sábado, 3 de agosto de 2013
- No me creo que acabáseis con un dragón, Derkin.
- Pues sí, así fue, tal y como os he contado.
- Seguro que no tienes ninguna prueba de eso.
- Pues no, ciertamente. Lilith quería llevarse la cabeza, alguien comentó que podíamos llevarnos unas escamas de recuerdo..
A mí me bastaba con el recuerdo de haber podido evitar que esa criatura siguiese sembrando el terror en Faerun.

Decidimos volver a la sala de las bocas. Kanon volvió a alimentarlas, pero pese a deglutir unas cuantas de nuestras raciones, no parecían especialmente más satisfechas que antes. Frustrado, el semielfo se acercó a escuchar que había más allá de las puertas que conducían hacia el sur. No habiendo oído nada, estábamos debatiendo que hacer cuando Earsel espetó en un susurro "Decidid ya, pero callaos", mientras se llevaba las manos a las sienes. Sin duda estaba sufriendo los efectos de mi tónico reconstituyente.



Estaba reflexionando que igual debería moderar la dosis, cuando me di cuenta de que Lilith tenía las mejillas arreboladas, mientras Ian, cabizbajo, le echaba furtivas miradas acompañadas de unos inviluntarios y casi inaudibles "ngé", parecidos a los que hacía el bebé de mi tía Perian.
  -Earsel, ¿el rubor en los elfos es síntoma de embarazo? - pregunté, en voz suficientemente alta como para que todos me oyesen.
  -"Creo que es bastante probable" - gruño-

Nos adentramos por un pasillo hacia al sur. La construcción era extraña, ni la talla de las piedras ni la mampostería eran las adecuadas para mantener las paredes estables. Parecía que algún tipo de constructor perezoso estuviese usando magia para evitar tener que hacer bien su trabajo.
  - Maga, ¿detectas algo? - preguntó Kanon
  - Una sensación en el fondo de mi cabeza - gruñó esta.

Las risotadas se oían por toda la taberna
 - ¿Y no le diste un par de cervezas para curar la resaca?
 - En donde nos encontrábamos, hubiesen sido un bien muy preciado... Me llegué a plantear darle un par de gotas de
aguardiente, pero igual empezaba a fallar hasta el proyectil mágico...

Kanon se acercó al fondo del pasillo, hacia una puerta. De repente, se quedó paralizado, y dió un paso atrás
 - ¡Venid a ayudarme!
 - Ya vamos, ya vamos, no grites - susurró la elfa llevándose las manos a las sienes.
 - ¡PERO ES QUE NO LO VEIS!

Al acercarme, la puerta se convirtió en una horrible cabeza de demonio.Mientras Kanon usaba uno de sus ataques mas poderosas, mi lanza de fé impactó en la criatura. Viendo volar un proyectil mágico sobre mi cabeza, enarbolé mi martillo y con un grito de batalla, dibujé con él un arco hacia la mandíbula del demonio, todo babas y dientes, haciendo frente al terror que sentía. Sin embargo, golpeé en vacío, allí no había nada, y perdiendo el equilibrio por mi propio impulso, caí al suelo el otro lado de una puerta normal y corriente

 - ¿Qué? ¿Y el demonio?
 - Ni demonio ni nada, no era más que una ilusión..,
 - ¿Y no podría ser que se hubiese teleportada?
 - Por la cara que ponían mis compañeros al otro lado, mas bien no... Kanon y Earsel seguían con el mismo rictus de terror.

Vi correr a la maga hacia mi  - ¡Se lo ha tragado! ¡Voy por él!- y al momento estaba junto a mí, desconcertada, mientras una flecha de Kanon atravesaba la ilusión y se clavaba en ella. Viendo la situación, corrí hacia el explorador, placándole, mientras le gritaba -¡Es una ilusión!-

El semielfo me abrazó -¡Estás vivo!-
  -Pues claro, ¡ya te he dicho que era sólo una ilusión!

Kanon se acercó atemorizado a la puerta, cruzándola mientras la elfa soltaba maldiciones por el flechazo. Acompañé al otro lado a Lilith, quien cruzó con los ojos cerrados. Vi a Ian al otro lado, con expresión decidida, acercarse a cruzar el umbral. -¡Buh! - grité en ese momento. ¡Creo que de no haber sido tan fortachón, le habría dado un infarto ahí mismo!
  - Oye , maga -dije- ¿me ha parecido que corrías para socorrerme?
Earsel resopló.
  - La tienes en el bote, Derkin- se rió Kanon
  - Bah, sólo me quiere por mi aguardiente...

Avanzamos hacia otra puerta, que Lililth calculaba que daría a la sala de las estatuas, aunque en realidad aún nos faltaba un trecho para llegar allí. La eladrin estudió la puerta cerrada
 - ¿No veis las marcas del fondo de la estancia? - dijo mientras la atravesaba limpiamente. -¡Lilith!- gritó Ian lanzándose tras ella. Con un encogimiento de hombros, el resto nos miramos y les seguimos.
Al atravesar la puerta, una voz sonó en el dialecto enano de mi infancia "Tu gloria vendrá a costa de la de un compañero". Preocupado, miré a mis compañeros. Por la expresión de sus caras, todos debíamos haber oído algo similar.

En la sala, una puerta secreta debía dar a las habitaciones en las que habíamos descansado la primera vez que llegamos a este nivel de la pirámide. El resto de las puertas cercanas estaban todas cerrada a cal y canto, así que tuvimos que dar un rodeo hacia la puerta doble de la sala donde estaban las bocas hambrientas.

  - ¿Estábais encerrados? ¿No había salida
  - Bueno, encerrados llevabámos un tiempo, pero sí, por ahí no parecía que fuesemos a ningún sitio. Pero aún quedaba esa puerta por investigar

Al otro lado de la puerta doble, una sala llevaba a dos puertas más pequeñas, enfrente de la entrada. Tras discutir durante un rato  cual podría ser más segura, atravesamos una de ellas.Sin embargo, parecía que las dos llevaban a una sala donde tres estatuas de exquisita manufactura, dos orcos y un tifilin, estaban cubiertas por ropajes. No se por qué alguien querría cubrir unas estatuas con ropa, en lugar de tallarla. Quizás en aras de la verosimilitud, aunque el nivel de detalle era impresionante, no se notaban las marcas del cincel. Diría que sólo podían estar hechas por un artista enano, pero no había ninguna firma en la estatua y la composición era grotesca, sin ninguna cualidad artística, como cogidos de imprevisto.

En ese momento, oímos la respiración entrecortada de una gran criatura. Kanon se lanzó al combate y oímos un grito - ¡Ogro!-  Lilith se teleportó a su lado para golpearle, pero al momento oímos su voz - ¡Hay más!
Le seguí, curando a mis compañeros más perjudicados, mientras observo detrás de la eladrin una medusa. Con razón las estatuas eran tan detallistas, ya sabía yo que ningún artista capaz de ese detalle elegiría esos modelos tan horrendos.

Mientras nos debatíamos con el monstruo, notábamos como el efecto de la medusa nos ralentizaba una y otra vez. El ogro, furioso, se lanzó a por Ian derribando una de las estatuas. Con un escalofrío al ver caer en mil pedazos lo que algún día pudo ser un inocente  (tan inocente como pueda ser alguien atrapado en esta pirámide), terminé con la bestia y me dirigía a ayudar a Lilith, quien estaba enfrascada con la medusa.

 Poco a poco, fuimos desgastándola hasta que conseguí dar buena cuenta de ella con mi lanza de fe, mientras veía como Ian y Lilith se habían quedado congelados por su magia. Me giré para ayudarles, debatiéndome contra el hechizo ralentizadorde la medusa lentamente, mientras veía como su piel se tornaba gris como la piedra de las estatuas. Horrorizado, comprobé que no podía moverme del sitio y mis compañeros se convertían en piedra, en un presagio de lo que me iba a ocurrir a mi en unos instantes. Elevé una plegaria a mi dios, mientras pasaban por mi mente los rostros de mis ancestros. - Os he fallado- fue mi último pensamiento.

- ¿Y te convertiste en estatua?
- Ya ves... mis compañeros consiguieron revertir el hechizo, ¡lo que sin duda fue una lástima para el mundo del arte!
- ¿Y que se siente? ¿Como es ser una estatua?
- A ver, como te lo diría, ¡se siente lo mismo que siente una piedra! ¡ Y no es que tengan mucha vida interior!

Sin embargo, algo si que sentía. O quizás lo empecé a sentir un rato más tarde, no tenía forma de saberlo. Dolor. Mucho dolor en todas las fibras de mi cuerpo. A lo largo de varias horas, el dolor se fue extendiendo, mientras iba recuperando los sentidos. Unas horas después, fui capaz al fin de articular palabra, mientras el regusto metálico y nauseabundo de la sangre de la medusa inundaba mi boca.
- Oye, Earsel, ¿a esto es a lo que llamáis los grandotes resaca?

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