inspiración kelemvoriana, cerró los ojos y gritó "No miréis los espejos", y disparó a uno de ellos. Yo seguí su ejemplo, pero ni su disparo ni el mío rompieron el espejo. Abrí los ojos un momento y me dí cuenta que ya no estaba donde estaba, y oía a mis compañeros gritando mi nombre y diciendo "¡ha desaparecido!".

Sin apenas darme tiempo a reaccionar, Lilith apareció a mi lado, quizá transportada por el espejo igual que yo a otro lado de la estancia. Delante nuestro había una cortina negra más grande que la de la entrada, pero decidí no entrar en ella sin saber lo que había detrás. Lilith se giró y vió una imagen terrorífica de sí misma que la dejó tocada ( por lo visto se vio muy gorda o algo así ).

Desde donde estaba oía los disparos mágicos de mis compañeros, supongo que intentando destruir los espejos, así que intenté destruir alguno de los que tenía cerca, pero una extraña oleada de fuerza contraatacó desde uno de ellos y me dejó atontado. Lilith sí que fue capaz de destruir la magia de uno de los espejos, que apagó su brillo sobrenatural y dejó de mostrar reflejo alguno.

En ese momento, y con un extraño resplandor, Lilith volvió a desaparecer de mi vista. Lo siguiente que supe es oir la voz de Andrew gritando "¡no ataquéis los espejos!¡cerrad los ojos, moveos, pero no los ataquéis!"

Con los ojos entrecerrados, pude ver como Andrew se reunía conmigo, e Ian hacía lo propio algo después. Pero, ¿donde estaban Earsel y Lilith? ( Luego nos contaron que habían sido transportadas a una especie de celda interdimensional donde tuvieron sus más y sus menos con un Gnoll, del que dieron buena cuenta. Aunque bueno, luego hicimos la coña de que en realidad se habían estado enjabonando desnudas la una a la otra... ).


Una vez los tres juntos, decidimos cruzar la cortina por un lateral sin descorrerla, para evitar el peligro de los espejos... y nos encontramos con un par de esqueletos con ganas de guerra en una estancia con un altar y un par de columnas. En la estancia había tan poco espacio que tuve que tirar mi arco al suelo y sacar mis dos espadas cortas.

Tras una corta pero intensa refriega, Ian dio cuenta de uno de ellos y yo del otro, y nos dispusimos a investigar el altar. Ninguno sabíamos qué había sido de Earsel y Lilith, pero sospechábamos que la solución al enigma estaba allí... y fue Andrew quien se dio cuenta de una hendidura del tamaño de una mano de minotauro en la base del altar. Tras pulsarla y oir un pequeño zumbido, pareció no pasar nada, hasta que oímos las voces de nuestras compañeras que parecían venir de la entrada de la estancia, al otro lado de las columnas con espejos.

Andrew les gritó que no miraran los espejos ni los atacaran, no sea que la volviéramos a liar. Mientras, encima del altar, ví una máscara hecha de madera negra. La cogí en las manos. Ya teníamos el segundo objeto.



Un nombre resonó en mi mente cuanto la tuve en las manos: "El rostro de Baphomet". Salimos de la estancia con cuidado de no mirar los espejos restantes, pero con las prisas de irnos, se me olvidó que había tirado el arco al suelo, así que tuve que hacer un viajecito de vuelta...

Tras reunirnos con nuestras compañeras y ver con alivio que estaban sanas y salvas ( sobre todo Ian, que se empeñó en revisar que Lilith estaba ilesa ), le mostré a Earsel la máscara por si le sonaba de algo, pero se encogió de hombros sin saber nada de ella. Con expresión dubitativa, Lilith dijo que le parecía haber leído algo sobre ella, y que aparentemente proporcionaba visión en la oscuridad, cosa que nos podría ser útil...

Decidimos tomar un descanso breve, pero de nuevo tuvimos un sobresalto. En medio de la nada apareció un   enorme minotauro espectral, que emitió un terrible gemido al vernos y desapareció tan pronto como había aparecido. Vale, esta vez ha sido sólo un susto, pero este condenado lugar está empeñado en que no descansemos...

Así que decidimos encaminarnos hacia el oeste, y hacia la tercera de las pruebas. Tras llegar a unas puertas dobles y abrirlas, nos encontramos con una estancia bastante terrorífica...


Dos estanques llenos de sangre están ante nosotros, dos estatuas de minotauros de piedra con un enorme látigo en las manos están en dos pedestales en la parte central de la misma, y otros dos pedestales en el fondo de la estancia tienen una hoja de una espada y una empuñadura... Pues aquí está nuestro tercer desafío.

Pero....

Antes de que pudiéramos dar un sólo paso, mi vista se fijó en el estanque de sangre delante nuestro, el tiempo justo para ver como unas extrañas formas oscuras se removían bajo la superficie.

Lo único que me dio tiempo a articular fue un "¡¡¡¡¡Cuidado, en el estanque, hay unos...!!!!!!"......................................................



Kanon el Fidedigno Rematador de Medianas Intimidadas con Sigilo



Tras salir de la habitación de las hienas, donde habíamos encontrado la capa y alguna que otra sorpresa para Ian, acordamos que la mejor opción era que Andrew se quedase con mi amuleto mientras que yo me quedaba con la capa, la cual limpié a conciencia antes de ponérmela.

Seguimos por un pasillo muy largo e iluminado y con algunas bifurcaciones en ambos lados a lo largo del mismo. Nos paramos en la primera puerta y en ese momento volví a oír ladridos mezclados con chillidos de otro animal diferente. Sin más dilación, abrimos la puerta y nos encontramos una sala llena de murales de minotauros luchando con todo tipo de criaturas (humano, enanos, elfos…) 

 

En el centro de la sala había un enorme jabalí en un lamentable estado. Estaba rodeado por una cerca y varias hienas rondando a su alrededor. Al vernos, se lanzaron rápidamente contra nosotros, que estábamos justo en la puerta.
 
No estuve muy centrada en la lucha contra las alimañas, ya que una flecha pasó silbando al lado de mi cara, seguida de otra que me alcanzó en el brazo. Con un alarido, alerté a mis compañeros de la existencia de dos gnoll al final del pasillo. Mientras parte del grupo seguía la lucha contra las hienas, decidí lanzar una bola de fuego a aquellos dos bastardos.  Entonces fue cuando me di cuenta de que había otras dos presencias más, ya que emergieron varios gritos más de la cuenta cuando mi bola explotó.  Decidí lanzar dos rayos de hielo a los dos visibles antes de que tuviesen tiempo a reaccionar y acto seguido Kanon remató a uno de ellos mientras los dos invisibles hacían acto de aparición disparándome con sus arcos. Un dolor intenso me recorrió por completo antes de perder el sentido.

Desperté de nuevo entre sonidos de batalla, con Andrew a mi lado curándome. Me levanté con tal rabia interior, que el gnoll victima de mi ataque ardió hasta los huesos.
Andrew, al que también habían herido, terminó con la vida de otro. Y así fueron cayendo uno tras otro hasta que nos volvimos a quedar solos.

Nuestro siguiente objetivo era el jabalí. Estaba muy malherido y nervioso, y nos costó bastante tranquilizarlo, aunque el final lo conseguimos. Para que pudiese reponer fuerzas, decidimos echarle las hienas recién muertas que el jabalí devoró en un espectáculo espeluznante. No pude apartar los ojos de aquella bestia enorme mientras destrozaba a las hienas con desesperados mordiscos. Lilith, que había estado revisando la estancia con más detenimiento, llegó a la conclusión de que debió ser una sala de entrenamientos para minotauros.

Decidimos salir adelante y llegamos a otro pasillo, que en este caso estaba completamente formado por roca negra. Había unas puertas esculpidas con caras de minotauros y unas calaveras con cuernos en color sangre en el suelo.
Kanon se adelantó para ver lo que había al final del pasillo y, tras unos instantes, nos hizo señas para acercarnos.
El final del pasillo desembocaba en una pequeña sala donde se encontraban dos sorprendidos tiflin, que se rindieron al vernos llegar.
 
El más alto de los dos fue el primero en hablarnos. Se presentó como Azkelak, y el otro que resultó ser su hermano se llamaba Katal. Nos explicó que habían venido a explorar en busca de los tesoros que podría haber en estas salas. Se decía que podían dar para toda una vida. Habían llegado el anochecer del día anterior por un oscuro pasillo.
Andrew, haciendo gala de su “diplomacia”, decidió que lo mejor que podíamos hacer era atarles pero Azkelak, con tono amenazante, respondió al instante que no pensaba permitirlo bajo ningún concepto. Así comenzó una discusión que sólo pude calificar como desquiciante. El sacerdote y el semielfo hablaban con total libertad de cómo “despachar” a los dos hermanos, mientras Lilith murmuraba “no, no, no…” una y otra vez. Afortunadamente la cosa no llegó a complicarse más de lo debido ya que finalmente Kanon llegó a un acuerdo con Azkelak: Ellos aceptaban salir fuera de aquella zona, acompañados por nosotros y desarmados, y dando su palabra de que no volverían en una semana. A cambio nosotros prometíamos no hacerles daño. Una vez fuera les devolvimos sus armas y ellos nos prometieron que volverían dentro de 7 días.

Una vez volvimos al pasillo negro, nos acercamos a una pequeña puerta donde Lilith había oído a alguien que dormía. Sin más dilación la eladrin abrió la puerta para encontrarse con un gnoll vestido con armadura y pieles, el cual se despertó al instante. Con gran celeridad se levantó y, cogiendo su mangual, lanzó un ataque que dejó a la sorprendida eladrin tirada en el suelo. Intentando protegerla, Kanon y yo nos lanzamos al ataque dejando al gnoll congelado, y recibiendo nuestros ataques uno tras otro. Pero por poco tiempo puesto que finalmente se descongeló y comenzó a devolvernos los golpes. Mientras luchábamos con él, sonó un portazo y un barlgura apareció dejando a Kanon bastante dolorido y la batalla algo más compensada en nuestra contra. 

 

Tras numerosos ataques y contraataques, flechas y bolas de fuego volando en todas direcciones, conseguimos terminar con el gnoll, pero aún teníamos a un enorme barlgura fustigándonos. Esto debió terminar con la paciencia de nuestro excéntrico semielfo porque llegado un punto de la batalla vi como Kanon atacó al monstruo al grito de -¡YO A ESTE LO VIOLOOOOO!. Más golpes se sucedieron pero finalmente pudimos terminar con nuestro oponente.

En la habitación encontramos un cofre de piedra que Ian consiguió abrir a golpes, para encontrarnos con numerosas joyas y unos guantes de cuero que rápidamente atrajeron mi atención. Entonces fue cuando vi cómo Ian entregaba a Lilith las joyas del cofre, y recordé la primera vez que lo vi en la posada de Refugio Invernal. Por aquel entonces ya me pareció distinguir una pequeña nota de admiración cuando hablaba con Lilith, y en aquel momento era evidente que aquella “nota” había crecido. Lilith guardó las joyas como correspondía a su papel de tesorera sin dar mayor muestra de haber detectado nada al respecto y yo decidí que era mejor dejar las cosas como estaban por el momento para no avergonzar a Ian aún mas.  Respecto a los guantes se acordó en el grupo que me correspondían ya que pudimos saber que daban poderes de tipo necrótico y eso me podía ser útil.

En otra pequeña habitación del tétrico pasillo negro encontramos un altar sobre el que reposaba un libro sobre el culto a Baphomet bastante desagradable, escrito en idioma infernal: el Libro de la Ira Revelada.

¿Sería el libro al que se refería la voz profunda que nos habló nada mas entrar? ¿Dónde estarían los demás objetos?
sábado, 8 de diciembre de 2012


Tras nuestra breve reunión con Orontor, todos tuvimos claro cual era nuestro siguiente destino: El Pozo de los Demonios. Dado que el camino hacia allí parecía más difícil de lo habitual, decidimos que lo mejor sería contratar de nuevo los servicios de Terlen, así que fuimos directos a sus aposentos. Nos recibió con un atuendo informal y con una expresión relajada, señales inequívocas de un largo y merecido descanso entre expediciones. Pero dicha relajación pronto desapareció para dejar paso a un semblante preocupado en cuanto le mencionamos nuestro próximo objetivo.
-       No deberíais hablar tan a la ligera de un lugar como ese dadas las atrocidades que se llegaron a cometer allí-
Con esa frase nos empujó para meternos en la habitación, no sin antes mirar a ambos lados del pasillo antes de cerrar la puerta.

Decepcionados, llegamos a un acuerdo con el guía por el cual él nos guiaría hasta la mitad del camino y desde allí nos daría instrucciones para recorrer la otra mitad. 
No tuvimos ni una oportunidad de convencerle para que fuese más allá, ni tan siquiera los dudosos intentos de seducción por parte de Lilith, que se quedaron en una especie de tic que intentaba ser un guiño.
Tras cerrar los detalles del acuerdo nos indicó que por él podríamos salir en cualquier momento así que no demoramos más la partida y tras prepararnos para el viaje, nos encontramos con Terlen delante de la posada. Nos esperaba ya con su atuendo de guía,  sumergido en una animada charla con el posadero (digo sumergido por no decir ahogado en el parloteo incesante del mediano). Rendil había salido al despedirse de nosotros:
-       Os deseo suerte en vuestra aventura sea la que sea… ¡Que seguro que será una locura!- dijo con sorna.
Me dio la sensación de que nos había cogido cariño ya que no pude evitar ver un destello de tristeza en sus ojos. ¿Sabía a donde nos dirigíamos? Llegué a la conclusión de que probablemente si, dado lo rápido que las noticias corrían en este lugar.

El camino hacia el Pozo de los Demonios resultó ser una suma de escalinatas y cuestas que descendían cada vez más. Durante toda una jornada bajamos y bajamos, siempre acompañados de sonidos de pisadas, ecos, gruñidos… hasta que Terlen finalmente decidió que era el momento de parar y se metió en un edificio en el que claramente no había entrado nadie desde hacía mucho, mucho tiempo.
Tras mover viejos muebles para formar un parapeto, formar el campamento y organizar las guardias por fin pude encomendarme al descanso y a mis estudios.
El descanso fue intranquilo dados extraños sonidos que nos acompañaban continuamente pero al menos pudimos reponer fuerzas y tras un frugal desayuno seguimos nuestra marcha. 

 

El camino se hizo más retorcido y a esas alturas ya estábamos totalmente desorientados, lo único que teníamos claro era que seguíamos descendiendo cada vez mas. Según descendíamos comenzamos a notar un olor intenso a azufre. Oí a Andrew gruñir algo respecto a odiar demonios, pero no pude prestarle mucha atención ya que todo mi ser se centraba en esos momentos en contener las arcadas que me provocaba aquél olor. Pero no pude contenerme y finalmente vomité mientras el resto del grupo intentaba contenerse en mayor o menor medida. Tras reponerme y seguir adelante llegamos a un brusco giro que supuse podría ser hacia el este, aunque nunca lo tuve muy claro. Este giro nos llevó por un camino que bajaba de forma aún más pronunciada. Durante el camino se produjeron varias paradas ya que el hedor era a esas alturas tan fuerte que superó la entereza del sacerdote y también vomitó hasta quedarse sin nada que echar.
Seguimos descendiendo hasta lo que supongo sería el mediodía. En ese momento Terlen volvió a hacer otra parada y nos comunicó que allí se quedaba. El resto del camino nos correspondería a nosotros solos.  Tras un descanso, nuestro guía sacó de su bolsa un mapa y se dispuso a darnos indicaciones precisas de cómo seguir nuestro camino. El pobre Andrew no obstante no pudo enterarse de mucho puesto que se hallaba encogido en un rincón vomitando de nuevo. Los demás mientras tanto acordamos con Terlen que nos esperaría durante 7 días y le dejamos varias raciones aparte de las suyas propias para que tuviese alimento de sobra en su espera.

Una vez repuesto Andrew, nos preparamos para seguir nuestro camino y despidiéndonos comenzamos a andar, pero vislumbré como Kanon se despidió del guía revolviéndole el pelo como si de un vulgar chucho se tratase, dejando a Terlen con una expresión que iba entre el desconcierto y el instinto asesino. Acostumbrada a las excentricidades del semielfo decidí descartar la idea reprenderle al respecto, estaba claro que no serviría de nada. Este ser no cambiará nunca.

Andrew vomitó varias veces a lo largo de nuestra caminata, pero sacó fuerzas para seguir adelante. No obstante comenzaba a preocuparme por él ya que no era un hombre especialmente corpulento. Temía que si seguía vomitando se llegase a volatilizar.

Llegamos a un pasillo estrecho, decorado con unas efigies de minotauros que nos daban la bienvenida. Habíamos llegado.

Intentamos atravesarlo con el mayor sigilo posible pero las tripas del humano se quejaban lastimosamente, mandando al traste todo intento de acercarnos en silencio. Llegamos a una sala con varias columnas decoradas con más minotauros, pero estos minotauros lucían colmillos en una sonrisa maliciosa que no me daban ninguna confianza.
En cuanto Kanon puso un pié en la sala se quedó petrificado al igual que todos nosotros ya que una profunda voz resonó en la sala y hablando en un perfecto élfico dijo:

¡Saludos, buscadores de la gloria infinita de Baphomet!
Aquellos que se muestren indignos de su atención serán condenados por siempre a ser sus esclavos.
Aquellos que se muestren dignos, se les otorgarán poderes más allá del resto de los mortales.
Máscara, campana, hoja y libro.

(Mas tarde me enteré que cada uno había oído a la misma voz hablar en su idioma natal, lo cual me pareció fascinante)

En cuanto los últimos ecos de la voz dejaron de sonar, el semielfo se adentró en la sala y, tras unos instantes, soltó un alarido. Intenté acercarme más a la puerta de la sala, a tiempo de ver como un gul dañado y con cara de pocos amigos corría hacia el semielfo. Pero en un momento pareció que cambiaba de estrategia, frenando su carrera para esconderse tras una columna. Entré corriendo en la sala para lanzar un misil mágico y uno a uno todos fueron entrando dispuestos a comenzar una nueva batalla. Aterrada vi cómo unos enormes tentáculos salían del suelo atrapando a mis compañeros mientras que otros seres caían del techo para unirse a la fiesta. De pronto habíamos pasado de luchar contra un gul escondido a estar rodeados por tentáculos agresivos y uno seres que pude identificar como ahogadores.  


 http://literatura.gamersmafia.com/storage/images/0099/655_ahogador.jpg

 Mientras mis compañeros se intentaban zafar de los tentáculos a golpes de espadazos, flechazos y hachazos, yo conseguí librarme del ataque de los tentáculos y apartarme lo suficiente lejos de su alcance. Desde allí podría concentrarme lo suficiente para lanzar mis hechizos. Recordé entonces de que criatura podría surgir aquella masa de tentáculos ¿¡Un falagar?! ¡Que Oghma nos proteja!

 http://greghendricks.net/images/archive/summaries/phalagar.jpg


Mientras mis compañeros seguían concentrados en librarse de los ataques de ahogadores y tentáculos, el gul tampoco se había quedado parado y se disponía a acabar con Andrew, pero no llegó a comenzar su ataque ya que conseguí congelarlo hasta la muerte. Con uno de los ahogadores no tuve tanto tino, aunque conseguí inmovilizarlo, tras lo cual decidí hacerme invisible. Confiaba en Oghma, pero más en el hecho de que no se puede atacar a algo que no se ve.
Mis compañeros conseguían librarse a duras penas del maldito Falagar y el otro ahogador tenía acosado a Kanon que zafaba como podía. Andrew lanzaba hechizos de curación por doquier, mientras Ian y Lilith se abrían paso a golpe de espadazos con sonoros ¡ÑA!, librando a Kanon de un abrazo letal. Conseguí terminar con el ahogador que había semicongelado antes, con una ola de fuego que de paso alcanzó a unos cuantos tentáculos. Andrew que estaba en medio de la ola consiguió no quemarse.   
El otro ahogador seguía intentando terminar con Kanon pero el ágil semielfo conseguía librarse una y otra vez, hecho que le valió posteriormente el apodo de “Cuello de Toro Kanon” . Mientras proseguía la lucha, Andrew nos deja a todos boquiabiertos con un ágil salto mortal con doble tirabuzón para librarse de un nuevo abrazo del falagar. Pero este monstruoso ser no sabía que se acercaba su fin, pues Kanon, haciendo honor a su sobrenombre de “el rematador”, lanzó una serie de flechas mortíferas. Tras retorcerse desesperadamente, todos los tentáculos caen finalmente inertes al suelo. Mientras, Andrew también había terminado con el último ahogador.

Exhaustos, nos sentamos a descansar unos minutos. Todos excepto Lilith que se dedicaba a tirar de uno de los tentáculos mascullando algo sobre curiosidad biológica. Ian, por supuesto, se levantó a ayudar a la eladrin, aunque parecía que no tenía muy claro el motivo por el cual se encontraban tirando de un tentáculo. Finalmente, aburrida de tirar sin conseguir nada, Lilith comenzó a investigar el resto de la sala.


En la sala había un pozo, de unos 30 pies de profundidad. La parte de abajo parecía estar removida pero no encontramos nada de interés, al igual que el resto de la sala por lo que tocaba seguir adelante. 

Vimos un pasillo largo, que se perdía en la oscuridad y por otro lado había una puerta que decidimos atravesar. Un olor aún más nauseabundo que el del azufre nos golpeó nada mas abrir la puerta, pero tras un ejercicio de aguante, parece que todos conseguimos recomponernos y seguimos adelante. Era un olor muy fuerte que parecía ser de comida en descomposición que no daba ninguna tranquilidad. Y empezar a oír unos extraños ladridos que parecían reírse no lo hizo mucho mejor.

Con nuestras mejores habilidades nos acercamos tan silenciosos como una pluma. Hasta que vimos a Ian que se había quedado parado con cara de asombro por nuestro sigilo y soltando un sonoro ¡haaala!, tiró a la basura nuestros esfuerzos en ser silenciosos. Tras lanzarle sendas miradas reprobatorias, seguimos adelante mientras los ladridos resonaban una y otra vez por los pasillos. 

Finalmente llegamos a una salsa con mesas en la que un gnoll montaba guardia. Decidí entonces que ya era hora de que se fuera a dormir y, aunque no cayó inmediatamente, conseguí que cayese al suelo roncando, no sin antes recibir una dolorosa flecha de Kanon.  En ese momento, Ian se lanzó al fondo de la sala donde resultó que había otro gnoll, al que conseguí congelar lo suficiente para que no pudiese moverse del lugar donde se encontraba, pero no tanto como para evitar que lanzara desesperados ataques a Ian, quien se encontraba a su lado. Kanon, como no podía ser de otro modo, subiéndose de un salto a una de las mesas, terminó con la agonía del gnoll de un flechazo. Lilith mientras tanto remató al dormido.
 Pero parecía que estos dos seres no estaban solos, ya que por mi derecha vi llegar una pequeña manada de hienas que rápidamente me rodeó, lanzándome dentelladas sin descanso. Tras ellas apareció otro gnoll con gesto hosco y muchas cicatrices que, sin dilación, me lanzó una flecha mientras intentaba librarme de sus hienas.

 

Harta de tanta alimaña, decidí terminar con todas lanzando una ola de fuego que alcanzó a la manada completa. Para entonces Andrew y Lilith habían llegado a donde me encontraba y, también se estaban encargando de las mezquinas criaturas. Dado que la eladrin terminó con una de las hienas, el resto la tomaron con ella mientras yo conseguía por lo menos terminar con la vida de su “pastor “ de una llamarada. El resto de las hienas fueron muriendo una a una bajo nuestros ataques.

En aquella sala tampoco había nada interesante así que reanudamos nuestra marcha hasta que nos encontramos de frente con una estancia que claramente era el lugar donde guardaban a las hienas, ya que su suelo tenía una enorme capa de excrementos y restos de cadáveres de diversas criaturas. Sin pensárselo dos veces, Andrew se metió de lleno entre la capa nauseabunda y comenzó a rebuscar convencido de que habría algún objeto útil entre tantos cadáveres. Kanon suspiró y se metió detrás diciendo: – No puedo creer que esté haciendo esto-.

Tras un pequeño rato observándolos, Ian decidió que debía ayudarlos y, con mueca de asco, se metió de lleno a la faena. Nada más comenzar, encontró una capa que parecía mugrienta, pero que claramente se trataba de una capa protectora. 

 

A Lilith se le iluminó la cara al darse cuenta y corrió hacia Ian para lanzarse en sus brazos.
El pobre se quedó paralizado, con una expresión que intentaba ser lo más inexpresiva posible, pero fue traicionado por una marea roja que apareció por el cuello, y fue subiendo poco a poco hasta cubrir su cabeza, llegando a su máxima expresión de color en las orejas.
Aún hoy en día me sorprendo de la cantidad de sangre que debía de tener en el cuerpo para poder mantener el rojo de su cabeza mientras una gran tienda de campaña iba creciendo bajo su vientre.  Andrew levantó una ceja con cara de sorna y Kanon, con los ojos muy abiertos soltó un sonoro ¡Vaya!
Yo apenas conseguía contener las carcajadas mientras observaba la escena desde fuera.

Lilith, ajena al revuelo que había formado, se bajó de los brazos de Ian con una sonrisa, pero pronto se le borró de la cara al darse cuenta de la situación. Carraspeó y con una expresión claramente incómoda dio una palmada en el hombro, como simulando quitar una pelusa y dijo – “Sigamos explorando”.
domingo, 25 de noviembre de 2012
Diario de Andrew Wiggin
Vigésimo octavo día de Alturiak, 1480 DR (continuación)
 
  Me levanté inquieto esa mañana. El hecho de sentirnos observados durante la cena de la noche anterior me preocupaba. Por más que nuestra llegada acompañados de los esclavos fuese imposible de ignorar, parecía que la gente sabía mucho más de nuestras hazañas de lo que se supone que deberían saber. Supongo que esa inquietud había causado los extraños sueños de pelotas de colores gigantes que rodeandonos por todos lados.

   Me reuní con mis compañeros en el salón. Mientras desayunábamos, Charrak, el pequeño kobold mensajero, nos entregó un pergamino lacrado. En él, uno de los supuestos líderes de la organización detrás de los duergar nos confesaba que quería desertar y nos pedía ayuda para acabar con sus camaradas. Acompañaba al mensaje un mapa indicando un lugar donde reunirnos. Tras un breve cambio de impresiones, todos estuvimos de acuerdo en que parecía una trampa.
 
 
  Lilith, Kanon e Ian se dirigieron a reponer nuestras provisiones, mientras Earsel y yo fuimos a entregar a Gendar el cetro que nos había encargado. Cuando entramos en su tienda y vio a Earsel, una sonrisa pícara y lasciva le cruzó el rostro. Mantuvimos una breve conversación, aderezada con sus habituales puyas picantes hacia la elfa, en la que quedó claro que no sabía nada (o no quería contarnos nada) ni acerca de quien podría ser el remitente del extraño mensaje, ni sobre los drows esclavistas. A cambio del cetro, nos entregó un pequeño saquito de cuero.  Nos despedimos de él, y nos encaminó a la Compañía de la Gema Profunda si queríamos conseguir algunos objetos mágicos para pertrecharnos.
 
  Nos reunimos con nuestros compañeros. Tras comprar una cesta de provisiones interminables y cambiar la atarraga de Murkelmoor por unos brazales de defensa para Lilith, volvimos a la posada para hablar con Terrlen, no sin antes observar un cartel ofreciendo una recompensa por encontrar un jabalí terrible perdido. Nuestro antiguo guía no pudo darnos indicaciones sobre el lugar de nuestra cita, era una caverna cualquiera más.

  Decidimos descubrir más cosas por el método más directo posible: dirigiéndonos al lugar señalado. Si el mensaje era cierto, contaríamos con un aliado infiltrado e información de primera mano sobre nuestros enemigos. Si no lo era, bueno, siempre podríamos tratar de interrogar a quien encontrasemos allí, por las buenas o por las malas. 

  Tras unos cuantos giros por los vericuetos del laberinto, llegamos a una pequeña abertura hacia una oscura caverna  natural. Intentando anticiparnos a posibles trampas, lancé un cetro solar para iluminar la estancia. Daba igual que esto anunciase nuestra presencia, si alguien nos estaba esperando ya estaría enterado de nuestra presencia. Con esta luz, observamos ver 3 enormes rocas en ella, y un saliente alrededor de las paredes donde podríamos encaramarnos en caso de apuros. Kanon se adelantó subiendo el desnivel. Efectivamente, nos estaban esperando.  Pudimos ver a un gigantesco guardián de bronce junto a las rocas y un tiefling encaramado al saliente contrario de donde Kanon había subido. Rápdamente, nos pusimos en acción: mientras  Lilith e Ian ganaban posiciones, Earsel y yo nos colocamos junto a Kanon para dar cuenta rápidamente del mediano. 

  Mientras Lilith se teleportaba junto al guardián, una llamarada de fuego verde golpeó a nuestra maga. El impacto debió asustar a Ian mientras descendía del saliente, puesto que resbaló por el borde cayendo estrepitosamente al piso. En ese momento, el guardián empujó la roca para bloquear la entrada. Una vez más, sería ellos o nosotros.
 
  Earsel intentó localizar el origen del ataque de fuego, acercándose son sus poderes de invisibilidad y teleportación, e iluminando la estancia, pero sólo pudo ver como un segundo tiefling se escabullía en las sombras de las cornisas que rodeaban la caverna. Viendo que no podríamos alcanzarlo, atacamos con todo al constructo, pero este parecía amortiguar la fuerza de nuestros ataques. Mis compañeros atacaban sin parar al gigante, ignorando los ataques de fuego del tiefling, mientras me ocupaba de ir sanando sus heridas e intentando debilitar al guardián.  Lilith lideraba el combate, organizándonos para conseguir que nuestros ataques fuesen mas efectivos.

  Los golpes del guardián eran arrasadores. Se desplazaba unos cuantos metros, empujando a mis compañeros, tirándoles al suelo y golpeándo a todos a su paso, hasta que finalmente Kanon consiguió derribarle con un disparo certero. Eliminado nuestro principal problema, nos dirigimos a por el tiflin restante. Conseguimos acorrarle, pero de repente, ante un golpe de Ian, se teleportó unos metros fuera de nuestro alcance. Sin embargo, Earsel había conjurado a Fluffy, quien persiguiéndole y levitando a su lado acabó con él.

  Una vez a salvo, registramos los cadáveres. Uno de los tiefling llevaba un amuleto de orden imperiosa, sin duda para controlar al constructo, el otro, llevaba un portapergaminos con 3 mensajes. En uno de ellos, un tal Paldemar les indicaba que, sin importar como, debían acabar con nosotros y llevar nuestros cuerpos a sus aliados gnoll, junto con el segundo mensaje. Este estaba dirigido a "Maldrick el escarificado, jefe de los colmillos negros y elegido de Yeenoghu", ofreciendole nuestros cadáveres como prueba de buena voluntad. Me preocupaba, nada bueno puede salir de una organización que recibe cuerpos como ofrenda. El último pergamino se trataba de un mapa hacia un lugar llamado "el Pozo de los Demonios", con un colmillo negro dibujado a su lado.

  Una vez que conseguimos apartar la roca de la entrada, volvimos a la posada. A la mañana siguiente, mientras desayunamos, decidimos ir a ver a los mágicos de Saruun. Si ellos estaban a cargo de mantener el orden el en salón de las siete columnas, igual podían tener más información sobre estos gnoll.  No obstante, tendríamos que ser cuidadosos en nuestras pesquisas, por si ellos también estuviesen aliados con los colmillos negros.

   A la salida de la posada, nos esperaba Brugg, el ogro, con un mensaje: "mi amo quiere veros, seguidme".  Bien, parecía que los magos también querían hablar con nosotros. Al llegar, Orontor nos estaba esperando. Parecía ser que el tal Palendar era uno de los suyos que está desaparecido y quería que investiguasemos sus actividades y daba por segura su asociación con el tal Maldrick.  Nos cuenta también que el Pozo de los Demonios es un antiguo templo dedicado a Baphomet, donde es posible que ahora los gnoll estuviesen adorando a Yeenoghu.
 

   Todo nos encamina hacia el Pozo de los Demonios. Parece que tenemos de nuevo un objetivo.
lunes, 1 de octubre de 2012

Pocas veces en mi vida me he visto obligado a retroceder ante un adversario, y el hecho de que tuviéramos que hacerlo contra Murkelmor y sus secuaces, hizo que no pudiera descansar como dios manda, lo que provocó que tras el período de descanso en la estancia en la que nos atrincheramos junto con los pobres diablos a los que habíamos rescatado de garras de los esclavistas, no me sintiera totalmente en plena forma.

Mirando a mis compañeros, ví la misma expresión cansada en sus ojos, pero también vi otra cosa en todos ellos, algo que teníamos en común, y que cruzó nuestras mentes a la velocidad del rayo, en el mismo instante exactamente:
 UN CABREO QUE TE CAGAS.

Era la primera vez desde que luchábamos juntos que nos veíamos obligados a retroceder, y Murkelmor iba a pagar aquello. Oh sí. Por si fuera poco, Andrew se despertó con un hipo espantoso, que hacía que retumbara la fortaleza entera... con lo que el sigilo no iba a ser nuestra arma en aquel contraataque.

A medida que nos acercábamos a la cámara del foso del agua donde estaban los esclavos, Ian decidió acercarse con sigilo ( bueno, con lo que él entiende que es el sigilo, con lo que hice el gesto universal de contrariedad, llamado facepalm ), a mirar por el pequeño ventanuco con barrotes al interior de la cámara, a ver si distinguía algún enemigo. Tras breves instantes volvió con nosotros diciendo "He visto a un centinela orco en su mundo orco". Tras la enigmática frase creí entender que el orco estaba pensando en las batuecas y que debía estar algo distraído montando guardia.

Así que Earsel decidió intentar usar sobre el orco uno de esos poderes de mago que apenas usa, el de dormir cosas, y para sorpresa de todos, lo consiguió, y el orco empezó a soltar unos ronquidos que rivalizaban con el hipo de Andrew.

Quizá en este punto nos emocionamos demasiado, ya que salimos todos a la vez por la puerta, tropezándonos unos con otros, con tan mala suerte que Andrew y yo resbalamos y nos estampamos contra el foso de agua. De milagro el orco no se despertó, así que tuvimos la brillante idea de que Lilith e Ian fueran a rematar un poco al orco mientras Earsel nos ayudaba a salir...
... y por supuesto acabó con la maga en el agua tras intentar sacarnos y es que a ver a quien se le ocurre que sea la maga la que intente sacar a Andrew y a mí. Mientras Earsel aprovechó para hacerse unos largos en el foso, mientras Andrew y yo jugábamos y nos salpicabamos en el agua... de forma muy varonil por supuesto.

Cuando salió Andrew del agua me fijé en que en su armadura ponía una extraña palabra "Domyos", aunque en seguida le resté importancia. Ya le preguntaría después que significaba.

Nos acercamos a la puerta que nos llevaría al pasillo donde habíamos estado ya anteriormente y me dispuse a escuchar. No oí nada, así que entramos y de repente escuché pasos. Parecían venir de la estancia de la derecha, así que por señas le comuniqué a mis compañeros lo que oía. Pero se ve que no me expresé muy bien, porque Earsel me puso caras raras, mientras que Andrew decía "Ein?" e incluso Lilith e Ian entendieron algo sobre una galleta con sombrero de payaso.

Así que habría que hacer lo de siempre, entrar a lo bruto. Así lo hicimos, y nos encontramos a un sorprendido orco patrullando y a un ogro bastante sopa. Sin duda eran dos de los enemigos de los que nos habíamos visto obligados a huir.

Earsel fue quien actuó primero, congelando a ambos enemigos, y tras posteriores ataques de Lilith y yo mismo, es Andrew quien fulmina al orco, que casi no había tenido tiempo de decir esta lanza es mía. Mientras, el ogro veía casi paralizado como nos encarábamos con él. Lo que siguió fue una somanta palos al ogro, y es que le teníamos ganillas.

Poco a poco se fue recuperando de su estado de paralización y le cascó a Ian en toda la jeta, pero Andrew estuvo al quite para curar a nuestro guerrero. Pero claro, tanto follón tenía que alertar a Murky, y apareció detrás nuestro con los dos guardias orcos que faltaban.

Una de mis certeras flechas acabó con el ogro, ensartándole a la cama en la que seguía, pero ya os digo que estaba cabreado como una mona, y en apenas unos instantes, acabé también con uno de los orcos. Andrew cometió el error de mencionar a ese tal "domyos" en vez de a Kélemvor, y claro, el dios de los muertos es puñetero, y su ataque, que pretendía incinerar al otro orco, acabó con un sonoro y fallido "puffff!!!"



Murkelmor, que se había escondido tras sus dos secuaces, decidió hacer acto de presencia al ver que estaban cayendo...y se iba a llevar la del pulpo. Eso sí, Ian también recibió a base de bien, porque lo primero que hizo Murky fue mandarlo al suelo de un brutal ataque, que le dejó tumbado en una de las camas de la estancia.

Pero nos recompusimos enseguida. Andrew le arreó un martillazo en la cabeza, mientras yo intentaba animar a Ian picándole un poco "Venga Ian coño, que no es momento de dormir", pero el cándido Ian no captó la broma, y solo acertó a contestar un balbuceante "Pero, pero...si no ha sido culpa mía, es que me han pegado..." El otro orco aún seguía por ahí, y decidí quitarlo de en medio con mis espadas ( para ahorrar flechas, que me quedaban pocas ).

Mientras Murkelmor empezaba a recibir por todas partes decidí usar mi nueva habilidad con las hierbas para curar en parte a Earsel. El combate continuó con intercambio de golpes por nuestra parte y con Murky usando una especie de extraño poder que le permitía con un rugido gutural cerrar parte de sus heridas. Pero el combate se inclinaba a nuestro favor, por que le teníamos ganas. Entre gritos de Lilith ( "joputaaaaa!!") y golpes de los demás, al final el honor de poner fin a la existencia del duergar fue de Earsel, que con un misil mágico, le tumbó finalmente.

Últimamente tenemos la brillante idea de estabilizar a los malos que derrotamos, en vez de dejar que Andrew los guíe hacia su dios de primeras, así que Lilith le aplicó su poder curador para retrasar un poco su marcha hacia Kélemvorlandia. ¿ Y qué consiguió ? Pues un lapo en toda la cara. Yo también lo intenté, desde algo más lejos, claro, que hoy ya me he duchado, y me llevé solamente un taco en idioma enano.

Andrew fue algo menos delicado, y de un fuerte pisotón en la mano, lo dejó inconsciente otra vez. A fin de cuentas, se estaba muriendo. Le volvimos a reanimar, pero no hubo manera que nos dijera a dónde se estaban llevando a los esclavos que traían, así que Andrew lo incineró en favor de su dios.

En los restos de Murky encontramos una Atarraga, fabricada por la prestigiosa y oronda herrera Krhistihna, conocida desde entonces como Krhistihna Atarraga.



También encontramos una llave, que nos guardamos porque de fijo que abre un cofre en el que seguro que encontramos algún amuleto.

La puerta doble del lateral de la estancia parecía muy sólida, y mirando por las aspilleras del muro, vimos que daba a una caverna que se adentraba en la oscuridad. Tras revisar la cámara y no encontrar ná de ná, fuimos a las habitaciones de Murkelmor, con Earsel dando saltos de una cama a otra ( estas elfas... ) mientras yo estoicamente aguanté el bamboleo de sus t... de sus ropajes, sí, eso.

En la cámara de Murkelmor encontramos un cofre, que abrimos con la llave que le quitamos a su cadaver, y dentro encontramos una bonita cantidad de monedas de oro, y una estatua de aspecto demoníaco, que Earsel parecía conocer de toda la puta vida, y un stupendo amuleto de salud +2, como ya sabíamos, claro.


Lilith se quedó el amuleto, ya que le podría ser de mucha utilidad y yo heredé el suyo, algo menos poderoso, pero muy útil para mí. Tras un último vistazo a las estancias que quedaban, pudimos comprobar que la fortaleza estaba limpia de enemigos. Encontramos otro cofre con más riquezas, y nos dispusimos a llevar a los esclavos rescatados fuera de la fortaleza y a reunirnos con Terrlen.

Cuando llegamos le revolví el pelo como saludo, aunque decidí no hacerle perrerías. Terrlen no pareció tomarse la broma muy bien, pero bueno, la sangre no llegó al río. A fin de cuentas, habíamos acabado con el mal de los duergar, y era motivo de celebración.

Tras el largo camino de vuelta al salón de las siete columnas, dejamos a los esclavos junto con una caravana que volvía a la superficie, para que cada uno pudiera encontrar el camino de vuelta a casa.

¿Y nosotros? Pues nos merecíamos un descanso, así que nos dirigimos a la posada Mediamier... digo Medialuna para tomar un respiro. Porque pese a nuestra victoria, esto aún no se había acabado.
¿Dónde llevaban a los esclavos? ¿Habrá más? ¿Los mágicos de Saruun tienen algo que ver con esto? ¿Quién es Domyos?

Ah, al peo, me voy al catre de mi habitación de la posada.

Kanon el Fidedigno.