sábado, 3 de agosto de 2013
17:31 | Publicado por
Earsel Nolwendilme |
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Earsel
Por la mañana Kanon cogió una ración de sus propias reservas para alimentar a una de las caras de la pared. Tomó dicha decisión tras arduas discusiones con Lilith, dado que la idea no le parecía razonable y no tenía ninguna intención de gastar ni un gramo de comida en lo que entendía que era un experimento inútil. Tras arrojar un trozo de su ración a la boca más cercana, esta cambió su expresión a una de absoluta complacencia… dentro de lo que es capaz de expresar un cara de piedra.
Recordé, al ver aquel cambio de talante en el relieve
tallado, que cuando nuestros enemigos entraban en una de las enormes bocas, el
resto de rostros reaccionaban intentando morder cualquier cosa que se
encontrara a su alcance. Con este recuerdo en mente recomendé al semielfo que
ofreciese un bocado al resto de las caras. No podía evitar la curiosidad que me
despertaban estos seres de piedra y la relación que parecía existir entre todos
ellos. Entre Kanon, Derkin y yo misma fuimos arrojando comida a todas y cada
una de las bocas mientras Lilith nos observaba con evidente impaciencia.
Uno a uno, todos los rostros pétreos fueron mostrando sus
expresiones complacidas hasta que Kanon llegó al último, que tras recibir su
comida tornó a un mohín de puro asco. El semielfo, escarmentado por su
experiencia anterior, ya se estaba alejando sin perder de vista el relieve
cuando este, para gran sorpresa de todos, escupió un precioso arco.
Tras estudiarlo detenidamente pudimos determinar que se
trataba de un arco flamígero, y no pude por menos que felicitar al semielfo por
acercarse un poco al arte del fuego.
Mientras tanto, el resto ya habían examinado los cadáveres
que habíamos dejado ayer y el enano decidió quedarse con una daga de hueso.
Nuestro siguiente paso era decidir nuestro camino a seguir,
problema que sumió a Kanon y Derkin en una discusión sin fin. Lilith decidió
atajar la discusión preguntando a Vyrellis cuales eran nuestras opciones: Al
oeste nos esperaba un dragón blanco, y al sur la influencia del Reino Lejano lo
inundaba todo. Tras arduas discusiones decidimos finalmente seguir hacia el
oeste. Kanon proponía intentar razonar con el dragón, argumento que yo apoyaba.
Lilith de nuevo preguntó a Vyrellis que opinaba al respecto:
-“Todo dragón tiene su precio”-
Recorrimos infinidad de pasillos en los que, poco a poco,
veíamos como desaparecía la influencia retorcida del Reino Lejano. Al final de
un largo pasillo nos encontramos con unas escaleras que ascendían. De nuevo
discutimos sobre lo que deberíamos hacer. Derkin opinaba que deberíamos
destruir al dragón mientras Kanon seguía opinando que se podía dialogar. Yo
apoyaba el argumento de Kanon movida por una enorme curiosidad de poder hablar
con un ser de ingente sabiduría.
El enano finalmente accedió a mantener un diálogo con el dragón,
no sin antes hacernos prometer que si conseguimos salir de la pirámide, y
provocamos que todos los demás seres salgan también, iremos con él a terminar
con todos aquellos que hayamos liberado y que supongan una amenaza para el
mundo.
No pude evitar subir refunfuñando escaleras arriba:
-Todo es destruir… Los enanos siempre tenéis el mismo afán
de destruirlo todo…-
-Cuando un dragón asole tus bosques, ya llamarás a la
guardia- Derkin respondió sin tan siquiera mirar mientras seguía ascendiendo.
Ardiendo de rabia no supe que responder:
-No pienso responderte a eso, enano-
Mi humor no mejoró cuando vi como Kanon le daba un codazo a
Derkin y le susurraba algo al oído provocando una sonora carcajada por parte de
este.
El final de la escalera estaba presidido por una colosal
puerta con tres cerraduras. Se encontraba cerrada e infranqueable por lo que
decidimos volver sobre nuestros pasos.
Finalmente llegamos a unas puertas dobles al final de otro pasillo.
Kanon se disponía a pegar la oreja pero se apartó rápidamente: -¡Está helada!.
Un halo frío nos recibió en cuanto recibimos la puerta y pudimos ver un pasillo
con varias puertas y el suelo totalmente cubierto de hielo.
Kanon intentó adentrarse sigilosamente pero en cuanto tocó
el suelo helado patinó cayéndose al suelo sin remedio. Mientras Derkin
arrastraba a Kanon a suelos menos resbaladizos oímos una voz que nos habló en
élfico:
- ¿Quién
hay ahí?-
- -Somos
exploradores- respondió Kanon, también en élfico.
Tras unos instantes aparecieron unos seres con apariencia
eladrin pero de aspecto siniestro y muy ojerosos.
Oí como Derkin susurrar a
Lilith: -No me gustan esos primos tuyos. Parecen crueles- Mientras, Kanon
seguía su dialogo infructuoso:
-Si no tenéis una ofrenda para el dragón, largaos.- Dijo la
única fémina del grupo.
-¿Cuál es el nombre del dragón?-
-Ninguno que te importe…-
-Somos gente pacífica-
El eladrin soltó una sonora carcajada que ofendió a Kanon
-¿De qué te ríes?-
-Si fueseis pacíficos no os mantendríais vivos aquí dentro-
-¿Podemos ver al dragón?-
-¿Tenéis una ofrenda?-
-¿Qué desea un dragón como ofrenda?-
-Tu arco no estaría mal.-
-NO-
-No hablas mal élfico… para ser un bastardo- una sonrisa
maliciosa apareció en los labios del eladrin.
Kanon, en un evidente esfuerzo por contenerse, se giró y nos
dijo: -Será mejor que habléis vosotras- Derkin preguntó en enano que ocurría y
Lilith le hizo un resumen también en enano.
La portavoz del siniestro grupo pareció oír a Kanon y de
nuevo habló con una sonrisa abiertamente cruel:
- Además
de bastardo eres un cobarde…-
Con las fosas nasales totalmente hinchadas el semielfo se
volvió de nuevo hacia Derkin:
-Prepárate para la batalla-
-Ah, ¿si?- fue la única respuesta del enano que ya tenía su
martillo a punto.
-Apartaos ahora mismo- Kanon estaba apuntando a la eladrin
que le había ofendido pero no tuvo tiempo de disparar puesto que un rayo de
hielo le pasó rozando el hombro.
Comenzaba así una nueva y caótica batalla. Mientras Kanon y
yo disparábamos de lejos flechas, rayos y bolas de fuego, los demás intentaban
acercarse a nuestros enemigos entre resbalones. La portavoz aparecía y
desaparecía provocando aún mas ira en el semielfo. Otro profería injurias de un
modo tan soez que conseguía desconcentrarme por momentos. Lilith pareció
cansarse de tanto lenguaje grosero porque de pronto decidió lanzarse a por el
arrastrándose por el hielo. Ian por su parte decidió finalmente hacer uso de su
arco acertando de lleno a uno de nuestros enemigos y provocando tal orgullo en
Kanon que se lanzó a darle un beso en el casco que nos dejó a todos atónitos.
Este lanzó una nueva flecha que se cayó sin remedio al
suelo.
- ¡Mierrrrrda!
–
- ¿Tan
buena está la enemiga que no te puedes concentrar semielfo?- Derkin le miraba
de soslayo con una sonrisa socarrona.
- Mierda,
mierda… ¡Mierda!
Pero las bromas pronto se acabaron cuando vimos como Lilith
caía inconsciente. Derkin llegó a tiempo para recuperarla mientras los demás
seguíamos luchando sin descanso. Kanon lanzaba flechas a diestro y siniestro,
acompañadas de varias maldiciones muy poco dignas aún siendo en un lenguaje tan
elegante como el élfico.
Una de tantas ventiscas de hielo que nos lanzaban finalmente
me alcanzó dejándome totalmente cegada y tiritando de frío, por lo que decidí
hacerme invisible. Con gran orgullo herido intenté retirarme poco a poco hacia
atrás. Cuando por fin recuperé la visión ya había vuelto a ser visible y todos
se encontraban a mi alrededor en el pasillo para evitar así el suelo helado.
Finalmente terminó la batalla tras un último estallido de mi
esfera ígnea y pudimos tomarnos un apacible descanso en la sala de los espejos.
Cuando volvimos a la sala de hielo decidimos revisar primero
la puerta de mitad del pasillo pero no podíamos ir de pié ya que la capa de
hielo seguía cubriendo por completo el suelo.
Les sugerí un modo para
desplazarnos que había leído en una ocasión. Recordé que algunos habitantes de
una zonas heladas, cuyo nombre no recuerdo, se desplazaban de aquel modo entre
grandes bloques de hielo para no caerse al agua helada.
-¡Vamos! ¿A que esperáis?- Ian fue el primero en sentarse
mientras se pasaba la mano en la nuca con una mueca de dolor. Lilith le miraba
muy quieta y con una mirada que daba miedo. Kanon sin embargo estaba como
absorto con una cara de bobo.
Les apremié de nuevo y seguí mi camino sin entender nada.
Revisamos una a una las habitaciones del pasillo pero sólo
encontramos camastros en dos de ellas y otra con varios cubos de hielo. También
encontramos varios ropajes que Lilith se guardó incluso después de mostrarle
que no eran de su talla.
Cuando nos disponíamos a seguir Kanon sugirió que yo fuese
delante por el pasillo helado. Lo decía muy serio pero su ceja derecha no
dejaba de moverse de forma extraña. Entonces me di cuenta de lo que había
pasado. Pretendía que yo fuese delante para mirar como arrastraba el trasero.
Enojada le solté una bofetada con la mano etérea y conteniéndome para no soltar
otra mas le dije entre dientes: Vas-tu-primero… eres-el-explorador-.
Finalmente llegamos hasta otras puertas de hielo y tras
abrirlas pudimos ver una gran sala con un lago con extensiones de hielo, y un
frío invadía la estancia hasta el punto de hacer que nuestro aliento escapase
de nuestra boca en grandes volutas blancas.
En el centro había otro lago y tras este un gran dragón blanco
cuya aguda mirada nos analizaba intensamente.
En la esquina contraria a nosotros una montaña de oro se
elevaba bastante arriba, y en lo más alto brillaba una enorme amatista.
-¡Ahí está la amatista! ¡LA QUIERO! ¡LA QUIERO!- Vyrellis se
mostraba muy alterada y ni siquiera Lilith pudo calmarla.
El resto nos acercamos un poco e intentamos comenzar un
dialogo con aquel majestuoso ser, no sin antes ofrecerle el antiguo arco de
Kanon y mi antigua vara como ofrendas.
Lilith fue la primera en hablar pero no pude atender al
dialogo porque toda mi atención se centraba en aquel momento en Derkin, que se
encontraba gruñendo detrás de mi.
- Por
favor Derkin… mantén la calma… por favor… por todos los dioses, procura
mantener la calma…-
Lilith seguía su dialogo con el dragón ofreciéndole las
piedras preciosas y el oro que aún seguía en nuestro poder y mostrando su
interés en la amatista que coronaba la montaña de oro.
- ¿Hummm? ¿Esta gema?- el dragón jugueteaba ya con la gema
entre sus manos
- No soy buena tasadora de gemas… ¿qué valor le das?- Lilith
se mostraba más tensa que la cuerda de un arco.
- Hummm… veamos… vuestro servicio como guardianes una
década… Una tasa mínima de cualquier ser que pase por aquí… ¡Ah bueno! Y esas
minucias que has nombrado hace un momento…-
Kanon detrás de mi comenzaba a prepararse también mientras
crujía su cuello.
Viendo que aquel diálogo estaba a punto de terminar dada la
hostilidad que aumentaba a mi alrededor decidí hacerme invisible aprovechando
que el dragón se encontraba entretenido en un supuesto pacto con Lilith.
Yo seguía pendiente de Derkin y también de Kanon…
-Por favor…- les susurraba una y otra vez. –Aléjate- me
respondió el enano entre dientes.
-¡Que manipulables sois! Esto es una baratija, no necesito
tanto… Además ¿Para que quiero los servicios de unos aventureros?¿Que habéis
hecho?¿Eliminar a mis pobres guardianes?
-Si- respondió Lilith, aún más tensa.
-Entiendo… Tal vez deberíais pagar por ello. Pese a todo no
hacían hecho un mal servicio… me traían comida de vez en cuando. El caso es que
no suelo tener hambre… pero nunca viene mal comer un poco de…carne fresca-
-¿Y en cuanto dices que valoras tu vida?- gritó Derkin de
pronto mientras lanzaba uno de sus ataques. Kanon también tenía una flecha ya
cargada en su arco. La situación finalmente se había precipitado en una batalla
pese a los esfuerzos por parte de Lilith y por la mía…
Al ver la situación, la eladrin también decidió volverse
invisible.
Todos lanzamos nuestros ataques a aquel magnífico ser, que
lanzó un rugido aterrador. Helada y aterrada hice acopio de toda mi fuerza de
voluntad para seguir adelante. Uno tras otro lanzábamos ataques al dragón sin
descanso mientras este volaba de un lado a otro de la estancia rugiendo y
lanzando alientos helados por sus fauces. A punto estuvimos de caer en varias
ocasiones pero Derkin iba de allá para acá curándonos a todos.
Tras uno de sus helados ataques caí. Volví a despertar solo
para comprobar horrorizada que el dragón se encontraba prácticamente encima de
mi pero todos acudieron en mi auxilio. Les grité que no le permitieran moverse,
ya que si se acercaba al lago se regeneraría de nuevo… ya lo había hecho varias
veces hasta que me percaté de lo que estaba haciendo al meterse en el lago.
De pronto vi como Derkin subía la montaña de oro y comenzaba
a tirar monedas al aire y provocar al dragón:
-¡EH! ¡TU! ¡LAGARTIJA! ¡MENUDO MONTÓN DE MIERDA TIENES COMO
TESORO! ¡HE VISTO POBRES BAJO LAS MONTAÑAS CON MAS MONEDAS QUE TU!-
Me quedé tan estupefacta ante lo que Derkin acababa de hacer
que fallé todos mis ataques pero el dragón obviamente salió disparado hacia su
tesoro, visiblemente furioso ante las provocaciones del enano. Lanzó de nuevo
un aliento helado que terminó con Derkin inconsciente e Ian malherido. Una
lluvia de nuestros ataques cayó sobre el dragón pero aún no cayó y atacó a Ian
dejándolo inconsciente a garrotazos.
Tras dejar a Ian al borde de la muerte el dragón de nuevo se
volvió hacia mi… utilicé mi ola de fuego… pero no fue suficiente y lo último
que vi fue una garra del dragón desgarrándome la piel del pecho antes de caer
al suelo. Después de eso ya no hubo más dolor…
Lilith
Me encontraba exhausta, pero al ver al enorme dragón aterrizar frente a mí, logré reunir fuerzas para cargar contra él una vez más. La terrible bestia cayó con un gran estruendo al suelo helado que hacía mucho que había dejado de ser de un blanco impoluto entre sus últimos rugidos y maldiciones.
Aún no había acabado; guardé mi espada, me subí a horcajadas a su cuerpo inerte y empecé entonces a forcejear para tratar de sacar de entre sus dedos agarrotados la amatista que Vyrellis me apremiaba para que consiguiera.
Estaba ocupada con esto cuando escuché al otro lado del estanque la voz de Earsel con un tono y una forma de arrastrar las consonantes que me resultaban familiares, parecidos a cuando empezó a hablar de Gendar tras varias bebidas en el Salón de las Siete Columnas.
- ¡Derkin, colega, eres un enano majísimo!
Parpadeé confusa durante un instante antes de seguir avanzando en mi tarea de liberar la gema cuando oí de nuevo a la elfa, que claramente estaba cada vez más animada y risueña:
- ¿Y qué tal con Lilith? Cuida de ella, ¿eh? Que es más maja...
Ya tenía la amatista, pero en ese punto la curiosidad hacía que casi me hubiera dejado de importar. Bajé al suelo y levanté la vista sin creerme del todo lo que estaba oyendo para corroborar que se estaba dirigiendo a Ian con un tono de voz demasiado alto... y familiar. La sostenían entre Derkin y él mismo, pero ella centraba sus atenciones y carantoñas en quien más me incomodaba que lo hiciera.
- Y lo otro... ¿qué tal? Seguro que bien, que lo sé yo - le guiñó un ojo mientras le daba toques en el peto de la armadura con el índice. El semielfo y el enano reían a carcajadas - Oye, pequeñajo, escucha, ¿y estáis tomando precauciones? Porque sois muy jóvenes...
Para entonces había dejado de sentir frío, es más, entre el recelo y la vergüenza seguramente habría podido derretir alguno de los bloques de hielo si me los hubieran acercado a la cara. Miré a Ian ya que me sentía incapaz de sostener la mirada a los demás ante aquella situación. No parecía estar pasándolo mucho mejor que yo. Earsel seguía a lo suyo:
- Y tú, semielfo salido, deja de mirarme el culo.
- No lo hago siempre, otras veces te miro el escote - estaba segura de que decía la verdad pese al arqueo de su ceja.
La maga reaccionó intentando darle una bofetada a Kanon, pero tal y como iba no fue capaz y el destinatario acabó siendo el pobre Ian, cuyos reflejos no se encontraban en su mejor momento. Acto seguido, se quedó dormida de pie sobre su hombro. El espectáculo era impagable.
- Desde luego, Earsel, eres mucho más divertida borracha - rió Kanon instantes antes de que perdiera la consciencia - Derkin, ¿la has curado con lo que creo?
Los recién descubiertos antiguos camaradas reían ruidosamente mientras hablaban de las cualidades medicinales del aguardiente enano e íbamos saliendo hacia las habitaciones más cercanas. Teníamos que reponernos, esta batalla había supuesto mucho desgaste físico y mental para todos. Y yo necesitaba cierta intimidad.
Al llegar a la zona donde debían de alojarse los eladrines que protegían al dragón, Derkin propuso alegremente que juntáramos varias camas en torno a una mesa a la que prenderíamos fuego para entrar en calor. La idea de no aprovechar el único cuarto con una cama de verdad que habíamos encontrado en toda la pirámide no entraba en mis planes, por lo que no pude reprimir girarme hacia el enano de manera cortante:
- Yo tengo unos asuntos pendientes.
Se quedó mirándome en silencio con los ojos muy abiertos y la cara más roja de incredulidad que le había visto hasta entonces.
- No te preocupes, Derkin, la llama está viva en esa habitación, seguro que allí estos dos no pasan frío - el semielfo se reía en solitario mientras palmeaba el hombro del clérigo. Al decir esto se debió de dar cuenta de sus propias necesidades y del tiempo que hacía que nadie calentaba su lecho, porque aprovechó un breve momento de consciencia de Earsel para pedirle socarronamente utilizar la mano de mago y así acallar sus propios ardores.
- ¡La mano de mago está ocupada! - dijo la elfa gesticulando de forma extravagante. Después cayó dormida de nuevo, esta vez sobre el hombro de Kanon.
Mientras los antiguos compañeros seguían con sus chanzas, Ian dejó a Earsel a su cargo. Se volvió hacia mí mirándome como si fuera capaz de derretir el hielo que nos rodeaba, me tomó de la mano sin mediar palabra y me dirigió a la habitación de las cortinas heladas, que retiró con la mano desnuda sin mostrar signos del dolor que había notado Kanon al hacer lo mismo. En ese momento a mí tampoco me importaban las heridas recibidas.
Llevábamos dentro apenas unos minutos cuando oímos a Derkin llamarnos desde fuera pidiendo la bolsa de contención porque decía necesitar algo de ella para hacer un fuego.
- ¡Ocupados! - fue lo único que acerté a decir. Y lo estábamos.
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