domingo, 10 de julio de 2011
Tras una intranquila noche, en la que la mejor parte sin duda fue mi turno de guardia ( y eso que estuvo acompañado de voces, susurros, vientos helados y una sensación de maldad latente ), nos propusimos salir de nuestro escondite en el pasillo de las celdas, y seguir explorando la fortaleza, empezando por la puerta de enfrente de la estancia de doble puerta que encontramos en la entrada de la sala de torturas.
Una vez la abrimos, comprobamos que se trataba de un almacén, algo sucio eso sí, a juzgar por la cantidad de repugantes animalejos que salían huyendo con cada paso que dábamos en su interior. Eso sí, entramos sólo nosotros tres, ya que Lilith seguía haciendo el bobo con el ventilador del techo y su espada. Viendo que de allí no sacaríamos nada, entramos en la sala de puertas dobles frente a la que habíamos entrado. En teoría, y según el goblin que encontramos en las celdas y que tan deshonrosamente se habían cargado mis compañeros ( y que nunca supimos que se llamaba Splug ), Balgron el Gordo se encontraba tras ellas. Entramos con sigilo y cuidado, y yo fui en cabeza, como explorador experto del grupo.
Encontramos un pasillo largo, al final del cual se oían unas voces. Eché un vistazo sin que me descubriesen y ví a dos goblins que debían ser músicos o algo, ya que estaban sentados en una mesa, en la que destacaba poderosamente una campana dorada. Mmm... debían ser los famosos goblins bardos campaneros, famosos en el mundo entero.
Les hice una seña a mis compañeros para que supiesen que teníamos dos enemigos delante y que no nos habían detectado... eso sí, hasta que a Earsel no se le ocurrió otra cosa que acercarse para intentar cogerlos por sorpresa. He visto a seres hacer ruido en situaciones como ésta, pero nada me preparó para el espectáculo que iban a montar mis compañeros en ese pasillo.
Earsel se acercó, con tan mala suerte que tropezó con un cubo que estaba en un lateral del pasillo, y cuando se giró para mirar con qué había tropezado, pisó con el otro pie un patito de goma medieval, que soltó un sonoro pitido estridente. Ojalá todo se hubiese quedado ahí, ya que Andrew intentó acercarse y metió el pie en el cubo que había golpeado Earsel y al intentar esquivarlo, también pisó el patito de goma. Creo que nunca más les voy a dejar intentar acercarse a nada sigilosamente.
En definitiva, todos los goblins de la comarca nos detectaron, así que ya la teníamos liada otra vez. Earsel lanzó su poder más cojonuten, la Esfera Flamígera, a la vez que marcamos al goblin más cercano con el Cinturón de la Vergüenza. Mi turno llegó cuando cargué una flecha en mi arco, y como habitualmente empiezo los combates, la incrusté en la pared más lejana de la estancia.
El combate empezó a inclinarse a nuestro favor, mientras los dos goblins retrocedían por la estancia, que era demasiado estrecha para que Andrew y Lilith se acercaran. Una ola de ira me invadió y quizá fue adrenalina élfica de mi sangre, pero apunté a la cabeza de uno de los goblins, y cargué el arco con tanta fuerza que la fecha literalmente arrancó la cabeza de mi enemigo de cuajo y la estampó contra la pared. Oí susurrar a mis compañeros palabras no sé si de aliento o de reprimenda... "bestia", "salvaje", "pero tíooo..."
Earsel entonces dirigió su atención hacia nuestro mayor enemigo en aquella habitación: los tapices. Por alguna razón decidió que debía acabar con ellos, y empezó a mover la esfera de fuego de un lado a otro intentando quemarlos todos... se ve que no le gusta el arte, qué sé yo.
El otro goblin logró escabullirse tras uno de los tapices, abrió una puerta a su izquierda, y siguió adelante intentando huir. Escuchamos ruidos provenientes de la puerta que había abierto el goblin, así que Earsel movió la esfera justo delante de la puerta.
Jo macho cómo me descojoné al ver a los goblins cayendo como moscas sin siquiera llegar a entrar en combate. Se achicharraban con la esfera nada más llegar a su lado. Uno de ellos consiguió esquivar la esfera y salió al pasillo, sólo para que Lilith que tenía ganillas de marcha, lo partiese por la mitad ( empiezo a pensar que sólo saber matar enemigos partiéndoles la cabeza ). Cargué mi arco para intentar evitar que el goblin abrepuertas huyera, pero sólo la pared sintió mi ira. Él me respondió con una jabalina, que me dió de refilón en un costado, haciéndome una leve herida.
Y os preguntaréis: ¿ cómo pudo lanzar la jabalina si había una bola de fuego en medio del pasillo ? ¿ No debería haber recibido daño por fuego ? Ajaaaa, pues no. Intervienen muchas fórmulas matemáticas y leyes físicas, pero os adjunto un esquema de la explicación de cómo lo hizo. Si la hubiera lanzado atravesando la bola, la madera de la jabalina se habría quemado y hubiese quedado hecha un gurruño al llegar.
Mientras tanto, otros dos goblin mueren fritos por la esfera sin llegar a decir estos colmillos son míos.
A todo esto... ¿ dónde está Andrew ? Pues resulta que se ha quedado mirando la sopa boba desde hace un rato, y no es hasta que le pegamos un grito que reacciona y se pone a combatir... debe ser la edad. El jabalinero recibe un buen golpe de Lilith, pero no es suficiente para que caiga, y huye abriendo otra puerta doble a su paso. En ese momento decido dar un rodeo y abrirme paso por el pasillo que tapaba el otro tapiz, y me vuelve a ocurrir el extraño momento de ira de antes... cargo mi arco, apunto y disparo... y otro goblin al que visto de torero. En este caso la flecha le atraviesa el pecho, ensarta el corazón, y sale por su espalda, clavándose el aún palpitante órgano en la pared. Psé, hoy, que tengo el día tonto.
Andrew avanza por delante mío y ve como una horda de goblins salen por una puerta a nuestra derecha, y como hoy estamos brutitos, les lanza un resplandor divino, y dos de ellos explotan como una manzana en un microondas. Earsel se acerca con su esfera, y de repente grita "¡¡¡A por ellos Fuffy!!!". Amos, no te lo pierdas, que resulta que le ha puesto nombre a la esfera...
Por mi parte, apunto a un masilla y Andrew ya tiene un nuevo y flamante agujero en su capa.
Por cierto, desde este momento queda rebautizada la Fortaleza del Páramo Sombrío como la Real Casa de Tapices de Refugio Invernal.
Lilith no tuvo mucha actividad en este período, y de hecho se quedó sopa un par de veces en medio de un mandoble... "los eladrines no necesitan dormir", "con cuatro horas me bastan"... ala que sí.
Durante el combate con los goblins que restaban, en el que Lilith y Andrew bailan un poco más el Chotis de las Mazmorras, se nota que estamos ganando poco a poco el combate. Se ve que en esta parte nos confiamos un poco, porque apunté a uno de los últimos goblins y se me cae la flecha, y Andrew empieza a rezar una plegaria a Kelemvor y en vez de su dios, la escuchó la diosa universal del pasotismo, Rita the Singer. Pero bueno, como el combate estaba ganado, el último goblin cae por un flechazo al corazón que lo deja colgando de la pared, no sin antes haber evitado la muerte a manos de Lilith y Andrew de milagro.
Por fín, nos plantamos frente a las puertas de lo que supuestamente es la estancia privada de Balgron el Gordo, preparados para hacer frente a un desafío mayor... pero la estancia está vacía. Vemos un cofre para guardar minolles, pero lo importante de verdad viene cuando Earsel detecta una puerta secreta en un lateral de la habitación. Por cierto, que por un momento Earsel se preocupa mucho cuando Fuffy parece que va a desaparecer, pero la voz en off de los dioses dice que no seamos bobos, que es un poder diario, y hasta que no descansemos, no desaparecerá, lo que pone a la maga elfa muy contenta...
La puerta secreta se abre, para revelar unas escaleras de bajada, al final de las cuales hay un mecanismo similar al que hemos abierto. Decidimos que antes de bajar, echaremos un vistazo a la última puerta de este nivel que nos quedaba por abrir, así que volvemos sobre nuestros pasos, casi al inicio del nivel para abrir la puerta... que revela unas escaleras de bajada que se adentran en la oscuridad oscuriosa...
Pues para eso, decidimos volver a la estancia de la puerta secreta y bajar al siguiente nivel por allí. Sea lo que sea lo que nos espera abajo, seguro que no espera que lleguemos por una puerta secreta...

Seguro que hay una pregunta que os corroe: ¿ Por qué no he mencionado a Astaroth en este relato ? Pues en realidad es porque estaba con cagalera por culpa de un lembas en mal estado, y se quedó haciendo guardia en la puerta de entrada a la fortaleza...

Kanon el Fidedigno.
Tras la primera escaramuza en el interior de la Fortaleza, y ya en las puertas de lo que parecía ser una Sala de Torturas, entramos dispuestos a hacer pagar a los Goblins el haber decidido dedicarse a servir a los Dioses Malignos. Irrumpimos en la Sala para ver a cinco enemigos, tres de ellos armados con ballestas, uno más con aspecto sadomaso ( éste seguro era el torturador ), y un quinto, un hobgoblin de aspecto más fiero que sus compañeros, con dos atizadores al rojo vivo en las manos ( me parece que no quiero imaginarme lo que hacía con ellos... ).
Nos desplegamos todos, aunque Lilith por alguna mística razón, en vez de concentrarse en el combate, fijó su mirada en una especie de mecanismo giratorio que había en el techo y que parecía proporcionar aire fresco a la estancia, y empezó a juguetear con su espada tocando las aspas del artefacto mientras profería frases del estilo "Uyyy que curioso", "como mola" y otras extrañas frases sin demasiado significado para el resto de nosotros... supongo que me estoy acostumbrando a las mierdeces de mi compañera Eladrin.
Con mi arrojo y valentía habituales, cargué mi arco y disparé una flecha a uno de los ballesteros, fallando por muy poco. Earsel secundó mi ataque, por aquello de no tener las cosas demasiado fáciles, y lanzó un hechizo que, describiendo una elegante parábola, acabo estrellado en el techo, apagándose con un sonoro "puffffff...". Andrew también pensó que para qué acabar con nuestros enemigos tan pronto, y, usando su ataque de Escudo del Sacerdote, pifió de tal forma que el místico escudo acabó estrellado en su cabeza con un sonoro "¡¡clanGg!!! Por fín Lilith pareció darse cuenta que aquello iba de pelear y dejó de juguetear con el ventilador ( nombre que posteriormente le pondríamos a aquel artefacto, pronto veréis que en esta jornada le pusimos nombre a muchas cosas ), avanzó hacia uno de los goblins, y con su tacto y delicadeza habituales, partió por la mitad al pobre bicho de un mandoble de su espada.
Otro de los goblins, al ver caer a su compañero, se metió tras los barrotes de lo que parecía una especie de celda, y apuntó su ballesta hacia mí, acertándome con su virote en el hombro. Vale, ese cabrón es goblin muerto. Otro goblin con ballesta, acertó de forma parecida en Lilith, esta vez en su costado, provocando una iracunda mirada, que no auguraba nada bueno para aquel pequeño bastardo.
Por fín, el Hobgoblin avanzó con firmeza hacia Andrew y le soltó un buen sopapo candente a Andrew. Decidí acabar con los molestos goblins ballesteros, así que le solté una certera flecha a uno de ellos que le dejó tambaleándose. Earsel, por su parte, usó uno de sus extraños poderes que sólo podría describirse como pasar cagando leches por enmedio del campo de batalla ( por alguna razón se me vino a la cabeza cierto famoso cómico calimshano llamado Chiquitous of the Road y su forma de andar ) y se colocó al otro lado del campo de batalla, para tener una mejor perspectiva del mismo. Una vez colocada, lanzó un ataque mágico al goblin ballestero que quedaba, tras lo cual el pobre diablo quedo hecho chopped. Lilith mientras, seguía jugando con el ventilador medieval del techo.
Entonces dirigimos nuestra ira hacia el hobgoblin, justo cuando Andrew le lanzó su poder de Chotis de las Mazmorr... digooo Lanza de Fe, que provocó el habitual bailecito de posiciones de batalla entre él y Lilith. Esta, por alguna mística e inoportuna razón, empezó a plantearse de forma filosófica en medio del campo de batalla su poder de Favor del Señor de la Guerra, vamos, el mejor momento para hacerlo oiga ( incluso entre el fragor de la batalla me pareció oir de sus labios preguntas tales como " ¿ Como puedo aprovechar mis poderes para dar más ostias ? " )... en fin.
Los Dioses también tienen su sentido del humor, así como aparecen en los momentos más insospechados, ya que en ese preciso momento oímos todos los presentes una tronante voz como del más allá que decía "Empezáis a tener pensamientos de jugadores". Todos nos quedamos parados mirándonos unos a otros durante un leve instante, para después seguir combatiendo.
El hobgoblin vilmente aprovechó este momento y con dos fuertes golpes en el melón, dejó KO a Lilith, que cayó de forma estrepitosa al suelo. Justo antes de caer Lilith, todos observamos algo extraño en aquel ser, y es que su armadura empezó a brillar de manera extraña. El goblin vestido de sadomaso ( en adelante, el torturador ), aprovechó para acercarse por detrás y clavarme la lanza en un costado, así que me cagué en sus muertos. Me giré hacia él apuntándole una flecha, pero se me cayó al suelo. Earsel intentó un hechizo sobre el hobgoblin, pero su extraña armadura absorbió el hechizo... ¿? Andrew también lo intentó con su llama sagrada tras lanzar su curación sobre Lilith y volver a ponerla en forma para el combate, pero la coraza del hobgoblin seguía con su brilla, brilla, campanilla, y el bicho sin inmutarse ante nuestros ataques.
Por alguna razón, los Dioses decidieron volver a intervenir con su tronante voz, sobre algo llamado Sanfermines (¿?) y las tetas de las tías que allí van (¿¿¿???). No hay quien entienda a los Dioses a veces...
Lilith también intentó pegar al hobgoblin, pero ná de ná. Yo fui el último en intentarlo, pero se me cayó la flecha. En cambio él nos dio dos buenos mekos a Andrew y a mí, y en mi caso me dejó bastante tocado. Por suerte Andrew estuvo al quite, y con sus poderes chachi de curación, me dejó como nuevo. Lilith, por su parte, seguía jugando con el ventilador medieval de madera del techo.
Earsel volvió a lanzar un proyectil mágico al hobby ( lo siento pero hobgoblin es mu pesado de escribir ), y por alguna razón, esta vez sí que notó el impacto. Sea lo que sea lo que ocurría con esa extraña armadura, ya no parece tener efecto. Igualmente, Lilith le asestó un mandoble, y también le impactó, haciéndole un considerable daño. Lilith, por su parte, seguía jugando con el ventilador medieval de madera de arce del techo. En ese momento, y aprovechando la fascinación de la eladrin por el ventilador, el torturador y hobby flanquearon a Lilith y estuvieron a punto de volver a apagarle las luces. Por mi parte, apunté al hobby, pero se me cayó la flecha al suelo. Andrew volvió a hacer gala de sus poderes de curación, restaurando la salud de nuestra compañera, para a continuación volver a marcarse el Chotis de las Mazmorras con ella. Finalmente, y tras el último ataque de Andrew, el hobby cae muerto al fin.
Así que todos nos giramos hacia nuestro último enemigo, el torturador, al que decidimos poner el cinturón de te vas a cagar ( una marca mística que empezamos a usar para identificar a los enemigos tocados ). Me dispongo a atacarlo, y se me cae la flecha, a la vez que Earsel se desplaza por delante mío para atacarlo, y me pisa el juanete del pie... ¬¬
En ese momento Andrew grita: "¡Ey, que yo puedo dar ostias!", y le zumba al torturador. El último de los goblins ballesteros, al ver que estaban recibiendo hasta en el carné de identidad, decidió poner pies el polvorosa y salió huyendo por la entrada por la que vinimos nosotros, no sin antes darle una colleja a Lilith. Ésta le respondió con un sopapo que le puso mirando a Cuenca, pero aún así, por alguna razón se quejó de que le había dado "flojo"...
En ese momento oímos un grito gutural desde una de las ventanas del dungeon... no preguntéis.
En ese punto ya estaba harto de tirar flechas al suelo, así que apunté al torturador, acertándole en todo el pecho con una fuerza brutal, que lo levantó y lo estrelló contra la pared de la estancia, dejándolo frito.
Lilith, por su parte, seguía jugando con el ventilador medieval de madera de arce ensangrentado del techo. Con sólo uno de los ballesteros vivos, que intentaba huir, Andrew lo dejó medio muerto, usando su poder de microondas para reventar desde dentro al goblin. Por alguna misteriosa razón, Andrew intentó engañar a su dios Kelemvor para que su poder fuera más potente, pero como que no le funcionó... Finalmente, de un certero flechazo, acabé con él.
Con el último enemigo caído, Lilith seguió jugando con el ventilador medieval de madera de arce ensangrentado y lleno de flechas del techo. Decidimos aprovechar la habilidad de idiomas de Andrew ( que sabe goblin y valenciano ), para interrogar al hobby. Por alguna razón, el idioma goblin se parece un montón al indio ( ellos no tener tiempos verbales ni artículos, solo hablar infinitivo... ). No sacamos demasiado de él, así que nos encaminamos hacia las celdas que estaban en un lateral de la sala de torturas, ya que oímos una especie de quejido de las mismas... y allí encontramos a un pequeño goblin enjaulado ( lástima, esperábamos encontrar a un bardo ).
Le interrogamos para saber qué hacía allí, y Andrew parecía tener problemas para volver a conjugar verbos. Como nunca se sabe, le pregunté al goblin si sabía cantar, ya que nos hacía realmente falta un bardo en nuestro grupo. El pequeño y asustado ser se puso a tararear una tonadilla que sólo puedo describir como similar a una espada rascando un escudo oxidado ( vamos, como Enrique Iglesias )... decididamente, fuera lo que fuese, bardo no era.
Percibimos claramente el miedo del goblin, así como que estaba dispuesto a lo que fuese con tal de salir de allí ( quería llevarnos la contabilidad... ). Nos comentó que el jefe de los goblins de la Fortaleza era un tal Balgron el Gordo, y que estaban buscando tesoros para desenterrar. Al oír la mención de Kalarel de nuestros labios ( queríamos saber si lo conocía o lo había visto ), el pequeño diablo se echó a temblar. Está claro que, sea quien sea, Kalarel inspira miedo y respeto. Bien, porque tengo unas ganas de clavarle unas cuantas flechas en el gaznate...
Empezamos a debatir qué hacer con él. Lilith quería cargarle de cadenas y llevarle con nosotros, Andrew y yo queríamos dejarle allí hasta nuestro regreso, y Earsel quería directamente cargárselo. Al final, mis tres compañeros decidieron que lo mejor era cargárselo. No me lo podía creer: ¿ qué honor había en aquello ? Matar a ese goblin desarmado y encarcelado era un acto vil e indigno de nosotros. Propuse al menos poner una espada en sus manos para que pudiera unirse con sus dioses con honor, pero mis camaradas decidieron hacerlo por la vía rápida ( Andrew le reventó a lo microondas ).
Aquel acto hizo que me replanteara mi relación con ellos, aunque, como hermanos de armas, pronto olvidaría esta situación...
Mi giré hacia el hobby: aquella armadura... me estaba llamando. La única forma de saber qué hacía era poniéndomela. Con precaución, y ante la mirada expectante de mis compañeros, me la puse, e inmediatamente empezó a brillar, y me sentí más resistente. Aquella armadura, en efecto, era mágica, y la identificamos como la Armadura del Tajo Sangrante, que proporcionaba una extraordinaria habilidad: una resistencia sobrehumana a los golpes durante un corto período de tiempo, y que sólo se podía usar una vez al día. Sin duda, aquella sería una gran ventaja en los tiempos que estaban por venir...
Tras revisar las otras celdas, decidimos descansar en aquel recodo de la fortaleza, para recuperar nuestras fuerzas, NO SIN ANTES ACORDARNOS DE CERRAR LA PUERTA DE LA SALA DE TORTURAS. QUÉ SUERTE QUE NOS ACORDAMOS DE HACERLO. Pero, por desgracia, ninguno de nosotros fue capaz de descansar demasiado, ya que extraños y perturbadores sueños nos hicieron compañía... sueños que auguraban que algo muy malvado se escondía en aquella fortaleza...

Kanon El Fidedigno ( nombre con el que se me conocería años después por mi exactitud a la hora de relatar nuestras hazañas ).
viernes, 8 de julio de 2011
Tras un merecido descanso en Refugio Invernal, los héroes se encaminaron al sur, rumbo al cercano cementerio de la pequeña población. Éste se encontraba guarecido por una sencilla valla metálica, y pronto atisbaron las siluetas de las múltiples tumbas de los lugareños. Además destacaban 3 mausoleos, uno más grande que los demás. Como pudieron comprobar, el mayor de ellos pertenecía a la familia de precursores de Lord Padraig, mientras que los otros dos dedujeron que serían de comerciantes de cierto éxito. Junto al mausoleo Padraig, encontraron un círculo lleno de símbolos arcanos. Andrew les dijo al resto que con total seguridad éste serviría como parte de un ritual para alzar a los muertos. Para ello se necesitaba el elixir mezclado con sangre que encontraron en la cabaña.

Empezaron a atar cabos con la carta que encontraron en la cabaña de Ninarán, y vieron claros sus planes (O más bien los del llamado Kalarel que es quien parece estar detrás de todos los últimos sucesos). Pretendía levantar a los muertos de sus tumbas, en primer lugar para acabar con los aventureros, y después arrasar Refugio Invernal para asegurarse la imposibilidad de intromisión por parte de nadie más. Por suerte parece que la decisión del grupo de investigar primero la súbita desaparición de la posada de Wrafton de la elfa, consiguió frustrar los planes de la misma. Tras éstas revelaciones y por algún motivo los héroes comenzaron a desvariar, y mientras Andrew hablaba de bailar algo llamado “rumore rumore” a Kanon le resbalaba un goterón de sudor por su prácticamente calva frente…

Poco después vieron que sólo quedaba una posible vía de actuación: Acudir a la Fortaleza del Paramo Sombrío y poner fin al levantamiento del dragón de la sombra Sandraxil que podría desatar el caos en las tierras circundantes. Tras parar de nuevo en Refugio Invernal para aprovisionarse adecuadamente, salieron de ahí con una nueva y reluciente cota de mallas para Lilith, (con “alto nivel de cobertura y protección”) y una vara mágica con una piedra de cuarzo en un extremo para Earsel (Que incita a decir a los enemigos “!No puedes pasar”!).

Abandonados los muros de la población, hicieron camino en dirección nor-noroeste a través de caminos largo tiempo en desuso. La naturaleza había seguido su curso, y cada vez les costaba más avanzar. A esto había que añadirle que la sensación de pesadumbre que parecía haberse adueñado de toda la región los últimos días se hacía más y más intensa a medida que sus pasos les acercaban a la Fortaleza del Páramo Sombrío. Pasadas 4 jornadas de agotadora travesía, el camino comenzó a ensancharse dando lugar a un enorme claro. A pesar de que el camino de llegada había sido devorado por la naturaleza, ésta no parecía haber penetrado lo más mínimo entre los restos acumulados de roca y tierra de la fortaleza, ni en un amplio círculo a su alrededor.

Las ruinas de la fortaleza no parecían más que el antiguo esqueleto olvidado de lo que una vez debió ser una magnífica estructura. Las piedras de los muros yacían sin orden ni concierto por todo el claro, aunque parecía haber signos de manipulación que dejaban un camino libre entre un montón de madera podrida y rocas machacadas hacia una abertura en el suelo. Unas largas escaleras conducían desde la superficie hacia la impenetrable oscuridad. Tras un momento de aliento contenido por parte de todos, Earsel dijo con convicción: “si, definitivamente éstas son las ruinas de la Fortaleza del Páramo Sombrío”.



Comenzaron el descenso que iba girando del norte al sur a medida que se bajaban los escalones. Aunque poco a poco parecía que se vislumbraban fuentes de luz más abajo, una brisa helada helaba los huesos y producía una sensación de intranquilidad y escalofrío en los aventureros. (Andrew sugirió que tal vez Sandraxil se había dejado la ventana abierta…). Un penetrante olor a sudor inundo los sentidos olfativos de todos, a la vez que unos ligeros chillidos fueron captados por el entrenado oído de explorador de Kanon . Unas antorchas revelaron la estancia al final donde acababan los escalones, cuadrada, y dominada por cuatro columnas gruesas y pulidas, y con un pasillo saliendo de cada uno de los puntos cardinales, con el pasillo este terminado en una puerta. Según Kanon, el chillido provenía de algun punto por debajo de ellos en la zona central de la estancia, entre los cuatro pilares. En ese lugar una lona astutamente camuflada con el color de las losas del suelo había sido situada para atrapar a los incautos…

De pronto, al retirar la lona, descubrieron el origen de los chillidos. Y es que el fondo del foso, de unos 10 pies de profundidad, estaba lleno con una plaga de ratas hambrientas. Al mismo tiempo, una vez frustrada su trampa, un par de goblins que habían estado esperando en la oscuridad a que los aventureros cayeran en el foso. El combate había dado comienzo sin previo aviso, y pillando completamente desprevenido a Andrew. Aunque Lilith se había percatado de la presencia del pequeño goblin, no pudo evitar que una jabalina lanzada por el mismo le acertase en un costado. Kanon trató de devolver el fuego al goblin con su arco, pero fallo estrepitosamente estrellando la flecha en la columna que tenía al lado (1 Fail!!!). Earsel consiguió herir al goblin de la javalina, solo para ver como otro goblin armado con una ballesta intentaba herir a Andrew sin éxito. El enjambre de ratas comenzó a escalar por las paredes del foso, y algunas se las apañaron para mordisquear los pies de Andrew. Éste sintió como la podredumbre intentaba abrirse paso en su organismo pero su disciplina de sacerdote impidió que lo consiguiera.
Los dos goblins  tras conseguir herir a Kanon, se escabulleron por sendos recodos fuera del campo de visión de los aventureros. Mientras tanto Andrew seguía su lucha con el enjambre de ratas, y aunque consiguió herirlas con un hechizo de energía divina, no causó el efecto esperado. Otro goblin se une a la refriega, y se suceden los intercambios de hechizos, jabalinas, flechas y saetas, mientras Lilith trataba de reducir distancias para acosar a los enemigos en cuerpo a cuerpo. Earsel por su parte decidió brindarle parte de su potencia arcana a Andrew, y descargo una explosión abrasadora sobre el enjambre de ratas causando importantes daños.
Lilith estaba recibiendo un severo castigo, y las múltiples heridas la dejaron maltrecha. No obstante, su carácter tenaz la hizo continuar y asestar un potente golpe con la espada a uno de los goblins que portaba una lanza. Andrew desvió un momento su atención del enjambre de ratas para impactar al goblin ballestero haciéndolo estallar. Earsel siguió su asalto a las ratas, friéndolas finalmente con otra explosión abrasadora, no sin antes recibir el ataque de alguna de ellas, y sintiéndose debilitada por la enfermedad. Los goblin restantes, viéndose en inferioridad numérica intentaron escapar. El último de ellos cayó tras ser golpeado con dureza por Lilith al pasar junto a ella, para después ser atravesado por una certera flecha de Kanon en la espalda.

Con la refriega terminada, y tras permitir a Earsel recuperarse del ataque de podredumbre, y al resto de algunas heridas menores, los héroes revisaron las estancias aledañas para tener una referencia de lo que dejarían a sus espaldas independientemente de dónde decidieran encaminarse en primer lugar. Tras la puerta del pasillo Este que vieron antes, había unos pocos escalones de bajada que llevaban a un largo pasillo. En la pared Suroeste anotaron mentalmente para revisar después una pesada puerta de doble hoja. Y hacia el Noroeste un pasillo hacía una “L” para acabar abriéndose a una estancia mas ancha.
Finalmente decidieron por consenso tomar el pasillo en forma de L. En la estancia que se abría tenían tres posibles opciones. Una puerta en la cara Oeste, y otra al Norte (en cuyo suelo circundante se podían ver manchas tanto secas como recientes de sangre), y otra puerta de doble hoja en la pared Este. Optaron por la que a priori parecía la estancia que más peligros podría guardar, la Norte
Al acercarse a la puerta, Earsel pudo distinguir unas voces que con seguridad pertenecían a más goblins. Nada más abrir la puerta quedó para todos patente la naturaleza de aquella habitación: una sala de torturas…
Dentro, a golpe de vista pudieron distinguir las siluetas de 3 goblins combatientes equipados de forma similar a los que se habían enfrentado antes y otro ataviado con una maza y un escudo. Al lado de un brasero enorme, la figura de un goblinoide mayor que sus hermanos, un hobgoblin con sonrisa cruel y una pesada armadura negra de pieles, les miró desafiante…

-El Narrador-