martes, 11 de junio de 2013


La decisión de en que habitación íbamos a dormir no había sido fácil: el enano no mostraba mucho entusiasmo en dormir en la habitación que lo había retenido durante tanto tiempo. Yo directamente me negaba a entrar en la otra habitación. Era la habitación de mi vergüenza y todo aquello era aún demasiado reciente. Ante mi vehemente negativa Derkin finalmente cedió:
-Accederé a esta habitación para que la niña elfa no tenga pesadillas…- La condescendencia que destilaba aquella frase me puso furiosa en un segundo y creando una bola de fuego a escasos centímetros de su bigote le dije entre dientes:
-Enano, no me provoques…-
Varios segundos pasaron en absoluto silencio y con una tensión tan espesa como la brea, pero el enano sin previo aviso soltó una sonora carcajada y poniéndose de puntillas, todo lo estirado que pudo, me dio una palmadita en la espalda para mi absoluta perplejidad:
-¡Venga larguilucha! ¡No es para tanto!-. Sin más se metió en la habitación.
Sin salir de mi asombro también me dispuse a entrar seguida de Kanon que no paraba de reírse.

Desde luego todo lo que Derkin había sufrido en aquella habitación no parecía haber dejado el más mínimo signo de trauma en el. En cuanto su cabeza tocó el camastro comenzó un concierto de ronquidos digno de un rinoceronte resfriado. A duras penas conseguí relajarme aunque, con esfuerzo, finalmente pude descansar. Kanon no parecía compartir mi problema pues también dormía a pierna suelta. Afortunadamente su respiración era tranquila y silenciosa. El enano ya roncaba por los tres.

Una vez descansamos lo suficiente nos levantamos para seguir nuestro camino. De la habitación contigua salió primero Ian con una expresión serena y concentrada. Supuse que su descanso había sido gratificante y reparador, pero tras él apareció Lilith, y la expresión de su rostro contaba una historia muy distinta. Si, la expresión de la eladrin contaba la historia de una noche en blanco y muy entretenida. Sonreía bobaliconamente y sus mejillas estaban enrojecidas mientras alternaba su mirada entre Ian y el suelo. 
-¿Qué? ¿Habéis pasado buena noche?- Kanon sonreía socarronamente mientras ella se enrojecía aún mas, casi hasta el granate. Ian sin embargo se volvió hacia el semielfo con toda tranquilidad para responderle: -Un caballero no habla de esas cosas-.
Por un instante recordé la corta edad de Lilith pese a su madurez y temí que aquella situación se le fuera de las manos. Sentí entonces la necesidad de poner un poco de atención en la joven guerrera para evitarle los sufrimientos innecesarios que yo tuve que pasar... 

Seguimos nuestro camino por los pasillos de aquella pirámide entre discusiones sobre que armas eran mejores y por supuesto Derkin y yo volvíamos a tener opiniones enfrentadas. Pasamos por la biblioteca, dándome la oportunidad de poder salvar unos cuantos libros de su… muerte. La elección me fue insoportablemente difícil y el enano no ayudaba con sus constantes chanzas.
Una vez tuve elegidos y guardados varios libros subimos por una de las escalerillas que daban a la balaustrada superior. No pude evitar una sonrisa al ver la expresión incómoda del enano mientras subía. Con pasos inciertos avanzaba entre nosotros mientras comprobaba la seguridad de la zona murmurando para si. Sin perder la sonrisa le susurré -¿Qué pasa enano? ¿El gran Derkin “el destructor” tiene miedo a las alturas?-
-Miedo no- respondió con fastidio. –Pero digamos que prefiero mantener los pies en el suelo.- Decidí no recrearme más en el asunto. Al fin y al cabo todos tenemos nuestros puntos flacos.

Tras abrir la puerta que se encontraba al otro lado nos encontramos en una sala con la estatua de un angel y una mesa en una de las esquinas. Había también varias puertas cerradas. Al acercarme a la estatua pude ver que sujetaba una insignia de Oghma.



Mientras examinaba las runas de la insignia, estas empezaron a brillar y una energía pulsátil me asaltó de lleno mi psique, dejándome totalmente atontada. Detrás de mi de nuevo se libraba una batalla pero yo no conseguía despejarme para entrar en acción.

Oí el sonido de unas puertas abriéndose de golpe y la voz de Virelis gritando: ¡Ahí está! ¡Es una de las esencias de Karvakos! ¡DESTRUIDLO!- Al mirar hacia la puerta vi la figura de un tiflin de aspecto temible.




Casi inmediatamente pude ver como entre Kanon y yo aparecía la figura de una espada bastarda que fue a por él.
Yo decidí concentrarme en el glifo de la estatua, creyendo que de ese modo podría anular la energía que se concentraba en aquella habitación y que no me dejaba ver la situación con claridad. Pero su misterio seguía oculto para mí por más que me esforzaba en desentrañar su funcionamiento. Derkin, viendo que aquella tarea me estaba consumiendo, de nuevo utilizó sus palabras para restablecerme. Tomé nota de que el futuro debería ser más amable con él.

Restablecida pude analizar la situación: Ian se encontraba rodeado de varios devoradores del conocimiento mientras Kanon remataba a uno de ellos, como era su costumbre. Otro devorador se encaraba con Derkin, y con un sonoro ¡Ña! vi como la temeraria Lilith se lanzaba directamente a por Karvakos. Apenas pude esquivar un mandoble de la espada para ver como varios rayos atravesaban la estancia alcanzando a Kanon e Ian.

Harta de vanos intentos con la estatua decidí ayudar a mis compañeros en la batalla, así que para mayor alcance decidí subirme a la mesa de un salto, ganándome una buena magulladura en la rodilla en el intento. Finalmente logré subir con el orgullo más herido que mi rodilla, y lo que pude ver era un auténtico caos: varios devoradores yacían muertos y Karvakos se encontraba en una habitación contigua frente a donde yo me encontraba. Varios de mis compañeros se apiñaban en la puerta de dicha sala para atarcarle, mientras Derkin desaparecía con una mueca de impaciencia por la otra puerta. Sin entender del todo lo que estaba pasando decidí actuar enviando al tiflin un ariete espectral que lo derribó.

La espada mientras tanto seguía danzando y asestando mandobles a cualquiera que se atreviera a acercarse lo suficiente. Vi entonces como Karvakos se levantaba y, sin tan siquiera pararse a tomar aliento, lanzó una onda atronadora que dejó en el suelo a varios de mis compañeros. Sin darles tiempo apenas para levantarse repitió su onda dejándolos a todos en el suelo. Pude ver con horror como Kanon caía inconsciente, así que sin más me bajé de la mesa y le arrastré hacia la otra habitación, lejos de nuevos ataques. Allí pude meterle en la garganta una de mis pociones curativas. Tras unos instantes abrió los ojos y con un leve esfuerzo se levantó para volver a la carga con el resto de compañeros.

Al fondo de la sala donde había arrastrado a Kanon había unas pesadas cortinas y pensé que podría pasar por allí para ver donde se encontraba el enano que no había vuelto desde que se adentró por allí, pero no resultó tarea fácil. Según pasaba los cortinajes me fui enredando entre ellos, quedando atrapada sin remedio. Al otro lado pude ver a Derkin inconsciente en el suelo. Se estaba muriendo.


Para mayor impotencia Karvakos apareció por los cortinajes que había en otra esquina y sorprendido soltó una carcajada al percatarse de lo que allí ocurría. En un arrebato muy poco meditado de pánico convoqué a Fluffy pero pude comprobar rápidamente lo erróneo de mi decisión. Con un carcajada aún mayor de puro desprecio, atravesó mi esfera de fuego sin el menor daño y sin necesidad de magia alguna. Su propia naturaleza demoníaca le protegía. Paralizada por el pánico y la rabia no pude evitar el rayo que salió de su vara directo hacia mi. Acto seguido despareció antes de que pudiera contraatacar. 

No pude calcular cuanto tiempo pudo pasar entonces, pero se me antojó eterno. Seguía atrapada entre aquella maraña de pesadas telas y Derkin yacía en el suelo lejos de mi alcance. Se moría. Comencé a sollozar incontroladamente pensando en otro compañero muerto en mi conciencia y prometiéndome a mi misma que no volvería a permitir que aquello ocurriese. Sin importar el precio.
Comenzaba a plantearme el quemar aquellos cortinajes cuando apareció Kanon.
Con gran esfuerzo consiguió librarse de la trampa y acercarse hasta el moribundo salvándolo de un triste final que yo había dado por sentado.

Tras conseguir librarme yo también comenzamos a registrar las estancias. Derkin, medianamente recuperado se encargó de un pequeño cofre que había en la estancia de las cortinas y que parecía ser el dormitorio de este Karvakos. El cofre guardaba un colgante de plata, varias piedras de jade y una pequeña reproducción de la estatua de la entrada.

Karvakos se había volatilizado en la habitación contigua, dejando atrás su vara y sus ropajes. Poco a poco fui atrayendo hacia mi todo lo que la esencia de Karvakos dejó al esfumarse. La vara era realmente hermosa: cubierta en su totalidad por rayos que se entrelazaban unos con otros formando una red fascinante.



Entre los ropajes también encontré una pequeña llave cubierta de inscripciones que me guardé a buen recaudo esperando encontrar el misterio al que podría acceder.

Volví a donde se encontraban el resto de mis compañeros, que se encontraban estudiando un circulo de runas grabada en el suelo. Me dispuse a echarle un vistazo a aquellas runas y les expliqué que se trataba de un círculo que protegía de energías positivas y negativas al todo aquel que se encontrara en su interior.

Decidí enseñar a los demás las posesiones recién adquiridas y al ver la llave exclamó:
-¡Es una de las llaves!
Al enseñarle el colgante que guardaba el baúl pareció emocionarse: -Si, era mío… Me gustaba mucho ese colgante…-
-Que pena que ya no tengas cuello…- replicó Derkin. Un silencio espeso nos rodeó a todos mientras mirábamos la expresión de Virelys. Con un gesto de gran fastidio se volvió hacia Lilith para decir: -Este no es tu amigo ¿Verdad?
El grupo entero nos echamos a reír de buena gana mientras nos íbamos acomodando en el suelo de la habitación para reposar después del combate.



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