domingo, 29 de julio de 2012

Tras el reparador sueño y el enfrentamiento con Terrlen el lobito, despertamos recuperados y frescos para poder seguir nuestro camino hacia el Fuerte del Cuerno.

Terrlen seguía durmiendo, atado de pies y manos, y con los cortes y moretones visibles ahora que su forma era completamente humana. Para despertarlo Andrew, con la delicadeza que muestra en ocasiones, le echó un cazo de agua encima, y aquel despertó inmediatamente, con la sorpresa y la confusión en los ojos. Tras unos momentos de desconcierto, le interrogamos, pero para nuestra decepción, no parecía recordar absolutamente nada.

Incluso cuando le dijimos que ahora ya sabíamos por qué habían fracasado algunas de sus expediciones anteriores, y por qué era él el unico superviviente de las mismas, no pareció dar crédito a lo que decíamos. Pero teníamos que ponernos en marcha, así que decidimos que nos indicara como llegar ante el Fuerte, y después buscara refugio hasta que volviéramos. Quedamos en pagarle sólo la parte proporcional a nuestro viaje actual, y que el resto se lo pagaríamos a nuestra vuelta.

Mientras recogíamos el campamento, comentamos algunos de los nuevos tonos de mensaje que emitían los cuervos mensajeros de Toril, que habían añadido algunos nuevos realmente graciosos, como los del grán comediante bardo Xhiqhito DeLaCalzadd, que se estaba haciendo famoso por las indómitas tierras de Zakhara...

Le pedimos a Ian que ayudara a Terrlen a ponerse los gayumbos, ya que en su transformación se había quedado en bolingas. Aunque Ian no estaba muy por la labor, nunca se negaría a una tarea estando su adorada Lilith delante.


Lilith fue a hablar con él para que nos esperase, y a su vuelta, Ian, todo galantería y preocupación le dijo "Estás bien? Te ha tocado?". La mirada que le lanzó la eladrín bastaría para helar un elemental de fuego, pero no le dijo nada, a fin de cuentas, es su fanboy.

A los 10 minutos de marcha, Terrlen dijo que nos esperaría en un refugio que había tras un recodo del camino, y nos deseó buena suerte en nuestra empresa. Ya sin el guía en nuestro grupo, Lilith nos contó lo que había hablado con él a solas: por lo visto los "incidentes" con las expediciones que él guiaba, vienen ocurriendo desde hace un par de meses, cuando visitó un lugar llamado las Casas del Silencio. ¿ Podría ser que el origen del frenesí de la luna venga de ahí ? Tendremos que investigarlo más adelante, sobre todo si mis compañeros Andrew y Lilith no consiguen quitarse de encima la enfermedad...

Al fin, tras algo más de una hora de camino bordeando la sima, tuvimos a la vista el Fuerte del Cuerno.



En realidad parecían ser tres fortalezas unidas por puentes de piedra. A unos 100 pies de nosotros estaba la entrada, con el rastrillo cerrado, y lo que parecían ser dos orcos tras él, haciendo guardia. Una debil luz venía de lo que parecía una antorcha en el lado izquierdo del camino.

El problema era como entrar. Decidimos que lo mejor sería que yo sólo me acercase con sigilo, para ver si había alguna forma de entrar que no viéramos desde aquella posición. Afortunadamente, los orcos parecían estar discutiendo entre ellos, aunque como no entiendo el idioma, a mi oído sólo eran gruñidos y eructos guturales ( después cuando intenté reproducírselos a Andrew, dijo que estaban hablando de chorizo, o algo así... ). Llegué hasta el mismo rastrillo, que estaba bloqueado por dentro con un grueso tablón.

No ví ninguna forma de entrar, pero al ver la antorcha un plan empezó a formarse en mi cabeza. Regresé con mis compañeros, para discutir la estrategia. Andrew empezó a hablar cuando les conté lo que había visto: "Podríamos hacer una cosa..." , pero de repente, una ominosa y potente voz procedente de quién sabe dónde rugió "SE EQUIVOCA COMO SIEMPRE", así que el clérigo, intimidado, decidió guardar silencio ( ¿ sería Kélemvor mostrando su desacuerdo con los actos de Andrew ? ).

Finalmente decidimos que Earsel usaría su poder mágico de mover cosas para tirar al suelo la antorcha. Esperábamos que eso hiciera que los orcos abriesen el rastrillo para ver qué pasaba, y en ese momento asaltaríamos las puertas.

Pusimos en marcha el plan. Earsel y yo nos acercamos con sigilo y no nos detectaron en esta ocasión tampoco.La maga elfa se concentró, y lanzó la antorcha al suelo. Los orcos empezaron a gruñirse e increparse uno al otro, como si se echaran la culpa. Entre ambos retiraron el tablón y el rastrillo cayó al suelo con estrépito, dejando libre el camino.

Uno de los orcos se acercó, recogió la antorcha, y la dejó en su lugar original. Y aprovechamos para atacar. Yo fallé, pero Earsel acertó al orco que volvía hacia el Fuerte, que gritó de dolor. Ante el grito de su compañero, el otro orco cargó contra Earsel, golpeándola brutalmente, mientras el otro hacía lo propio conmigo. Pero tres ataques bien coordinados hicieron que uno de ellos cayera a manos de Lilith, que llegó desde atrás.

Mientras Ian y Andrew se enzarzaban con el orco que quedaba, aparecieron tres más por la puerta del Fuerte, que cargaron contra nosotros. En ese momento Earsel convocó a nuestro querido Fluffy, la bola de fuego con carita sonriente, justo tras los tres orcos que acababan de aparecer, dañando con fuego a todos ellos.


Ian recibe dos ataques bestiales de los orcos, que armadura no tienen mucha, pero llevan un hacha gigantesca, y está a poco de caer inconsciente, pero Andrew consigue curarle. Por alguna extraña razón los orcos cada vez que resultan dañados hasta cierto punto, sueltan un rugido gutural y parecen luchar con renovadas energías, y esto lo acaba sufriendo Ian en sus cannes, ya que tras un rugido y una guaya de campeonato, le apagan las luces y cae al suelo.

Entre Lilith y yo seguimos castigando a los orcos, mientras Andrew intenta reanimar a Ian, pero lo único que consigue es llevarse un martillazo en el perolo por parte de un orco...


Ian, recuperado en parte por los poderes reparadores de Andrew, ataca y acaba con uno de los orcos, con el orgulloso grito de fondo de Lilith: "Mira mi niño como golpea!!!". Los dos orcos restantes, viendo las de perder, deciden poner tierra de por medio, y huyen al interior del Fuerte, pero entre Earsel y Lilith acaban con ellos antes de que vayan más lejos.

Con la situación  más calmada, entramos en el Fuerte, y lo primero que encontramos es una estancia con una mesa con algunas sillas, un fuego encendido en un lateral, y una puerta cerrada en la pared contraria a la entrada. Para disgusto de Andrew, nos deshicimos de los cadáveres de los orcos tirándolos por la sima, aún cuando él quería conducir sus almas hasta el reposo eterno... Me da que el reposo eterno no haría que dejaran de oler a orco muerto y atrajeran a todos los duérgar en leguas a la redonda.

Volvimos a bloquear la puerta tras nosotros, por si viniera alguna patrulla más de orcos y nos aventuramos en el interior del Fuerte ( al que pronto bautizaría como el Fuerte de las Puertas, porque joder, anda que no tiene puertas el condenado sitio ).

Tras la puerta vimos un pasillo con cuatro puertas, una a nuestra izquierda, otra delante, y las otras dos girando el recodo. Lilith abrió la de la izquierda, y encontramos otras dos puertas cerradas. Seguimos por una de ellas, y encontramos otras cuatro más... jodeeer. Earsel ya estaba a estas alturas cagadita de miedo claro, por aquello de encontrarse en este lugar tantas de sus enemigas declaradas: las puertas cerradas.

Seguimos investigando, abriendo puertas, cerrando heridas, lo típico... incluso dimos con una armería, donde encontramos bastante material usable, como un sable, pero nada que mejorase nuestro equipo.



Pero en la siguiente habitación en la que entramos, percibí algo: un sonido como de un martillo al golpear con un yunque, aunque sonaba apagado, como si estuviera tres o cuatro estancias más lejos.

Según nos acercamos, el sonido se iba haciendo más claro, y aunque no entendía el idioma, porque seguían sonando a mís oídos como si un rinoceronte eructara, sí que me parecía distinguir dos voces distintas, una de ellas dando órdenes a las otras. Tras otra de las puertas encontramos un pozo de agua, y en ese punto tuvimos claro que las voces venían de la puerta cerrada frente al pozo. Parecían corresponder a un orco y a un duérgar. Según Lilith y Andrew parecía que el duérgar le estaba echando la peta y el orco se intentaba disculpar, o algo así...

Tras discutir brevemente la estrategia a seguir, decidimos que el patadón a la puerta y arrasar con todo será lo mejor. Y así lo hacemos, Ian le pega una patada y se aparta para que yo dispare una flecha al orco, al que acierto en una pierna. Y allí que vamos, a una habitación presidida por un yunque, donde vemos al orco y al duérgar, aún sorprendidos por nuestra entrada.

Ian entra y recibe un martillazo del duérgar nada más empezar. Lilith usa su paso feérico y se coloca detrás del ser de barbas de fuego y le golpea, y en ese momento observa como aparece un tercer enemigo: otro duérgar.

La estancia es más grande de lo que parecía y al otro lado hay una abertura sin puerta que va a dar a otra habitación, con una puerta al fondo. Y entonces Earsel tomó una de esas decisiones que luego lamentaría, al decidir separarse de nosotros e ir por la otra puerta para intentar sorprender a nuestros enemigos... sólo para darse de bruces con... ( no con la puerta cerrada, no )..... otros dos enemigos, un orco y otro duérgar más, que aparece por una puerta lateral que no habíamos visto.



Al principio la maga se defiende razonablemente bien, achicharrando a los tres enemigos más cercanos con sus manos de fuego, hasta que uno de los duérgar usa las púas de fuego de su barba y ataca a Earsel, que apenas aguanta el envite. Otro de ellos de repente se vuelve invisible, y reaparece junto a la maga, para calzarle una galleta respetable, que la deja tambaleándose.

Lilith e Ian son golpeados por virotes de fuego lanzados por otro de los duérgar con su ballesta, a lo que Lilith responde a su vez con un mandoble. Pero quien lo está pasando mal es Earsel, ya que está rodeada por tres enemigos y no la dejan tiempo para defenderse, y con otro ataque de púas de fuego, cae inconsciente al suelo.

En ese punto entro y empiezo a causar estragos, con un Dividir el Árbol, ataco al duérgar herrero y a un orco, y les causo un daño devastador ( toma ya otro crítico con poder diario ) que los deja tambaleándose. Andrew consigue acercarse a la inconsciente y maltrecha Earsel y consigue recuperar su vitalidad un poco.

La situación sigue complicada: Earsel recibe más daño mientras ella y Andrew están lejos de Ian, Lilith y yo. Sigue el intercambio de golpes y Earsel recurre a una táctica desesperada: abre una puerta que no sabe a donde lleva para poder huir de sus tres atacantes y tener un ligero respiro... respiro que aprovecha para atacarlos con sus rayos de hielo, dejándolos inmovilizados.

Mientras yo recibo un buen golpe de uno de los duérgar, pero me mantengo sin problemas. Earsel vuelve a recibir una embestida de otro duérgar, que la vuelve a dejar inconsciente, con lo que la atención se desvía hacia Andrew, al que atacan brutalmente.

Pero pronto empezaríamos a cambiar las tornas del combate. Con un doble ataque, tumbo a uno de los orcos, mientras Ian destroza al duérgar herrero. Dos menos. Mientras, Andrew consigue volver a curar a Earsel, que se aleja del centro de la refriega para poder usar mejor sus poderes. Ahora el objetivo parece ser Andrew, ya que al ser el curador del grupo, es la pieza clave a derribar.

Pero ya es tarde, entre Ian y yo derribamos a otro duérgar, con lo que ya sólo quedan dos enemigos. Andrew acaba inconsciente por el ataque del enano maligno que queda, y después se vuelve invisible. Pero no huirá. Uso mi poder de curación múltiple para que todos mis compañeros recuperen algo de su energía y Lilith consigue levantar a Andrew.



Entre Lilith, Ian y yo acabamos con el orco, y ya sólo queda el duérgar, que va a morir con las botas puestas. Andrew grita "¡¡¡Por Kélemvor!!!" y con un sonido de globito desinflándose, su ataque falla estrepitosamente, aunque Lilith es más efectiva en su carga contra el enemigo, al grito de "¡¡¡¡¡Puta Mosca, puta mosca!!!!!"

Como nos pasa casi siempre, cuando sólo queda un enemigo, empezamos a fallar inexplicablemente nuestros ataques, así que el tío aguanta un montón vivo, hasta que por fín Earsel acaba con él, y saborea un poco de venganza.

Fin de la refriega. Ha costado, pero han caído todos los enemigos. Descubrimos en la habitación por la que salió el último duérgar un cofre que esperábamos tuviera algún tipo de objeto de valor, pero en realidad eran calzoncillos duérgar sucios... puagh.

Con nuestras fuerzas algo castigadas, y con gran parte de nuestros recursos gastados, pensamos que lo mejor es volver a una de las estancias que habíamos registrado, y en la que habíamos visto cinco camastros. Está bien protegida por una sola puerta que podemos vigilar turnándonos para hacer guardia, y otra puerta lleva a una especie de almacén donde podemos esconder los cuerpos de los enemigos caídos.

Pero cuando estábamos en la estancia disponiéndonos a descansar, y ya habíamos dejado los cuerpos en el almacén, Andrew se levanta y dispara una lanza de fe al almacén, y con una enorme explosión, y haciendo un estruendo tremendo, calcina los cadáveres de nuestros enemigos caídos. Le miramos alucinados y le decimos "Pero que coñ... ¿¿¿qué haces???"

El clérigo, con una expresión de satisfacción en el rostro, dice "Ahora están en el reino de Kélemvor. Como debe ser, no en el fondo de una sima." Todos le increpamos que está loco, que con ese escándalo nos podrían haber oído hasta los duérgar de 1000 leguas a la redonda... pero nada puede quitar la expresión de satisfacción de su cara...

Así que, lo que pensábamos sería un descanso reparados, se convierte en una tensa espera, mientras esperamos que no nos hayan descubierto el resto de enemigos del Fuerte... porque si lo hacen... ¿ como nos defenderemos sin la totalidad de nuestros poderes ?

¿ Qué ocurrirá... ?

Kanon el Fidedigno.

Cuando Andrew regresó a la posada tras su noche de juega loca con la sacerdotisa, pudimos observar como su brazo dañado se estaba recuperando día a día. Supongo que es lo que tienen los polvos mágicos que se estaba echando en el templo...

Tras los saludos de rigor, estábamos listos y dispuestos para partir hacia el Fuerte del Cuerno, aunque curiosamente nada más salir de la posada de Mediamierda olimos un penetrante olor a pollo que entraba por la ventan... digoo que salía por los ventanucos de la posada... en fín ,quizá pollo sería una comida muy pesada antes de partir.

Terrlen, nuestro guía, era un humano de pocas palabras, pero al poco de partir, y ante nuestra animada e inteligente charla, se giró y nos dijo que nos iba aponer un recargo en su tasa por los chistes malos que estábamos contando... y eso que las frases que soltábamos eran del estilo de "cada masterillo tiene su librillo". Como veis, humor inteligente.

También descubrimos algo que ya sospechábamos, y es que Lilith es un poco lerda en lo que se refiere a perspicacia y percepción de las cosas, ya que un par de veces confundió una piedra del camino con un cubo gelatinoso...

Por otro lado, y al pasar tanto tiempo bajo tierra, no teníamos muy clara la hora que era, y el hecho de que en el Salón de las Siete Columnas sigan la antigua ley de la mercader enana bastarda Espedhorra Aghirrre de libertad de horarios, pues tampoco ayuda mucho, porque los puestos de mercancía están casi siempre abiertos.

Nuestro viaje prosigue sin contratiempos, y tras las primeras horas de camino, llegamos a lo que parece una sima sin fondo, o al menos, yo no fui capaz de verlo con mis extraordinariamente aguzados sentidos. Después me dí cuenta de que miraba con las gafas de sol medivales puestas, y por eso no veía el fondo. Aún así, el piñazo era de órdago si uno se caía por ahí.

Pasaron las horas y seguimos avanzando más o menos en paralelo a la sima. Terrlen hablaba muy poco, pero nos contó que el Fuerte del Cuerno, que en realidad eran tres fortalezas en una, estaba al final del camino que iba paralelo a esa sima. Aún así, pasadas unas cuantas horas, y apenas a dos o tres horas de llegar, decidimos tomar un descanso y montar campamento, para poder llegar en óptimas condiciones al Fuerte ( ya que allí probablemente habría fostias ).

Mientras montábamos el campamento, Earsel nos comentó que había oído algo extraño sobre Terrlen en el Salón, y era que por lo visto, aunque tenía una gran reputación como guía, había guiado unas cuantas expediciones que habían acabado en desastre, con todos los miembros de la misma criando malvas... pero él siempre había regresado con vida. Era inquietante, pero no le dí mayor importancia.

Hasta que pasó un rato. Estábamos montando el camping, cuando de repente observamos como Terrlen se separaba de nosotros. Cuando pasó un rato, Andrew observó que parecía estar temblando. Se acercó para preguntarle si le ocurría algo, y la respuesta de Terrlen fue un "ocúpate de tus asuntos" en un tono anormalmente grave.

Apenas nos dio tiempo a reaccionar. Terrlen comenzó a temblar y gritar, y en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en una criatura animal, parecida a un lobo, pero con forma humanoide, que nos miraba con odio.


Con una rapidez increíble, la criatura que antes era Terrlen el guía, se giró y atacó a Andrew, pegándole un bocao en el hombro ( después averiguaríamos que esta criatura transmite una enfermedad llamada el frenesí de la luna, pero luego llegaré a eso ).

Al ver a su compañero atacado por un perrete tamaño humano, Ian contraatacó, con su grito de batalla "Mirameee Lilith", usando su arco, que acertó a Terrlen y le hizo lanzar un alarido. Earsel intentó usar su poder de Dormir con la criatura, a ver si podíamos calmarla sin dañarla demasiado, más que nada porque seguía siendo nuestro guía. En realidad tuvo demasiado éxito, ya que su conjuro afectó también a Ian y a Andrew, que se quedaron ambos ralentizados, con un "Mecagoen..." en sus labios.

Entretando, Lilith se acercó a la criatura, le calzó una fostia, y se llevó otro mordisco del bicho ( con lo que también contrajo la enfermedad ). Ian, Andrew, Earsel y yo mismo atacamos, pero de momento la criatura se seguía resistiendo, y en un momento dado, Ian se acercó demasiado, y también fue mordido ( y ya van tres ).

Andrew gritó en ese momento "Por Kélemvor" y sorprendentemente ( porque cada vez que menciona a Mr. K ya sabemos que sus ataques acaban en pifia ) acierta de lleno. A todo esto y con cada uno de nuestros ataques, Lilith no hacía más que dar saltos y revolotear a nuestro lado diciendo "No lo mateis!! Que si no no podemos volver!".

Y en ese punto, el chucho humanoide hizo lo peor que podía haber hecho: morderme. La cagaste Burt Lancaster.

Aunque usé el poder de mi armadura para aguantar más daño, me transmitió esa enfermedad también. Pero lo que me cabreó de verdad fue ver como tras ese ataque, el bicho vuelve a la carga a por mí, pasando por delante de Lilith e Ian sin que estos le ataquen, por miedo a matarlo y quedarnos sin guía. Les grito "Pero qué cojones haceis!!!", y esa rabia hizo que usara contra el bicho uno de mis poderes más destructivos, Dividir el Arbol, y le acerte con las dos flechas de lleno: una en el pecho y la otra en la cabeza ( toma ya crítico con poder diario ). Cayó muerto, claro, pero Andrew corrió a estabilizarlo.

Aunque le costó, el bichejo parecía tener unos sorprendentes poderes regenerativos. Poco a poco iba recuperando su forma humana, aunque las heridas se cerraban cada vez más despacio.

Con mi gran perspicacia comento que no estoy seguro, pero tengo la sospecha que nos acabamos de enfrentar a un hombre lobo, con lo que todos aplauden y se sorprenden de mi sabiduría.

En ese momento miro el mordisco de la criatura y con pánico veo que me ha mordido en el brazo derecho, justo donde tengo el tatuaje incompleto. Es extraño, la piel me hormiguea pero no parezco sentir dolor en absoluto...

Andrew nos comenta que este tipo de criaturas transmiten una enfermedad llamada el frenesí de la luna, que no era precisamente que a uno le entraran ganas de irse de juerga nocturna. A mí me sonaba haber leído algo de ella, pero sólo recordaba que afectaba al buen juicio de las personas. Andrew comenta que con sus poderes sanadores podía intentar eliminar esa enfermedad, salvo de sí mismo, pero era algo complicado, y sólo podía intentarlo una vez al día.

Quizá por mi innata capacidad de recuperación, el ritual de curación funcionó conmigo, igual que con Ian, pero no así con Lilith. Lilith por su parte intentó realizar el ritual con el propio Andrew, pero tampoco funcionó. Esperemos que esa enfermedad no se manifieste antes de que lo puedan volver a intentar en una jornada...

Como estábamos algo cansados tras el viaje y la refriega inesperada con Terrlen el lobito malo, decidimos que Earsel usara su poder de montar campamento ( gritó su palabra mágica "adelante gadgetocamping" ), y tras atar a Terrlen para que no nos causara problemas, nos dispusimos a descansar.

Ya  habría tiempo al día siguiente de interrogar a Terrlen, porque va a tener que responder a muchas preguntas...

Kanon el Fidedigno
sábado, 21 de julio de 2012
Diario de Andrew Wiggin
Vigésimo segundo día de Alturiak, 1480 DR 

Mientras mis compañeros daban cuenta de los últimos enemigos, eleve una plegaria para retrasar la entrada de Krand al reino de Kélemvor. Teníamos que interrogarle para saber qué estaba pasando.

Entre sus ropajes, encontré la daga que buscaba Gendar y una carta, según la cual habían vendido los esclavos a Murkelmor Grimmerzhul, un dwergar que frecuenta en ocasiones el salón de las siete columnas. Intentamos obtener más información sobre el paradero de los esclavos, pero Krand, entre exabruptos y maldiciones, se negó a darnos más información. Afirmó además no saber nada sobre la plaga que asolaba las granjas. Podía sentir cómo se enfriaba el rastro de la desolación. Cegado por la ira, le dí muerte con su propia daga, un arma sacrificial de Lolth. En ese momento, mis cicatrices empezaron a dolerme de nuevo, como siempre que dañaba a un enemigo indefenso, pero parecía haber algo más en el dolor.

Sobreponiendome, me probé una cota de mallas que habín encontrado mis compañeros, más robusta que la que llevaba y que parecía estar dotada de energía arcana. Tras un breve descanso para recuperar fuerzas, seguimos explorando las cámaras. Nos dispusimos a abrir una puerta al final de un estrecho pasillo. Tras ella, se encontraba una balconada sobre una lúgubre sala donde unas cadenas unidas al suelo parecían haberse usado frecuentemente para sacrificios. Por las paredes y el suelo, innumerables ojos grabados en la piedra parecían observarnos. En la balconada, una estatua representando a una criatura con forma de sapo presidía la estancia.


Tres hobgoblin y un enorme lobo nos aguardaban en lo que sin duda era la cámara de los ojos. El lobo subió rápidamente por las escaleras, derribando a Ian, quien encabezaba la incursión, bloqueándonos el paso. Earsel y Kanon salieron corriendo buscando otra forma de entrar, mientras Lilith se teleportaba al interior, golpeando a uno de los hobgoblin. Mientras ayudaba a Ian a levantarse, otros dos hobgoblins armados con ballestas dispararon a Lilith desde el otro lado de la estancia.

Mientras el hobgoblin que estaba encarado con Lilith saltaba al piso inferior, Ian se puso frente al lobo al grito de "Lilith, mira que valiente soy". Tras intercambiar estocadas y dentelladas, el lobo bajó al piso inferior, intentando ganar movilidad.  Kanon y Earsel irrumpieron en la estancia a través de unas puertas dobles,  mientras la eladrin hacía un salto mortal con doble pirueta persiguiendo a su enemigo, mientras este recibia una descarga de hielo procedente de la maga, a quien le empezaba a surgir un moratón de su encontronazo con la puerta del combate anterior. Viendo el potencial peligro que suponía, los dos hobgoblin restantes le dispararon con sus ballestas.

 En la entrada de la cámara, seguía confuso y aturdido. Mi lanza de fe parecía no surtir efecto, y la presencia de Kélemvor perdía terreno frente a la corrupción que envenenaba mis cicatrices. Levantando la vista, vi cómo Ian intentaba emular a su maestra saltando por la barandilla y torciéndose un tobillo en el proceso. El lobo intentó atacar a Earsel, pero Kanon se interpuso con una flecha disparada a bocajarro. Mientras, Lilith se había puesto junto al lobo, golpeándole mientras Kanon le remataba.

 Conseguí llegar junto a mis compañeros. Levantando mi símbolo sagrado, invoqué mi luz amedrantadora contra uno de los hobgoblin restantes quien, emitiendo rayos de luz por cada orificio de su cuerpo, se desgarró en pedazos. Mientras, mis lanzas de fe seguían fallando contra el enemigo restante, varios misiles mágicos de Earsel y Kanon, dieron cuenta de él.  Notaba como la presencia de Kélemvor se difuminaba en mi interior, mi dios no respondía a mis plegarias.

Investigamos el resto de la sala. Reconocimos la estatua como una de las representaciones de Torog, dios de las torturas. Earsel nos contó de nuevo la historia del dios oscuro que habíamos oído en el Salón de las Siete Columnas, mientras Lilith mascullaba "ya está otra vez la pesada". Entre extraños bailoteos, el semielfo guiaba la exploración a través de la sala común, donde encontramos algo de dinero, joyas y una poción de curación. Tarareando "explórame, explórame, explo...." Kanon llegó al pozo de suministro de agua de los Asaltantes Sangrientos. Convencido de que había algo en el agua, se zambulló en el pozo, haciendo extrañas piruetas y bailes en el agua, en uno de esos alardes de escasa masculinidad de los que hace gala en ocasiones nuestro explorador.

Tras terminar de explorar, intentamos volver al salón. Tras dar vueltas y vueltas por los pasadizos de la caverna, llegamos a una estancia familiar. Habíamos vuelto por nuestros pasos hasta la cámara de los ojos. Viendo que el camino de vuelta no era tan sencillo como parecía, acordamos pasar la noche allí. Earsel realizó un breve ritual, que nos prepararía el campamento, a la vez que ocultaba nuestro sonido al resto del mundo.

 Me apliqué los ungüentos de Palandra, tras rechazar la oferta de Ian de ayudarme, y me dispuse a recitar mis oraciones. De nuevo, me sentía disperso y ausente, por primera vez en mi vida desde la muerte de mi famiia, no me sentía en comunión con mi Dios.



Diario de Andrew Wiggin 
Vigésimo Tercer día de Alturiak, 1480 DR

 A la mañana siguiente, los sirvientes invocados por Earsel desmontaron nuestro campamento, agotando las energías desencadenadas por el ritual. Vagando por los túneles, pudimos ver dónde nos habíamos equivocado ayer, y tras un par de horas de marcha, llegamos al Salón de las Siete Columnas, que bullía de actividad.

 Tras asearnos en nuestras habitaciones de la posada de la Medialuna, nos dirigimos a ver a Gendar. Saludé al drow quien, zalamero, dirigió su atención hacia Earsel y Lilith, invitándolas a tomar hidromiel, seguido de unas palabras, supongo que en dialecto drow, que sonaron a "ifyu nougüa taimin".



 Tras unos cuantos comentarios lascivos hacia Earsel y Lilith, para incomodidad de la maga y los celos de Ian, le comenté que teníamos su daga. La eladrin me apartó ligeramente, indicándome que primero le exigiese que nos diera la información. Volví con el drow, quien claramente había oído todo. Tras un par de trivialidades, le tendí la daga, fingiendo que la desconfianza de Lilith no era compartida. Aunque tenía claro que el elfo oscuro no era de fiar, no nos vendría mal tener un informador que pudiese pulsar los hilos más oscuros de esta ciudad. Viendo las manchas de sangre, me lanzó una mirada inquisitiva. "Krand te manda recuerdos", le dije sonriendo. Nos comentó que una gran cantidad de esclavos has sido vistos en posesión de los dwergar, quienes se los han llevado al interior del laberinto.

 Agradecido por los recuerdos de Krand, nos arrojó una bolsa con 300 monedas. "¿Tienes algún encargo más para nosotros" le pregunté. "Bueno... igual en vuestras pesquisas os encontráis con un cetro, me gustaría verlo de nuevo". "¿Alguien a quien dar recuerdos en especial?". "Ummm... no en en realidad". Con un apretón de brazos, me despedí de Gendar. Al salir de la tienda de curiosidades y reliquias, Lilith estaba claramente molesta sobre estar al servicio del drow. Intenté razonar con ella, indicando que no es que nos estuviesemos convirtiendo en mercenarios al servicio de nadie, sino que, en caso de encontrarnos con el cetro, podíamos ganarnos la confianza del elfo oscuro, para estar al tanto de los rumores de la ciudad. Tampoco importaba demasiado que supiese de nuestros planes, puesto que no nos caractizarabamos precisamente por la sutileza en nuestras pesquisas.

Nos dirigimos al puesto de comercio de los dwergar, coronado por un emblema de un martillo y unos grilletes. Allí, inspirado por la discusión con Lilith y para pavor de Ian, intenté hacernos pasar por unos mercenarios buscando trabajo en el fuerte. Sin embargo, los dos enanos de las montañas presentes en el puesto se mostraron manifiestamente hoscos, echándonos de su negocio. Sin mucho más que pudiesemos hacer, volvimos a la posada de Rendil. Una vez alli, tras cruzarnos unos mensajes gracias a Charrak, pudimos conocer a Terrlen el buscador. Nos comentó que el viaje hasta el Fuerte del Cuerno, como se llamaba la fortaleza dwergar, nos llevaría media semana de viaje. Cerramos el trato para salir hacia allí a la mañana siguiente.

 Mientras mis compañeros se dirigían a las habitaciones, les comenté que tenía algo que hacer. Me encaminé hacia el templo de Gond. Allí, Palendra me aplicó por última vez los ungüentos curativos. Mi cuerpo ya no podía sanar más, a partir de ahí, ya todo sería cuestión de que las energías de mi dios consiguiesen mantener a raya la plaga que me contaminaba. Tras oír mi historia, Palendra me aconsejó que volviese a entrar en comunión con mi Dios rezando en un recinto sagrado como podía ser su templo, donde podría renovar mi fe. Una vez aplicados los ungüentos, me dejó a solas. Pude ver mis errores. Me había dejado llevar por mis intereses personales, dejando a un lado los preceptos de mi Dios. Pasé esa noche en vela, orando y reflexionando. No me dejaría llevar de nuevo por la venganza, a partir de ahora debía ser siempre Kélemvor quien guiase mis actos.
Aproximadamente cuando los primeros rayos de luz empezaron a bañar la montaña bajo la cual nos encontrábamos, pude notar como la presencia de mi Dios me inundaba de nuevo. Agradecido, me encaminé de vuelta a la posada, reconfortado y dispuesto a soportar las chanzas que una noche fuera seguro que habrían levantado. Tras un desayuno entre puyas y planes, nos aventuramos con Terrlen mas allá de las puertas hacia las sombras.