sábado, 12 de enero de 2013


Diario de Andrew Wiggin
Quinto día de Ches, 1480 DR
   Al despertar a la mañana siguiente, encontré a Ian entrenando con especial ahínco. El haber sentido tan de cerca el aliento de la muerte estaba volviéndole más taciturno. Tras un frugal desayuno, nos pertrechamos para la batalla y nos dispusimos a adentrarnos hacia el santuario interior. 
Tras las tres puertas, una densa niebla impedía nos impedía oír y ver nada. Ni tan siquiera eramos capaces de ver nuestras propia nariz. 

  Nos agarramos unos a otros. Unos momentos después, pude notar que Kanon, a quien yo iba agarrado, se separaba mientras sacaba una flecha del carcaj.  Me lancé hacia adelante, esperando que Lilith, a mi lado y Earsel, quien iba agarrada a mi, hiciesen lo propio.  Al atravesar la espesa niebla, pude ver el santuario interior. Era una estancia en la que cuatro calderos emitían un denso humo negro y en un altar en un altar subiendo unas escaleras, se encontraba quien sólo podía ser Maldrick el escarificador realizando un ritual que estaba consumiendo a los dos esclavos que estábamos buscando, atrapados e un círculo runico.  Protegiendo al gnoll, se encontraban tres evistros, un barlgura y un esqueleto gigante.
 
   Los enemigos estaban cortándonos el paso, acosando a Ian. Mientras Kanon intentaba buscar un hueco para posicionarse, me lancé hacia el barlgura. Ian tiró de Lilith hacia el interior de la estancia, y aproveché para bendecir el arma de Ian, curarle,  y debilitar a los enemigos con mi faro de esperanza.  En ese momento, Earsel hizo acto de presencia en la estancia y desplegó todo su poder con su conjuro de manos ardientes. Sin embargo, lo que proyectó fue una energía necrótica. Pese a que no me termina de convencer que esté usando las energías oscuras, sin duda sus nuevos guantes eran capaces de magnificar considerablemente sus poderes.  

  Ante el toque necrótico, el barlgrura emitió un grito de dolor, atacándola salvajemente. Un segundo golpe proveniente del esqueleto la lanzó a través de la niebla.  Aunque no podía verla, sin duda debía estar terriblemente herida, así que ignorando el riesgo de recibir un ataque en mi maniobra, me lancé hacia la niebla para intentar curarla, mientras los golpes se sucedían a mi alrededor.  Al penetrar en la niebla, noté como la elfa estaba tendida inconsciente, así que procedí a curarla todo lo que pude.

   Al volver al santuario, vi como Malrick entonaba unos cánticos y una extraña luz envolvía por un momento a Lilith, quien en ese momento remató al balgrura. Mientras Ian y Kanon daban cuenta de dos evistros y el esqueleto, se teleportó cerca del altar de Maldrick, intentando que detuviese el ritual. No obstante, los cánticos continuaban y uno de los humanos, para nuestra consternacion,  se consumió entre gritos de dolor. La desgarradora imagen nunca se borraría de nuestra retina.
 
   Mientras repartía curaciones, lancé mi luz amedrantadora contra el esqueleto. La maga lanzó su esfera flamígera consumiendo un evistro. Sin embargo, el esqueleto me devolvió el ataque, lanzandome por los aires y derríbandome. En mi caída pude ver cómo Lilith repartía golpes contra Maldrick y uno de los evistros flotando desde unos cinco pies de altura. Uno de los evistros aprovechó para derribarme de nuevo y dejarme caído inconsciente.

  Unos momentos después me levanté, atendido por Kanon. Mientras Earsel lanzaba proyectiles mágicos, Maldrick la atacó salvajemente. Atacado de nuevo por un evistro, volví a caer inconsciente por unos momentos,  y Kanon tuvo que administrarme una poción curativa para levantarme. Aproveché para curar a mis compañeros maltrechos, aunque pude ver que Earsel, quien se había teleportado al piso superior y salvado al humano restante, caía también inconsciente al suelo ante el golpe de un tentáculo que salía del caldero más cercano. Corrí escaleras arriba, para curar a Lilith y a Earsel.

  Evitando a los tentáculos, salté al piso inferior para intentar acabar con el esqueleto. En el piso de arriba, Lilith recibía sóla los ataques de Maldrick y uno de los evistros. Dado que tantos sus poderes curativos como los míos estaban ya agotados, la maga hizo flotar su poción curativa hacia la eladrin, pero su efecto no fue suficiente, y pronto cayó inconsciente al suelo. Corrí hacia ella para estabilizarla, ya que no podía hacer mucho más por ella. Una vez cumplida mi tarea, no pude esquivar el ataque de un evistro, que me dejó a mi también inconsciente.

  Sacando fuerza de flaqueza, conseguí levantarme. Vi como Kanon y Earsel acababan con el evistro, pero un proyectil del gnoll volvió a sumirme en las tinieblas. 
   Unas horas después, me desperté dolorido.  Mirando a mi alrededor, pude sentir como la energía maldita que llenaba el lugar se había desvanecido.  Mientras nos recuperábamos, Earsel nos contó como había terminado con Maldrick, mientras el resto estábamos inconscientes en el suelo a las puertas de la muerte. En una serie de maniobras de ataca y huye, había conseguido que Maldrick, quien estaba escondido en las brumas de un caldero, saliese confiado de sus fuerzas tras la maga, poniéndose al alcance de una bola de fuego que le carbonizó.

   La elfa había aprovechado para investigar el cadáver de Maldrick. Portaba una capa de factura élfica que amortiguaba los sonidos de su portador y una serie de pergaminos con cartas de paldemar. En ellas, el mago informaba a Maldrick que había conseguido reunir las energías que necesitaba gracias a varios objetos que le había proporcionado el gnoll. Pretendía acabar con los mágicos de Saruun y expandir su influencia más allá del laberinto. La carta más reciente informaba que había obtenido de Cydric una fortaleza junto al salón de las siete columnas: la torre de los misterios.  La maga nos contó que gracias a una llave mágica que portaba Maldrick, sabía cómo llegar hasta ella.

  Tras recuperarnos como pudimos, partimos con el esclavo que habíamos liberado a  reunirnos con Terrlen en el exterior. "Veo que estáis... enteros" dijo el buscador. Nuestra apariencia no permitía decir nada mejor de nosotros. Nos informó que el jabalí estaba a salvo con su dueño y nos repartimos la recompensa.  De vuelta al salón de las siete columnas, Rendil nos recibió con sus efusividad habitual, casi extrañado de volver a vernos. Le encargamos que cuidase del humano que habíamos liberado y tras asearnos y disfrutar de una buena cena, nos fuimos a descansar

 
Diario de Andrew Wiggin
Septimo día de Ches, 1480 DR 
A la mañana siguiente, nos separamos para reponer nuestro equipo y tasar las gemas que habíamos conseguido. Una vez acabadas las gestiones, nos reunimos para intentar contarle las noticias que habíamos descubierto a Orontor. Hablamos con Brugg, quien nos citó con Orontor en un promontorio cercano, a los pies de una estatua de un minotauro. 
  Pocos minutos después de que llegásemos, el mágico se teleportó junto a nosotros, acompañado de un guardián de bronce. Se le veía cansado, demacrado, parecía que todo el peso de la gestión del lugar recaía sobre él. "Es peor de lo que pensaba", nos dijo. "Sólo puedo rogaros que liberéis este lugar de su amenza, mi poder no da para todo. La tensión en el salón es palpable y no se cuánto tiempo más podré contrarrestrar sus maquinaciones."  

   Parece que no tenemos demasiado tiempo para acabar con Paldemar.

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