martes, 17 de mayo de 2011
Tras despedirnos del veterano Doven Staul en la posada, procedimos a discutir nuestro siguiente paso. El ambiente en Refugio Invernal seguía siendo igual de opresivo que antes o incluso más, como pudimos observar en la puerta de entrada a la ciudad. Se encontraba cerrada a cal y canto y fue difícil para nuestro grupo convencer a los guardias para que nos permitieran entrar.

Decidimos volver sin más dilación a la tienda de Bairwin, el ladino tendero traidor. Nos planteamos como excusa para volver la "faceta juguetona" del semielfo y su necesidad de nuevos pantalones acordes a su atuendo. Los pantalones humanos que robó en la tumba del dragón fueron útiles, pero ya era hora de que volviese a su aspecto normal. Dentro del establecimiento, Kannon, Lilith y Astaroth se adelantaron hacia el mostrador mientras Andrew y yo nos quedamos más atrás vigilantes. En ese momento reparé en la posibilidad de que el coqueto semielfo se tuviese que probar los pantalones y recé a Oghma para que no lo hiciese delante de todos, dado que ya nos había confesado que no llevaba nada debajo de sus pantalones quemados. Es probable que Andrew pensara lo mismo porque una mueca de horror se dibujó en su rostro.

Tras enseñarle Bairwin varios atuendos, finalmente se decantó por unas mallas de lino color pardo cuyo precio juzgó justo, apenas un buen puñado de monedas de oro. Lilith también debió reflexionar sobre la posibilidad de verle las posaderas al semielfo, porque intentó convencerle para que se comprara ropa interior, pero Kannon no pareció dispuesto a renunciar a su "libertad interior".
Mientras se efectuaba la transacción, Andrew comenzó a hablar sobre la excavación en lo que él entendía que era un modo sutil, pero con unas insinuaciones muy directas, tras lo cual Lilith decidió directamente recurrir a la intimidación. La reacción de de aquel gusano no se hizo esperar y, tras entender claramente nuestras intenciones, emprendió la huida por una puerta situada detrás del mostrador. Lilith se precipitó tras él, y todos seguimos a la guerrera, siendo yo la última en entrar. Bajamos unas estrechas escaleras que nos llevaron a una sala pobremente alumbrada, con bancos a ambos lados. En el pasillo central se extendía una alfombra adornada con tres círculos negros rodeados por una circunferencia morada. Lilith identificó dichos círculos como el símbolo de Shar.



En la sala avistamos dos figuras humanas, aunque no eran humanos corrientes, ya que se encontraban dotados por la sombra: su piel se veía oscurecida y sus ojos eran completamente negros a excepción de una circunferencia púrpura. Para completar la siniestra imagen, estos engendros portaban unas guadañas de aspecto espeluznante. Estos seres no eran los únicos presentes en la sala, los acompañaban dos espectros armados con espadas cortas. Al fondo, se encontraba el tendero blandiendo un bastón con rostro amenazante.
Mientras bajábamos las escaleras, Lilith reparó en que los bancos podían acoger a mucha mas gente de la que en ese momento se encontraba allí. Nos preguntamos entonces si aparecerían más presencias del plano de las sombras. Kannon tomó la iniciativa, aunque en vano, ya que su tiro no fue certero, y en ese momento, las sombras se adelantaron hacia nosotros. Lilith se acercó a ellas y le asestó a una de las sombras un duro golpe, digno de una guerrera de su calibre. Mientras tanto, Andrew, que también se había unido a Lilith en las primeras posiciones, invocó un resplandor que dejó tocados a los dos espectros. El divino resplandor también había llegado a unos de los humanos pero no fue suficientemente fuerte para afectarle. Decidí entonces tomar partido en la batalla conjurando una bola de fuego donde estos espectros se encontraban, con la cual conseguí hacerles daño, aunque de nuevo el humano de antes se libró de sus consecuencias. Ambos humanos atacaron a Lilith y Andrew dejándolos algo magullados, pero no pude ver más porque en ese momento mi atención se centró sobre un chaleco que se movió en el fondo de la sala lanzando un hechizo hacia mi y, desde ese momento, todo se volvió negrura a mi alrededor.
El fragor de la batalla me envolvía, y todos los sonidos se mezclaban en mi cabeza, haciéndome perder casi por completo las referencias de cuanto me rodeaba. Decidí que lo mejor en mi precaria situación era quedarme quieta y mantener viva mi esfera de fuego. Oí a Astaroth gritar de dolor y mucha agitación, no conseguía enterarme de lo que estaba ocurriendo y recé a Tymora para que me ayudase a recuperar la vista, pero no pareció que atendiera a mis súplicas, la oscuridad seguía rodeandome. Sonaron también unos quejidos guturales muy desagradables que recocí como de nuestros enemigos, así que moví la esfera sirviéndome de los lamentos como referencia para intentar dañarles. Volví a generar una nueva explosion de llamas que generó más alaridos que erizaban la piel. Todos mis compañeros me gritaron entonces que les había dado y que estaban bastante dañados. Más gritos de júbilo me informaron que debido a mi explosión de llamas una de las sombras desapareció y que alguno de nuestros enemigos había quedado más dañado. ¡BIEN! Me reconfortaba saber que, aunque privada de visión, aún podía ser útil. Lilith lanzó un poderoso alarido de guerra que fué seguido de otro alarido de dolor que salía de Bairwin ¿por que me tenía que perder tales imágenes? Volví a acordarme de Tymora suplicante, ya que la negrura se hacía más insoportable. Seguía manteniendo viva mi esfera y creo que debí dañar con ella de nuevo al mismo humanoide que antes por los sonidos que llegaron a mi. Agradecía en estos momentos tener el agudo oído propio de mi raza. Después me contaron que Lilith se interpuso entre el mercader y yo y, aunque no consiguió acertar en el ataque, me dió una referencia con la que guiar mi esfera hacia el insecto con chaleco. A la primera no conseguí saciar mi sed de venganza, pero al provocar una nueva explosión de llamas, conseguí dejar maltrechos a los dos humanoides. También me contaron que luego fue el momento estelar de Kannon. Primero, consiguió terminar con uno de los humanoides y posteriormente dejó maltrecho al espectro que quedaba. Entonces entendí (sin poder reprimir una sonrisa) el grito que oí del semielfo en mitad de la batalla: "¡HE HECHO COSAS!
Sonaron en la sala las palabras curadoras de nuestro clérigo, y estas fueron seguidas por un alarido enérgico del renovado Astaroth diciendo "¡LE PEGO AL MALOOOOO!". Tras unos instantes llegaron a mis oídos gritos de Lilith diciendo "¡HA MUERTO! ¡HA MUERTO! ¡HA MUERTO!" De pronto volvió la luz a mis ojos y me encontré con un paraje desolador, aunque comprobé con gran alivio que todos mis amigos seguían con vida. Me di cuenta entonces que mi esfera se encontraba peligrosamente cerca de Astaroth. Me apresuré a disculparme, pero el tiflin le restó importancia indicándome: "No hay problema, yo me ducho con fuego".
Bairwin comenzó a correr, pero Lilith le frenó lanzándole su espada a los pies con la intención de sesgarle los tendones, y este contratacó con una oleada de oscuridad que casi me alcanzó. Por desgracia, si alcanzó tanto a Astaroth como a Andrew dejándolos cegados. Lilith se acercó al mercader gritando que pretendía darle "con todo lo gordo" (¿?) y, aunque aplicó todas sus ganas, no consiguió dañar al odioso vendedor. Andrew corrió para subirse al banco que se encontraba delante de mi y divisé en primera línea como, en lugar de subirse, sólo llegó a darse un rodillazo contra el respaldo. Un enemigo aprovechó su carrera para asestarle un golpe que le dañó bastante pero, a cambio, consiguió recuperar la visión. Juraría que en ese momento susurró "mierda" al darse cuenta de lo erróneo de su estrategia. Decidió concentrarse en curar su magullado cuerpo mientras Astaroth, que se había quedado inmóvil además de cegado se revolvió con fuerza consiguiendo romper sus invisibles ataduras. Volví a usar mi globo en llamas contra el espectro que quedaba y le hice desaparecer.

Bairwin se había quedado solo, y todos centramos nuestra atención sobre aquella ladina figura. Tras un estéril intento de Lilith, Kannon, lleno de rabia (lo que consideré normal, dado el elevado precio de sus mallas nuevas) remató al mercader hasta dejarlo fuera de combate. Había llegado el momento de obtener respuestas. Andrew consiguió estabilizarlo mínimamente, aunque no salvarlo de una muerte segura y, tras muchas toses sanguinolientas, comenzó a hablar. Nos indicó que Shar era su señora y que nuestros esfuerzos carecían de importancia porque pronto estaríamos todos muertos por las garras de Shadraxil. Murió antes de que pudiesemos extraer más información que una pequeña mención a una fortaleza. Sospeché en ese momento que se trataba de la fortaleza del Páramo Sombrío.
Comenzó entonces una discusión en el grupo en referencia al destino que deberíamos darle a todas las cosas que se encontraban en la tienda del difunto Bairwin. Unos pretendíamos quedarnos con todo lo que nos pudiese ser útil (incluido el dinero) y otros no veían ético dicho comportamiento. Mientras discutíamos comencé a fijarme en la alfombra y lamenté no darme cuenta hasta entonces... ¡Esta alfombra había estado fortaleciendo a los enemigos contra nuestros ataques!. Kannon descubrió una puerta oculta que daba a una sala llena de estanterías, además de un cofre. En esta sala también descubrimos una carta entre Kalarel y Bairwin, en la cual el primero informa que el último abastecimiento será suficiente y que liberarán al dragón.



Además, supimos que el culto a Shar, el cual se estaba dando en varias regiones, hacía que los cultistas se transformaran paulatinamente en entes del plano de las sombras. Podían ver en las oscuridad y adquirían poder necrótico. Los más devotos incluso llegaban finalmente a ser sólo una imagen de si mismos.

Habíamos adquirido nuevos conocimientos pero aún se mostraban ante nosotros multidud de incógnitas. En aquella cargada sala decidiríamos nuestro siguiente paso...

- Earsel -
domingo, 8 de mayo de 2011
Tras la agotadora batalla en la cueva de Diente de Hierro nos tomamos un merecido descanso. Por fin habíamos sido liberados de esa escoria de goblin y podía seguir avanzando en mis pesquisas sobre el origen de las fatales hordas de no-muertos que destrozaban mi hogar. El consejo élfico había confiado en mi para esta búsqueda. Por instancia del mismo consejo acudí al templo de Kélemvor, dios de los muertos, y contraté los servicios de Andrew Wiggin, un Exorcista Sagrado. Nuestras indagaciones nos llevaron a la guarida de Diente de Hierro pero fuimos apresados por sus "soldados". Afortunadamente, unos días despues fuimos liberados por un grupo formado por un semielfo llamado Kannon; Lilith, una eladrin y Astaroth, un tiflin. Al descubrir que teníamos fines comunes decidimos sumarnos a este variado grupo.

Ya completamente recuperados, nos enfrentamos a nuestro siguiente paso. Kanon y Lilith sugirieron volver a Refugio Invernal para informar sobre lo acontecido y así cobrar la recompensa que les habían prometido por acometer dicha empresa. Andrew mostró sus recelos sobre el contenido de la carta de Kalarel que encontramos, ya que mencionaba a un espía en la ciudad que había reparado en nuestro grupo. Todos estuvimos de acuerdo, por lo que partimos sin mas retrasos.
A medida que nos íbamos acercando, empezamos a percatarnos de que una extraña calma asolaba las afueras de la ciudad, así que nos acercamos a una de las granjas repartidas a lo largo del camino. En las inmediaciones, Kanon y Andrew, que iban adelantados, repararon en los utensilios de la granja diseminados por los campos. Habían sido abandonados a su suerte apresuradamente, al igual que los animales que, ajenos a la inquietud del aire, estrenaban su reciente libertad por los campos. Dentro de la granja, todo estaba manga por hombro, aunque no había signos de violencia. Estaba claro que habían sido prevenidos sobre algo y consiguieron huir a tiempo.
Sin conseguir ninguna pista sobre el estado de las granjas, seguimos nuestro camino a Refugio Invernal dada nuestra cercanía. Por el camino retomamos la conversación sobre la misiva de Kalarel, su mención a Shar y su intención de abrir una grieta que cubriría nuestro mundo de oscuridad. Me pareció que Kanon flaqueaba un poco ya que quiso convencernos de volver a nuestro hogar y olvidar lo ocurrido. Aun así, pronto se sobrepuso y seguimos adelante. En el camino continuamos nuestra conversación sobre Shar. En ese momento Andrew recordó una historia sobre el otro nombre que aparecía en la carta, al que se supone que podríamos servír de aperitivo: Shadraxil . Nos contó que era un dragón de las historias antiguas que se creía aniquilado. Esto le dejó desconcertado y enfurecido ya que la sola imagen de un dragón no-muerto contradecía su credo.
Pese a lo poco alentador de la situación, seguimos con decisión nuestro camino a Refugio Invernal. Poco antes de llegar, sugerimos a Kanon que se quitara los cuatro pelos chamuscados que le quedaban en su cabeza, tras lo cual Lilith entre sonoras carcajadas le comparó con alguien cuyo nombre no me era familiar: ¿Krilin?

Nuestra llegada a Refugio Invernal no fué especialmente acogedora: la poca gente que se veía iba de un lado a otro sin detenerse y con una expresión apesadumbrada e inquieta. Desde luego, la situación era igual de inquietante que en las granjas, pero al menos había personas a las que interrogar. Nombramos como emisario para dichas indagaciones a Andrew por tratarse del único humano del grupo. Tras distanciarse de nosotros abordó a un lugareño para entablar conversación ofreciendole su ayuda, pero el lugareño solo acertó a balbucear que no se encontraba bien, como si alguien caminara sobre su tumba, tras lo cual salió corriendo. El clérigo supo de algun modo que el lugareño decía la verdad. Tras realizar varios intentos con otros habitantes, no consiguió obtener nueva información. Tras contarnos el humano dichas pesquisas, Lilith percibe que se debe a algo maligno pero éste apunta que, pese a ello, no es demoníaco.

Nos dirigimos entonces a la mansión del administrador de la ciudad, Lord Padraig, al que mis compañeros ya habían visitado anteriormente, quien les había ofrecido una recompensa por eliminar a los kobolds. Los guardianes se veían afectados por el mismo ambiente enrarecido y, desde luego, el semblante del administrador de la ciudad no mostraba mejor aspecto. Era la primera vez que le veía, pero por las caras de preocupación en el resto del grupo era evidente que su aspecto se había deteriorado. Cansado y desmoralizado, recibió nuestras noticias con aire meditabundo. Aunque aliviado por la noticia de los kobolds muertos, el resto de información no hizo más que amedrentarle aún más, hasta el punto de levantarse de su asiento y aplacar su angustia con un vaso lleno de su más caro licor. Tras verle apurar el vaso de un sólo trago, creímos conveniente resumir la parte concerniente a la carta de Kalarel. Parecía no saber nada al respecto y, teniendo en cuante el trago ingerido, yo empezaba a dudar que pudiesemos sacar algo más de esta triste figura. Por último nos recomendó visitar a una sacerdotisa de Chauntea llamada Linora. Al salir de la mansión, el mayordomo de Lord Padraig entregó al grupo 200 monedas de recompensa.

El templo de Chauntea resultó ser pequeño de lo yo esperaba, pero aportó a nuestros corazones un alivio y un renovado ánimo que no sentíamos desde bastante antes de llegar a la ciudad. Sin ni tan siquiera haber reparado en ello, nosotros también habíamos caído presa del maligno influjo, igual que el resto de habitantes, y este modesto lugar aún ofrecía un refugio en contra. Linora se encontraba concentrada en sus rezos a Chauntea, diosa de la vida, así que aguardamos respetuosamente hasta que hubo terminado, y le expusimos lo ocurrido, esperando que ella pudiera ofrecernos algo más de luz. Nos contó que este clima opresivo empezó a extenderse poco despues de la marcha de mis compañeros. Nos contó además que siguió la pista sobre unos cultistas, y estaba bastante segura de que estos se encontraban aquí, en Refugio Invernal aunque no sospechaba de nadie en concreto. Finalmente nos recomendó que hablasemos con una especie de sabio local llamado Baltrum, conocido en la ciudad como "El guardián de los secretos". Dejamos a una Linora preocupada con las noticias recibidas, especialmente tras mencionarle al dragón que algunos denominaban zombie (¿?)

Cuando llegamos a la torre de Baltrum este nos recibió con una templanza poco habitual, teniendo en cuenta la situación en la localidad. Nos ofreció asiento y nos sirvió un vaso de una bebida que pude reconocer como brandy de los enanos que, por supuesto, no probé. ¡Sólo un loco se atrevería con semejante licor! En ese momento descubrí que Kanon no opinaba lo mismo o, desde luego, no reconoció lo que tenía entre sus manos pues decidió pegarle un trago que estoy segura lamentó largo tiempo. En cuestión de segundos comienzó a toser compulsivamente, hasta el punto de asemejarse a un tomate maduro (efecto aumentado por su afeitada cabeza) Con sus venas terriblemente hinchadas, consiguió frenar su tos y con una expresion que a duras penas ocultaba el sufrimiento de su cuerpo, sacó orgullo para exclamar "Es un licor muy flojo". Oghma le ha dado la espalda porque no existe un ápice de razón en la mente de este ser... y juzgando su estado actual tampoco Tymora lo protege.
Tras contarle Lilith todo lo ocurrido al sabio, este nos confirmó que se trataba de alguna influencia maligna más fuerte que Chauntea. Nos habló sobre la Fortaleza del Páramo Sombrío que era un antiguo bastión de Cormyr (Kanon, bajo la influencia del brandy enano exclamó algo parecido a "¿fortarlggllgl?") La Fortaleza del Páramo Sombrio, segun Baltrum, se encontraba al norte de la ciudad y puede que estuviese infestada de goblins. -No fueron goblins todo lo que nos encontramos...- interrumpió Lilith, sospechando que había algo más en las historias de lo que en un principio parecía y le habló sobre los cultistas. Sorprendido, indicó que eso sólo podía significar una cosa, que a Shadraxil no lo mataron, si no que fué derrotado y confinado en el plano de la sombra. (Noté un alivio inmediato en la expresión de Andrew al entender que no se trataba de un dragón no-muerto. El desconcierto y enfurecimiento se borraron de su cara) La mencionada fortaleza era la puerta a dicho "mundo" y ¡pretendían abrirlo! El confinamiento del dragón había ocurrido hacía un milenio y esas historias terminaban siempre por diluirse o confundirse con el tiempo y por ese motivo se acabó creyendo que Shadraxil estaba muerto. Dado el conocimiento y erudición de Baltrum, decidimos enseñarle la carta (animados por el comentario de Lilith: "¿y si sabe cosas?") Tras examinar la misiva, se mostró más convencido de la relación entre todos los puntos mencionados, pero no sospechaba de ningun lugareño como espía. Tras consultarle por la última persona que se instaló en Refugio Invernal, nos habló de un mercader llamado Bairwin, que había llegado a la ciudad hacía unos años.

Nos despedimos del sabio dispuestos a visitar al mercader y averiguar algo más. Cuando salíamos, observé más detenidamente la torre y percibí entonces que era más antigua que la ciudad, pero a su vez se encontraba bien conservada...demasiado. ¡Estaba claro! Dicha construccion se encontraba bajo el influjo de un encantamiento que le permitía resistir el paso del tiempo.

Por el camino Kannon decide indagar para buscar "cosas", a ser posible "caballos mágicos". Supongo que seguía bajo el influjo del fuerte licor y las desdichas pasadas...

Encontramos rápidamente lo que buscábamos tras un enorme cartel en el que se podía leer "LA GRAN TIENDA DE BAIRWIN". Dentro y ante la apabullante cantidad de mercancía Kannon susurró algo acerca de semejante despliegue de provisiones. En ese instante salío de la trastienda un humano con expresión solícita y, con un vivaracho tono, nos dió la bienvenida, indicando que se alegraba del comentario del semielfo. Sus taimada cara y su aspecto me llevaron a la mente recuerdos de otro momento y otro lugar que rápidamente me esforcé en borrar.



Sin mas dilación, el mercader comienza a enseñarnos diversos objetos sobre el mostrador y con esa excusa Kannon entabló conversación para intentar sonsacarle. Bairwin nos indicó que llevaba unos 5 o 6 años en la ciudad y, entre fanfarronadas e historias poco creíbles, desveló que se había instalado aquí tras visitar la ciudad de paso a otras rutas mercantiles y, por un impulso, decidió comprar la tienda en la que nos encontrábamos. Decididamente, este humano no me inspiraba ninguna confianza, y cada palabra pronunciada con esa ladina voz nasal no hacía más que reafirmarme. En algún momento tambien nombró a Douven, el amigo de mis compañeros, pero no aportó ningún nuevo dato a lo ya sabido y Kannon mostraba ya claros síntomas de hastío. Bairwin no parecía reparar en ello y seguía mostrandonos objetos de su muestrario a la venta entre los cuales se hallaban unas monedadas de antes del cataclismo, llamadas "dragones" por la cuales pedía 50 monedas ¡por cada una! Dado el cariz que la situacion estaba tomando, creí que lo más oportuno era irse de allí y, tras indicarle que nos lo pensaríamos, nos fuimos alejando marcha atrás poco a poco hasta que todos salímos de aquel lugar mientras el excéntrico mercader con chaleco nos despedía con la mano...

En la calle comenzaron las desavenencias entre nosotros sobre cual debería ser nuestro siguiente paso: Lilith hablaba en favor del pueblo ya que nos inducía a proteger la ciudad y avisar a los "mandamás" para que no "panda el cúnico" y otros discrepaban indicando que la ciudad está bastante defendida y que tanto Lord Padraig como Baltrum sabrían que hacer. El clérigo Andrew prefería claramente ir a la fortaleza del Páramo Sombrío y otros a la tumba del dragón para seguir investigando los pasos de Douven. Finalmente, acordamos ir juntos a la tumba, pero el clérigo impuso como condición que luego pondríamos rumbo al páramo. Todos confirmamos dicha promesa y ese momento el veterano Andrew Wiggin, exorcista sagrado de Kélemvor, una de las armas más afiladas contra los no-muertos perdió todo el respeto gritando un pueril Yujuuuu con los brazos en alto.

En el trayecto a la tumba del dragón, nuestro clérigo percibió que algunos pájaros misteriosamente seguían la misma ruta que nosotros. Uno de ellos incluso le dejó un presente a Kannon en su despejada cabeza... (¿un coco?)

Pasaron dos jornadas de marcha sin incidentes más allá de aquellos misteriosos pájaros cuando llegamos a un pronunciado cráter donde pudimos distinguir varias figuras humanoides que rodeaban un conjunto de huesos... Lilith con gesto cansado exclamó: "¡Oh no! ¡Otra vez no!"
También había varias figuras algo más pequeñas que los humanos, de aspecto dracónido parecidos a una variedad de lagarto llamada dragón de komodo. Al vernos llegar estos seres clavaron su mirada en nosotros y Andrew susurró que parecían "in-komodos" ( me pregunté si no sería el ambiente de Ciudad Invernal lo que estaba haciendo mella en su mente)
Calculamos un total de 4 humanos, 2 dracónidos, un mediano y un gnomo. Éste último fué el que nos invitó a acercarnos, pero alguien (no recuerdo quien) apuntó que "olía a cuerno quemao". Lilith decidió tomar la iniciativa y se acercó corriendo interpondiendo su escudo entre ella y nuestros oponentes. Yo me subí a una zona apartada y alta para lanzar desde allí un proyectil mágico que hubiera dado de lleno a uno de los humanos si el otro (¡maldito!) no le hubiera apartado de un empujon. En ese momento de despiste, el mediano aprovecha para lanzarme una piedra que hizo bastante daño. Kannon entonces se adelantó por detrás para lanzar más de cerca una flecha a uno de los humanos, pero esta se pierde en el aire... (Supuse que aún seguía bajo los efectos de la resaca del licor enano, y esta provocaba efectos perjudiciales a su puntería). Creo que finalmente acabó estrellandose contra un pájaro que pasaba por allí...
Andrew también se adelantó para atacar a un dracónido pero no consiguió acertar. Y mientras tanto la chusma se acercaba...
Lilith estaba cercada por los dos dracónidos así que decidió asestar un mandoble con su espada a ambos que los dejó algo dañados mientras yo provocaba una columna vertical de llamas que abrasó hasta su muerte a los dos humanos que quedaron atrapados dentro. (Andrew en ese momento gritó "BARBACOA" y empecé a plantearme a quien había contratado...)
El mediano envió una lluvia de piedras al pobre semielfo que bramó de dolor mientras en su cabeza salían varios bultos uno encima de otro que le dejan desmoralizado...(Tymora seguía sin acogerlo en su seno)... Decidió acercarse rápidamente a uno de los humanos restantes y lanzarle un ataque de tal agilidad que el humano muere antes de poder reaccionar. Kannon animado con su triunfo, gritó ¡HE MATADO A UNOOOO! Mientras, el clérigo se acercó a un dracónido y lanzando una plegaria intentó asestarle un golpe con la maza pero el rezo no fué suficiente y el dracónido se libró del impacto. Andrew no tuvo la misma suerte, ya que el humano que quedaba aún con vida se acercó por detrás atacándole con un palo que le dejó algo magullado. Aún dolorida por la pedrada, decidí vengarme del taimado mendiano lanzándole un rayo de fuerza plateada que le alcanzó, arrancándole un alarido. ¡QUE SE JODA! gritamos todos. Pero la alegría duró poco, ya que aunque mi ataque le hizo mella, no consiguió inutilizarle y decidió tomarla con Kannon lanzandole otra pedrada que hizo blasfemar al semielfo. En ese instante además vemos atónitos como el gnomo ¡DESAPARECIÓ! Decidimos lanzar varios ataques al mediano que le dejan bastante maltrecho y finalmente falleció.
En ese momento, una explosión de energía divina surgió del clérigo matando al humano que quedaba a la vez que dejó maltrechos a los dracónidos. La onda de la explosión alcanzó a Kannon y, lejos de perjudicarle, le sanó las heridas y contusiones. Lilith, fortalecida por tal hazaña, se lanzó a por uno de los dracónidos al cual golpeó fuertemente, pero no lo suficiente, porque este contraatacó dejándola malherida. El otro dracónido tambien conservaba fuerzas, ya que asestó otro golpe al clérigo dejándole también en lamentable estado. Una flecha atravesó rauda el aire en ese instante hundiéndose entre las escamas del dracónido si bien no pareció afectarle demasiado. Andrew intentó golpear de nuevo al dracónido sin éxito (normal, dado el estado en que estaba) pero consiguió curarse a si mismo para continuar la batalla. Por orden de Lilith, señora de la guerra, no dejaba de moverse de un lado a otro para rodear a sus enemigos de lengua bífida. Lancé en ese momento dos rayos plateados más al dracónido más herido, abrasándolo hasta morir.
Sin previo aviso, el gnomo apareció de nuevo detrás de Kannon y, armado con un pico de guerra, atacó al semielfo con la intención de clavarle el pico en la espalda, pero no con el tino sufiente, pues lo único que consiguió fué desgarrarle la ropa hasta el trasero. Kannon en venganza, le lanzó dos apestosas "brisas divinas" que dejaron a su menudo enemigo algo desconcertado y enfurecido. El aspecto que presentaba en aquellos momentos el pobre Kannon era desastroso: sin pelo, con dos bultos de amplio tamaño en cabeza, sin cejas y ahora con las ropas desgarradas dejando su "peligroso" trasero al aire... Si no fuese por que el momento requería concentración, no hubiera podido parar de reir. En lugar de eso envié otro rayo de fuerza al dracónido restante que debilitó sus fuerzas aunque no conseguí mi objetivo de matarlo definitivamente. El gnomo mareado, aún intentó un nuevo ataque contra el hilarante semielfo, pero obviamente no dió en el blanco, momento que aprovechó Kannon para atacar, causándole bastante daño. Andrew volvió a curarse y acto seguido atacó de nuevo al reptil, pero otra vez falló en su intento si bien aquel escurridizo ser encontró su fin cuando Lilith, harta de la situación, ejecutó un ataque que hizo que la cabeza de este saliera volando. ¡POR FIN!
El gnomo volvió a desaparecer, sólo quedaba él. Kannon lanzó un ataque a la zona donde nuestro enemigo había desaparecido con una destreza tal que acertó de pleno a juzgar por el alarido que sonó en el aire... Kannon le gritó entonces ¡JÓDETE! Todos los demás lanzamos nuestros ataques, pero al contrario que el semielfo, sólo golpeamos al aire (no se nos escapó la ironía del momento). El gnomo apareció de nuevo para darle con la ballesta a Kannon que hizo a este "acordarse de toda su familia". No quiero acordarme de todo lo que salió por su boca en aquel momento... realmente estaba muy malherido! Para zanjar la situación, decidí lanzarle al maldito gnomo otro rayo que lo tiró al suelo vencido. ¡Por fin la batalla había terminado!

De pronto vimos a Astaroth aparecer tambaleante, con heridas y un hilo de sangre salía se su boca. Tras curarle nos contó que había más enemigos que aparecieron por detrás y se encargó de ellos. Estabilizamos también al gnomo con el fin de interrogarle más tarde.

Mientras recuperábamos las fuerzas tras la contienda oímos gemidos, y el sonido nos llevó a un montículo de pieles y otras mercancías. Cuando Astaroth retiró las pieles (mientras Kannon apuntaba con su arco) debajo apareció un humano atado y amordazado. Tras quitarle la mordaza, Kannon bajó el arco, ya que habían reconocido la voz de Douven Staul (noté como el semielfo se alejó un poco para cubrirse el trasero).

Douven, en un hambriento y debilitado estado, nos contó que poco después de llegar a este lugar llegaron nuestros enemigos y se hicieron con la excavacion haciéndole prisionero. Recordó haberles escuchado hablar sobre una reliquia, pero no sabía nada más al respecto.
Mientras el avejentado amigo comía, bebía y descansaba, Lilith despertó a nuestro prisionero y comenzó a interrogarlo con tanta vehemencia que empezó a formarse un charquito amarillo debajo de este. Nos indicó que se hicieron con el lugar porque pertenecía a su señor, Karalel, que debería llevarle una reliquia a Bairwin (¡maldito mercader! mis temores no me engañaban) . También nos confesó que necesitaban dicho objeto para algún ritual en una fortaleza de las montañas, tras lo cual Kanon decidió efectuar su deseada venganza con tajo en el cuello acabando así con el sufrimiento del gnomo (al fin y al cabo el corazón del semielfo no albergaba maldad). La mencionada reliquia era una especie de espejo muy antiguo perteneciente al imperio de Cormyr.
Douven, ya más recuperado, nos agradeció el rescate indicando no obstante que se retiraba de la vida de aventurero. Nos acompañaría de vuelta a Refugio Invernal y desde allí se iría de vuelta a su hogar. En sus manos sujetaba un colgante del que extrajo un retrato de su mujer y, tras guardarlo, nos ofreció el colgante añadiendo con tono enigmático que lo utilizaríamos mejor que él. Se trataba de un amuleto que otorga salud y fortaleza. Acordamos cedérselo a Lilith, ya que es quien mejor uso daría al mismo. El veterano Douven nos contó también que pensaba al principio que los restos de la excavacion eran de Sandraxil pero se dió cuenta de que estos huesos eran demasiado pequeños para ser de este gigante, y además demasiado antiguos. El dragón al que pertenecían estos restos murió antes de que Shadraxil asolara estas tierras.

Antes de partir Kannon, despojó de pantalones a uno de los cuerpos humanos para restaurar un poco el respeto perdido y no sentir demasiado el frío en su sensible retaguardia. Astaroth nos dejó claro tanto al clérigo como a mi que aún no confiaba en nosotros. Me pregunté que debíamos hacer para que abandonase tal actitud de suspicacia.
De vuelta en la ciudad Douven se separa de nosotros para ir a descansar a la posada, despidiendose definitivamente de sus días de aventuras...



Tras un acalorado debate decidimos nuestro siguiente paso...

- Earsel -
jueves, 5 de mayo de 2011
Tras la escaramuza con los kobolds en el exterior de la cueva, al sur de Refugio Invernal ( en la que volví a demostrar una vez más mi incuestionable contribución al grupo ), decidimos encaminarnos hacia la abertura de la cueva para intentar encontrar al responsable de los ataques, Diente de Hierro.

Sigilosamente nos acercamos a la entrada de la gruta, pero en ese momento, mis aguzados sentidos escucharon algo: lo que parecían ser unos leves gemidos procedentes de la parte lateral de la cascada.
"No lo oís?"- les pregunté a mis camaradas. "Pues va a ser que no" - me comentaron. Siempre se me olvida que mis capacidades de percepción son infinitamente superiores a las suyas.

Nos acercamos a la fuente de los gemidos, y lo que vimos nos sorprendió: allí en medio de la espesura, nos encontramos a dos personas, una elfa y un humano, atados y amordazados, y parecían en bastante mal estado, como si les hubiesen dado una somanta de ostias.

Tras desatarles, les atendimos y les ayudamos a llegar al río para que se refrescaran y tomaran un respiro.
"Quienes sois?""Y qué hacíais atados y amordazados?"

El humano respondió que se llamaba Andrew Nomeheapuntadoelapellidoynomeacuerdo y que era un clérigo de Kélemvor. La elfa por su parte se llamaba Earsel Tampocomeacuerdodelputoapellidoporquetampocoloheapuntado, y era una maga. Ambos habían sido atacados por sorpresa por una partida de kobolds que los había hecho prisioneros. Tras recuperar sus pertenencias, descubrimos que ambos buscaban lo mismo que nosotros: a Diente de Hierro. Así que ya que seis espadas pueden más que cuatro, forjamos una rápida alianza hasta acabar con Diente de Hierro, y después ya habría tiempo de mayores presentaciones ( aunque a Astaroth por alguna razón se le olvidó su nombre, y volvió a presentarse como un tal Oswaldo... ). Además, Astaroth fue el único que no parecía fiarse demasiado de los recién llegados, y empezó a hacer cosas con los dedos...

Todos nos dirigimos a la cueva, pero en ese momento Dótar dijo "uy si yo tengo cosas que hacer!", y por alguna razón se quedó en el exterior de la cueva (¿?).

Antes de dirigirnos sigilosamente hacia la cueva de nuevo, Astaroth hizo un comentario sobre no fiarse de ellos que me obligó a cargar mi arco y apuntarle en toda la cabeza, pero al coger la flecha se me resbaló y me disparé en el pie... por suerte me atravesó la bota sin mayores consecuencias para mis deditos.

Al entrar en la cueva, oímos el movimiento de los kobolds, y un vistazo nos rebeló que la cueva estaba infestada de esas repugnantes criaturas. Teniendo claro que se iba a liar pardala, decidí dar el primer golpe, demostrando una vez más mi capacidad de liderazgo.

 Con el primer flechazo abatí a uno de los kobolds ( le clavé una flecha en tol melón ), lo que puso en alerta a todos los demás, y que dió comienzo a la refriega.
Intentaré hacer una crónica lo más exacta de la heróica hazaña que siguió a ese primer disparo, y que fue conocida durante muchos años después como "La Batalla de la Cueva de Diente de Hierro".

Lo primero que debo mencionar es que nuestros dos recién llegados se desenvolvían bastante bien, Earsel disparando bolas de fuego, y Andrew usando sus poderes divinos ( que nada tienen que ver con falditas y estampados ).

Todo lo contrario que Cuernecitos, que a las primeras de cambio e intentando cargar contra los kobolds, se tropezó con una piedra del lateral de la cueva y se tragó los piños contra la pared...

En ese momento fue cuando por razones totalmente ajenas a mi gran habilidad con el arco, los enemigos se negaban a morirse ante mis flechazos, y las flechas se clavaban en las paredes por alguna misteriosa razón...

A la vez, Cuernecitos, entre ostia va y ostia viene con su daga, no hacía más que gritar al aire "PUES YO TODAVÍA NO ME FÍO DE ELLOS!!", refiriéndose a Andrew y Earsel, lo que más adelante le valdría el sobrenombre del "Discrepador" ( no tan popular como Cuernecitos, claro ).

Lilith, por su parte, seguía con su política habitual en las peleas... ya sabeis, hay gente que derrota a sus enemigos, gente que los atraviesa... y luego está Lilith que los parte por la mitad.

A la vez, también decidió motivar a Earsel en medio del combate con un gutural grito de "VAMOS, COÑO, HAZ COSAS DE ESAS DE MAGO!!".

Como veis, dialogamos bastante durante este épico combate.

Tras esto se produjo un hecho curioso, y fue el que el único enemigo que abatió Earsel en todo el combate, no cayó por sus poderes mágicos, ni por sus trucos o hechizos... cayó por un bastonazo dado con toda su mala leche que le juntó la cabeza con los hombros.

Este fue el momento del combate en que nos pusimos más salvajes, ya que Cuernecitos recibió una lanza en las costillas que le hizo cogerse un buen mosqueo, y no se le ocurrió otra cosa que sacársela, y empuñándola con todas sus fuerzas, se la metió por el gaznate a uno de los kobolds, mientras Lilith literalmente partía en dos a otro kobold de un espadazo, poniendo todo el suelo perdido de intestinos con un sonoro "Splotch!"...

Los enemigos decidieron reagruparse en ese momento, haciendo un divertido ruido con los pies al pisar el terreno de la cueva ( algo así como si pisaran patitos de goma ¿¿?? ).

En este impass, Earsel y Andrew se dedicaron a tirarse piropos uno a otro en medio del combate, gran momento para hacerlo ( como veis, en este combate hubo más diálogo que en resto de nuestra aventura junta ).

Andrew aprovechó para usar un poder chachi con Astaroth y curarle casi por completo, lo que es muy interesante de saber de cara a combates futuros. ( mola ese poder, oigan ). Y por fin, tras estas jornadas que llevamos juntos, le encontramos un buen mote a Lilith, que desde este momento queda bautizada como "Señorita de la Guerra".

El combate volvió a endurecerse cuando por fín apareció aquel al que le teníamos ganillas: Diente de Hierro ( al que Cuernecitos se empeñaba en llamar Diente de Oro ). Ví como tres nuevos enemigos ( incluyendo a Dientecito ) se aproximaban y dí buena cuenta de uno de ellos con mi arco, mientras Earsel le lanzaba un petardo ( porque no se puede considerar de otra forma semejante pufo ) a otro de ellos.
En ese momento, uno de los recién llegados, con aspecto de Sacerdote, se puso a cantar una canción de los Chichos de la Puebla, que pareció dar nuevas energías a los kobolds restantes que quedaban en pie. Estaba claro: había que acabar con ese cabrón.

Por fín Cuernecitos decide hacer algo útil, y usa un poder llamado Bombardeo Cegador y se carga a un puñado de enemigos ( y digo yo que si tenía ese poder desde el principio por qué coño no lo ha usado hasta ahora ).

Yo decidí seguir haciendo lo que mejor se me da: mellar las paredes a flechazos. Lilith también, así que se puso a abollar cascos de kobold ( con el kobold dentro ). Incluso Andrew, que se dedicó a extirpar pulmones de kobold por el método de atravesamiento por lanza de luz.

En ese momento me giré, y me encontré con Diente de Hierro cara a cara, empuñé mi arco para dispararle, pero todo lo que recuerdo es un estallido de dolor tras el meco que me dió y que me hizo acordarme de la puta madre Goblin que le parió, así que decidí usar mi poder más mortal ( no, no es enseñar el elefantito ), Dividir el Arbol, tras lo cual hice caer a uno de los kobolds, aunque el otro permaneció en pie.

Lilith entonces sorprendió a Diente de Hierro, al teleportarse frente a él y darle una buena guaya. Andrew pasó cagando leches por delante de un enemigo canturreando algo del Fary con lo que el kobold desconcertado y enfurecido no pudo acertarle.

En ese momento ocurrió algo muy extraño, casi místico, como si estuviésemos poseídos por alguna fuerza maligna y demoníaca, ya que el combate se paró y empezamos todos a discutir sobre colores y gamas cromáticas ¿¿¿¿¿¿¿?????? Por si esto fuera poco, y además del empeño de Astaroth por llamar Diente de Oro a Diente de Hierro, Earsel obtuvo una depilación de cejas gratuita de parte del aliento de fuego del sacerdote kobold.

Andrew y Cuernecitos decidieron apalear vilmente a dos kobolds de los mierdecillas, supongo que como venganza por tanta tocada de cojones. Tras esto Astaroth de irguió y con voz majestuosa y tronante dijo en voz alta: "TODOS ATENTOS! VOY A HACER UNA COSA!".

Evidentemente todos pasamos de él, claro. Y aquí ocurrió el hecho más triste de toda la batalla y es que el hijolagranputadel sacerdote me lanzó dos bolas de fuego que consecutivamente me dejaron sin mi hermosa cabellera y después mi frondosa mata de pelo rizado del pecho ( con lo que mi coeficiente de atractivo Gaylord ha aumentado ).

El combate empezo a ponerse crítico cuando Lilith, tras recibir ostia tras ostia de Dientecitos, cayó inconsciente al suelo. Decidí vengarla estrellando un par de flechas más en la pared de la cueva.
Y como toda batalla épica tiene un final épico, fue finalmente Astaroth quién acabó con Diente de Hierro... de un cantazo en todo el melón con su honda ( lo que tiene narices, tras meternos con él por pasarse la vida usando la honda en vez de la daga ). Vale, o sea, que le tiramos bolas de fuego, lanzas de luz, espadazos, flechas, etc, para que al final le matemos de una pedrada?........

Tras la batalla, examinamos cuidadosamente a Diente de Hierro, y descubrimos que llevaba en su poder una llave ( que abrió el cofre más majo que las pesetas de la esquina de la cueva ), y un mensaje de un tal Kalarel ( otro más que se une a la fiesta ), que venía a decir que se va a abrir una grieta y que todos en Refugio Invernal se van a hacer caquitas cuando eso pase, y que violarán a sus caballos y montarán a sus mujeres.

El día acaba con Astaroth encontrando una armadura chachi, y con la promesa de que esto no se ha acabado...

Pero eso, será otro día.

-Kanon-
Tras una jornada de viaje rumbo sureste a través de los bosques, en busca de la guarida de los malditos kobold, llegamos a una zona un poco más despejada, con un tramo de rio que fluía dirección suroeste, y una cascada que caía desde un pequeño alto en el terreno.

Nos detuvimos un momento a escuchar, y por encima del rugido del agua al caer en la cascada,
distinguimos las voces de las pequeñas criaturas, y tras acercarnos un poco más pudimos divisar a un grupo más o menos numeroso de ellas.

Tratamos de acercarnos con sigilo, pero Dotar es incapaz de guardar silencio finalmente, y las placas de su armadura entrechocando revelan nuestra posición. El combate ha comenzado…

Astaroth se percata de que una de las criaturas, ataviada con una sencilla armadura de pieles, se separa del resto, y recula en dirección a una abertura en la pared de piedra a sus espaldas. El tiflin agitó con maestría la honda, impactando al kobold y rompiéndole varios dientes.

“Maldición hay que avisar a Diente de Hierro!!” farfulló de forma apenas inteligible.

En otra parte del pequeño campo de batalla, una bola de piedra, envuelta en un humeante ácido, impacta en el hombro de Kanon, aturdiendo momentáneamente al elfo (éstos malditos kobolds contaban con más recursos de lo que parecía sin duda!).

Al parecer los escamosos kobold, se estaban reuniendo en un cerco de piedras con unas runas grabadas en el suelo que resplandecían con un tenue brillo azulado. Con el kobold mejor armado situado justo en el centro del glifo. No obstante, una certera combinación del impacto seguro de Astaroth, y el Favor del Señor de la Guerra de Lilith, bastó para acabar con él.

Entre tanto, Kanon, determinando que el Kobold que quería dar la voz de alarma no podía escapar, acabó con su presa de un certero disparo de su arco.

La situación alrededor del círculo mágico se complicaba por momentos. Lilith y Dotar se vieron de pronto rodeados por una pequeña turba de los molestos reptilianos. Una lluvia de golpes calló sobre los héroes, aunque consiguieron salir más o menos airosos del primer envite. Los primeros intentos de contraataque no surtieron el efecto deseado, y el combate se estaba volviendo encarnizado a cada instante transcurrido. Cuando todo parecía perdido, Dotar, apelando a su herencia dracónida en su forma mas primaria, exhaló un terrible aliento de acido que acabó al instante con 5 de las criaturas, y dejo a otra muy magullada, tan
solo para a continuación con un poderoso mandoble de su gran hacha, partirlo por la mitad…


El resto de Kobold, cierran filas con intención de vengar a sus camaradas caídos, presionando a Lilith y a Dotar, mientras Kanon y Astaroth tratan de acabar con otro kobold que intenta huir para avisar a sus congéneres. Lilith acaba con otro par de ellos, mientras Dotar hace lo posible por contener al resto.

Finalmente Kanon tuvoque meterse hasta las rodillas en el riachuelo (empapándose los pantalones de malla
en el proceso) persiguiendo al kobold a la fuga, rematándolo finalmente con un ataque cuidadoso.

Poco después todo el ruido que quedaba en el aire era el de los moribundos y el de las
pequeñas alimañas del bosque cuando el último de los kobold cayó. Mientras Astaroth
recogía las pocas cosas de valor que poseían las criaturas, y que ya no iban a necesitar,
Dotar, decidió interrogar a un kobold que aún respiraba. “Quien es Diente de Hierro y
donde está!!” –Gruño el enorme dracónido intimidando al pequeño. La criatura giró la
cabeza y señalo a la abertura en la pared de roca que habían visto antes, señalando con
el dedo, antes de desplomarse con su último hálito de vida…

-El Narrador-
Después de pasar una apacible noche en la posada Wrafton nuestros héroes se reunieron en la sala principal para dar buena cuenta de un copioso desayuno, durante el transcurso del mismo llegaron a la conclusión de que lo mejor era ir a ver a Lord Padraig para así poder obtener un mejor conocimiento de la situación actual de la ciudad y quien sabe sí encontrar algo de información acerca del paradero de Douven.

Al salir de la posada empezó a llover -"Genial, y yo que me había puesto las mallas nuevas y me había lavado el pelo con champú de amapolas" dijo Kanon, Lilith le dio un coscorrón -"deja de quejarte de tu pelo y mejora tu puntería, que la última vez me agujereaste la capa" dijo mientras señalaba un agujero en la misma. Astaroth y Dotar soltaron una carcajada, una pareja que pasaba cerca de ellos se apartó asustada, ver reírse a un tiflin y a un Dracónido no era algo muy normal por aquellas tierras.

Sin más contratiempo llegaron a la mansión del noble de la ciudad, la cual presentaba un buen aspecto comparado con el resto de los edificios de la ciudad.

-"Alto", dijo uno de los guardias, "¿Quiénes sois y que os trae al hogar de Lord Padraig?", preguntó mientras observaba al grupo de arriba abajo

-"Tenemos una audiencia con Lord Padraig, o sois tan tontos que con vuestras miradas aún no habéis deducido que somos el grupo de aventureros que está esperando"

-"Cuida tu lengua eladrín o…"

-"¿O qué?" dijo Astaroth mientras apartaba la capucha que cubría su cabeza mostrando dos imponentes cuernos.

Los guardias se juntaron y apuntaron sus lanzas hacia los aventureros, las armas temblaban en sus manos.

-¿¡Que ocurre aquí!? Gritó una voz detrás de los guardias.

Una figura envuelta en una capa se entre puso entre los dos bandos.

-"Amigos, podéis pasar, ruego disculpéis la incompetencia de mis guardias, son jóvenes y bastante impulsivos" dijo lord Padraig, "ya hablaré con vosotros después" dijo dirigiéndose a los asustados guardias.

Lord Padraig, Astaroth, Kanon y Lilith entraron en la torre, el Dracónido se quedó mirando la puerta y soltando un suspiro se agachó para poder pasar ya que su tamaño era mayor que el marco de la misma; los soldados soltaron una desafortunada carcajada, Dotar se volvió y emitió un rugido, los guardias retrocedieron un par de pasos. Uno de los guardias notó como algo caliente recorría su pierna derecha, al ver que el guardia se había orinado encima Dotar dibujó una sonrisa en su cara y se dirigió hacia el interior de la mansión.

La mansión estaba muy bien acondicionada, el edificio estaba hecho de piedra y madera, en el interior un cálido fuego dio la bienvenida al grupo.

-"Mis criados os traerán algo de comer y beber, ruego olvidéis el desafortunado incidente, parece que los jóvenes carecen de sentido común estos días" dijo Lord Padrag

-"No se preocupe, estamos acostumbrados a este tipo de situaciones" dijo Kanon

Los cinco se sentaron a la mesa y empezaron a hablar, al poco tiempo los criados les trajeron unas humeantes bebidas, mientras daban buena cuenta de ellas Lord Padraig les preguntó.

-"Últimamente no llegan muchos aventureros, ¿Qué os trae por aquí? "

-"Verá, venimos desde Luna Alta en busca de nuestro mentor que desapareció hace unas semanas, quizás usted haya oído hablar de él, su nombre es Douven". Dijo Kanon

Lord Padraig se atusó la barba.

-"Un aventurero con ese nombre salió de esta ciudad hace unas semanas, se dirigía al sur-este. Es un camino peligroso, ayer uno de nuestros exploradores nos avisó de que había localizado una guarida de Kobolds muy cerca del camino que pudo coger vuestro mentor"

Lilith se inclinó hacia atrás en la silla, cruzó una pierna sobre otra y preguntó:

-¿Qué pueden estar buscando esos Kobolds? Hemos tenido algún encuentro con ellos y parecían demasiado bien organizados para ser meros asaltantes de caminos.

-"Ya había oído de vuestro encuentro". Dijo Lord Padraig "No voy a dar más rodeos, estos Kobolds son un problema para la ciudad y las granjas que la rodean, os ofrezco cien piezas de oro de recompensa y todo lo que encontréis en la guarida de los Kobolds, y quien sabe quizás encontréis pistas que os lleven al paradero de Douven"

Los héroes se miraron y asintieron

-"Muy bien, aceptamos el trato" dijo Lilith mientras extendía la mano hacia Lord Padraig.

Los cuatro aventureros salieron de la mansión y se dirigieron a la posada para recoger sus cosas y comenzar el viaje cuanto antes.

El camino estaba algo embarrado por la lluvia que había caído durante la mañana, el grupo avanzaba con paso firme hacia donde les habían indicado que estaba la guarida de los Kobolds.

Kanon alzó una mano indicando que todo el mundo se quedara quieto, de un grácil salto se subió a una pequeña roca y con una voz que denotaba que las mallas le apretaban mucho dijo "¡Algo ocurre alrededor!".
Mientras los cuatro sacaban sus armas de entre la espesura sin previo aviso aparecieron cinco malvadas figuras, los Kobolds eran familiares, pero no una criatura que les recordaba a una enorme rata con túnica.

"! Hoy probareis mis dagas ¡", gritó Astaroth

De repente de las manos del ser con cara de rata surgió una bola de fuego que se dirigió hacia Kanon, la diosa fortuna parecía que había sonreído a Kanon ya que el ígneo proyectil erró su objetivo dejándole sólo con unos mechones de pelo chamuscados.

"¡ Me has quemado el pelo, pagarás por ello ¡", dijo el semi-elfo mientras se bajaba de la roca y se reunía con sus amigos. Por desgracia no vió como se dirigía hacia él un Kobold que le propinó un fuerte golpe con su escudo, pero su desgracia no acababa aquí, un segundo Kobold cargó y consiguió acertar otro golpe con su espada sobre Kanon.

La cosa no pintaba bien con un miembro del grupo herido.

El Dracónido de un salto se plantó delante de los dos Kobolds y con un rugido soltó su aliento de ácido sobre ellos, una de las pequeñas criaturas recibió un impacto que hizo que su piel se empezara a deshacer, sus gritos alertaron a la gran rata la cual empezó a mover las manos y a recitar un conjuro.

Un tercer Kobold se dirigía hacia Astaroth con su espada en alto, Lilith de un salto se plantó en su camino, al verla el Kobold levantó su escudo justo a tiempo para evitar el impacto de la espada de Lilith.

Kanon recuperó fuerzas, cogió una flecha y apuntando a sus enemigos disparó con tan mala fortuna impactar con un sonoro ruido en la armadura de Dotar.

Después de notar el impacto y oír como el semi-elfo se disculpaba el Dracónido volvió la vista hacia el Kobold, de repente notó como un fuerte dolor le recorría el costado, el maldito Kobold que debería estar derretido por el ácido estaba en plenas facultades para combatir. "Esa maldita rata le ha curado" pensó para sus adentros.

-¡ Aguanta Kanon, ya nos hemos encargado antes de los de su especie y lo volveremos a hacer ¡" gritó Lilith.

Con furia agarró su hacha y descargó un brutal golpe que partió por la mitad el escudo del Kobold y a continuación a su dueño. "! A ver si puedes curar esto hechicero ¡", gritó a la rata.

Astaroth que en ese momento estaba dirigiéndose hacia la espesura para poder obtener una mejor cobertura recibió el impacto de una flecha en el hombro. "! Cuidado, hay otro entre los árboles ¡" gritó a sus compañeros mientras se arrancaba la flecha. Tambaleándose consiguió llegar al lado de Dotar, para asestar una puñalada al Kobold que hacía un instante presenció el descuartizamiento de su compañero.

Lilith alertada esquivó otra fecha proveniente del mismo sitio que la anterior mientras golpeaba al Kobold que antes había parado su golpe, sólo que esta vez la criatura no pudo pararlo a tiempo y recibió un profundo corte que casi le arranca el brazo.

El hombre rata lanzó otra bola de fuego contra el semi-elfo, pero dotar estaba en la trayectoria, saltó hacia un lado esquivándola con tan mala suerte de que uno de los Kobolds consiguió hundir su espada por debajo de la Armadura del Dracónido. Kanon al ver esto furioso disparó una flecha contra el ser que había herido de gravedad a Dotar dándole justo entre los ojos y acabando con su miserable vida.

Astaroth se dirigió hacia la espesura "Yo me encargo del que está en la maleza compañeros" gritó justo antes de tropezarse y caer al suelo de morros. El kobold que estaba oculto en la maleza soltó una sonora carcajada. "¡ Será tu última risa maldito ¡", dijo el Tifflin mientras de con un salto clavaba una daga en el hombro del Kobold.

La batalla se había puesto complicada para nuestros héroes.

En el fragor de la batalla Dotar notó como un calor abrasador le rodeaba, "maldita rata" pensó el Dracónido mientras caía sobre sus rodillas.

Dotar estaba casi inconsciente y un Kobold se dirigía hacia él, "¡ Kanon ¡" gritó Lilith. El semi-elfo disparó una flecha ante la amenaza que se cernía sobre su amigo, el impacto se produjo por encima de la rodilla del Kobold, "Levántate maldito Dracónido, ¿Quieres que todo el mundo sepa que has sido derrotado por vulgares Kobolds".

Dotar apoyando su hacha en el suelo y con la armadura negra por el impacto de la bola de fuego se levantó y con un rugido cargó hacia el mago, una flecha pasó al lado suya impactando y dando fin a la amenaza que suponía el Kobold.

El Dracónido asestó un duro golpe con su escudo desequilibrando a la rata y rompiéndole algo más que unos cuantos dientes, de su lado apareció Lilith la cual con un brutal espadazo arrancó un brazo al mago, de repente una flecha se clavó en el pecho de la criatura la cual se desplomó en el suelo.

El Kobold que estaba luchando con Astaroth al ver la situación intentó huir, pero una daga se clavó justo en su espalda matándolo. "Recuerda que con quien luchas es conmigo" le dijo el Tifflin al cuerpo inerte...

-Dotar-
Tras la batalla con los pequeños seres reptilianos de camino a Refugio Invernal ( en la que yo, Kanon, tuve un importantísimo papel, al acabar de un solo disparo de mi arco con dos de nuestros enemigos que querían acabar con mis camaradas de armas ), nos disponíamos a proseguir camino hacia Refugio Invernal ( que como su nombre indica es el lugar más cálido del mundo ).

Cuando nos poníamos en marcha, Cuernecitos se dió cuenta de que quizá sería recomendable coger uno de los extraños escudos que portaban los seres reptilianos, puesto que quizá alguien en Refugio Invernal conociera su procedencia.

Por alguna extraña razón en ese momento Dótar comentó: "Mmmm, intentaré recordar algo de mis grandes conocimientos de religión, quizá nos ayude con el tema de los escudos". Como ya estamos acostumbrados a los absurdos comentarios del gigantón, intentamos hacer como que no había dicho nada...

El cagaleras de Gevarn, que había estado agazapado tras una roca durante toda la reyerta, comentó: "Creo que esas criaturas son kóbolds. Desde hace un año se atreven a atacar con más violencia y más cerca de Refugio Invernal". "Y lo dices ahora mamón?", comenté yo, y todos estuvieron de acuerdo conmigo, por supuesto.

En fín, tras eso proseguimos camino hacia Refugio Invernal, camino que, trascurrió sin ningún incidente, aunque esa noche mis sueños fueron intranquilos, ya que soñé que vivíamos en otro tiempo y lugar, en el que nosotros no trabajábamos como héroes, sino en una realidad extraña, con máquinas con ruedas que se mueven solas, y que éramos una especie de vendedores en una gran choza, y vestíamos con unos extraños ropajes llamados "chalecos"...

Al siguiente día llegamos a Refugio Invernal, y lo primero que nos llamó la atención ( bueno, a mí el primero, claro, que estos chicos necesitan liderazgo ), fue el gran nivel de desgaste de las murallas de la ciudad, como si nadie se hubiese preocupado de su mantenimiento, lo que no dice nada bueno de la guarnición del lugar. Nos acercamos a los guardia que estaban apostados en la puerta, y nos comentaron que el mejor lugar al que podíamos dirigirnos nada más llegar a la ciudad era la posada de Wrafton, o bien podíamos visitar la plaza del mercado a nuestra izquierda.
Decidimos que lo mejor sería ir a la posada, así que nos encaminamos hacia ella. Nada más abrir la puerta nos llegó un delicioso olor a estofado, que nos recordó que la última vez que comimos decentemente fue hace ya unos días. En ese momento Gevarn dijo: "Os dejo amigos, ya que tengo que hablar con la hermana Linora del templo de Chauntea", así que nos despedimos de momento mientras nos asentábamos en una mesa libre, aunque yo por pura cortesía ( de la que carecen mis compañeros ), pregunté a la mesonera si tenía alguna libre.

La mesonera se nos acercó, presentándose como Salvana, y nos preguntó: "Saludos viajeros, deseais una habitación?". Respondimos que sí, y subimos a dejar nuestras mochilas de viaje. Al bajar de nuevo para llenar la andorga, observamos que había llegado un hombre mejor vestido que el resto de gente que estaban en la posada. Preguntamos a Salvana de quién se trataba y nos contestó: "Es Valthrun El Presciente. Es algo así como nuestro sabio local."
"Coño!" pensamos. A lo mejor este hombre sabía algo del paradero de Douven, así que me acerqué a hablar con él junto con Dótar. " Saludos señor. Podría hacerle algunas preguntas si no es molestia?".
Le pregunté por Douven y nos dió información valiosa: había pasado en efecto por allí, y buscaba unas ruinas ( por lo visto comentó algo de desenterrar unos huesos de dragón -espero que no fuese uno sodomizador rosa- ). "Pero además", comentó, "tenía algún asuntillo con Eilian". "Eilian?", inquirimos. "Si, aquel viejo de allí. Está mu loco el hijoputa."

Volvimos a nuestra mesa, donde por alguna extraña razón Dótar llamó a Cuernecitos "Oswaldo"... ¿? En fin, nos tomamos unos momentos de relax y la conversación se fue animando en la mesa ( aunque esta derivó por extraños caminos, como el por qué Dótar no puede comer queso ¿¿??? ), mientras dábamos buena cuenta de un asado de venado, y frases épicas del estilo de "eres más majo que los copper" ( ¿¿¿¿¿???? ) se soltaban al animado ambiente.
Finalmente, Lilith y Cuernecitos fueron a hablar con Eilian ( qué loco está el hijoputa ), y lo poco en claro que pudieron sacar de él, fue que le dijo algo a Douven sobre un tesoro escondido.

Tras ello, y con la barriga llena, decidimos dirigirnos al Templo de Chauntea, para encontrarnos con Gevarn el cagaleras. Estaba sólo en la puerta del Templo esperándonos, para contarnos su conversación con Linora, y la verdad es que no nos proporcionaba mucha información, ya que lo único que había podido averiguar es que Linora le había comentado que Douven se fue rumbo sur y no volvió. Visto que así no íbamos a ninguna parte acordamos una audiencia para el día siguiente con el mandamás del pueblo, Lord Padraig, a ver si nos puede iluminar un poco más...
Decidimos volver a la posada para reponer fuerzas, y Lilith decidió que iba a darse un baño y a frotarse ( ¿?, la verdad es que no entendimos muy bien por qué nos daba esta información, debe ser alguna costumbre de los Eladrin... ). También descubrimos con algo de asquete que Dótar no se baña nunca, sino que simplemente muda la piel de cuando en cuando... agggg, esto es peor que cuando se corta las uñas.
Tras haber recuperado nuestras fuerzas, fuimos a la herrería de Thaír, para que viese el escudo que cogimos de los kobolds, ya que quizá nos pudiera ayudar a descubrir algo más sobre los pequeños atacantes. Del escudo, ni zorra, además de decirnos que le parece una auténtica mierd... Pero nos dijo algo interesante: los kobolds parecen estar atacando desde algún lugar del sureste, por lo que supongo que tarde o temprado iremos a partir cabezas por esa zona.

Empezó también a despotricar sobre la tienda de suministros exóticos porque según él "parecen no tener ningún problema de suministros", mientras que a él le faltan suministros de forma habitual.
Siguiendo nuestras pesquisas, acabamos por ir a hablar con el capitán del Gremio de combatientes, que nos comentó que las defensas del pueblo son bastante lamentables, pero que carece de más recursos, pero nos dió otra pista interesante: parece que el cabecilla de los kóbolds tiene nombre: Diente de Hierro. Además, nos orienta un poco más sobre la posible localización de los huesos de dragón que Douven estaba buscando y parece ser que pueden estar algo más al sur de lo que pensábamos ( unos 5 km más ).

Para acabar la jornada, volvimos a la posada ( no sin antes ponernos de acuerdo en que mañana intentaremos averiguar algo más sobre los cultistas y que cuando vayamos a hablar con Lord Padraig intentaremos que nos contrate como ayuda en la defensa del pueblo ), donde encontramos otra novedad nada más abrir la puerta de la misma: una semielfa que no había visto antes ( y que por supuesto queda prendada de mi porte y elegancia ) y hacia la que me dirijo mientras veo la admiración con la que me mira mientras me acerco... "Hola, belleza, quieres saber por qué me llaman tiro certero?"
Y ella contesta..."Vete al peo. Quiero beber sola."
.............:_-(

-Kanon-
Empezamos nuestra marcha hacia Refugio Invernal compañía de aquel monje. Las jornadas de viaje transcurrieron sin incidentes apenas destacables salvo por la orografía con ascensos y descensos. Estas jornadas tan tranquilas hacen que nos confiemos en el viaje y bajemos un poco la guardia hasta que empezamos nuestra última jornada a través de un terreno suave.

Al andar por este paisaje no percibimos nada extraño en particular salvo unas huellas con muescas de una criatura de la que no tenemos conocimiento hasta que mas adelante oimos una serie de chillidos y distinguimos a unos seres con cabeza y rabo de reptil. Sin apenas tiempo para reaccionar, estos seres de color oxido nos atacan.

¡Comienza la batalla!

Al pillarnos por sorpresa nuestra capacidad de reacción junto con el desafortunado hecho que nuestros ataques para acabar con estos pequeños seres no surtieron el efecto que esperábamos; hicieron que la balanza de la batalla empezase declinándose a favor de este enemigo.

El enfrentamiento fué cruento, y aquellos pequeños seres (que más tarde averiguaríamos que respondían al nombre de kobolds, una raza menor con sangre de dragón en sus venas) consiguieron inflingirnos más daños de los que hubieramos esperado dado su aparente aspecto frágil. No obstante, demostraron ser ágiles, coordinados e incansables, y por poco no fuimos capaces de vencerlos.

Finalmente el último de ellos cayó, y pudimos lamernos las heridas con algo de ayuda de nuestro compañero temporal de viaje Gevarn, que si bien no era sacerdote, al menos tenía algunas dotes para los primeros auxilios.

Francamente, espero que nuestras batallas futuras tengan un devernir más glorioso que ésta. Sin más dilación, partimos hacia nuestro destino, Refugio Invernal, con energías repuestas, y toda la resolución posible para encontrar información que nos lleve al paradero de Douven

-Astaroth-