sábado, 8 de diciembre de 2012


Tras nuestra breve reunión con Orontor, todos tuvimos claro cual era nuestro siguiente destino: El Pozo de los Demonios. Dado que el camino hacia allí parecía más difícil de lo habitual, decidimos que lo mejor sería contratar de nuevo los servicios de Terlen, así que fuimos directos a sus aposentos. Nos recibió con un atuendo informal y con una expresión relajada, señales inequívocas de un largo y merecido descanso entre expediciones. Pero dicha relajación pronto desapareció para dejar paso a un semblante preocupado en cuanto le mencionamos nuestro próximo objetivo.
-       No deberíais hablar tan a la ligera de un lugar como ese dadas las atrocidades que se llegaron a cometer allí-
Con esa frase nos empujó para meternos en la habitación, no sin antes mirar a ambos lados del pasillo antes de cerrar la puerta.

Decepcionados, llegamos a un acuerdo con el guía por el cual él nos guiaría hasta la mitad del camino y desde allí nos daría instrucciones para recorrer la otra mitad. 
No tuvimos ni una oportunidad de convencerle para que fuese más allá, ni tan siquiera los dudosos intentos de seducción por parte de Lilith, que se quedaron en una especie de tic que intentaba ser un guiño.
Tras cerrar los detalles del acuerdo nos indicó que por él podríamos salir en cualquier momento así que no demoramos más la partida y tras prepararnos para el viaje, nos encontramos con Terlen delante de la posada. Nos esperaba ya con su atuendo de guía,  sumergido en una animada charla con el posadero (digo sumergido por no decir ahogado en el parloteo incesante del mediano). Rendil había salido al despedirse de nosotros:
-       Os deseo suerte en vuestra aventura sea la que sea… ¡Que seguro que será una locura!- dijo con sorna.
Me dio la sensación de que nos había cogido cariño ya que no pude evitar ver un destello de tristeza en sus ojos. ¿Sabía a donde nos dirigíamos? Llegué a la conclusión de que probablemente si, dado lo rápido que las noticias corrían en este lugar.

El camino hacia el Pozo de los Demonios resultó ser una suma de escalinatas y cuestas que descendían cada vez más. Durante toda una jornada bajamos y bajamos, siempre acompañados de sonidos de pisadas, ecos, gruñidos… hasta que Terlen finalmente decidió que era el momento de parar y se metió en un edificio en el que claramente no había entrado nadie desde hacía mucho, mucho tiempo.
Tras mover viejos muebles para formar un parapeto, formar el campamento y organizar las guardias por fin pude encomendarme al descanso y a mis estudios.
El descanso fue intranquilo dados extraños sonidos que nos acompañaban continuamente pero al menos pudimos reponer fuerzas y tras un frugal desayuno seguimos nuestra marcha. 

 

El camino se hizo más retorcido y a esas alturas ya estábamos totalmente desorientados, lo único que teníamos claro era que seguíamos descendiendo cada vez mas. Según descendíamos comenzamos a notar un olor intenso a azufre. Oí a Andrew gruñir algo respecto a odiar demonios, pero no pude prestarle mucha atención ya que todo mi ser se centraba en esos momentos en contener las arcadas que me provocaba aquél olor. Pero no pude contenerme y finalmente vomité mientras el resto del grupo intentaba contenerse en mayor o menor medida. Tras reponerme y seguir adelante llegamos a un brusco giro que supuse podría ser hacia el este, aunque nunca lo tuve muy claro. Este giro nos llevó por un camino que bajaba de forma aún más pronunciada. Durante el camino se produjeron varias paradas ya que el hedor era a esas alturas tan fuerte que superó la entereza del sacerdote y también vomitó hasta quedarse sin nada que echar.
Seguimos descendiendo hasta lo que supongo sería el mediodía. En ese momento Terlen volvió a hacer otra parada y nos comunicó que allí se quedaba. El resto del camino nos correspondería a nosotros solos.  Tras un descanso, nuestro guía sacó de su bolsa un mapa y se dispuso a darnos indicaciones precisas de cómo seguir nuestro camino. El pobre Andrew no obstante no pudo enterarse de mucho puesto que se hallaba encogido en un rincón vomitando de nuevo. Los demás mientras tanto acordamos con Terlen que nos esperaría durante 7 días y le dejamos varias raciones aparte de las suyas propias para que tuviese alimento de sobra en su espera.

Una vez repuesto Andrew, nos preparamos para seguir nuestro camino y despidiéndonos comenzamos a andar, pero vislumbré como Kanon se despidió del guía revolviéndole el pelo como si de un vulgar chucho se tratase, dejando a Terlen con una expresión que iba entre el desconcierto y el instinto asesino. Acostumbrada a las excentricidades del semielfo decidí descartar la idea reprenderle al respecto, estaba claro que no serviría de nada. Este ser no cambiará nunca.

Andrew vomitó varias veces a lo largo de nuestra caminata, pero sacó fuerzas para seguir adelante. No obstante comenzaba a preocuparme por él ya que no era un hombre especialmente corpulento. Temía que si seguía vomitando se llegase a volatilizar.

Llegamos a un pasillo estrecho, decorado con unas efigies de minotauros que nos daban la bienvenida. Habíamos llegado.

Intentamos atravesarlo con el mayor sigilo posible pero las tripas del humano se quejaban lastimosamente, mandando al traste todo intento de acercarnos en silencio. Llegamos a una sala con varias columnas decoradas con más minotauros, pero estos minotauros lucían colmillos en una sonrisa maliciosa que no me daban ninguna confianza.
En cuanto Kanon puso un pié en la sala se quedó petrificado al igual que todos nosotros ya que una profunda voz resonó en la sala y hablando en un perfecto élfico dijo:

¡Saludos, buscadores de la gloria infinita de Baphomet!
Aquellos que se muestren indignos de su atención serán condenados por siempre a ser sus esclavos.
Aquellos que se muestren dignos, se les otorgarán poderes más allá del resto de los mortales.
Máscara, campana, hoja y libro.

(Mas tarde me enteré que cada uno había oído a la misma voz hablar en su idioma natal, lo cual me pareció fascinante)

En cuanto los últimos ecos de la voz dejaron de sonar, el semielfo se adentró en la sala y, tras unos instantes, soltó un alarido. Intenté acercarme más a la puerta de la sala, a tiempo de ver como un gul dañado y con cara de pocos amigos corría hacia el semielfo. Pero en un momento pareció que cambiaba de estrategia, frenando su carrera para esconderse tras una columna. Entré corriendo en la sala para lanzar un misil mágico y uno a uno todos fueron entrando dispuestos a comenzar una nueva batalla. Aterrada vi cómo unos enormes tentáculos salían del suelo atrapando a mis compañeros mientras que otros seres caían del techo para unirse a la fiesta. De pronto habíamos pasado de luchar contra un gul escondido a estar rodeados por tentáculos agresivos y uno seres que pude identificar como ahogadores.  


 http://literatura.gamersmafia.com/storage/images/0099/655_ahogador.jpg

 Mientras mis compañeros se intentaban zafar de los tentáculos a golpes de espadazos, flechazos y hachazos, yo conseguí librarme del ataque de los tentáculos y apartarme lo suficiente lejos de su alcance. Desde allí podría concentrarme lo suficiente para lanzar mis hechizos. Recordé entonces de que criatura podría surgir aquella masa de tentáculos ¿¡Un falagar?! ¡Que Oghma nos proteja!

 http://greghendricks.net/images/archive/summaries/phalagar.jpg


Mientras mis compañeros seguían concentrados en librarse de los ataques de ahogadores y tentáculos, el gul tampoco se había quedado parado y se disponía a acabar con Andrew, pero no llegó a comenzar su ataque ya que conseguí congelarlo hasta la muerte. Con uno de los ahogadores no tuve tanto tino, aunque conseguí inmovilizarlo, tras lo cual decidí hacerme invisible. Confiaba en Oghma, pero más en el hecho de que no se puede atacar a algo que no se ve.
Mis compañeros conseguían librarse a duras penas del maldito Falagar y el otro ahogador tenía acosado a Kanon que zafaba como podía. Andrew lanzaba hechizos de curación por doquier, mientras Ian y Lilith se abrían paso a golpe de espadazos con sonoros ¡ÑA!, librando a Kanon de un abrazo letal. Conseguí terminar con el ahogador que había semicongelado antes, con una ola de fuego que de paso alcanzó a unos cuantos tentáculos. Andrew que estaba en medio de la ola consiguió no quemarse.   
El otro ahogador seguía intentando terminar con Kanon pero el ágil semielfo conseguía librarse una y otra vez, hecho que le valió posteriormente el apodo de “Cuello de Toro Kanon” . Mientras proseguía la lucha, Andrew nos deja a todos boquiabiertos con un ágil salto mortal con doble tirabuzón para librarse de un nuevo abrazo del falagar. Pero este monstruoso ser no sabía que se acercaba su fin, pues Kanon, haciendo honor a su sobrenombre de “el rematador”, lanzó una serie de flechas mortíferas. Tras retorcerse desesperadamente, todos los tentáculos caen finalmente inertes al suelo. Mientras, Andrew también había terminado con el último ahogador.

Exhaustos, nos sentamos a descansar unos minutos. Todos excepto Lilith que se dedicaba a tirar de uno de los tentáculos mascullando algo sobre curiosidad biológica. Ian, por supuesto, se levantó a ayudar a la eladrin, aunque parecía que no tenía muy claro el motivo por el cual se encontraban tirando de un tentáculo. Finalmente, aburrida de tirar sin conseguir nada, Lilith comenzó a investigar el resto de la sala.


En la sala había un pozo, de unos 30 pies de profundidad. La parte de abajo parecía estar removida pero no encontramos nada de interés, al igual que el resto de la sala por lo que tocaba seguir adelante. 

Vimos un pasillo largo, que se perdía en la oscuridad y por otro lado había una puerta que decidimos atravesar. Un olor aún más nauseabundo que el del azufre nos golpeó nada mas abrir la puerta, pero tras un ejercicio de aguante, parece que todos conseguimos recomponernos y seguimos adelante. Era un olor muy fuerte que parecía ser de comida en descomposición que no daba ninguna tranquilidad. Y empezar a oír unos extraños ladridos que parecían reírse no lo hizo mucho mejor.

Con nuestras mejores habilidades nos acercamos tan silenciosos como una pluma. Hasta que vimos a Ian que se había quedado parado con cara de asombro por nuestro sigilo y soltando un sonoro ¡haaala!, tiró a la basura nuestros esfuerzos en ser silenciosos. Tras lanzarle sendas miradas reprobatorias, seguimos adelante mientras los ladridos resonaban una y otra vez por los pasillos. 

Finalmente llegamos a una salsa con mesas en la que un gnoll montaba guardia. Decidí entonces que ya era hora de que se fuera a dormir y, aunque no cayó inmediatamente, conseguí que cayese al suelo roncando, no sin antes recibir una dolorosa flecha de Kanon.  En ese momento, Ian se lanzó al fondo de la sala donde resultó que había otro gnoll, al que conseguí congelar lo suficiente para que no pudiese moverse del lugar donde se encontraba, pero no tanto como para evitar que lanzara desesperados ataques a Ian, quien se encontraba a su lado. Kanon, como no podía ser de otro modo, subiéndose de un salto a una de las mesas, terminó con la agonía del gnoll de un flechazo. Lilith mientras tanto remató al dormido.
 Pero parecía que estos dos seres no estaban solos, ya que por mi derecha vi llegar una pequeña manada de hienas que rápidamente me rodeó, lanzándome dentelladas sin descanso. Tras ellas apareció otro gnoll con gesto hosco y muchas cicatrices que, sin dilación, me lanzó una flecha mientras intentaba librarme de sus hienas.

 

Harta de tanta alimaña, decidí terminar con todas lanzando una ola de fuego que alcanzó a la manada completa. Para entonces Andrew y Lilith habían llegado a donde me encontraba y, también se estaban encargando de las mezquinas criaturas. Dado que la eladrin terminó con una de las hienas, el resto la tomaron con ella mientras yo conseguía por lo menos terminar con la vida de su “pastor “ de una llamarada. El resto de las hienas fueron muriendo una a una bajo nuestros ataques.

En aquella sala tampoco había nada interesante así que reanudamos nuestra marcha hasta que nos encontramos de frente con una estancia que claramente era el lugar donde guardaban a las hienas, ya que su suelo tenía una enorme capa de excrementos y restos de cadáveres de diversas criaturas. Sin pensárselo dos veces, Andrew se metió de lleno entre la capa nauseabunda y comenzó a rebuscar convencido de que habría algún objeto útil entre tantos cadáveres. Kanon suspiró y se metió detrás diciendo: – No puedo creer que esté haciendo esto-.

Tras un pequeño rato observándolos, Ian decidió que debía ayudarlos y, con mueca de asco, se metió de lleno a la faena. Nada más comenzar, encontró una capa que parecía mugrienta, pero que claramente se trataba de una capa protectora. 

 

A Lilith se le iluminó la cara al darse cuenta y corrió hacia Ian para lanzarse en sus brazos.
El pobre se quedó paralizado, con una expresión que intentaba ser lo más inexpresiva posible, pero fue traicionado por una marea roja que apareció por el cuello, y fue subiendo poco a poco hasta cubrir su cabeza, llegando a su máxima expresión de color en las orejas.
Aún hoy en día me sorprendo de la cantidad de sangre que debía de tener en el cuerpo para poder mantener el rojo de su cabeza mientras una gran tienda de campaña iba creciendo bajo su vientre.  Andrew levantó una ceja con cara de sorna y Kanon, con los ojos muy abiertos soltó un sonoro ¡Vaya!
Yo apenas conseguía contener las carcajadas mientras observaba la escena desde fuera.

Lilith, ajena al revuelo que había formado, se bajó de los brazos de Ian con una sonrisa, pero pronto se le borró de la cara al darse cuenta de la situación. Carraspeó y con una expresión claramente incómoda dio una palmada en el hombro, como simulando quitar una pelusa y dijo – “Sigamos explorando”.

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