viernes, 13 de enero de 2012
Diario de Andrew Wiggin
Sexto día de Marpenoth, 1479 DR
[continuación]

Tras franquear el acceso a las puertas al destruir el último querubín, volví a por el cetro solar, lo que me granjeó comentarios como "Turmish" y "Khat-Alán".Quizás ellos sean capaces de ver en las penumbras que genera la vara de Earsel, pero yo necesito bastante más luz para sentirme cómodo.

Dispuestos alrededor de la puerta, discutíamos sobre como abordar la siguiente sala cuando Lilith directamente la abrió. Un olor pestilente a carne putrefacta invadió nuestras fosas nasales, procedente de cadáveres de distintas razas en distintos estados de descomposición, algunos de ellos en movimiento, sin duda animados por artes oscuras. Mientras elevaba una plegaria a Kélemvor para que guiase mi mano contra los engendros, volví la vista atrás para evaluar nuestras posibilidades tácticas, pero el muro mágico formado por los querubines se había levantado de nuevo. SIn duda, nuestro dios y guía Mamaster no deseaba que volviesemos por donde habíamos venido.

Prestos para la batalla, observé más detenidamente a nuestro alrededor, midiendo las fuerzas de nuestros enemigos. Una gárgola arcillosa (sin duda, otro constructo) acompañaba a un buen número de criaturas humanoides putrefactas, dos de las cuales mayores que el resto, mientras que una última, con brazos terminados en garras, parecía más ágil que el resto. En ese momento, Lilith se lanzó a la batalla, empujándome al grito de "tú tira pa'dentro". Las 2 abominaciones más voluminosas se acercaron, y uno de ellos me agarro en un asqueroso abrazo que me impedía moverme. Inspirado por la eladrin, Kanon entró despedazando a uno de los zombies, mientras Earsel quemaba a otro con un proyectil mágico. Poco a poco nuestros enemigos nos rodeaban, por lo que Lilith se colocó a mi lado para liberarme en un par de tirones, mientras le señala a Kanon a un enemigo para que el semielfo le despedace. En ese momento, mientras encajaba un golpe, la gárgola se situó frente a nuestro explorador, quien se llevó una mano a la sien con un gesto de dolor y gritó "bombástico, se ha ido, no le veo" El semielfo sacó de un saquillo un pedazo de corteza de sauce para mascar, tal como mi viejo maestro de botánica nos recomendaba para la jaqueca. Ashpyrinna, creo que lo llamaba él. El presumible dolor de cabeza le debía estar afectando más de lo esperado, pues el resto le miramos con cara de "qué dices, si la tienes delante!"

Earsel avanzó, quemando con su conjuro de manos ardientes a los dos gigantes y matando a otros dos. Viendo que se aproximaba un gran número de enemigos, me tomé unos instantes mientras se acercaban un poco más aprovechando para entrar en comunión con mi dios. Intenté lanzar un golpe curador a una de las criaturas cercanas, a sabiendas de que fallaría para que las criaturas se acercasen aún más. En ese momento, con todas a mi alcance, desaté la ira de Kélemvor, acabando con 3 de los zombies que se acercaban y los dos gigantes que nos estaban acorralando.
Mientras me recuperaba, Lilith se teleportó para persguir a la gárgola, pero esta consiguió huir a través de las puertas de salida. El no-muerotel más fibroso atacó a la señora de la guerra, quien maldiciendolo le puso el apodo de "Starvin Marvin". Mientras Earsel y yo nos dábamos cuenta de los últimos 3 zombies restantes , Kanon se puso tras él para intentar flanquearlo. Aprovechando que tenía su atención dividida, lo iluminé con mi luz amedrantadora mientras Lilith le lanzaba un golpe. Recibiendolo, Marvin se desplazó lateralmente, golpeando a la guerrera e inmovilizándola, por lo que avanzando lo más rápido que pude, me situé junto a ella para que, gracias a mi habilidad como sanador, pudiese recuperarse de su aflicción y terminar de destrozar al ghoul de una certera estocada.

Libres ya de las abominaciones, el semielfo se dirigió a una estrecha abertura en la pared que parecía conducir a otra sala. Se introdujo por ella, volviendo a los pocos minutos con una bolsa de cualidades mágicas, una bolsa de contención, capaz de alojar un volumen mucho mayor del que parece tener el saquillo a simple vista. Al grito de "explorador, explora", Lilith le increpó para que metiese la mano en su interior, descubriendo abundantes monedas de oro.

Viendo que la sala donde estábamos no ofrecía nada más que cadaveres y muerte, atravesamos las puertas en pos de la gárgola. La estancia, iluminada por la luz azulada de unas columnas mágicas, era sin duda una antigua catedral, destinado a albergar a varias decenas de personas cómodamente. En la pared opuesta, podíamos ver a un sacerdote de espalda a nosotros, entoncando cánticos a Shar frente a un altar del que manaban dos riachuelos de sangre que acababan cayendo por un pozo, por el que vimos desaparecer a la gárgola.

El oído del semielfo le hizo sospechar que teníamos enemigos acechando a nuestro alrededor. Intentamos acercarnos sigilosamente, pero pronto nos vimos atacados por un humano envuelto en la sombra de Shar que daba la voz de alarma al que Kanon golpeó con su nueva espada mágica. Un segundo humano se acercó armado con un hacha a Lilith, quien aprovechó para herirle mientras le alcanzaba mi llama sagrada , pero en ese momento, una sombra le rodeó, y sus heridas parecieron sanar. Viendo que la sombra parecía emanar de los cánticos del sacerdote, Lilith se teleportó hasta allí para intentar acabar con él, dejando al semielfo al cargo de los dos humanos enfurecidos.

De repente, dos humanos tocados por la maldición del vampirismo cayeron del techo rodeándome. Me desplacé para golpearlos con mi maza, pero ni Earsel ni yo conseguimos golpearles. Mientras, el sacerdote intentaba maldecir a Lilith, quien mientras esquivaba a un engendro de apariencia humanoide y a un par de vampiros más, sufrió de repente una cuhillada de una daga procedente de un pequeño humano de ojos blanquecinos quien rápidamente se escabulló.
Intenté situarme en mejor posición para defenderme de los dos vampiros que me estaban atacando, pero en ese momento, uno más apareció detrás de mí, por lo que me ví obligado a pedir ayuda a Earsel, quien se estaba alejando para intentar acabar con los berseker que acorralaban a Kanon. Arriesgándome a sufrir las consecuencias de su magia, la hice señas para que quemase a la mayor cantidad posible de no-muertos, aunque estuviese yo en la trayectoria de su hechizo. Sin embargo, la estrategia no dio resultado, y el conjuro se perdió sin efectos.

Mientras tanto, Kanon y Lilith seguían atacando a sus enemigos, cada vez más presionados. El semielfo pidió ayuda, viendo que sus fuerzas flaqueaban. Dado que estaba lejos de mi alcance, Lilith restañó sus heridas, mientras sufría el mordisco de uno de los vampiros. El amuleto que llevaba al cuello empezó a brillar, haciendo que la herida del mordisco se cerrase instantáneamente. Los no muertos, viendo que sus esfuerzos estaban destinados al fracaso con la eladrin, se acercaron a mí para rodearme de nuevo. Earsel bloqueó el ataque de uno de los vampiros que se le estaban acercando, matándolo con un proyectil mágico.

Viendo que estaba cada vez más rodeado, me escabullí entre mis enemigos como pude, desencadendo mientras el juicio de Kélemvor sobre ellos, pero en mi precipitación no pude invocar bien la plegaria, consiguiendo alcanzar sólo a uno de ellos. Tuve además que rezar a Kélemvor para que mitigase el daño que había sufrido en mi huida. Kanon seguía acorralado entre una pared y los humanos enfurecidos, devolviendo golpe a golpe, mientras a lo lejos ví a Lilith golpear al sacerdote de nuevo mientras esquivaba al engendro. Rodeado de nuevo, y viendo que al semielfo le fallaban de nuevo las fuerzas, finté entre los vampiros para golpear a uno de los Berseker, y la energía de mi dios que acompañaba al golpe pudo alcanzar también a Kanon, cerrando gran parte de sus heridas, quien aprovechó para acabar con el humano al que había golpeado.

Earsel seguía luchando contra los vampiros. En mi afán por evitar que el semielfo cayera, la había tenido que dejar sola de nuevo, mientras lanzaba explosiones abrasadoras para acabar con ellos. Mientras me recuperaba de mi esfuerzo, vi que las abundantes heridas de Lilith se cerraban tras soltar un grito de guerra. Kanon golpeó al Berseker restante, quien se había alejado en pos de la maltrecha Eladrin, la cual aprovechó ese momento para arrearle un terrible golpe mientras esquivaba su hacha. Earsel seguía quemando no-muertos, mientras yo lanzaba una llama sagrada contra el último de ellos. En ese momento, ví como el Berseker golpeaba a Kanon cuando éste intentaba pasar a su lado y derribaba además a Lilith. De repente, el pequeño humano trepador atacó al semielfo, quien cayó también al suelo.

Pese a que el grueso de las fuerzas enemigas había caído, sólo quedabamos en pie Earsel y yo. La maga congeló al sacerdote para permitir que concentrasemos nuestros esfuerzos. Mientras ella acababa con el berseker restante, me acerqué para curar a Kanon y estabilizar a Lilith. Mientras yo intentaba curar a la eladrin, el semielfo acabó con el sacerdote. Una vez que estuvimos todos de nuevo en pie, nos concentramos en acabar con el trepador y el engendro restantes. kanon y Lilith rodearon a este último, quien, al morir, explotó cegando a ambos.

Libres ya de la amenaza, observamos unas cadenas que descendían por el pozo. Viendo que el final de nuestra búsqueda estaba próximo, decidimos retirarnos a descansar a la sala segura para afrontarlo en las mejores condiciones posibles, mientras elevabamos una plegaria a Selune para que esta demora no nos impediera llegar a tiempo de detener a Kalarel.

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