sábado, 13 de abril de 2013


Diario de Andrew Wiggin
Quinto día de Noctal, 1481 DR [Continuación]

  Dejando atrás el inclemente invierno, me adentré por el túnel de las 1000 antorchas. Después de las últimas aventuras liberando a Terrlen de su maldición, los días pasados en el templo de Kélemvor festejando la fiesta de la luna habían reforzado mi comunión con mi dios y concedido unos días de descanso, cosa que se notaba en mi figura, ahora algo menos demacrada. Al poco, llegué al salón de las Siete Columnas. Llegaba con tiempo, por lo que aproveché para dirigirme al templo para saludar a Palendra.

  Cuando llegué a la posada Medialuna, mis compañeros ya estaban allí. El bullicio de los parroquianos era el de siempre, a excepción del rincón donde se sentaban mis amigos. Nos saludamos afectuosamente, pero reinaba un incómodo silencio que  Kanon intentó rellenar contándonos sus aventuras investigando el paradero de su padre adoptivo en Suzail. A mitad de su relato, debió notar algo extraño, pues hizo una brevísima pausa acompañada de un gesto de incredulidad, que rápidamente desechó con una sacudida de cabeza. Además de investigar qué había pasado con su progenitor, el semielfo estaba inquieto sobre el tatuaje que tenía en el brazo, el cual no recordaba haberse hecho. Además, en alguna ocasión a mitad de la noche, lo había visto retorcerse y reptar bajo su piel. Earsel se inclinó para estudiarlo atentamente, lo que provocó que el corte de su nueva túnica atrajera la mirada de todos los parroquianos.

  Mientras Kanon nos comunicaba que había pedido a la guardia de Cormyr, los Dragones Púrpura, que prestaran especial atención a Refugio Invernal, Ian cogió la mano de Lilith bajo la mesa. El semielfo continuó su relato, sin percatarse de nada. Durante toda su vida había tenido la sensación de que le vigilaban, y temía que Liliana pudiera correr el mismo destino que su padre. Al oír ese nombre, el rubor subió a las mejillas de Ian, por lo que se llevó unas pullas de Kanon, aunque completamente equivocadas en su fundamento. Sin duda, el explorador seguía en la inopia...  Sin duda, mis compañeros no habían encontrado la oportunidad para hacer partícipe al semielfo de cómo había evolucionado su camaradería. Habría que ayudarles. 

   Aprovechando la pausa, pregunté a mis compañeros si habían reservado habitaciones. 
—¿Tres simples y una doble?, pregunté. En ese momento, Lilith adquirió un tono carmesí.— ¿He dicho algo inconveniente?.
—Si— respondió disculpaba para ir al retrete mientras Earsel soltaba carcajadas. 
Con una sonrisa velada, me dirigí a hablar con Erra, para ver de que alcobas disponían y dar tiempo a la eladrin a que se repusiera mientras Kanon interrogaba socarronamente a Ian. Al cabo de unos minutos, volví con la posadera. 
— ¿Cuantas habitaciones serán, entonces?— preguntó ella
— Como te comentaba, creo que finalmente serán tres simples y una doble... apartada—
— Ehhh... vale— dijo Lilith, con apenas un hilillo de voz, mientras Erra me guiñaba un ojo.
Entre risas por el apuro que estaban pasando nuestros amigos, nos dirigimos a descansar a nuestras habitaciones.



Diario de Andrew Wiggin
Sexto día de Noctal, 1481 DR


  Nos reunimos de nuevo a la mañana siguiente para desayunar. Kanon examinó el mapa que habíamos encontrado en la torre de los misterios. Parecía indicar el mismo camino que había seguido Bedarán, su padrastro. Quizás su desaparación estuviera relacionada con el tal Karvakos, o este pudiera darnos alguna pista sobre su paradero. Relajando el ambiente, el semielfo intervino:
— ¿Y tu que, Earsel? No nos has contado nada de estas semanas.
— Pues me he quedado aquí, en el salón, estudiando.
— ¿Anatomía?
— No, ni siquiera anatomía drow.
Sin duda, la maga estaba desarrollando todo un carácter. Puro fuego, como habría dicho Gendar... 

 Procedimos a contar a nuestros compañeros lo ocurrido en las Casas de la Luna. Ante la mención de que Terrlen había pertenecido a los Dragones Púrpura de Cormyr, Kanon decidió ir a hablar con él, por si podía darle alguna pista en su búsqueda.  Unas horas después, tras terminar nuestros preparativos y despedirnos de los habitantes del salón, partimos hacia Refugio Invernal, de camino hacia el lugar indicado por el mapa.







Diario de Andrew Wiggin
Noveno día de Noctal, 1481 DR


  Tras unos días de viaje sin mayores contratiempos, llegamos a nuestro destino. Pese a que nuestros amigos ya lo habían visto y nos habían advertido de su existencia, la presencia sobre la entrada de cinco estatuas representando a nuestro grupo no pudieron menos que sorprendernos a Earsel y a mí.

  La villa bullía de actividad, habíamos llegado en día de mercado. La presencia de los mercaderes ofreciendo su mercancía calentaba el frío aire de invierno. Los habitantes nos saludaban afectuosos, mientras los chiquillos nos seguían, jugando a emularnos. Pudimos reconocer a algunos de los esclavos que habíamos liberado, en mucho mejor estado que cuando les dejamos con la caravana. Nos dirigimos a la posada Wrafton. Allí nos sirvieron un espectacular banquete, mientras el pueblo se nos unía, junto con algunos comerciantes que nos habían reconocido por nuestras efigies de la entrada. Entre plato y plato, vimos acercarse a Leliana. Unos momentos después, y sin que nos diésemos cuenta, el semielfo había desaparecido.

   Apenas habíamos acabado, se nos acercó Lord Padraig
— ¡Que alegría veros!— dijo sentándose entre Ian y Lilith— No puedo menos que invitaros a todo lo que gastéis. Y vosotros dos — dijo poniendo sus brazos sobre los hombros de nuestros amigos— no podéis negaros a pasar la noche en mi mansión.
  Earsel y yo no pudimos menos que reirnos viendo como prácticamente les arrastraba fuera de la posada, abrazado a ambos afectuosamente.

  A la mañana, siguiente, las ojeras de Kanon rivalizaban en negrura con las nubes que oscurecían el cielo. Lilith e Ian llegaron vestidos con lujosos atuendos de viaje nuevos. Pese a su rica factura, se notaba que habían escogido lo más discreto entre todo lo que sin duda les había ofrecido Lord Padraig.  Mientras nos dirigíamos a alquilar unos caballos, nos percatamos de la presencia de un cartel de "Se Busca" ofreciendo una recompensa en Arabel por un tal Gharash Vren, por pillaje y bandidaje.


  De camino,  Kanon adelantó su caballo y unos momentos después, Ian se le unió. Tras una breve conversación, el semielfo  le palmeó la espalda, mientras soltaban unas risas afectuosas. A mi espalda, Earsel y Lilith cuchicheaban en voz baja. Parece que lo violento de la situación vivida en la posada Medialuna ya había quedado atrás. 






Diario de Andrew Wiggin
Duodécimo día de Noctal, 1481 DR


  Unos días mas tarde, llegamos a Arabel. A la entrada, la guardia de la ciudad nos interrogó sobre el propósito de nuestro viaje, mientras unos magos escrutaban la veracidad de nuestro aserto. Todos franqueamos la entrada con mayor o menor fortuna, excepto la eladrin, quien se lió en una complicada explicación con un sargento de la guardia sobre si  los motivos por los que le habían preguntado eran sus motivos últimos en su viaje o los de la visita que estábamos haciendo. 

  Tras devolver los caballos y conseguir habitaciones, aprovechamos nuestra presencia en una gran ciudad pertrechándonos. Visitamos varias tiendas, e intercambiando nuestra fortuna y algunas posesiones, pudimos adquirir diversos objetos que nos serían tremendamente útiles: un sudario de protección, que nos protegería de los ataques si caíamos inconscientes;  una linterna flotante que podríamos mantener encendida mientras luchábamos; un pedernal del cazador, que nos permitiría encender fuegos sin humo y visibles sólo desde su proximidad y una espada, un arco y un símbolo sagrado mejores que los que llevábamos. Discutimos además sobre la  conveniencia de hacernos además con una gema que nos permitiría entender algún lenguaje más, pero decidimos desechar la opción en favor de adquirir algunos nuevos rituales, como Curar Enfermedad y Cerradura Arcana, junto con diversos componentes para ellos.









Diario de Andrew Wiggin
Decimocuarto día de Noctal, 1481 DR


    Al día siguiente, nos adentramos en la profundidad del Bosque Real. No había ningún indicio a la vista de la presencia de ninguna pirámide o construcción humana. Seguimos una senda que Kanon confirmó que había estado siendo usada recientemente, mientras la eladrin iba marcando el camino dejando varios hitos que evitarían que diéramos vueltas en círculos. 
  
   Tras horas y horas de marcha, decidimos acampar en un claro. Aprovechando que apenas necesitan unas pocas horas de sueño cada una, Lilith y Earsel se repartieron los turnos de guardia mientras el resto nos íbamos a dormir.  A mitad de la noche, me pareció oír a la elfa,  inquieta, discutir con la Eladrin, quien decía algo sobre que si no tenía nada mas claro que eso, ella se iba a dormir.

  —¡Deprisa, vámonos!— nos despertó Earsel.—Venga, no hay tiempo!.

Si entender nada, nos vestimos rápidamente y corrimos senda adelante detrás de la maga. Mientras corríamos, tomamos un pequeño refrigerio a modo de desayuno, apremiados por la elfa —¿Que hacéis? ¡Apresuráos!—. Nos farfulló, jadeando por la carrera, que había visto en sueños la pirámide y a alguien impeliéndola a darse prisa.

  Pocas horas después, llegamos a un claro. Nos detuvimos justo antes de entrar. Reinaba un silencio sobrenatural, no podía oírse ninguno de los sonidos típicos que pueblan los bosques. Al otro lado del claro, pude ver movimiento entre los árboles. Haciendo gestos a mis compañeros, nos aprestamos a la batalla. Entonces, tres enanos con martillos, un draco y dos humanos corrieron hacia nosotros, lanzando sus armas arrojadizas a Kanon. Parecían gritar, pero no oíamos nada. La maga nos instó a luchar,y entre exclamaciones de "pero venga, que hacéis, acabad con ellos!", les lanzó una bola de fuego que acabó con el draco y a un enano y dejó al resto de enemigos notablemente perjudicados. No se si sería por las enseñanzas de Orontor o la urgencia que la apremiaba, pero era sin duda el ataque más terrible que le habíamos visto hacer. Al adentrarnos en el claro, descubrimos que no podíamos oír nada, ni siquiera entre nosotros.

   Mientras Kanon acababa con otro enemigo, Ian absorbió los golpes del resto de los enemigos, quienes consiguieron derribarle, pero la resistencia de nuestros enemigos no duró mucho más.  En ese momento, la figura fantasmal de un tiflin se materializó en la mitad del claro, rompiendo el silencio sobrenatural. 

  — Saludos, viajeros. ¿Qué buscáis en la pirámide de las sombras?

  — ¿Quien eres? — Preguntó Kanon

  — Somos el protector de las ruinas del bosque. ¿Qué estáis buscando?

  — Buscamos a Kárvakos,

  — Entrad en la pirámide, y todo os será revelado.

  — ¿Qué pirámide?

  — Está a plena vista.


  Vi que a sus pies se había materializado una pequeña pirámide de poco más de un pié de lado. Ante la incredulidad de mis compañeros, preguntándose cómo demonios íbamos a entrar en un volumen tan pequeño, me acerqué a investigarla. En cuanto la toqué,  comenzó a expandirse. O quizás nos encogimos nosotros. En cualquier caso, una absoluta oscuridad nos rodeó y oímos una voz que decía "Bienvenidos a la Pirámide de las Sombras. La única forma de escapar es matarnos tres veces".  

   Mientras un hedor a podredumbre invadía nuestras fosas nasales, poco a poco una suave luz empezó a iluminar el lugar donde nos encontrábamos. Estábamos en un foso, sobre una pila de cadáveres.  Parecían recientes, si bien sus atuendos parecían notablemente antiguos. Mientras, unos diez pies más arriba, un ettin de dos cabezas dialogaba consigo mismo.

  — Esa cabeza es la que necesitaba para mi colección

  — Ese tesoro es para mí

  — No, ¡pienso quedármela para mi solo!


   Mientras intentábamos salir de ahí, algo verde y viscoso se movía entre los cadáveres. El ettin nos golpeaba con su garrote desde arriba, mientras  Earsel lanzaba su ariete espectral contra él y Lilith se teleportaba a su lado. Mientras Ian conseguía salir, un par de carroñeros reptantes salieron de la pila de cadáveres, atácandonos al semielfo y a mi. aullé con un grito de dolor al sentir el veneno de uno de ellos, mientras conseguía salir de un salto del foso. Pude ver como al otro lado Ian y Lilith intentaban flanquear al gigante, pero este les alejaba con sus golpes. La guerrera nos indicó cómo atacarle con más efectividad, dato que aprovechó nuestra maga para abrasarlo con sus manos ardientes. Con un rugido de dolor, el ettin golpeó al Ian, quien se interponía entre él y la maga, lanzándole al foso para dejarle el camino libre hacia su venganza.

  El el fondo del foso, tres zombies se habían alzado. Aunque uno de los carroñeros había subido a perseguirme, Kanon estaba enfrascado en la lucha con el otro y los no muertos. Curé a mis compañeros, mientras retrocedía alejándome del carroñero. En ese momento, la maga haciendo un despliegue de sus habilidades, acabó con dos zombies y remató al ettin, ocupado en esquivar los ataques de Lilith, mientras Ian y Kanon acababan con los enemigos del foso. El carroñero restante, intentó huir de la esfera de fuego que había invocada la maga entre él y yo para protegerme, pero al llegar a la pila de cadáveres, se encontró con Kanon listo para rematarlo.

  Una vez libres de enemigos, investigamos la estancia. En una pequeña guarida, donde sin duda descansaba el ettin, vimos las colección de cabezas del ettin y una bolsa de cuero que parecía contener un objeto de forma esférica.  Mientras daba el adecuado descanso a la pila de cadáveres con mi llama sagrada, oí la voz de la eladrín:

   — ¿Quien está ahí? ¿Quien habla?  ¿Chicos, vosotros podéis oír esa voz?

Según nos contó, una voz telepática la impelía:

   — Eh, tu, nos podemos ayudar mutuamente, lo sé muy bien


    Todos seguimos a la la guerrera, quien se acercó a la bolsa de cuero y sacó de ella un orbe negro y satinado, con un brillo extraño. En su interior, flotaba la figura fantasmal de la cabeza de  una eladrin  movía los labios, comunicándose 
telepáticamente con Lilith. En ese momento, todos pudimos oír su voz en el interior de nuestras cabezas

  — Así que estos son tus compañeros. — la voz sonaba altiva, arrogante.— Esto es un desastre, espero que no seáis unos patanes como el resto de los que han pasado por aquí.  Me llamo Vyrellis.— contó, con una voz hastiada, como si hubiese repetido las mismas frases miles de veces.— Habéis sido atraídos a esta prisión por su recluso más famoso, Kárvakos. Unos aventureros como vosotros necesitaréis mi ayuda para terminar con él y poder salir de aquí.— indicó desdeñosa.


  Nos contó la historia de Kárvakos, su consorte, y de cómo éste, deseoso de extender sus  dominios, había hecho un pacto con los demonios. Estos le proporcionarían un ejército invencible, pero si este caía, el mago estaría condenado. Con la confianza de tener un ejército imparable, agrandó su reino más y más. Sin embargo, cuando se lanzó a conquistar la tierra de las hadas, descubrió que allí sus tropas estaban desprovistas de su poder.

  Lilith podía notar como parte de los conocimientos y sabiduría de Vyrellis expandían su mente. Sin embargo, le pasó la esfera a Kanon, quien desde el principio había sido objeto de las miradas desdeñosas de la noble.

  — ¡¿Pero qué haces?! ¡Ni se te ocurra dejarme en las sucias manos de este... semielfo! — dijo, enfatizando su énfasis en la ultima palabra. Con un comentario hiriente sobre " tan poderosa y sabia no serías si estás encerrada en un orbe", pasó el objeto a Earsel.

 — Ahh... pura sangre élfica. Ahora mejor, pero no se que pretendéis pasándome de mano en mano  como una vulgar cantimplora.— dijo, mientras la maga me acercaba la esfera

— Disculpe, alteza, la humillación sufrida. Lilith, ¿por favor?— digo, devolviendo a Vyrellis a sus manos.

Pese a las objeciones del semielfo, decidimos llevar la cabeza con nosotros.

 — ¿Hay algún sitio cercano donde podamos descansar?.—  preguntó la eladrin.

 — Bueeeeno.... a ver....están los no muertos, la biblioteca cuyos moradores te hacen olvidar porqué estás aquí, están las plantas —enumera hastiada—, los bandidos, el dragón...

  — ¿Un dragón? — preguntamos alarmados

  —  Si, un dragón, ya sabéis, reptilesco, grandes, con alas, con gusto por los tesoros y el sabor de la carne de aventureros....

  — ¿Y algún almacén, o algo así?

  — No, aquí cada uno se ha hecho un hueco, normalmente a costa de los demás, y están todos ocupados.

  — ¿Y cuanto tiempo llevas aquí? 

  — Veamos... calculo que unas diez veces vuestra edad... toda sumada

  — ¿Y por qué no has pedido a nadie que te saque de aquí? — pregunta Kanon

  — ¿De verdad este es tu compañero? — pregunta a Lilith, dándole la espalda, o mas bien el cogote, a Kanon — Ha pasado mucha gente por aquí, pero todos han acabado resultando unos patanes, semielfo. ¿Y a ese que le pasa? — dice mientras señala con un gesto a Ian

 Lilith le pasa la cabeza.

 — ¡¿Pero que haces?! ¡No me dejes! ¿Es que no has visto sus grasientas manos de humano?

Ian le devuelve el orbe a la eladrin. 

  — Mucho mejor. Tu déjame que te guíe y quizás consiga que no os maten y que podamos salir enteros de aquí. Aunque con esta compañía, dudo que tu y yo lleguemos muy lejos. Para empezar, quizás podáis parapetaros en el pasillo del este, pero no entiendo porqué, si acabáis de llegar. Así no vamos a salir nunca de aquí.

  Kanon no dejaba de mirar, . —No sé porqué tenemos que fiarnos de una cabeza metida en una bola que apenas acabamos de conocer... 

  


   

  


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