viernes, 8 de julio de 2011
Tras un merecido descanso en Refugio Invernal, los héroes se encaminaron al sur, rumbo al cercano cementerio de la pequeña población. Éste se encontraba guarecido por una sencilla valla metálica, y pronto atisbaron las siluetas de las múltiples tumbas de los lugareños. Además destacaban 3 mausoleos, uno más grande que los demás. Como pudieron comprobar, el mayor de ellos pertenecía a la familia de precursores de Lord Padraig, mientras que los otros dos dedujeron que serían de comerciantes de cierto éxito. Junto al mausoleo Padraig, encontraron un círculo lleno de símbolos arcanos. Andrew les dijo al resto que con total seguridad éste serviría como parte de un ritual para alzar a los muertos. Para ello se necesitaba el elixir mezclado con sangre que encontraron en la cabaña.

Empezaron a atar cabos con la carta que encontraron en la cabaña de Ninarán, y vieron claros sus planes (O más bien los del llamado Kalarel que es quien parece estar detrás de todos los últimos sucesos). Pretendía levantar a los muertos de sus tumbas, en primer lugar para acabar con los aventureros, y después arrasar Refugio Invernal para asegurarse la imposibilidad de intromisión por parte de nadie más. Por suerte parece que la decisión del grupo de investigar primero la súbita desaparición de la posada de Wrafton de la elfa, consiguió frustrar los planes de la misma. Tras éstas revelaciones y por algún motivo los héroes comenzaron a desvariar, y mientras Andrew hablaba de bailar algo llamado “rumore rumore” a Kanon le resbalaba un goterón de sudor por su prácticamente calva frente…

Poco después vieron que sólo quedaba una posible vía de actuación: Acudir a la Fortaleza del Paramo Sombrío y poner fin al levantamiento del dragón de la sombra Sandraxil que podría desatar el caos en las tierras circundantes. Tras parar de nuevo en Refugio Invernal para aprovisionarse adecuadamente, salieron de ahí con una nueva y reluciente cota de mallas para Lilith, (con “alto nivel de cobertura y protección”) y una vara mágica con una piedra de cuarzo en un extremo para Earsel (Que incita a decir a los enemigos “!No puedes pasar”!).

Abandonados los muros de la población, hicieron camino en dirección nor-noroeste a través de caminos largo tiempo en desuso. La naturaleza había seguido su curso, y cada vez les costaba más avanzar. A esto había que añadirle que la sensación de pesadumbre que parecía haberse adueñado de toda la región los últimos días se hacía más y más intensa a medida que sus pasos les acercaban a la Fortaleza del Páramo Sombrío. Pasadas 4 jornadas de agotadora travesía, el camino comenzó a ensancharse dando lugar a un enorme claro. A pesar de que el camino de llegada había sido devorado por la naturaleza, ésta no parecía haber penetrado lo más mínimo entre los restos acumulados de roca y tierra de la fortaleza, ni en un amplio círculo a su alrededor.

Las ruinas de la fortaleza no parecían más que el antiguo esqueleto olvidado de lo que una vez debió ser una magnífica estructura. Las piedras de los muros yacían sin orden ni concierto por todo el claro, aunque parecía haber signos de manipulación que dejaban un camino libre entre un montón de madera podrida y rocas machacadas hacia una abertura en el suelo. Unas largas escaleras conducían desde la superficie hacia la impenetrable oscuridad. Tras un momento de aliento contenido por parte de todos, Earsel dijo con convicción: “si, definitivamente éstas son las ruinas de la Fortaleza del Páramo Sombrío”.



Comenzaron el descenso que iba girando del norte al sur a medida que se bajaban los escalones. Aunque poco a poco parecía que se vislumbraban fuentes de luz más abajo, una brisa helada helaba los huesos y producía una sensación de intranquilidad y escalofrío en los aventureros. (Andrew sugirió que tal vez Sandraxil se había dejado la ventana abierta…). Un penetrante olor a sudor inundo los sentidos olfativos de todos, a la vez que unos ligeros chillidos fueron captados por el entrenado oído de explorador de Kanon . Unas antorchas revelaron la estancia al final donde acababan los escalones, cuadrada, y dominada por cuatro columnas gruesas y pulidas, y con un pasillo saliendo de cada uno de los puntos cardinales, con el pasillo este terminado en una puerta. Según Kanon, el chillido provenía de algun punto por debajo de ellos en la zona central de la estancia, entre los cuatro pilares. En ese lugar una lona astutamente camuflada con el color de las losas del suelo había sido situada para atrapar a los incautos…

De pronto, al retirar la lona, descubrieron el origen de los chillidos. Y es que el fondo del foso, de unos 10 pies de profundidad, estaba lleno con una plaga de ratas hambrientas. Al mismo tiempo, una vez frustrada su trampa, un par de goblins que habían estado esperando en la oscuridad a que los aventureros cayeran en el foso. El combate había dado comienzo sin previo aviso, y pillando completamente desprevenido a Andrew. Aunque Lilith se había percatado de la presencia del pequeño goblin, no pudo evitar que una jabalina lanzada por el mismo le acertase en un costado. Kanon trató de devolver el fuego al goblin con su arco, pero fallo estrepitosamente estrellando la flecha en la columna que tenía al lado (1 Fail!!!). Earsel consiguió herir al goblin de la javalina, solo para ver como otro goblin armado con una ballesta intentaba herir a Andrew sin éxito. El enjambre de ratas comenzó a escalar por las paredes del foso, y algunas se las apañaron para mordisquear los pies de Andrew. Éste sintió como la podredumbre intentaba abrirse paso en su organismo pero su disciplina de sacerdote impidió que lo consiguiera.
Los dos goblins  tras conseguir herir a Kanon, se escabulleron por sendos recodos fuera del campo de visión de los aventureros. Mientras tanto Andrew seguía su lucha con el enjambre de ratas, y aunque consiguió herirlas con un hechizo de energía divina, no causó el efecto esperado. Otro goblin se une a la refriega, y se suceden los intercambios de hechizos, jabalinas, flechas y saetas, mientras Lilith trataba de reducir distancias para acosar a los enemigos en cuerpo a cuerpo. Earsel por su parte decidió brindarle parte de su potencia arcana a Andrew, y descargo una explosión abrasadora sobre el enjambre de ratas causando importantes daños.
Lilith estaba recibiendo un severo castigo, y las múltiples heridas la dejaron maltrecha. No obstante, su carácter tenaz la hizo continuar y asestar un potente golpe con la espada a uno de los goblins que portaba una lanza. Andrew desvió un momento su atención del enjambre de ratas para impactar al goblin ballestero haciéndolo estallar. Earsel siguió su asalto a las ratas, friéndolas finalmente con otra explosión abrasadora, no sin antes recibir el ataque de alguna de ellas, y sintiéndose debilitada por la enfermedad. Los goblin restantes, viéndose en inferioridad numérica intentaron escapar. El último de ellos cayó tras ser golpeado con dureza por Lilith al pasar junto a ella, para después ser atravesado por una certera flecha de Kanon en la espalda.

Con la refriega terminada, y tras permitir a Earsel recuperarse del ataque de podredumbre, y al resto de algunas heridas menores, los héroes revisaron las estancias aledañas para tener una referencia de lo que dejarían a sus espaldas independientemente de dónde decidieran encaminarse en primer lugar. Tras la puerta del pasillo Este que vieron antes, había unos pocos escalones de bajada que llevaban a un largo pasillo. En la pared Suroeste anotaron mentalmente para revisar después una pesada puerta de doble hoja. Y hacia el Noroeste un pasillo hacía una “L” para acabar abriéndose a una estancia mas ancha.
Finalmente decidieron por consenso tomar el pasillo en forma de L. En la estancia que se abría tenían tres posibles opciones. Una puerta en la cara Oeste, y otra al Norte (en cuyo suelo circundante se podían ver manchas tanto secas como recientes de sangre), y otra puerta de doble hoja en la pared Este. Optaron por la que a priori parecía la estancia que más peligros podría guardar, la Norte
Al acercarse a la puerta, Earsel pudo distinguir unas voces que con seguridad pertenecían a más goblins. Nada más abrir la puerta quedó para todos patente la naturaleza de aquella habitación: una sala de torturas…
Dentro, a golpe de vista pudieron distinguir las siluetas de 3 goblins combatientes equipados de forma similar a los que se habían enfrentado antes y otro ataviado con una maza y un escudo. Al lado de un brasero enorme, la figura de un goblinoide mayor que sus hermanos, un hobgoblin con sonrisa cruel y una pesada armadura negra de pieles, les miró desafiante…

-El Narrador-

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