viernes, 16 de agosto de 2013
Abrí los ojos. El hielo conformaba el techo de la estancia en la que me encontraba, una estancia que ya me era familiar. Traté de levantarme pero no podía moverme libremente. Confusa y desorientada, noté cómo Ian me abrazaba mientras me decía que pensaba que no volvería a verme y me ayudaba a librarme de lo que me envolvía. Un sudor frío recorrió mi espalda cuando vi que lo que me quitaba de encima era el sudario de resurrección que habíamos comprado en Arabel. ¿Había estado tan cerca? Todos estaban ya despiertos o levantándose, poniendo en común el desenlace de la lucha contra la abominación que alguna vez había sido Karvakos. Al parecer Kanon le había dado muerte mientras intentaba escapar, y tanto Earsel como él mismo habían estado muy cerca de caer en combate. No pude evitar sentirme por un momento como una carga para los demás.

Estábamos visiblemente fatigados por todo lo acontecido, pero teníamos que seguir o la Pirámide iba a acabar con todos nosotros. Una vez listos, Kanon propuso continuar explorando la estancia donde encontramos el vórtice de energía. Al llegar, sin embargo, había desaparecido. Ian nos contó que se había desvanecido mientras me envolvía en el sudario, seguramente coincidiendo con el momento en que Kanon dio muerte a Karvakos. Escudriñé las estatuas que guardaban las esquinas; todas representaban al mismo mago tiflin que a estas alturas nos resultaba dolorosamente conocido, pero no parecían tener ningún tipo de magia.

Vosotros vais a las construcciones; el arte déjaselo a los elfos – comentó Earsel ante las quejas del enano respecto a las mismas.
- No sabéis tallar adecuadamente la piedra, apenas juntar unos palitos o ramitas – refunfuñó el enano en voz baja. Creo que era la manera de ambos de expresar su afecto.

Dwarven key
Llave de mithril
Tras aquello, examinamos el pedestal. La llave que buscábamos, la segunda de las tres que necesitábamos para salir, colgaba de una de las cadenas rotas. Era robusta y de mithril, lo que pareció complacer a Derkin, quien tenía en muy alta estima el arte de su pueblo. Sólo nos hacía falta una más para salir de allí; me dije a mí misma que eso era lo que necesitaba tener en mente en los momentos difíciles en aquel lugar. Como una última precaución antes de continuar, Kanon cedió una de sus dos pociones de curación a Derkin y yo la única que tenía a Ian, y le rogué a Corellon que no tuviéramos necesidad de utilizarlas.

Finalmente, Kanon decidió acercarse a la puerta que no habíamos abierto en la anterior ocasión. Al no oír nada, decidimos continuar. Tras avanzar por un pasillo con varios giros, vimos que salíamos a una sala que conocíamos. Ante nosotros se alzaban las toscas edificaciones de los humanos liderados por Medragal. ¿Estaban tan cerca de Karvakos y nos habían intentado engañar? Compartí con el resto del grupo mis dudas respecto a sus intenciones y decidimos investigar. ¿Acaso protegían a las criaturas malvadas de este lugar?

La plaza central estaba casi vacía; las pocas personas que veíamos nos saludaban temerosamente mientras se dirigían al interior de la capilla, y pronto no hubo nadie a quien preguntar. Al entrar en la capilla, Kanon Ian y yo pudimos ver que estaba llena de gente orando, incluyendo al propio Medragal, que se encontraba en el altillo de uno de los extremos. Derkin y Earsel entraron tras nosotros para guardar la salida.

- ¿Va todo bien? Seguro que se alegran de que los hayamos librado de esa presencia maligna – con aquella frase y su media sonrisa, Derkin había eliminado de golpe cualquier posibilidad de averiguar las intenciones de esa gente sin levantar sospechas.
- [Enano] ¿Has oído hablar de la palabra diplomacia? – dije dirigiéndole una fría mirada, aunque sabía que no iba a servir de nada.
WTF, dwarf?!
WTF?!

Se empezó a notar el nerviosismo a nuestro alrededor, el murmullo generalizado iba en aumento y algunas personas empezaron a levantarse mientras Medragal trataba de que mantuvieran la calma sin mucho éxito. Con un gesto, les indiqué a los demás que me dejaran hablar a mí.

- Hemos venido por el pasillo sur; ¿conoces la zona?
- No salimos de aquí nunca – su gesto se había ensombrecido.
- ¿Y no sabes lo que había allí? – el semielfo estaba demasiado afectado por el reciente combate como para no intervenir.
- Algo no muy bueno, eso seguro.
- Pues ya no está – algo en el tono de voz de Kanon sugería un desafío al hombre que tenía delante.
- Sí, ésa ya no es una zona peligrosa – intervine de la manera más neutra que pude.

Empezó a sudar copiosamente mientras miraba a un lado y al otro. La inquietud era patente en él y sus hombres, aunque yo no tenía claro el motivo.

- ¿Ocurre algo? Deberíais estar contentos; ya no corréis peligro alguno – el recelo del explorador era cada vez más patente.
- Algún otro puede ocupar su lugar.
- ¿Puedo preguntar por qué no nos dijisteis nada de Karvakos? – en ese punto yo también tenía mis reservas hacia aquella gente.
- No conozco ese nombre.

Parecía decir la verdad. Entonces, ¿qué sucedía?

Derrumbe
¡Derrumbe!
Noté cómo mis compañeros se preparaban para algo mientras yo hablaba con Medragal. Kanon se había retirado hacia atrás, Derkin y Earsel se acercaban e Ian había desabrochado el cierre de su hacha. Antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba pasando, Kanon disparó a un bulto que se ocultaba entre los bancos. Un terrible chillido nos hizo ver de lo que se trataba: una de las criaturas de la llamada prole nefasta, con cuatro brazos y portando una daga en cada una de sus manos, que se lanzó contra el explorador hiriéndolo gravemente. Entre todos lograron acabar con la criatura, aunque un instante después aparecieron dos más al lado de la puerta e hirieron a Derkin y a Earsel, llegando a derribar a la elfa. Apenas había podido acercarme para sanar parte de sus heridas cuando los hombres y mujeres que se encontraban dentro del improvisado templo empezaron a huir en estampida. Las rudimentarias paredes del edificio se abrían como la masa de un pastel al arremeter contra ellas. Una, dos, tres veces. Tres veces fue todo lo que necesitó la construcción para colapsar. Nos vimos envueltos en una avalancha de piedras y maderas que nos derribó. Pude ver a Derkin levantarse para acabar con una de aquellas criaturas. La otra aprovechó el momento de confusión para lanzar al enano dos de sus dagas mientras yo me levantaba para ayudar de nuevo a Earsel. Uno de los hombres del lugar no tuvo la suerte de salir con vida al derrumbarse el templo, pero los que sí lo habían hecho huían para refugiarse en las viviendas de alrededor. Entonces alcancé a ver cómo del bastón de Medragal surgía un orbe de color verdoso. Antes de saber cuáles eran sus intenciones vi con horror cómo una flecha de Kanon pasaba a su lado.

- ¡Traidores! – gritó Medragal espantado.
- ¡Kanon! – le reproché.

Miré a mi lado. La criatura yacía inerte, envuelta en el brillo del orbe. Aquel hombre nos estaba ayudando y le habíamos atacado.

Earsel se levantó sin saber qué estaba pasando. Derkin le comentó lo sucedido mientras Ian se acercaba a Medragal.

- ¡Esto ha sido un malentendido!
- ¡Pensaba que nos estabas atacando; no queremos haceros daño! – Kanon también se disculpaba al acercarse.

No parecía fiarse del todo de nuestra palabra, por lo que decidí acercarme también.

- No tenemos nada en vuestra contra, sino contra aquellas abominaciones.

Mis palabras parecieron calmar algo más a aquellas personas. Medragal entonces se derrumbó sobre sus rodillas pidiendo misericordia. Kanon se agachó para ayudarle a levantarse.

- ¿Por qué los ocultabais?
- No podíamos hacerles frente.
- Ahora no tenéis nada que temer.
- Sabíamos que se los llevaban y nunca volvían. No es que estemos en condiciones de oponernos a nadie. Algunas habilidades tenemos pero como veis no habría sido suficiente.
- No creo que seáis tan débil como parecéis – el enano parecía seguir sin fiarse de aquel hombre.
- Como he dicho, tengo mis habilidades.
- Creo que eres más de lo que aparentas – el tono de voz de la elfa dejaba traslucir un cierto respeto.
- En su día estudié las artes arcanas; creo que sabes de lo que hablo.

Al ver que la situación finalmente se había relajado, envainé mi espada y me acerqué.

- Nosotros estamos dispuestos a salir de la pirámide.
- ¿Acaso hay algo más allá?
- ¿No queréis salir de aquí?
- No hay garantías de lo que vayamos a encontrar después.

Derkin entonces le preguntó a Medragal si conocía a Danna, pero no parecía recordar a ninguna mujer que correspondiera con esa descripción.

Aquella gente merecía poder de salir de allí. Aprovechando la oportunidad de hablar con mis compañeros en privado en élfico y enano, les comenté que quería ofrecerles la posibilidad de acompañarnos, pero mientras Kanon se mostraba favorable, Earsel no parecía entusiasmada con la idea y Derkin directamente estaba en contra. La discusión se alargó más de lo que pensé, y la gente se encontraba cada vez más confusa al no entender nada de lo que estábamos hablando. Les comenté lo que sucedía, y comprendí lo inútil de aquella discusión. No querían salir de allí. Tenían miedo, demasiado para aventurarse más allá de la zona relativamente segura que conocían. No me lo podía creer, pero acepté con resignación que se quedaran.

Estuvimos varias horas ayudándolos a defenderse de lo que pudiera llegar: Derkin e Ian construyeron con ellos una sencilla fortificación mientras que yo hice lo que pude enseñándolos cómo defenderse. Apenas vi resultados, pero quise creer que al menos tendrían alguna oportunidad a la hora de zafarse de algún ataque gracias a mi ayuda.


En todo ese tiempo, Earsel se había quedado estudiando y Kanon parecía reflexionar mientras nos observaba. Seguramente seguía consternado por el desarrollo del combate contra Karvakos. Mientras entrenaba como podía a aquellas personas, pude ver por un momento cómo Earsel dejaba de lado sus libros para sentarse junto al semielfo. No les oía hablar, sólo vi cómo él se descubría el brazo mientras ella parecía examinarlo. ¿O lo estaba acariciando? ¿Acaso estaba Kanon siendo afectado por alguna fuerza maligna por mi culpa? Recordé la predicción que había oído al entrar en una de las salas, así que cuando salíamos de aquel lugar le pregunté a Earsel qué le pasaba a Kanon, pero todo lo que conseguí fueron evasivas por su parte. Quizás era más sencillo que todo eso pese a todo. A lo mejor Earsel se había dado cuenta de que cierto tipo de compañía podía ser más que grata, desoyendo sus propios consejos. Y Kanon parecía sentir debilidad por las mujeres de cabellos de fuego. Decidí que debía dejarles el espacio a solas que parecían buscar. Si alguien sabía lo necesario que podía llegar a ser, era yo.
Notebook hearts
Earsel + Kanon <3

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