viernes, 25 de noviembre de 2011

Los descansos eran cada día más intranquilos en los túneles y pasillos de las catacumbas de la Fortaleza del Páramo Sombrío. La pared Ilusoria sólo creaba una falsa sensación de seguridad frente a los horrores, los susurros y la pesadumbre que reinaba en todo el lugar. Compartieron un sencillo desayuno sin intercambiar demasiadas palabras hasta el momento en que todos sabían que debían encaminar sus pasos a la única escalera que aún no habían explorado y que suponían les llevarían más profundo en las catacumbas.

Las provisiones empezaban a escasear, así como el suministro de flechas de Kanon, así que tomaron la determinación de separarse. El recién llegado, John Elton, junto con el tiflin, decidieron salir a la superficie para reabastecer al grupo, mientras que el resto avanzaba. No había tiempo que perder. De algún modo todos ellos podían notar que la oscuridad se hacía más fuerte a cada día, a cada hora, a cada minuto que pasaba. Una sensación de urgencia les impelía a continuar, así que se pusieron en marcha con renovada resolución.

La oscuridad de las estancias, sólo mantenidas a raya por el sencillo conjuro de luz de Earsel, parecía ir en cualquier caso disipándose poco a poco a medida que descendían por la escalera. El aire también parecía hacerse mas denso y cálido al mismo tiempo que se hacía patente que la estancia que esperaba al final de la escalinata estaba iluminada. Todos estuvieron de acuerdo en acercarse con discreción y apagaron su propia luz. Vislumbraron una cámara bastante grande con una abertura en el suelo en el centro (probablemente un pozo) y junto a el un par de criaturas humanoides, como parcialmente hechas de sombras, o fundidas con ellas. Recordaron a los cultistas a los que hicieron frente en el sótano de la trastienda de Bairwin, y éstos debían sin duda ser como ellos.

Al acercarse más al final de la escalera, uno de ellos grito en voz alta, con un extraño efecto amortiguado:

- !La sombra busca la sombra!

Pillados por sorpresa, cayeron en la cuenta en un documento que encontraron en la cabaña de Ninaran que contenía una contraseña para ganar acceso al segundo nivel de la fortaleza. Lilith lo trajo a su mente y sin más dilación dijo:

- En el suelo, algo mágico ha sido hallado

Pronto quedo claro que no era la respuesta que los guardias esperaban cuando uno de ellos gritó:

- !Que alguien informe a Khalarel que han liquidado a Ninaran!

En apenas el trascurso de un par de latidos de corazón la estancia comenzó a cobrar vida. El padre Andrew apenas tuvo tiempo de hechar un vistazo general a su alrededor para identificar las amenazas antes de que todo se pusiera en marcha. Además de los dos segadores ciegos (como tendrían a bien llamar a los cultistas sirvientes de Shar debido a las enormes guadañas que portaban), pudo ver a un par de hobgoblins al fondo de la sala además de otro en la pared este, y más allá pasillo adelante a una enorme araña del tamaño de un caballo que afortunadamente estaba encerrada en lo que parecía una sólida jaula.

La voz de alarma del segador surtió el efecto deseado, y 2 hobgoblins y otros dos segadores aparecieron por un pasillo lateral prestos a unirse a la refriega que estaba por comenzar. 2 de los goblinoides salieron corriendo hacia la jaula del arácnido mientras los demás tomaban posiciones para impedir el avance de los aventureros.

La maga elfa concentró su poder interior conjurando a su querida esfera de fuego, Fluffy, tal y como todos la conocían ya de forma cariñosa. La situó tras los dos segadores, justo a la altura del pozo, con la intención de atacarlos con ella más adelante. Kanon y Lilith se lanzaron a la carga pretendiendo empujar a los guardias hacia el pozo con suerte desigual. El semielfo apenas consiguió desplazar unos centímetros a su oponente mientras que la señora de la guerra se las apañó para tumbar al suyo, aunque no consiguió arrojarlo al vacío. Andrew intenta dañar a uno de ellos, pero fallando por centímetros.

El resto de los enemigos comenzó a tomar posiciones para rodearlos, al mismo tiempo que los dos Hobgoblins que habían ido corriendo hacia la jaula de la araña empezaban a manipular los sólidos cierres de la misma.

Éstos primos más grandes de los goblins ataviados con sencillas armaduras de cuero, demostraron no ser rivales para nuestros héroes. El primero de ellos cayó con un certero contraataque de Kanon al intentar atacarle. Un segundo Hobgoblin falló el ataque lanzado contra la eladrin, y otros dos cayeron bajo frío intenso de los rayos de hielo de Earsel.

Lilith tomó la iniciativa, y con un ataque táctico de "Manada de Lobos", golpeó a su enemigo caído, mientras hacía espacio a su compañero explorador para que pudiera volver a aprestar su arco. Aprovechando esa oportunidad, el semielfo se adelantó esquivando el envite de uno de los segadores, y tras poner dos flechas en la cuerda de su arco, enterró cada una de ellas en la espalda de cada uno de los goblinoides que trataban de liberar a la araña.

Los dos segadores que no estaban trabados en el cuerpo a cuerpo se dirigieron hacia la jaula para continuar lo que no pudieron terminar los hobgoblins, entretanto los dos restantes asestaban golpes a diestro y siniestro a Lilith, dando como resultado que la señora de la guerra quedase inmobilizada por el extraño poder de la sombra. Andrew y Earsel dejan malherido a uno de los devotos de Shar que acosan a Lilith con un ataque combinado de poderes arcanos y divinos, y Kanon vuelve su atención para ayudar también a su compañera.

La lucha se recrudece, y los segadores consiguen liberar a la Araña de su prisión de hierro. Lilith, completamente indefensa, sigue recibiendo castigo por parte de sus oponentes, pero Andrew, tan oportuno como siempre insufla una porción de su poder divino para cerrar sus heridas de la eladrin. Fluffy engulle con sus llamas a uno de los segadores, y Kanon casi consigue acabar con el otro atacante de Lilith.

La araña para sorpresa de todos dio un tremendisimo salto nada más salir de la jaula salvando una distancia de más de 40 pies! Uno de los seguidores de Shar aprovechó la circunstancia de la distracción creada por el brindo de la araña para golpear con dureza a Lilith, solo para ver como sus heridas se cierran con una nueva curación del sacerdote, y después morir calcinado con las llamas de la esfera de fuego de Earsel.

La araña, que realmente aún no había entrado realmente en acción, volvió a saltar para atacar a la eladrin desde el aire, consiguiendo herirla, e inoculando su veneno al mismo tiempo. Aunque la sustancia tóxica había ralentizado sus movimientos, el amuleto de salud la salvó del daño que podía haber causado a sus tejidos. En respuesta, Andrew, Kanon y Lilith atacan a la araña dejandola maltrecha. Earsel en cambio, concentró su poder en Fluffy, la esfera de fuego que tan bien había llegado a dominar, acabando de un plumazo con los últimos vestigios de vida de los dos humanoides de las sombras al engullirlos con sus llamas.

Tras recibir un terrible ataque de la araña, y aprender gracias a los gritos de Lilith que a los artrópodos son más vulnerables por debajo que es donde reside su sistema nervioso central,  Kanon acaba con la criatura de un certero disparo.

El combate había acabado tan rápido como había comenzado, y una extraña quietud se apoderó del lugar.

Era el momento apropiado para ver un poco más a fondo la configuración de las estancias y pasillos a los que habían llegado. Al parecer el pozo de la primera sala debía ser de abastecimiento de los subterráneos, pero una caída hasta donde descansaba el agua casi 30 pies más abajo podía haber sido mortal. Las estancias contiguas parecían contener apenas unos camastros y algunas provisiones que no se atreverían a consumir, lo que hacía suponer que no eran más que las habitaciones de los guardias hobgoblin.

Avanzando hacia el este, entraron pasaron un primer pasillo que se dirigía al sur y que al contrario que el resto de éstas estancias se perdía en la oscuridad, así que decidieron dejarlo por el momento. El siguiente pasillo, también en dirección sur, dejaba entrever al final que se abría a una cámara más grande con una mesa de buen tamaño rodeada de sillas, todas con aspecto robusto, pero maltratadas por el tiempo. Al tratar de acercarse más para ver lo que descansaba encima de la mesa, activaron una placa de presión, y un enorme rastrillo de hierro macizo cayó desde el techo cortando completamente el acceso a esa estancia. Tras una breve búsqueda, y tanteo de la puerta decidieron dejarlo estar al no ver la forma de franquearlo.

Desandando sus pasos, decidieron abrir una pequeña puerta la cara norte del pasillo que iba de oeste a este. Pero no se trataba sino de otra pequeña habitación/almacén maloliente sin nada de interés. Todo el ruido de lucha precedente, así como la trampa que acababan de activar sin embargo no había pasado desapercibida, como pudieron comprobar al dar media vuelta con intención de volver al pasillo principal...

-El Narrador-