domingo, 21 de abril de 2013

Decir que aquella noche descansamos bien, sería mentir. Mi cuerpo se sentía dolorido no sólo por los golpes recibidos por nuestros enemigos, sino por la reciente e inesperada pérdida de Andrew Wiggin a manos del licántropo. Pero por mal que yo estuviera, mis compañeros lo estaban pasando aún peor, sobre todo, Earsel, que se culpaba a sí misma de la muerte de Andrew, aún cuando los demás no dejábamos de repetirle que no podía hacer nada, y que estaba más allá de sus posibilidades el curarle.

Así que el despertar fue difícil. Estoy seguro que habríamos abandonado nuestra misión de no ser porque estábamos atrapados en la pirámide misteriosa. Tras intercambiar pocas palabras, nos dirigimos a explorar las estancias que habíamos dejado sin revisar, en particular lo que parecía la habitación privada de Gharash Vren, en la que encontramos un pequeño baúl ( similar al que abrimos con la llave que encontramos anteriormente ).

Parecía cerrado con llave, así que le encomendamos a nuestra maga ladrona ( aunque por su cara no estaba para bromas ) que lo abriera, y tras forcejear brevemente con la cerradura, lo abrió para descubrir 6 pequeñas adularias parecidas a la que encontramos antes ( pero más pequeñas ) y una perla bastante grande ( y seguramente cara, ejem, ejem... ) con un brillante color BLANCO ( que no nacarado ni esas zarandajas ).

Después investigamos la habitación de la que había salido el licántropo, y nos dimos cuenta de que en realidad era una especie de celda, llena de cagarros ( de hecho Earsel no dejaba de decir con asco "¡mierda, mierda!", saliendo de la celda, mientras Lilith estaba con Ian en el exterior, a los que oímos murmurar ( y nada más, ningún ruido diferente oímos Earsel y yo, os lo aseguro... ).

Pero después oímos algo más. Sonaba como una especie de lejano quejido y parecía venir de la última estancia que nos quedaba por explorar. Escuché tras la puerta de la misma, y efectivamente, oí unos movimientos al otro lado, como si algo rozara tela o algo parecido. Tras hacer una señal a Ian y Lilith para que se acercaran, entramos con cautela en la habitación, preparados para enfrentarnos a lo que fuera.

En la estancia había tres camas, y mientras dos de ellas estaban vacías, en la tercera había un fardo que parecía tener algo que se movía en su interior. Con precaución, abrimos el fardo para encontrarnos... ¡un enano!



Iba vestido con harapos y estaba maniatado, pero aparte de eso, no parecía tener heridas visibles graves. Tras ayudarle a incorporarse y darle unos momentos para recuperarse y agradecernos la ayuda, se presentó como Derkin Stoneborn. Pero lo sorprendente fue cuando alzó la vista y nos miró, ya que se detuvo en mí con los ojos muy abiertos y dijo "¡Tú eres Kanon!". Confundido le pregunté de qué me conocía, aunque había algo muy familiar en el rostro de aquel enano.

"Te ví en Cormyr hace algún tiempo, quizá no me recuerdes ya que nunca llegamos a hablar. Soy Derkin, clérigo de batalla de los Dragones Púrpuras." La verdad es que sí que me sonaba haber visto a Derkin, pero no recordaba de dónde. Nos contó que Gharash Vren lo había apresado y estaba usando sus poderes curativos para su propio beneficio.

"¿Habéis visto mi armadura? Es una cota de malla élfica enana, herencia de mis ancestros. Ese bastardo de Gharash me la robó." Claramente se refería a la armadura que llevaba puesta el salteador, así que abrió mucho los ojos cuando se la enseñamos. Con expresión de agradecimiento, el enano se apresuró a ofrecerse a transferir el poder de la misma a la armadura de uno de nosotros como recompensa por habérsela devuelto. Aunque en principio nos negamos, terminamos aceptando que pasase el poder mágico de la misma a la armadura de Lilith, ya que eso la haría más fuerte y resistente, y Derkin parecía conformarse con tener su armadura a buen recaudo. Había algo en Derkin que me hizo confiar en él, aunque en ese momento no supe bien qué era, y lo mismo parecía pasarle a mis compañeros.

Pronto se quedó mirando a Vyrellis, y soltó: "Caray, no sabía que os dedicarais a la taxidermia." No pude evitar soltar una carcajada ante la expresión de la altiva eladrin y su disgusto ante el comentario, aunque sorprendentemente no dijo nada ( la verdad es que se estaba comportando bien desde lo de Andrew ).

Salimos de la estancia mientras Derkin me contaba que él y la patrulla de Dragones Púrpuras de la que formaba parte estaban siguiendo a unos bandidos hasta el claro donde encontraron la pirámide, y que quedaron atrapados. Él era el único superviviente de la patrulla. "Por Moradin, que los haré pagar por todo lo que han hecho cuando los encuentre", nos dijo, aunque puso una expresión de satisfacción cuando vio el cuerpo de Gharash Vren.

Le invitamos a acompañarnos, ya que la unión hace la fuerza, y aceptó a unirse a nuestro grupo. Nos dirigimos a la sala sur, pero lo único que encontramos fue restos de comida y dados tirados por el suelo y unas puertas dobles al final. Tras atravesar con cautela las puertas, entramos en otra estancia con cuatro extrañas estatuas que parecían representar guerreros en poses heroicas.

Pero lo extraño fue que al acercarnos a las estatuas, estas parecían emitir un extraño cántico. Enseguida Derkin dijo: "Ummmm... es una oda a Bahamut y Moradin. Extraño." Al final, cruzamos otras puertas dobles y llegamos a un pasillo que giraba hacia el este y después se bifurcaba al sur y al oeste, donde había unas puertas dobles cerradas.

Me acerqué a investigar, y me pareció oir una voz femenina tras la puerta. Íbamos a entrar en la estancia, pero por alguna razón la conversación empezó a derivar entre susurros sobre si el medallón que Earsel llevaba al cuello le cabría entre las tetentramos en la habitación para ver una especie de capilla, y una figura arrodillada frente al altar. Según entramos se giró con expresión de miedo, y en ese momento, Vyrellis, que había estado callada dijo "Está aquí. Lo presiento." Lilith le preguntó que a qué se refería y dijo "Una parte de mí. Rápido, entrad o vendrán pronto". No sabíamos muy bien a qué se refería la molesta eladrín, pero entramos igualmente.

La mujer tenía aspecto de sacerdotisa, y parecía aterrada ante nosotros. Como estaba buencomo se me da bien la diplomacia intente calmarla, y le pregunté su nombre., aunque al acercarme tenía una clara expresión de miedo en su rostro:


"Mi nombre es Danna. Esos bandidos me encerraron aquí." Le pregunté si no había intentado salir, ya que las puertas no parecían cerradas, pero nos dijo que cada vez que lo intentaba unos diablos se lo impedían. "¿Diablos?", dije con sorpresa.

Tras calmarla un poco, examinamos la estancia. Derkin dijo que el cántico que Danna estaba recitando era el mismo que habíamos oído en las columnas. Earsel encontró un pequeño interruptor en el lateral del altar, y un panel con una puerta secreta apareció tras el mismo. Danna dio un brinco y se engancho de pronto en mi brazo, y me pilló un poco desprevenido. Por alguna razón empecé a ponerme como un tomate ante el descojone general de mis compañeros y la mirada divertida de Derkin.

Vyrellis literalmente tiraba de Lilith para atravesar la puerta secreta, y llegaron a lo que Lilith llamó extrañamente "prestock de curas" ( ¿sería una expresión eladrín? ). Al final había otro cofre, y mientras Derkin y Earsel intentaban abrirlo, cada uno con su particular habilidad ( Earsel con cuidado y Derkin a lo bestia ), Danna, que seguía colgada de mi brazo dijo "Siento una presencia poderosa." Le dije que uno es humano y que las mallas no ayudan a esconder estos temas, pero Lilith dijo que ella también la sentía así que ví que me estaba confundiendo... ejem.

Finalmente Derkin se cargó la cerradura del cofre de un buen golpe de martillo y dentro encontramos una túnica de grandísima factura, con un granate enorme en el centro del pecho.

La fuente de poder parecía provenir del granate. Decidimos quitarlo con cuidado y como el más diestro en estos temas soy yo, quité con cuidado la gema, que parecía pulsar y emitir calor en mis manos. Se le tendí a Lilith, ante la satisfacción de Vyrellis, para que ella la guardara. La túnica era mágica, y Derkin usó su ritual de nuevo para volver a imbuir de magia su armadura.

Tras una hora de cánticos, la armadura brillaba con nueva fuerza y supimos que había tenido éxito. Ahora tocaba intentar ayudar a Danna a salir de la capilla ( que a todo esto seguía colgada de mi brazo para cachondeo generalizado... ). Tras investigar algo más, Lilith identificó el origen de la magia de la capilla en las velas del altar, y Derkin con la delicadeza que ya le habíamos visto varias veces, las machacó a martillazos. El otro foco mágico parecía estar en las puertas, y en este caso fue Lilith quien se escargó de destrozar el mecanismo de las mismas. Con la trampa aparentemente desactivada empezamos a salir, pero Danna no se atrevía y al final tuve que tirar de ella. Con un "ligero" empujón de Earsel al grito de "¡Vaaamos niña!", Danna salió y en seguida pasó del terror a la alegría al ver que no pasaba nada.

No podíamos dejarla por allí, así que se vino con nosotros... bueno, en realidad conmigo, porque se me pegó como un lapa. Proseguimos hacia al sur, hasta que encontramos una extraña estancia: dos puertas dobles estaban frente a nosotros, y a la izquierda había un panel con 12 palancas de bronce.Dos extraños espejos claramente mágicos reposaban encima del panel y mostraban dos lugares: un pasillo y un cuarto con las paredes chamuscadas.

La puerta del sur parecía estar accesible, no así la del norte, que parecía bloqueada. Claramente era una trampa, así que Earsel intentó desactivar el mecanismo, pero la maga elfa parecía un poco perdida y sin saber por dónde empezar. No teníamos muy claro nuestro curso de acción, así que mientras Derkin, Lilith, Ian y yo discutíamos sobre qué hacer, Earsel perdió la paciencia y movió dos de las palancas al azar, concretamente las dos que parecían más desgastadas. A través del espejo vimos como en el pasillo aparecía una especie de distorsión, mientras que en el otro espejo la sala se inundaba de fuego.

Earsel quería seguir probando palancas, pero Derkin se adelantó y dijo "Voy a destrozar este infernal panel". Earsel y Derkin se encararon entonces, y justo cuando las cosas se estaban empezando a poner serias, Lilith intermedió entre ambos para calmar las aguas. Decididamente, este enano tiene carácter...

Al final, se pusieron de acuerdo en que Earsel usaría su mano de mago para accionar todas las palancas mientras esperábamos fuera de la sala por si accionaban alguna trampa. Tras accionar todas, sólo oímos siseos que aumentaban en intensidad... tras lo que Derkin se cansó de esperar y se lió a golpes de martillo con el panel, hasta destrozarlo por completo.

Nos dirigimos hacia la puerta que daba al pasillo y que no estaba bloqueada, y lo cruzamos sin incidentes hasta llegar a la puerta del final. Derkin me ofreció encabezar la marcha, pero con una sonrisa le dije "Tú has destrozado el panel. Si hay una trampa, mejor ve tú delante." Con una profunda carcajada se adelantó y escuchó tras la puerta, y nos dijo que oía voces, y que le pareció reconocer alguna de alguno de los bandidos que le atraparon.

Si decir nada más, entró en tromba por la puerta, sorprendiendo a los bandidos.


El combate no fue largo. Entramos tras Derkin y vimos a 5 enemigos ( 3 con alabardas y 2 con arcos ). Entre Lilith y yo acabamos con uno de los arqueros, mientras que Ian dio cuenta del otro. Los 3 alabarderos duraron algo más, pero finalmente tras varios intercambios de espadazos, hachazos, flechas y magia, Lilith acabó con uno, Earsel con otro, y yo mismo con el último de ellos, no sin antes usar Lilith un extraño poder que parecía provenir de Vyrellis, una explosión de energía purpurmorada vaya, y que pareció atacar la mente de nuestros enemigos.

Derkin usó un curioso ataque lanzando el escudo, y éste luego volvió a él. Me recordó al legendario guerrero ( y antiguo capitán ) Hammer-Rikha, que hacía algo parecido.

Tras la refriega nos percatamos de algo: Danna había desaparecido. Temiendo que alguien la hubiera capturado, volvimos sobre nuestros pasos, llegando hasta la capilla y posteriormente a la sala inundada de agua, pero no encontramos nada. Parecía haberse esfumado en el aire. Quizá la encontrásemos más adelante, o quizá fuera otro de los misterios de este lugar. Derkin dijo entonces "Mmmm... nunca me olió bien esa chica. Me daba mala espina."

Así que proseguimos con nuestra investigación de la pirámide, y subimos por las escaleras del este de la estancia inundada, hasta llegar a un pasillo que giraba hacia el sur y al norte. Al sur vimos la estancia en la que habíamos combatido con el ettin al llegar, y al norte otro largo pasillo con puertas dobles al final. Pero justo frente a nosotros había otras puertas, así que decidimos investigarlas antes de seguir.

Mi gran capacidad de percepción me hizo oír lo que parecían multitud de pequeñas y diminutas patas ( ¿serían ratas? ¿o vírgenes desnudas? ). Preparados para todo, abrimos las puertas y nos encontramos en una polvorienta estancia en la que había dos montañas de huesos... el ruido de las patas crecía... crecía... ¡y se acercaba a nosotros!

Y entonces vimos lo que eran.

-continuará-
domingo, 14 de abril de 2013

Nos despertamos llenos de energía y con el optimismo que sólo da la ignorancia ante lo inminente. Nuestra entrada en la pirámide había sido relativamente dura, y en ese momento creímos que lo siguiente que nos encontráramos en nuestro camino no podía ser tan terrible.

Decidimos seguir por el pasillo norte, que acababa en una puerta al final de una escalera ascendente. Kanon se adelantó y vio un recodo tras el cual una segunda puerta se alzaba ante nosotros. Un gesto del explorador nos sirvió para saber que tras ella había al menos dos humanos, y nos acercamos de la manera más silenciosa posible para estar preparados. Entornó la puerta con cuidado y pudimos ver una amplia estancia soportada por varios pilares de piedra y tres juegos de puertas dobles, uno de los cuales se encontraba parcialmente tapado por escombros. En ella, tres figuras humanas se movían y hablaban entre sí de manera nerviosa. No tardaron en vernos y dar la alarma.

-         Vaya, así que tenemos visita… - por el timbre de voz supimos sin lugar a dudas que su líder se trataba de un dracónido.

Gharash Vren
Gharash Vren
Earsel atacó con una bola de fuego en el interior de la estancia, sin embargo sólo uno de los tres humanos cayó ante su ataque. Rápidamente entramos tratando de ganar terreno, y vimos al dracónido al que pudimos identificar como Gharash Vren gracias a los carteles de “Se busca” que habíamos podido ver en Refugio Invernal y Arabel. Además, los gritos de alarma habían atraído a varios ballesteros que nos atacaban sin descanso desde la distancia. Pudimos comprobar con horror cómo el dracónido era capaz de cerrar sus propias heridas y las de sus compañeros, lo que nos dificultaba el combate, por más que fuéramos abatiendo poco a poco a los enemigos. Nuestras fuerzas empezaban a verse seriamente mermadas, pero parecía que al fin los estábamos reduciendo. Entonces, el último de los ballesteros, viéndose solo ante todos nosotros, salió corriendo hacia la puerta de los escombros y empezó a golpearla con gran nerviosismo. Rápidamente supimos que nada bueno podía pasar a partir de aquello, y tanto Ian como yo adelantamos posiciones hacia la puerta para recibir a lo que fuera a salir de allí. En seguida oímos un golpe seco seguido de un gran estruendo que se llevó todo por delante: los escombros, la puerta, parte del techo y al ballestero, que cayó sobre una bola ígnea de Earsel, muriendo en el acto. Lo que de allí surgió sólo podría describirse como aberración. Una corpulenta figura humanoide pero con rasgos caninos arremetió contra mí, para transformarse enseguida en un lobo de formidables dimensiones que nos atacaba con mayor ferocidad si cabía. Apenas teníamos fuerzas ya, y nos costó bastante abatir a la bestia, que entretanto había logrado mordernos a Andrew, Ian y a mí misma, infectándonos con lo que temíamos que fuera la enfermedad licántropa que ya habíamos tenido el dudoso honor de conocer de bastante primera mano.

Me encontraba débil y mareada, pero sabía lo que tenía que hacer: me acerqué al cadáver de Gharash y tomé su armadura, de una factura exquisita, y con mis últimas fuerzas corté su cabeza, la envolví en una de las túnicas de sus esbirros y la guardé en la bolsa de contención. Nos vendría bien la recompensa una vez saliéramos de allí.

La estancia me daba vueltas mientras me acercaba hacia la habitación donde habíamos decidido descansar. Earsel estaba asegurando la puerta mediante un ritual y Andrew e Ian, claramente enfermos también, se encontraban en sendos camastros sufriendo lo que parecía un sueño febril. Al ver mi cara, Kanon me dirigió hacia el tercer camastro justo a tiempo de que me desvaneciera sobre él.

Oía una voz grave llamándome, y abrí los ojos. Lo que vi entonces fue una esfera con una cabeza encapuchada dentro, llamándome por mi nombre, con la voz de mi padre. Con un gesto rápido, echó la capucha hacia atrás y pude ver que se trataba de un tiflin que sólo podía ser Kárvakos, con una runa brillante en la frente. La runa estaba emitiendo mucho calor, sentí una gran furia dentro de mí, y de alguna manera me hizo atacar al rostro con mis manos desnudas, clavándole los dedos en los ojos. Me llevé las manos ensangrentadas a la boca, tenía que relamer la sangre. Cuando miré de nuevo al rostro cegado, era el de Ian. Algo me oprimía la garganta, rasgando mi voz.

Desperté entre sudores fríos para ver a Andrew prácticamente exhausto imponiéndome las manos y a Earsel a su lado repitiendo rápidamente entre susurros todo lo que él decía, como si quisiera memorizar todos los pasos que estaba dando el clérigo. Él seguía muy enfermo por lo que pude ver, pero en cuanto vio que me reponía, fue junto con Earsel a tratar de sanar a Ian, que se retorcía en su camastro. Durante varios interminables minutos, Andrew no dejó de recitar las palabras del ritual de curación mientras Ian rechinaba los dientes y yo agarraba su mano. Cuando terminó el ritual, dejó de respirar durante unos instantes y a mí se me encogió el estómago hasta que finalmente abrió los ojos, claramente desmejorado pero vivo y sano. Se levantó y se apoyó en mí, ya que flaqueaba.

-         Llegó el momento – Andrew cayó sentado en el camastro que Ian acababa de dejar libre. – Hazlo.
-         No sé si podré – era la primera vez que veía tanto miedo en el rostro de Earsel.
-         Podrás. Tienes que hacerlo – el clérigo tendió su agotado cuerpo a lo largo del camastro mientras la maga se concentraba junto a él y los demás conteníamos la respiración a sólo unos pasos de distancia.

Todo volvía a repetirse, Andrew se retorcía y rechinaba los dientes mientras Earsel imponía sus manos sobre él. Nos manteníamos en tensión, esperando alguna señal, algún gesto de que lo estaba consiguiendo. Finalmente, el ritual terminó, y como ya había visto antes, el enfermo dejó momentáneamente de respirar, con un gesto de paz interior en su rostro que no habíamos visto en las últimas horas. Earsel lo miraba fijamente, buscando de nuevo su aliento. Un aliento que no llegaba.

-         No, no, no puede ser…

Ninguno podíamos creer lo que estaba pasando. Earsel seguía agachada junto al camastro, pero ya no luchaba, sólo dejaba que las lágrimas cayeran por su rostro. Empecé a temblar, y pude ver a Kanon fruncir el ceño en un gesto de amargura mientras Ian me abrazaba.

Tras un tiempo indeterminado en el que tratamos de calmarnos, Earsel pudo secar en parte su rostro con las mangas de su túnica para sacar de la habitación el cuerpo de Andrew ayudada por Kanon. Tomó el amuleto protector y el símbolo sagrado para sí y le tendió la linterna a Kanon con una mueca de dolor. Lo despediríamos con fuego, una sepultura digna, como la que él habría querido.

Pira funeraria
El adiós


Mientras veíamos cómo las llamas consumían lo que quedaba de nuestro amigo, me dirigí a Ian con un nudo en la garganta sacándome el colgante de Corellon:

-         Si algo me pasa, sólo te pediré dos cosas: que te quedes con esto y que avises de mi suerte a Hadarail Lorhalien en Luna Alta.
-         En tal caso rezaré con todas mi sfuerzas a Tyr, y a tu misma deidad patrona Corellon para que nunca tenga que llegar a hacer tal cosa.

Finalmente, Earsel pareció dispuesta a dejarlo ir.

-         Novaer, mellon. Que la luz de Kelemvor te guíe directa a su juicio como te ha guiado en vida.
-         Novaer, mellon – susurramos Kanon y yo al unísono.
-         Adiós, amigo – se despidió el humano.

Con voz grave, Vyrellis se dirigió a todos con un gesto de respeto ante el dolor que estaba viendo.

-         Siento la pérdida de vuestro amigo.

- Habla con la cabeza de una vez.

- Tengo nombre, ¿sabes?

Quizás la razón de las desavenencias entre Kanon y Vyrellis era lo similar de sus caracteres, algo que ninguno de los dos parecía dispuesto a admitir. Sin embargo, el semielfo tenía razón en apremiarme para tratar de sacar toda la información posible de la eladrín, por lo que seguí haciéndole consultas a la vez que mis compañeros me ayudaban a adaptar la bolsa donde la encontramos para que pudiera ver mientras viajaba junto a mí, sujeta a mi petate. Al parecer, la esencia de Kárvakos se dividió y a eso era a lo que se refería la figura fantasmal que nos recibió cuando íbamos a entrar en la pirámide con “matarnos tres veces”. Según Vyrellis, se trataba de una proyección de su antiguo compañero, al que no dudó en definir como “el mismo arrogante de siempre”.
Karvakos
Karvakos



Una vez preparados para seguir, Kanon se adelantó por el pasillo que se abría al este. Cuando volvió, nos dijo que el mismo se bifurcaba: hacia el sur se cubría de vegetación y acababa abriéndose en una estancia completamente cubierta de verde, y hacia el norte sólo parecía oírse un suave murmullo de agua. Recordamos que Vyrellis nos advirtió sobre los peligros de unas plantas, por lo que decidimos seguir en dirección sur, esperando que las circunstancias fueran más favorables.

El pasillo terminaba en una escalera descendente que se sumergía en unas aguas muy turbias y en calma, o al menos eso nos pareció en ese momento. Según nos comentó Kanon después, en la base de las escaleras podían notarse pequeñas ondulaciones y espuma, como si hubiera algo inmediatamente debajo del último escalón. En la zona este se elevaba una plataforma de madera que parecía guardar algo, ya que sobre ella se encontraban unas puertas dobles cerradas. Kanon fue el único que vio, desde su posición más adelantada, a las cuatro criaturas escamosas que se ocultaban en el fango para atacarnos: dos de ellas eran de tamaño grande e iban armadas con un garrote, y las otras dos tenían un tamaño similar al nuestro. Al parecer, una de ellas debía de ser una especie de chamán, que justo cuando Kanon volvía a contarnos lo que había visto nos atacó con un rayo verdoso de su lanza, envolviendo el techo, suelo y paredes con una sustancia pegajosa de la que a algunos les costó zafarse.

Aproveché para teletransportarme al interior de la ciénaga y acabar con una de las criaturas de mayor tamaño mientras mis compañeros seguían atacándolas desde la distancia. Estaba tan concentrada en ello que no vi venir un tremendo golpe que me asestó la otra, y me hundí en aquellas espesas aguas fangosas.

Cuando logré emerger, vi que el resto de nuestro grupo había sido atacado de nuevo con el poder mágico que envolvía todo en una masa pegajosa, por lo que no habían podido bajar a ayudarme. Había aparecido una criatura más y todos se afanaban en repeler los ataques desde la relativa seguridad del terreno firme. Entonces, Ian bajó hasta el agua pero en el momento en el que tocó el suelo sumergido, fue absorbido por algún tipo de fuerza y pude oír su voz y un tremendo golpe muy lejos, en la zona sur de la ciénaga. Para entonces Erasel y Andrew habían logrado deshacerse de tres más de nuestros atacantes, lo que dejaba una sola criatura a nuestra merced. Viéndose sobrepasada, tras recibir un ataque por mi parte se sumergió en las aguas, por lo que todos tratamos de ver qué había sido de ella. Kanon sufrió la misma suerte que Ian al bajar al agua, sólo que él fue a parar a la base de la plataforma. Earsel demostró estar en una estupenda forma física al lograr saltar al agua evitando la trampa que había arrastrado a Ian y Kanon, y comenzó a buscar a nuestro atacante desde abajo. Por mi parte, gracias a Vyrellis podía teleportarme una vez más, así que subí a la plataforma esperando ver mejor y poder guiar a mis compañeros, pero no hizo falta, ya que la criatura emergió para atacar a Earsel y enseguida fue abatida por Ian.

Pensábamos que todo habría acabado cuando el último de nuestros atacantes fuera derribado, pero nos confiábamos demasiado: Kanon volvió a ser absorbido y expulsado en un punto diferente de la ciénaga. Entonces Earsel se acercó a la base de la plataforma donde me encontraba, y nos dijo que creía haber encontrado el mecanismo de la trampa de agua, y que trataría de desactivarlo. Tras unos minutos manipulándolo y después de haberlo activado una vez más por error, la maga consiguió por fin inutilizar el ingenio, y todos pudieron subir a la relativa seguridad de la plataforma de madera.

Ante nosotros se alzaban un par de puertas relativamente grandes y que parecían estar bien aseguradas. Kanon trataba de examinarlas, pero la voz de Vyrellis diciendo para sí “es por aquí; la adularia” no le dejaba concentrarse, por lo que pronto Earsel tomó el relevo y acabó abriendo las puertas como empezaba a acostumbrar.

Eladrin knight
Estatua del caballero eladrín
La estancia a la que se abrían las puertas estaba vacía, a excepción de una estatua de un caballero eladrín con una lanza y en cuya frente se encontraba una piedra que sin duda era la adularia a la que se refería Vyrellis. Andrew se adelantó para cogerla, pero Kanon lo interceptó:

- ¿Estamos seguros de que es sabio hacer esto?

- No, por eso lo estoy haciendo yo.

El argumento del sacerdote no pareció convencer en absoluto a Vyrellis, que en ese momento se revolvió:

- ¡No! ¡Tienes que cogerla tú!

- ¿Por qué? – Kanon estaba claramente cansado de las interrupciones de la eladrín.

- ¡Me pertenece!

- Como pase algo, te saco de esta bola…

- Me encantaría ver cómo lo haces para destruir un artefacto arcano – Vyrellis arqueó una ceja en un gesto claramente despectivo hacia el semielfo.

Decidí adelantarme, aunque sólo fuera para no oírlos, y me puse a examinar la estatua. Seguramente mis compañeros no habrían sabido decirlo, pero yo sabía que, por el atuendo, la figura representada era muy antigua, tanto que sólo había visto ropajes así en los textos que estudié hace tiempo. Hice un gesto a Earsel para que se acercara a ayudarme, y me dijo que la piedra de la frente de la estatua tenía algún tipo de magia. Más aún, Andrew, que aún estaba cerca, nos contó que la magia de la piedra se encontraba de algún modo en sintonía con la esfera de Vyrellis.

Me quité el petate, dispuesta a sacar la gema de la estatua. No fue fácil, saltaron varias lascas de piedra mientras lo intentaba y, cuando por fin salió, se me resbaló de las manos y tuve que tirarme al suelo para evitar que se golpeara, pero al final la pude sostener. Durante todo ese tiempo, Vyrellis se revolvía, nerviosa, seguramente temiendo que la fuera a romper. Al sostenerla, pude notar como era cálida al tacto y emitía una leve pulsación. Cuando cogí de nuevo a Vyrellis, de alguna manera también noté que nuestro vínculo se fortalecía. ¿Qué clase de poder tenía la adularia?

Adularia
Adularia


Entretanto, Earsel había cerrado la puerta mediante un ritual que acababa de aprender y que nos protegería mientras descansábamos. Me dispuse a hacer la primera guardia, como era habitual, y Vyrellis siguió contándome cómo la vida la había llevado a ser consorte de Kárvakos. En el cambio de turno, le propuse a Earsel que ella hablara con Vyrellis, pero ninguna de las dos parecía dispuesta a ello por alguna razón, así que descansé llevándola de nuevo conmigo. La eladrín no parecía dispuesta a dejarme tan fácilmente.
sábado, 13 de abril de 2013


Diario de Andrew Wiggin
Quinto día de Noctal, 1481 DR [Continuación]

  Dejando atrás el inclemente invierno, me adentré por el túnel de las 1000 antorchas. Después de las últimas aventuras liberando a Terrlen de su maldición, los días pasados en el templo de Kélemvor festejando la fiesta de la luna habían reforzado mi comunión con mi dios y concedido unos días de descanso, cosa que se notaba en mi figura, ahora algo menos demacrada. Al poco, llegué al salón de las Siete Columnas. Llegaba con tiempo, por lo que aproveché para dirigirme al templo para saludar a Palendra.

  Cuando llegué a la posada Medialuna, mis compañeros ya estaban allí. El bullicio de los parroquianos era el de siempre, a excepción del rincón donde se sentaban mis amigos. Nos saludamos afectuosamente, pero reinaba un incómodo silencio que  Kanon intentó rellenar contándonos sus aventuras investigando el paradero de su padre adoptivo en Suzail. A mitad de su relato, debió notar algo extraño, pues hizo una brevísima pausa acompañada de un gesto de incredulidad, que rápidamente desechó con una sacudida de cabeza. Además de investigar qué había pasado con su progenitor, el semielfo estaba inquieto sobre el tatuaje que tenía en el brazo, el cual no recordaba haberse hecho. Además, en alguna ocasión a mitad de la noche, lo había visto retorcerse y reptar bajo su piel. Earsel se inclinó para estudiarlo atentamente, lo que provocó que el corte de su nueva túnica atrajera la mirada de todos los parroquianos.

  Mientras Kanon nos comunicaba que había pedido a la guardia de Cormyr, los Dragones Púrpura, que prestaran especial atención a Refugio Invernal, Ian cogió la mano de Lilith bajo la mesa. El semielfo continuó su relato, sin percatarse de nada. Durante toda su vida había tenido la sensación de que le vigilaban, y temía que Liliana pudiera correr el mismo destino que su padre. Al oír ese nombre, el rubor subió a las mejillas de Ian, por lo que se llevó unas pullas de Kanon, aunque completamente equivocadas en su fundamento. Sin duda, el explorador seguía en la inopia...  Sin duda, mis compañeros no habían encontrado la oportunidad para hacer partícipe al semielfo de cómo había evolucionado su camaradería. Habría que ayudarles. 

   Aprovechando la pausa, pregunté a mis compañeros si habían reservado habitaciones. 
—¿Tres simples y una doble?, pregunté. En ese momento, Lilith adquirió un tono carmesí.— ¿He dicho algo inconveniente?.
—Si— respondió disculpaba para ir al retrete mientras Earsel soltaba carcajadas. 
Con una sonrisa velada, me dirigí a hablar con Erra, para ver de que alcobas disponían y dar tiempo a la eladrin a que se repusiera mientras Kanon interrogaba socarronamente a Ian. Al cabo de unos minutos, volví con la posadera. 
— ¿Cuantas habitaciones serán, entonces?— preguntó ella
— Como te comentaba, creo que finalmente serán tres simples y una doble... apartada—
— Ehhh... vale— dijo Lilith, con apenas un hilillo de voz, mientras Erra me guiñaba un ojo.
Entre risas por el apuro que estaban pasando nuestros amigos, nos dirigimos a descansar a nuestras habitaciones.



Diario de Andrew Wiggin
Sexto día de Noctal, 1481 DR


  Nos reunimos de nuevo a la mañana siguiente para desayunar. Kanon examinó el mapa que habíamos encontrado en la torre de los misterios. Parecía indicar el mismo camino que había seguido Bedarán, su padrastro. Quizás su desaparación estuviera relacionada con el tal Karvakos, o este pudiera darnos alguna pista sobre su paradero. Relajando el ambiente, el semielfo intervino:
— ¿Y tu que, Earsel? No nos has contado nada de estas semanas.
— Pues me he quedado aquí, en el salón, estudiando.
— ¿Anatomía?
— No, ni siquiera anatomía drow.
Sin duda, la maga estaba desarrollando todo un carácter. Puro fuego, como habría dicho Gendar... 

 Procedimos a contar a nuestros compañeros lo ocurrido en las Casas de la Luna. Ante la mención de que Terrlen había pertenecido a los Dragones Púrpura de Cormyr, Kanon decidió ir a hablar con él, por si podía darle alguna pista en su búsqueda.  Unas horas después, tras terminar nuestros preparativos y despedirnos de los habitantes del salón, partimos hacia Refugio Invernal, de camino hacia el lugar indicado por el mapa.







Diario de Andrew Wiggin
Noveno día de Noctal, 1481 DR


  Tras unos días de viaje sin mayores contratiempos, llegamos a nuestro destino. Pese a que nuestros amigos ya lo habían visto y nos habían advertido de su existencia, la presencia sobre la entrada de cinco estatuas representando a nuestro grupo no pudieron menos que sorprendernos a Earsel y a mí.

  La villa bullía de actividad, habíamos llegado en día de mercado. La presencia de los mercaderes ofreciendo su mercancía calentaba el frío aire de invierno. Los habitantes nos saludaban afectuosos, mientras los chiquillos nos seguían, jugando a emularnos. Pudimos reconocer a algunos de los esclavos que habíamos liberado, en mucho mejor estado que cuando les dejamos con la caravana. Nos dirigimos a la posada Wrafton. Allí nos sirvieron un espectacular banquete, mientras el pueblo se nos unía, junto con algunos comerciantes que nos habían reconocido por nuestras efigies de la entrada. Entre plato y plato, vimos acercarse a Leliana. Unos momentos después, y sin que nos diésemos cuenta, el semielfo había desaparecido.

   Apenas habíamos acabado, se nos acercó Lord Padraig
— ¡Que alegría veros!— dijo sentándose entre Ian y Lilith— No puedo menos que invitaros a todo lo que gastéis. Y vosotros dos — dijo poniendo sus brazos sobre los hombros de nuestros amigos— no podéis negaros a pasar la noche en mi mansión.
  Earsel y yo no pudimos menos que reirnos viendo como prácticamente les arrastraba fuera de la posada, abrazado a ambos afectuosamente.

  A la mañana, siguiente, las ojeras de Kanon rivalizaban en negrura con las nubes que oscurecían el cielo. Lilith e Ian llegaron vestidos con lujosos atuendos de viaje nuevos. Pese a su rica factura, se notaba que habían escogido lo más discreto entre todo lo que sin duda les había ofrecido Lord Padraig.  Mientras nos dirigíamos a alquilar unos caballos, nos percatamos de la presencia de un cartel de "Se Busca" ofreciendo una recompensa en Arabel por un tal Gharash Vren, por pillaje y bandidaje.


  De camino,  Kanon adelantó su caballo y unos momentos después, Ian se le unió. Tras una breve conversación, el semielfo  le palmeó la espalda, mientras soltaban unas risas afectuosas. A mi espalda, Earsel y Lilith cuchicheaban en voz baja. Parece que lo violento de la situación vivida en la posada Medialuna ya había quedado atrás. 






Diario de Andrew Wiggin
Duodécimo día de Noctal, 1481 DR


  Unos días mas tarde, llegamos a Arabel. A la entrada, la guardia de la ciudad nos interrogó sobre el propósito de nuestro viaje, mientras unos magos escrutaban la veracidad de nuestro aserto. Todos franqueamos la entrada con mayor o menor fortuna, excepto la eladrin, quien se lió en una complicada explicación con un sargento de la guardia sobre si  los motivos por los que le habían preguntado eran sus motivos últimos en su viaje o los de la visita que estábamos haciendo. 

  Tras devolver los caballos y conseguir habitaciones, aprovechamos nuestra presencia en una gran ciudad pertrechándonos. Visitamos varias tiendas, e intercambiando nuestra fortuna y algunas posesiones, pudimos adquirir diversos objetos que nos serían tremendamente útiles: un sudario de protección, que nos protegería de los ataques si caíamos inconscientes;  una linterna flotante que podríamos mantener encendida mientras luchábamos; un pedernal del cazador, que nos permitiría encender fuegos sin humo y visibles sólo desde su proximidad y una espada, un arco y un símbolo sagrado mejores que los que llevábamos. Discutimos además sobre la  conveniencia de hacernos además con una gema que nos permitiría entender algún lenguaje más, pero decidimos desechar la opción en favor de adquirir algunos nuevos rituales, como Curar Enfermedad y Cerradura Arcana, junto con diversos componentes para ellos.









Diario de Andrew Wiggin
Decimocuarto día de Noctal, 1481 DR


    Al día siguiente, nos adentramos en la profundidad del Bosque Real. No había ningún indicio a la vista de la presencia de ninguna pirámide o construcción humana. Seguimos una senda que Kanon confirmó que había estado siendo usada recientemente, mientras la eladrin iba marcando el camino dejando varios hitos que evitarían que diéramos vueltas en círculos. 
  
   Tras horas y horas de marcha, decidimos acampar en un claro. Aprovechando que apenas necesitan unas pocas horas de sueño cada una, Lilith y Earsel se repartieron los turnos de guardia mientras el resto nos íbamos a dormir.  A mitad de la noche, me pareció oír a la elfa,  inquieta, discutir con la Eladrin, quien decía algo sobre que si no tenía nada mas claro que eso, ella se iba a dormir.

  —¡Deprisa, vámonos!— nos despertó Earsel.—Venga, no hay tiempo!.

Si entender nada, nos vestimos rápidamente y corrimos senda adelante detrás de la maga. Mientras corríamos, tomamos un pequeño refrigerio a modo de desayuno, apremiados por la elfa —¿Que hacéis? ¡Apresuráos!—. Nos farfulló, jadeando por la carrera, que había visto en sueños la pirámide y a alguien impeliéndola a darse prisa.

  Pocas horas después, llegamos a un claro. Nos detuvimos justo antes de entrar. Reinaba un silencio sobrenatural, no podía oírse ninguno de los sonidos típicos que pueblan los bosques. Al otro lado del claro, pude ver movimiento entre los árboles. Haciendo gestos a mis compañeros, nos aprestamos a la batalla. Entonces, tres enanos con martillos, un draco y dos humanos corrieron hacia nosotros, lanzando sus armas arrojadizas a Kanon. Parecían gritar, pero no oíamos nada. La maga nos instó a luchar,y entre exclamaciones de "pero venga, que hacéis, acabad con ellos!", les lanzó una bola de fuego que acabó con el draco y a un enano y dejó al resto de enemigos notablemente perjudicados. No se si sería por las enseñanzas de Orontor o la urgencia que la apremiaba, pero era sin duda el ataque más terrible que le habíamos visto hacer. Al adentrarnos en el claro, descubrimos que no podíamos oír nada, ni siquiera entre nosotros.

   Mientras Kanon acababa con otro enemigo, Ian absorbió los golpes del resto de los enemigos, quienes consiguieron derribarle, pero la resistencia de nuestros enemigos no duró mucho más.  En ese momento, la figura fantasmal de un tiflin se materializó en la mitad del claro, rompiendo el silencio sobrenatural. 

  — Saludos, viajeros. ¿Qué buscáis en la pirámide de las sombras?

  — ¿Quien eres? — Preguntó Kanon

  — Somos el protector de las ruinas del bosque. ¿Qué estáis buscando?

  — Buscamos a Kárvakos,

  — Entrad en la pirámide, y todo os será revelado.

  — ¿Qué pirámide?

  — Está a plena vista.


  Vi que a sus pies se había materializado una pequeña pirámide de poco más de un pié de lado. Ante la incredulidad de mis compañeros, preguntándose cómo demonios íbamos a entrar en un volumen tan pequeño, me acerqué a investigarla. En cuanto la toqué,  comenzó a expandirse. O quizás nos encogimos nosotros. En cualquier caso, una absoluta oscuridad nos rodeó y oímos una voz que decía "Bienvenidos a la Pirámide de las Sombras. La única forma de escapar es matarnos tres veces".  

   Mientras un hedor a podredumbre invadía nuestras fosas nasales, poco a poco una suave luz empezó a iluminar el lugar donde nos encontrábamos. Estábamos en un foso, sobre una pila de cadáveres.  Parecían recientes, si bien sus atuendos parecían notablemente antiguos. Mientras, unos diez pies más arriba, un ettin de dos cabezas dialogaba consigo mismo.

  — Esa cabeza es la que necesitaba para mi colección

  — Ese tesoro es para mí

  — No, ¡pienso quedármela para mi solo!


   Mientras intentábamos salir de ahí, algo verde y viscoso se movía entre los cadáveres. El ettin nos golpeaba con su garrote desde arriba, mientras  Earsel lanzaba su ariete espectral contra él y Lilith se teleportaba a su lado. Mientras Ian conseguía salir, un par de carroñeros reptantes salieron de la pila de cadáveres, atácandonos al semielfo y a mi. aullé con un grito de dolor al sentir el veneno de uno de ellos, mientras conseguía salir de un salto del foso. Pude ver como al otro lado Ian y Lilith intentaban flanquear al gigante, pero este les alejaba con sus golpes. La guerrera nos indicó cómo atacarle con más efectividad, dato que aprovechó nuestra maga para abrasarlo con sus manos ardientes. Con un rugido de dolor, el ettin golpeó al Ian, quien se interponía entre él y la maga, lanzándole al foso para dejarle el camino libre hacia su venganza.

  El el fondo del foso, tres zombies se habían alzado. Aunque uno de los carroñeros había subido a perseguirme, Kanon estaba enfrascado en la lucha con el otro y los no muertos. Curé a mis compañeros, mientras retrocedía alejándome del carroñero. En ese momento, la maga haciendo un despliegue de sus habilidades, acabó con dos zombies y remató al ettin, ocupado en esquivar los ataques de Lilith, mientras Ian y Kanon acababan con los enemigos del foso. El carroñero restante, intentó huir de la esfera de fuego que había invocada la maga entre él y yo para protegerme, pero al llegar a la pila de cadáveres, se encontró con Kanon listo para rematarlo.

  Una vez libres de enemigos, investigamos la estancia. En una pequeña guarida, donde sin duda descansaba el ettin, vimos las colección de cabezas del ettin y una bolsa de cuero que parecía contener un objeto de forma esférica.  Mientras daba el adecuado descanso a la pila de cadáveres con mi llama sagrada, oí la voz de la eladrín:

   — ¿Quien está ahí? ¿Quien habla?  ¿Chicos, vosotros podéis oír esa voz?

Según nos contó, una voz telepática la impelía:

   — Eh, tu, nos podemos ayudar mutuamente, lo sé muy bien


    Todos seguimos a la la guerrera, quien se acercó a la bolsa de cuero y sacó de ella un orbe negro y satinado, con un brillo extraño. En su interior, flotaba la figura fantasmal de la cabeza de  una eladrin  movía los labios, comunicándose 
telepáticamente con Lilith. En ese momento, todos pudimos oír su voz en el interior de nuestras cabezas

  — Así que estos son tus compañeros. — la voz sonaba altiva, arrogante.— Esto es un desastre, espero que no seáis unos patanes como el resto de los que han pasado por aquí.  Me llamo Vyrellis.— contó, con una voz hastiada, como si hubiese repetido las mismas frases miles de veces.— Habéis sido atraídos a esta prisión por su recluso más famoso, Kárvakos. Unos aventureros como vosotros necesitaréis mi ayuda para terminar con él y poder salir de aquí.— indicó desdeñosa.


  Nos contó la historia de Kárvakos, su consorte, y de cómo éste, deseoso de extender sus  dominios, había hecho un pacto con los demonios. Estos le proporcionarían un ejército invencible, pero si este caía, el mago estaría condenado. Con la confianza de tener un ejército imparable, agrandó su reino más y más. Sin embargo, cuando se lanzó a conquistar la tierra de las hadas, descubrió que allí sus tropas estaban desprovistas de su poder.

  Lilith podía notar como parte de los conocimientos y sabiduría de Vyrellis expandían su mente. Sin embargo, le pasó la esfera a Kanon, quien desde el principio había sido objeto de las miradas desdeñosas de la noble.

  — ¡¿Pero qué haces?! ¡Ni se te ocurra dejarme en las sucias manos de este... semielfo! — dijo, enfatizando su énfasis en la ultima palabra. Con un comentario hiriente sobre " tan poderosa y sabia no serías si estás encerrada en un orbe", pasó el objeto a Earsel.

 — Ahh... pura sangre élfica. Ahora mejor, pero no se que pretendéis pasándome de mano en mano  como una vulgar cantimplora.— dijo, mientras la maga me acercaba la esfera

— Disculpe, alteza, la humillación sufrida. Lilith, ¿por favor?— digo, devolviendo a Vyrellis a sus manos.

Pese a las objeciones del semielfo, decidimos llevar la cabeza con nosotros.

 — ¿Hay algún sitio cercano donde podamos descansar?.—  preguntó la eladrin.

 — Bueeeeno.... a ver....están los no muertos, la biblioteca cuyos moradores te hacen olvidar porqué estás aquí, están las plantas —enumera hastiada—, los bandidos, el dragón...

  — ¿Un dragón? — preguntamos alarmados

  —  Si, un dragón, ya sabéis, reptilesco, grandes, con alas, con gusto por los tesoros y el sabor de la carne de aventureros....

  — ¿Y algún almacén, o algo así?

  — No, aquí cada uno se ha hecho un hueco, normalmente a costa de los demás, y están todos ocupados.

  — ¿Y cuanto tiempo llevas aquí? 

  — Veamos... calculo que unas diez veces vuestra edad... toda sumada

  — ¿Y por qué no has pedido a nadie que te saque de aquí? — pregunta Kanon

  — ¿De verdad este es tu compañero? — pregunta a Lilith, dándole la espalda, o mas bien el cogote, a Kanon — Ha pasado mucha gente por aquí, pero todos han acabado resultando unos patanes, semielfo. ¿Y a ese que le pasa? — dice mientras señala con un gesto a Ian

 Lilith le pasa la cabeza.

 — ¡¿Pero que haces?! ¡No me dejes! ¿Es que no has visto sus grasientas manos de humano?

Ian le devuelve el orbe a la eladrin. 

  — Mucho mejor. Tu déjame que te guíe y quizás consiga que no os maten y que podamos salir enteros de aquí. Aunque con esta compañía, dudo que tu y yo lleguemos muy lejos. Para empezar, quizás podáis parapetaros en el pasillo del este, pero no entiendo porqué, si acabáis de llegar. Así no vamos a salir nunca de aquí.

  Kanon no dejaba de mirar, . —No sé porqué tenemos que fiarnos de una cabeza metida en una bola que apenas acabamos de conocer... 

  


   

  


viernes, 12 de abril de 2013
Parecía casi mentira que hubieran sobrevivido todos a las misiones que llevaron a cabo en el Laberinto, pero así era. No obstante, algo maligno se estaba fraguando más allá, algo que requeriría de sus fuerzas unidas una vez más, así que no podían relajarse demasiado. En breve tendrían que partir de nuevo en busca de aventuras, pero aquella noche sólo querían disfrutar tranquilamente de unas jarras de cerveza en compañía del resto del grupo.






Lilith se sentó entre Ian y Earsel, e hizo un gesto a Kanon y Andrew para que se les unieran.


- Quién me iba a decir a dónde me iba a llevar esto cuando salimos a buscar a Douven - dijo con media sonrisa. - ¿No te parece que hayan pasado años desde aquello, Kanon?


- Je, la verdad es que sí. Han pasado muchas cosas desde entonces... Ehm, por cierto - la expresión del semielfo se volvió  más seria, mientras dirigió su mirada hacia todos sus compañeros - hay ciertos... aspectos de los que deberíamos hablar. No sólo de lo que ha pasado últimamente, sino de otros temas... como por ejemplo algunas cosas sobre mí y mi pasado. Sé que tenéis ciertas preguntas, y no las he respondido hasta ahora, quizá porque aún no nos conocíamos lo suficiente, pero es momento de que sepáis algunas de ellas, sobre todo en lo referente a la esa extraña Runa y sobre mi padre adoptivo.


- ¿La Runa? ¿Qué sabes de ella? - Lilith arqueó una ceja al formular esta pregunta. - ¡Cervezas para cinco, por favor! - Erra y Rendil se apresuraron a servirlas ante todos ellos. La conversación prometía ser larga e interesante.



- Pues por desgracia... demasiado. Lo mejor será que empiece por el principio, y por una vez dejaré de lado mi "encanto personal": el hecho es... que yo era uno de ellos. La historia es muy larga y empieza cuando yo era pequeño... Como ahora ya sabéis, tengo un padre adoptivo. No conocí a mis verdaderos padres, y mi infancia fue... digamos que difícil. Cuando tenía 11 años era poco menos que un ladronzuelo que sobrevivía en las calles de Puerto Cálim. Mi herencia élfica y mis habilidades pronto llamaron la atención de los gremios locales. Entre seguir vagando por las calles y tener un plato de comida caliente todos los días no había duda en qué elegir. Al principio era un juego para mí: robar esto, llevar estos documentos allá... Pero con el paso del tiempo mis habilidades se fueron desarrollando, y con ellas la exigencia de los miembros de los gremios. Por cierto, yo servía en uno dirigido por alguien llamado "La Mano". Nunca llegué a verlo ni a saber quién era, pero... No sé, siempre me dio la sensación de que había alguien más, alguien en la sombra que tiraba de los hilos. Cuando cumplí 16 años decidí que no quería seguir con aquella vida, pero cuando entras en esto no es tan fácil salir de ello, e intenté huir. Oh, he olvidado mencionar que tenía una madre adoptiva de la que prefiero no acordarme, ya que poco menos que me vendió por unas monedas. El hecho es que huí, pero me persiguieron, ya que por aquel entonces y aunque sólo tenía 16 años, ya sabía demasiado de cómo operaba el gremio de asesinos en Puerto Cálim... y la realidad es que no se limitaban a esa zona, ya que su influencia parecía extenderse por todo Calimshan: Almraider, Memnon, Sundolphor... parecían tener conexiones en todas las grandes ciudades. Así que me persiguieron, y me vi forzado a huir... pero me capturaron antes de poder abandonar Puerto Cálim. Allí habría acabado todo... de no ser por Bedaran. Me encontró cuando estaban a punto de acabar conmigo y acabó comprando mi libertad... Nunca supe por qué hizo aquello, pero ese mercader se acabó convirtiendo en lo más parecido que he tenido a un padre adoptivo. Pero si algo define a mis excompañeros de Calimshan, es que son tan de fiar como una víbora. Al día siguiente trataron de acabar con Bedaran y volver a capturarme, y por suerte pudimos escapar por los pelos de Puerto Cálim. Los siguientes meses los pasamos huyendo hacia el norte, siempre con ellos pisándonos los talones. En honor a la verdad, mis habilidades de combate ya empezaban a ser a considerar, y pienso que por eso eran reticentes a que los abandonara. Finalmente, y tras varios meses de huidas, cesaron en su persecución cuando llegamos a Darromar, aunque nunca supe por qué. Nuestra siguiente parada fue Tethyr... donde por primera vez en mi vida empecé a llevar una vida normal. Las cosas empezaron a ir bien para nosotros, yo ayudaba a Bedaran en lo que podía: caza, rastreo, comercio... en fin, lo que hacía falta. Incluso empecé a pensar en asentarme allí, dado que en el cercano bosque de Weldazh había una colonia elfa, e intenté conocer algo más de mis raíces élficas... pero, bueno... las cosas no salieron del todo bien, y es que mi parte humana no acababa de encontrase a gusto allí. Además, en Tethyr ocurrió algo para lo que no estaba... preparado. El gremio reapareció en forma de un asesino. En Tethyr había conocido a alguien, alguien especial y... - tragó saliva - Bueno, aquello es algo muy doloroso para hablar de ello. Basta decir que mi fe en los dioses murió aquel día, en particular en Ilmater, y mi vida pasó a tener un objetivo: averiguar qué era en realidad el gremio en el que estuve metido y por qué estaban convirtiendo mi vida en un infierno. Tuve que separarme de Bedaran para evitar que el asesino lo relacionara conmigo, y nunca más volví a verlo. Ni siquiera sé si aún está vivo aunque espero que sí. Lo único que pude hacer los siguientes años fue seguir hacia el norte, mientras ganaba fuerza y habilidad: Amn, la Costa del Dragón, y finalmente llegué a Cormyr, en concreto a la ciudad de Arabel. Por pura casualidad me vi envuelto en una reyerta con unos ladrones que acabó con cinco de ellos mordiendo el polvo. Lo que no sabía es que Lord Karnath, el capitán de la guardia, había presenciado toda la pelea, y pareció estar bastante impresionado, así que me ofreció un lugar en la guardia de Arabel. Y allí habría seguido de no ser porque Douven llegó a Arabel para buscar voluntarios para formar una fuerte guarnición en las villas del noroeste de la ciudad, en concreto en Luna Alta. Como había pasado casi un año entrenando en Arabel, era el mejor guerrero con diferencia, y necesitaba un desafío, pues acepté... y cuando llegué conocí a Lilith, a Dotar y a Astaroth. Nunca volví a ver a mis enemigos ni a ninguno de sus asesinos, pero algo está pasando: veo un extraño símbolo en mis sueños últimamente, una especie de doble número 3 invertido... es como si significara algo más, pero no sé exactamente qué. Además, cuando nos separamos tras nuestra aventura en el Páramo Sombrío, volví a Arabel para saber algo del paradero de Bedaran y no sólo no lo encontré, sino que descubrí que Lord Karnath había sido asesinado, y el sello era inequívoco del gremio de asesinos de Calimshan. Es como si me estuvieran siguiendo por todo Faerun, y por otro lado... No sé... No acabo de entender lo de Leliana, por qué se parece a... - hizo una pausa de un par de segundos mirando hacia la nada - Pero esto es otro tema. Y para rematar, encima está esto. - se subió la manga del jubón enseñando un tatuaje en el brazo derecho que muestra una escena de un cazador a punto de abatir algo, pero el tatuaje parece inacabado.



Earsel se sorprendió ante la visión del tatuaje del semielfo, y acercándose para examinarlo mejor dijo:

-¡Vaya! Kanon, no recuerdo haberte visto antes este tatuaje. ¿Cuánto tiempo hace que lo llevas?

- Una vez más... no lo sé, Earsel. Lo extraño del tema es que lo he tenido siempre desde que tengo memoria. Pero parece haber ido... creciendo, completándose con el tiempo. No sé si es de origen mágico o tiene algún significado, pero estoy seguro que quien esté detrás del misterioso símbolo de la Runa sabe algo de esto. Es... difícil para mí hablar de estas cosas, supongo que como habréis notado intento mirar siempre hacia adelante y despreocuparme bastante por todo.

Durante todo el tiempo que Kanon había estado hablando, Lilith se había mantenido callada, mirándolo fijamente.

- Así que desde ahí venían... - su semblante trataba de mantenerse sereno sin conseguirlo del todo. Respiró profundamente antes de continuar - Hará unos quince años que llegaron a Myth Drannor. No sé qué buscaban con aquel ataque, pero no he vuelto desde entonces.

Dicho esto, apuró la jarra que tenía entre las manos y bajó la mirada hacia la mesa. Unos segundos más tarde levantó la vista y se atusó rápidamente el pelo mientras se dirigía a los tres compañeros que los miraban en silencio.

- Espero que vuestras historias no sean tan terribles.

- Veo que vuestras historias están cargadas de dolor y muerte, siento oír eso... -dijo Ian con el ceño ligeramente fruncido-. Ya que parece que estamos siendo sinceros... tal vez hay algo que deberíais saber sobre mí y que no es precisamente de dominio público... - por un momento Ian pareció dudar, alzó sus profundos ojos azules hacia el resto de aventureros, dubitativo y finalmente tras coger aire les dijo - Veréis... yo... realmente soy... hijo de Lord Padraig.
Kanon se quedó mirando a Ian fijamente sin saber exactamente qué decir.


- Uh... pues lo cierto es que es... una sorpresa. Pero... ¿exactamente por qué lo escondes? Lord Padraig es muy respetado y no me parece que sea vergüenza alguna el ser su hijo... a menos... - Kanon entrecerró los ojos-.


- Bueno, la verdad... mi madre murió al darme a luz, y desde que fui pequeño, aunque Padraig ha sido un buen padre y siempre ha procurado que no me faltase de nada... nunca quise un trato de favor por ser su hijo. Y aunque como pudisteis ver no me fui muy lejos, sí que he crecido haciéndome valer por mí mismo por principio. Entré a formar parte de la guardia de Refugio Invernal muy joven, y siempre he procurado aprender todo lo posible de los aventureros que estaban de paso. Andrew, has estado muy callado, ¿te encuentras bien? - dijo pidiendo a Rendil una bebida para su amigo.

- Sí, disculpad mi silencio, estaba ensimismado pensando en los retorcidos caminos de los dioses.  De una forma u otra, hemos acabado los cinco alrededor de esta mesa, cinco aventureros con pasados digamos... difíciles.  En mi caso, creo que os lo he contado alguna vez, me acogieron los sacerdotes de Kélemvor cuando era muy pequeño y he crecido destinado a convertirme en un guerrero sagrado. Pero mi caso fue ligeramente diferente al del resto de niños del monasterio, no fui abandonado a sus puertas, sino que fui el único superviviente que quedó de mi aldea cuando la arrasó una horda de muertos vivientes formada por nuestros propios vecinos, transformados por la plaga que persigo. Recuerdo que mi madre nos había escondido a mis hermanos a mí en el sótano, pero pese a eso, los engendros nos habían encontrado. Yo estaba escondido en una alacena, viendo como mataban al resto de mi familia, cuando una luz azul llenó toda la estancia, confortándome y haciendo que los gules cayesen al suelo convertidos en polvo. Unos minutos después, llegaron los sacerdotes a rescatarme y el resto, es historia. Pero no ocupemos estos momentos con recuerdos tristes. ¡Rendil!  ¡Una ronda más, por favor!


La mirada de Lilith se dirigió, incrédula, a Rendil mientras éste servía otras cinco jarras de cerveza delante del grupo. Desde luego, para el hostal esta reunión estaba resultando fructífera, y tanto él como su tía se afanaban en mantener a los aventureros bien atendidos.

- Vaya, Andrew, parece que la estancia prolongada en el laberinto te está dando más sed de lo normal - dijo sin poder disimular la sorpresa ante la avidez con la que el clérigo estaba dando cuenta de la bebida. - Si no os incomoda la pregunta - se dirigió también a Earsel - ¿cómo os conocisteis? Recuerdo que al principio parecíais tener una relación laboral de algún tipo; ¿era así o se trata de imaginaciones mías?

- ¡Sí, cierto! - interrumpió Kanon, que empezaba a notar la euforia interna que le estaban proporcionando las jarras, mientras daba un buen trago de la que le acababa de poner Rendil delante - Cuando os conocimos no dejabas de decir que era tu subordinado, pero nunca llegasteis a aclararnos ese tema, y además... - Kanon apuró el resto de la jarra - enseguida tuvimos que hacernos cargo de la amenaza de la Fortaleza del Páramo Sombrío y el tema quedó un poco en el olvido. ¿Cómo acabó una maga elfa con un clérigo de Kélemvor contratado?... ¡Rendil! ¡Ve preparando otra ronda cuando puedas!

Earsel en ese momento estaba apurando su cerveza mientras miraba con los ojos muy abiertos la nueva ronda que llegaba a la mesa, pero ante las preguntas de sus compañeros clavó la vista en la mesa y se quedó pensativa durante unos instantes.

- Efectivamente se puede decir que yo contraté los servicios de Andrew y aunque hemos bromeado con frecuencia llamándole empleado, sólo puedo decir que ha sido de inestimable ayuda para mi y eso no tiene precio. Hace años que mi gente esta siendo acosada por ataques de no-muertos… Ataques continuos y sin descanso que han quemado bosques, aldeas… La muerte había llegado a nuestras tierras y lo peor llegó cuando empezamos a reconocer a nuestros atacantes… Padres, hijos, hermanos… Tras haber muerto se habían levantado para atacar a su propia familia o vecinos con ojos vacíos… - Un pequeño sollozo se ahogó en la garganta de la maga. Mi madre… También sucumbió a aquella terrible plaga… Mi padre tuvo que acabar con quien había sido su compañera durante toda su vida mientras mis hermanos y yo lo vimos todo totalmente rotos de dolor… El consejo decidió que era hora de actuar y me encomendaron la tarea de encontrar el origen de aquellos ataques. Ellos mismos fueron los que me aconsejaron acudir al templo de Kélemvor y donde conocí a Andrew, quien parecía reunir todos los conocimientos sobre el mal que asolaba a mi pueblo… En fin, en nuestras pesquisas habíamos llegado cerca de Refugio Invernal cuando fuimos apresados… Y el resto ya lo sabéis… Pero por favor, no me gusta hablar de estas cosas… ¿Os apetecen unos flameados? Yo invito… ¡Por la amistad! ¡Sois unos grandes amigos!


- ¡Brindo por esso! ¡Realmente sois los mejores compañeross que he tenido nunca!- Kanon se llevó a la garganta el flameado que había pedido Earsel, mientras empezaba a notar mucho más la euforia - Enn fin... dado que hemoss quedado en reunirnos dentro de un mess en esta mishma posada, me dirigiré a Suzail, la ciudad mash grande de Cormyr. Ya estuve en Arabel, pero no encontré pistash sobre el paradero de Bedaran, y quizá en Suzail tenga más suerte... - dio otro buen sorbo a la jarra de flameado - Ademash, tengo que pasar por Reflugio Invernal para ver a alguien en quien he pensado mucho últimamente... pero eso es un tema persnal. - Kanon se llevó la jarra a la boca, pero se dio cuenta que estaba vacía, mientras sus compañeros también apuraban los suyos... - Qué bueno estaba este flameado... creo que voy a pedir otro mash. ¡Rendil, tráenos otra ronda de estoss flameadosh!


Lilith no había visto tal cantidad de alcohol junta en su vida, pero después de casi haber muerto varias veces, pensó que tampoco podía hacerle tanto daño, y siguió al ritmo del resto de sus compañeros.

- Earshel tiene razón, no hay que ahondar en esas cosas... Esh desagrabable. - se oyó pronunciar sin poder corregirse. Los temas personales claramente la incomodaban, pero ya no era capaz de darle a sus palabras el aire de seriedad que solían tener - Yo iré a ver al bobre Terrlen, je lo dejamos shin saber cómo curarse de la lifan... lipanp... de sher un lobo. ¿Alguien se abunta?

- Dranquila, io de... eeehh... yo te acompañareeeee - dijo el clérigo intentando no alargar las vocales en exceso. - Barece beligrosho y ¡sheguro que podemos patear algunosh culosh de eshos carbones cultishtash!

 El discurso, intentando mantener la compostura, hubiese sonado mucho mejor si no fuera porque lo había enfatizado levantando su jarra por los aires y lanzando la mitad de su bebedizo por los aires.


- ¡Quizásh deberíamosh rrrrretirarnosh a desssscanshar, amm-migosh! ¡Osh quiero! ¿La última, antesh de dooormirrr? ¡Un brindis por la amistad! ¡Rendil! ¡Un chupito de aguardiente enano para todos!