miércoles, 15 de mayo de 2013

Tras abrir aquella puerta, un aire frío nos dio la bienvenida a una habitación poblada con montañas de huesos y surcada de grietas en las paredes. Grietas en las que no hubiéramos reparado si no fuese por Kanon. También nos señaló la puerta que estaba combada.

-Aquí hay ratas- Dijo – Seguro que salen y entran por las grietas-.

No sirvió de mucho aviso, ya que Lilith ya estaba en el centro de la habitación, seguida de Ian, y un grupo de enormes ratas los rodeaban y comenzaban a atacarlos a mordiscos.





Antes de intentar chamuscarlas me di cuenta de que un aura violeta las rodeaba. No me daba buena espina. Varias ratas cayeron bajo el hacha de Ian y de ese modo Lilith pudo organizarnos a todos. Oí a Derkin gritarle al semielfo -¡A LA RATA MÁS LEJANA!¡ATACA A LA RATA MÁS LEJANA!-pero este hizo caso omiso terminando con una rata que tenía a su lado.
El enano, tras lanzar una mirada reprobatoria a Kanon, se acercó a Ian para curarle un poco ya que las ratas parecían hacer algo más que proporcionar mordiscos. Aquel halo violáceo parecía tener un efecto sobre nosotros, minando nuestra salud cada vez que nos encontrábamos cerca.
Aquello no parecía terminar nunca, por más ratas quemadas, aplastadas y masacradas que íbamos dejando a nuestro alrededor, más alimañas aparecían para atacarnos, pero finalmente conseguimos terminar con todas ellas… o por lo menos todas las que salieron en aquel momento.

Lilith preguntó a Vyrellis que habitación era aquella 
-Es del señor sepulcral- dijo la cabeza. 
Al ver que Lilith se quedaba mirando con expresión de quien espera mas información, suspiró y añadió:
 -¿Qué? ¿Qué más quieres saber? ¡Es un señor sepulcral! No hay nada más que quieras saber…- Kanon se llevó la mano a la nariz con evidente impaciencia.

Tras revisar las montañas de huesos sin encontrar nada, Kanon e Ian decidieron abrir la puerta que había en mitad de la sala, siendo enterrados casi de inmediato por una avalancha de huesos que no dejaban de caer. Tras varios intentos conseguimos sacarlos de allí, y cuando finalmente los huesos dejaron de caer, algunos pudieron entrar a registrar aquella sala, pero tampoco había nada. Derkin, sin embargo, se quedó fuera mirando hacia arriba y con un largo silbido dijo –No pienso meterme ahí…

Seguimos adelante hasta llegar a la siguiente puerta, a través de la cual el semielfo no había podido oír absolutamente nada. Al abrirla nos encontramos con una sala forrada de estanterías repletas de libros y una gran estatua en el centro.
- ¡¡La biblioteca!! ¡¡Cuidado!! ¡¡No prestéis atención a los susurros!!- Vyrellis parecía agitada. Kanon, en su evidente aprecio por la cabeza, soltó: -Esta señora es una fuente de conocimiento… ¿Y que son esos susurros?-
- Son susurros. Pasado, presente y futuro que se mezclan…- respondió Vyrellis.
- ¿La estatua eres tu?-
- Si- Vyrellis mostraba ahora añoranza.
- ¡Estabas buena!- Vyrellys miró a Kanon con la ceja levantada, pero no respondió al comentario del semielfo.
Derkin entonces decidió romper el extraño momento con un comentario jocoso: - No puede ser ella. Esta estatua tiene cabeza.-

El silencio que al principio asolaba la biblioteca estaba despareciendo para dejar paso a un sonido cada vez más fuerte. Infinidad de susurros ininteligibles en todos los idiomas invadieron nuestras mentes. Taparnos los oídos no servía de nada pues las voces no cesaban de sonar por más que apretáramos nuestras manos en las orejas.
- ¿¿De donde vienen??- Lilith tenía agarrada fuertemente la cabeza y miraba a Vyrellis con desesperación. – Son los conocimientos y las voces de los múltiples seres que aquí se perdieron y murieron”-
Mi sed de conocimientos me ayudó a sobreponerme al acoso de los susurros y rápidamente me abalancé hacia dentro de la biblioteca con ansiedad empujando incluso al enano, que estaba delante de mi.
- ¡Aparta enano!- dije dejándolo atrás.
- En tus bosques no ves muchos de estos ¿verdad?- Derkin aún intentaba acallar los susurros con las manos pero me miraba con una mezcla de sorpresa y sorna.
- Más de lo que habrás visto tú… ¡bárbaro en miniatura!- respondí rabiosa. 
Derkin se limitó a devolverme una sonrisa con sorna. Cuando ya me volvía hacia la primera estantería respondió:
 –Todo conocimiento que no salga de actividades manuales, no vale la pena-.
Sin volverme para darle la satisfacción de ver mi expresión de rabia, le respondí mientras hacía el esfuerzo de seguir hacia los libros: 
-Claro, vosotros los enanos lo aprendéis todo a martillazos-. 

Derkin respondió algo que no llegué a oír, ya que los libros que tenía delante absorbían ya toda mi concentración. En el poco tiempo que llevaba con nosotros, este enano era capaz de sacarme de mis casillas casi tanto como el maldito drow.
Estaba a punto de tomar en mis manos el primer libro cuando un dolor punzante atravesó mi costado. Una flecha se había clavado en mi cadera dejándome doblada por completo. Percibí como el semielfo se colocaba detrás de mi, aunque el dolor y las voces en mi cabeza no me dejaban percibir nada más durante unos instantes. Cuando pude observar a mi atacante, a lo alto de las estanterías tras una balaustrada, se encontraba ensartado en la pared con una flecha de Kanon en el pecho. Algo avergonzada, tuve que reconocer que no podía determinar que tipo de ser era aquel. 
Mientras me quitaba la flecha del costado noté más movimiento detrás de mi… debería haberme vuelto a luchar pero no podía apartarme de aquellas estanterías. Tomé un libro entre mis manos pero no pude ni abrirlo porque de nuevo me asaltó otra punzada de dolor. Me retorcí mientras el libro se caía al suelo. Me sentía tan débil de pronto que ni tan siquiera podía recoger el libro. Oía como los demás iban entrando en la sala y entonces noté la voz de Derkin en mi cabeza, emergiendo por encima de los incesables susurros. De algún modo me sentí reconfortada y, con fuerzas renovadas, recogí el libro del suelo dispuesta a imbuirme en su lectura. Pero antes de abrirlo un chillido antinatural recorrió la sala helándome la sangre. Intenté concentrarme en el libro pero de nuevo otro chillido asaltó mi voluntad y sólo pude gritar. Ciega de rabia, intenté eliminar la fuente de aquel terrible sonido con una pequeña bola de fuego y sin mirar tan siquiera a donde estaba apuntando. Pero algo me alcanzó de vuelta y casi me desvanecí del dolor. Afortunadamente Derkin se encontraba cerca y de nuevo su voz surgió en mi mente para darme fuerzas.
Harta, decidí cambiar de posición y aparecí en el pasillo que había encima de las estanterías. Allí pude ver con mucha mayor claridad la lucha encarnizada que se había desatado en la sala.


Conseguí terminar con varios de nuestros enemigos mientras que mis compañeros terminaban con otros tantos hasta que quedó el más fuerte, que fue rodeado y tras resistir varios ataques, finalmente cayó.

Mientras llegaba al punto donde mis compañeros se encontraban pude oír a Vyrellis agitada: 
- ¡No está! ¡No está! ¡Karvakos, maldito bastardo!-
-¿Qué quieres?- Preguntó Kanon.
- ¡No está! ¡No está! ¡No está! ¡No está! ¡No está! ¡No está!...- Solo Lilith, tras un rato intentando calmarla, consiguió que la cabeza dijese algo mas.
-Mi esencia… - Vyrellis miraba fijamente a un hueco de su estatua, donde claramente antes tuvo que estar alguna piedra preciosa. Lilith miró al hueco y preguntó 
-¿Qué piedra es?-
- Cuando la vea lo sabré. He sido bastante infalible hasta ahora ¿no?-

Mientras tanto me dediqué a observar las estanterías con admiración y casi de forma reverencial me acerqué a la más cercana. Tomé un libro al azar entre mis manos y ansiosamente lo abrí para ver qué conocimientos podría ofrecerme…
-¿Vacio? ¡Vacío! ¡ESTÁ VACÍO! ¿CÓMO PUEDE ESTAR VACÍO?-
Furiosa tiré el libro al suelo y me abalancé sobre el siguiente:
-¡VACÍO TAMBIEN! ¡No lo puedo creer!- 
Lo tiré hacia atrás y cogí el siguiente que también estaba vacío y así fui cogiendo uno por uno todos los libros del estante, y el estante de abajo, y el de encima, y todos los estantes fueron examinados con el mismo resultado. 




Para entonces ya estaba fuera de mi. 
Me dejé caer al suelo sollozando de forma incontrolada y volví a mirar los libros que había ido tirando al suelo. Entre lágrimas pude darme cuenta que no eran libros nuevos. No, eran libros que en el pasado albergaron conocimientos que fueron extraídos de su interior en una clara violación a todo lo que yo reverenciaba.
Me percaté de que mis compañeros me observaban entre asustados y apenados mientras no dejaba de preguntar cómo podía haber ocurrido algo semejante.
Para mi sorpresa fue Derkin quien respondió. Nos aclaró que aquellos seres eran llamados “devoradores de conocimiento” y eran los responsables de tal barbarie, pues se alimentaban de los conocimientos de los libros, absorbiéndolos hasta que desaparecían.

Conseguí encontrar en una esquina una estantería cuyos libros aún no habían sido devorados. Entre ellos se encontraba un tubo de hueso que albergaba dentro un ritual que me dejó sin habla. “Revivir a los muertos”. Aquello era muy valioso y para colmo, al abrirlo, había escondido un vial de cristal con residuum suficiente como para llevarlo a cabo. 



También había otro tubo de cuero liso, con otro ritual creado para realizar consultas a los sabios místicos.

Yo seguía examinando los libros que aún podía salvar mientras mis compañeros comenzaron a hablar de que deberíamos descansar. De pronto una sonora carcajada del enano me arrancó de mi letanía. Cuando me volví para ver que ocurría, la escena era bastante reveladora: Derkin se desternillaba en el suelo mientras la cara de Ian era inundada por un color tan rojo como mi túnica. Lilith miraba al suelo con una expresión de vergüenza en sus ojos y Kanon mostraba una amplia sonrisa socarrona.

Decidieron volver a la zona donde había tres habitaciones y donde… donde nos despedimos de Andrew.
Pese a mi reticencia no había discusión posible, así que de nuevo me encontraba allí. Allí donde dolorosamente aprendí que no era perfecta y que somos seres mortales muy a nuestro pesar. 
Allí donde maté a mi amigo.

En silencio sumiso presencié el reparto de las habitaciones. Estaba claro que la habitación con una única cama era para la parejita. Tampoco había discusión en eso para mayor vergüenza de Lilith. 
En un principio me negué a compartir habitación con el semielfo y el enano, pero la eladrin me dio argumentos de peso para cambiar de opinión. No tanto por quedarme yo sola, si no por no dejar solo a Kanon con el enano. Al fin y al cabo tampoco lo conocíamos mucho aún.

Mientras nos metíamos en la habitación y yo separaba mi camastro lo más posible de los otros dos, Kanon, fiel a su espíritu burlón, señaló acusadoramente al enano diciendo:
- Me respetarás ¿no?-
Derkin rió de buena gana y con una sonrisa socarrona respondió: 
- No sé… Un enano en la cama, siempre es un enano en la cama-.

Ni siquiera yo pude evitar una leve sonrisa.