lunes, 1 de octubre de 2012

Pocas veces en mi vida me he visto obligado a retroceder ante un adversario, y el hecho de que tuviéramos que hacerlo contra Murkelmor y sus secuaces, hizo que no pudiera descansar como dios manda, lo que provocó que tras el período de descanso en la estancia en la que nos atrincheramos junto con los pobres diablos a los que habíamos rescatado de garras de los esclavistas, no me sintiera totalmente en plena forma.

Mirando a mis compañeros, ví la misma expresión cansada en sus ojos, pero también vi otra cosa en todos ellos, algo que teníamos en común, y que cruzó nuestras mentes a la velocidad del rayo, en el mismo instante exactamente:
 UN CABREO QUE TE CAGAS.

Era la primera vez desde que luchábamos juntos que nos veíamos obligados a retroceder, y Murkelmor iba a pagar aquello. Oh sí. Por si fuera poco, Andrew se despertó con un hipo espantoso, que hacía que retumbara la fortaleza entera... con lo que el sigilo no iba a ser nuestra arma en aquel contraataque.

A medida que nos acercábamos a la cámara del foso del agua donde estaban los esclavos, Ian decidió acercarse con sigilo ( bueno, con lo que él entiende que es el sigilo, con lo que hice el gesto universal de contrariedad, llamado facepalm ), a mirar por el pequeño ventanuco con barrotes al interior de la cámara, a ver si distinguía algún enemigo. Tras breves instantes volvió con nosotros diciendo "He visto a un centinela orco en su mundo orco". Tras la enigmática frase creí entender que el orco estaba pensando en las batuecas y que debía estar algo distraído montando guardia.

Así que Earsel decidió intentar usar sobre el orco uno de esos poderes de mago que apenas usa, el de dormir cosas, y para sorpresa de todos, lo consiguió, y el orco empezó a soltar unos ronquidos que rivalizaban con el hipo de Andrew.

Quizá en este punto nos emocionamos demasiado, ya que salimos todos a la vez por la puerta, tropezándonos unos con otros, con tan mala suerte que Andrew y yo resbalamos y nos estampamos contra el foso de agua. De milagro el orco no se despertó, así que tuvimos la brillante idea de que Lilith e Ian fueran a rematar un poco al orco mientras Earsel nos ayudaba a salir...
... y por supuesto acabó con la maga en el agua tras intentar sacarnos y es que a ver a quien se le ocurre que sea la maga la que intente sacar a Andrew y a mí. Mientras Earsel aprovechó para hacerse unos largos en el foso, mientras Andrew y yo jugábamos y nos salpicabamos en el agua... de forma muy varonil por supuesto.

Cuando salió Andrew del agua me fijé en que en su armadura ponía una extraña palabra "Domyos", aunque en seguida le resté importancia. Ya le preguntaría después que significaba.

Nos acercamos a la puerta que nos llevaría al pasillo donde habíamos estado ya anteriormente y me dispuse a escuchar. No oí nada, así que entramos y de repente escuché pasos. Parecían venir de la estancia de la derecha, así que por señas le comuniqué a mis compañeros lo que oía. Pero se ve que no me expresé muy bien, porque Earsel me puso caras raras, mientras que Andrew decía "Ein?" e incluso Lilith e Ian entendieron algo sobre una galleta con sombrero de payaso.

Así que habría que hacer lo de siempre, entrar a lo bruto. Así lo hicimos, y nos encontramos a un sorprendido orco patrullando y a un ogro bastante sopa. Sin duda eran dos de los enemigos de los que nos habíamos visto obligados a huir.

Earsel fue quien actuó primero, congelando a ambos enemigos, y tras posteriores ataques de Lilith y yo mismo, es Andrew quien fulmina al orco, que casi no había tenido tiempo de decir esta lanza es mía. Mientras, el ogro veía casi paralizado como nos encarábamos con él. Lo que siguió fue una somanta palos al ogro, y es que le teníamos ganillas.

Poco a poco se fue recuperando de su estado de paralización y le cascó a Ian en toda la jeta, pero Andrew estuvo al quite para curar a nuestro guerrero. Pero claro, tanto follón tenía que alertar a Murky, y apareció detrás nuestro con los dos guardias orcos que faltaban.

Una de mis certeras flechas acabó con el ogro, ensartándole a la cama en la que seguía, pero ya os digo que estaba cabreado como una mona, y en apenas unos instantes, acabé también con uno de los orcos. Andrew cometió el error de mencionar a ese tal "domyos" en vez de a Kélemvor, y claro, el dios de los muertos es puñetero, y su ataque, que pretendía incinerar al otro orco, acabó con un sonoro y fallido "puffff!!!"



Murkelmor, que se había escondido tras sus dos secuaces, decidió hacer acto de presencia al ver que estaban cayendo...y se iba a llevar la del pulpo. Eso sí, Ian también recibió a base de bien, porque lo primero que hizo Murky fue mandarlo al suelo de un brutal ataque, que le dejó tumbado en una de las camas de la estancia.

Pero nos recompusimos enseguida. Andrew le arreó un martillazo en la cabeza, mientras yo intentaba animar a Ian picándole un poco "Venga Ian coño, que no es momento de dormir", pero el cándido Ian no captó la broma, y solo acertó a contestar un balbuceante "Pero, pero...si no ha sido culpa mía, es que me han pegado..." El otro orco aún seguía por ahí, y decidí quitarlo de en medio con mis espadas ( para ahorrar flechas, que me quedaban pocas ).

Mientras Murkelmor empezaba a recibir por todas partes decidí usar mi nueva habilidad con las hierbas para curar en parte a Earsel. El combate continuó con intercambio de golpes por nuestra parte y con Murky usando una especie de extraño poder que le permitía con un rugido gutural cerrar parte de sus heridas. Pero el combate se inclinaba a nuestro favor, por que le teníamos ganas. Entre gritos de Lilith ( "joputaaaaa!!") y golpes de los demás, al final el honor de poner fin a la existencia del duergar fue de Earsel, que con un misil mágico, le tumbó finalmente.

Últimamente tenemos la brillante idea de estabilizar a los malos que derrotamos, en vez de dejar que Andrew los guíe hacia su dios de primeras, así que Lilith le aplicó su poder curador para retrasar un poco su marcha hacia Kélemvorlandia. ¿ Y qué consiguió ? Pues un lapo en toda la cara. Yo también lo intenté, desde algo más lejos, claro, que hoy ya me he duchado, y me llevé solamente un taco en idioma enano.

Andrew fue algo menos delicado, y de un fuerte pisotón en la mano, lo dejó inconsciente otra vez. A fin de cuentas, se estaba muriendo. Le volvimos a reanimar, pero no hubo manera que nos dijera a dónde se estaban llevando a los esclavos que traían, así que Andrew lo incineró en favor de su dios.

En los restos de Murky encontramos una Atarraga, fabricada por la prestigiosa y oronda herrera Krhistihna, conocida desde entonces como Krhistihna Atarraga.



También encontramos una llave, que nos guardamos porque de fijo que abre un cofre en el que seguro que encontramos algún amuleto.

La puerta doble del lateral de la estancia parecía muy sólida, y mirando por las aspilleras del muro, vimos que daba a una caverna que se adentraba en la oscuridad. Tras revisar la cámara y no encontrar ná de ná, fuimos a las habitaciones de Murkelmor, con Earsel dando saltos de una cama a otra ( estas elfas... ) mientras yo estoicamente aguanté el bamboleo de sus t... de sus ropajes, sí, eso.

En la cámara de Murkelmor encontramos un cofre, que abrimos con la llave que le quitamos a su cadaver, y dentro encontramos una bonita cantidad de monedas de oro, y una estatua de aspecto demoníaco, que Earsel parecía conocer de toda la puta vida, y un stupendo amuleto de salud +2, como ya sabíamos, claro.


Lilith se quedó el amuleto, ya que le podría ser de mucha utilidad y yo heredé el suyo, algo menos poderoso, pero muy útil para mí. Tras un último vistazo a las estancias que quedaban, pudimos comprobar que la fortaleza estaba limpia de enemigos. Encontramos otro cofre con más riquezas, y nos dispusimos a llevar a los esclavos rescatados fuera de la fortaleza y a reunirnos con Terrlen.

Cuando llegamos le revolví el pelo como saludo, aunque decidí no hacerle perrerías. Terrlen no pareció tomarse la broma muy bien, pero bueno, la sangre no llegó al río. A fin de cuentas, habíamos acabado con el mal de los duergar, y era motivo de celebración.

Tras el largo camino de vuelta al salón de las siete columnas, dejamos a los esclavos junto con una caravana que volvía a la superficie, para que cada uno pudiera encontrar el camino de vuelta a casa.

¿Y nosotros? Pues nos merecíamos un descanso, así que nos dirigimos a la posada Mediamier... digo Medialuna para tomar un respiro. Porque pese a nuestra victoria, esto aún no se había acabado.
¿Dónde llevaban a los esclavos? ¿Habrá más? ¿Los mágicos de Saruun tienen algo que ver con esto? ¿Quién es Domyos?

Ah, al peo, me voy al catre de mi habitación de la posada.

Kanon el Fidedigno.