viernes, 16 de agosto de 2013
8:18 | Publicado por
Oona |
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Abrí los ojos. El hielo conformaba el techo de la estancia
en la que me encontraba, una estancia que ya me era familiar. Traté de levantarme
pero no podía moverme libremente. Confusa y desorientada, noté cómo Ian me
abrazaba mientras me decía que pensaba que no volvería a verme y me ayudaba a
librarme de lo que me envolvía. Un sudor frío recorrió mi espalda cuando vi que
lo que me quitaba de encima era el sudario de resurrección que habíamos comprado
en Arabel. ¿Había estado tan cerca? Todos estaban ya despiertos o levantándose,
poniendo en común el desenlace de la lucha contra la abominación que alguna vez
había sido Karvakos. Al parecer Kanon le había dado muerte mientras intentaba
escapar, y tanto Earsel como él mismo habían estado muy cerca de caer en
combate. No pude evitar sentirme por un momento como una carga para los demás.
Estábamos visiblemente fatigados por todo lo acontecido,
pero teníamos que seguir o la Pirámide iba a acabar con todos nosotros. Una vez
listos, Kanon propuso continuar explorando la estancia donde encontramos el
vórtice de energía. Al llegar, sin embargo, había desaparecido. Ian nos contó
que se había desvanecido mientras me envolvía en el sudario, seguramente
coincidiendo con el momento en que Kanon dio muerte a Karvakos. Escudriñé las
estatuas que guardaban las esquinas; todas representaban al mismo mago tiflin
que a estas alturas nos resultaba dolorosamente conocido, pero no parecían
tener ningún tipo de magia.
- Vosotros vais a las construcciones; el arte
déjaselo a los elfos – comentó Earsel ante las quejas del enano respecto a las
mismas.
- No sabéis tallar adecuadamente la piedra, apenas
juntar unos palitos o ramitas – refunfuñó el enano en voz baja. Creo que era la
manera de ambos de expresar su afecto.
Llave de mithril |
Finalmente, Kanon decidió acercarse a la puerta que no
habíamos abierto en la anterior ocasión. Al no oír nada, decidimos continuar.
Tras avanzar por un pasillo con varios giros, vimos que salíamos a una sala que
conocíamos. Ante nosotros se alzaban las toscas edificaciones de los humanos
liderados por Medragal. ¿Estaban tan cerca de Karvakos y nos habían intentado
engañar? Compartí con el resto del grupo mis dudas respecto a sus intenciones y
decidimos investigar. ¿Acaso protegían a las criaturas malvadas de este lugar?
La plaza central estaba casi vacía; las pocas personas que
veíamos nos saludaban temerosamente mientras se dirigían al interior de la
capilla, y pronto no hubo nadie a quien preguntar. Al entrar en la capilla,
Kanon Ian y yo pudimos ver que estaba llena de gente orando, incluyendo al
propio Medragal, que se encontraba en el altillo de uno de los extremos. Derkin
y Earsel entraron tras nosotros para guardar la salida.
- ¿Va todo bien? Seguro que se alegran de que los
hayamos librado de esa presencia maligna – con aquella frase y su media sonrisa,
Derkin había eliminado de golpe cualquier posibilidad de averiguar las
intenciones de esa gente sin levantar sospechas.
- [Enano] ¿Has oído hablar de la palabra
diplomacia? – dije dirigiéndole una fría mirada, aunque sabía que
no iba a servir de nada.
WTF?! |
Se empezó a notar el nerviosismo a nuestro alrededor, el
murmullo generalizado iba en aumento y algunas personas empezaron a levantarse
mientras Medragal trataba de que mantuvieran la calma sin mucho éxito. Con un
gesto, les indiqué a los demás que me dejaran hablar a mí.
- Hemos venido por el pasillo sur; ¿conoces la
zona?
- No salimos de aquí nunca – su gesto se había
ensombrecido.
- ¿Y no sabes lo que había allí? – el semielfo
estaba demasiado afectado por el reciente combate como para no intervenir.
- Algo no muy bueno, eso seguro.
- Pues ya no está – algo en el tono de voz de
Kanon sugería un desafío al hombre que tenía delante.
- Sí, ésa ya no es una zona peligrosa – intervine de
la manera más neutra que pude.
Empezó a sudar copiosamente mientras miraba a un lado y al
otro. La inquietud era patente en él y sus hombres, aunque yo no tenía claro el
motivo.
- ¿Ocurre algo? Deberíais estar contentos; ya no
corréis peligro alguno – el recelo del explorador era cada vez más patente.
- Algún otro puede ocupar su lugar.
- ¿Puedo preguntar por qué no nos dijisteis nada
de Karvakos? – en ese punto yo también tenía mis reservas hacia aquella gente.
- No conozco ese nombre.
Parecía decir la verdad. Entonces, ¿qué sucedía?
¡Derrumbe! |
- ¡Traidores! – gritó Medragal espantado.
- ¡Kanon! – le reproché.
Miré a mi lado. La criatura yacía inerte, envuelta en el
brillo del orbe. Aquel hombre nos estaba ayudando y le habíamos atacado.
Earsel se levantó sin saber qué estaba pasando. Derkin le comentó
lo sucedido mientras Ian se acercaba a Medragal.
- ¡Esto ha sido un malentendido!
- ¡Pensaba que nos estabas atacando; no queremos
haceros daño! – Kanon también se disculpaba al acercarse.
No parecía fiarse del todo de nuestra palabra, por lo que
decidí acercarme también.
- No tenemos nada en vuestra contra, sino contra
aquellas abominaciones.
Mis palabras parecieron calmar algo más a aquellas personas.
Medragal entonces se derrumbó sobre sus rodillas pidiendo misericordia. Kanon
se agachó para ayudarle a levantarse.
- ¿Por qué los ocultabais?
- No podíamos hacerles frente.
- Ahora no tenéis nada que temer.
- Sabíamos que se los llevaban y nunca volvían. No
es que estemos en condiciones de oponernos a nadie. Algunas habilidades tenemos
pero como veis no habría sido suficiente.
- No creo que seáis tan débil como parecéis – el enano
parecía seguir sin fiarse de aquel hombre.
- Como he dicho, tengo mis habilidades.
- Creo que eres más de lo que aparentas – el tono
de voz de la elfa dejaba traslucir un cierto respeto.
- En su día estudié las artes arcanas; creo que
sabes de lo que hablo.
Al ver que la situación finalmente se había relajado,
envainé mi espada y me acerqué.
- Nosotros estamos dispuestos a salir de la
pirámide.
- ¿Acaso hay algo más allá?
- ¿No queréis salir de aquí?
- No hay garantías de lo que vayamos a encontrar
después.
Derkin entonces le preguntó a Medragal si conocía a Danna,
pero no parecía recordar a ninguna mujer que correspondiera con esa descripción.
Aquella gente merecía poder de salir de allí.
Aprovechando la oportunidad de hablar con mis compañeros en privado en élfico y
enano, les comenté que quería ofrecerles la posibilidad de acompañarnos, pero
mientras Kanon se mostraba favorable, Earsel no parecía entusiasmada con la
idea y Derkin directamente estaba en contra. La discusión se alargó más de lo
que pensé, y la gente se encontraba cada vez más confusa al no entender nada de
lo que estábamos hablando. Les comenté lo que sucedía, y comprendí lo inútil de
aquella discusión. No querían salir de allí. Tenían miedo, demasiado para
aventurarse más allá de la zona relativamente segura que conocían. No me lo
podía creer, pero acepté con resignación que se quedaran.
Estuvimos varias horas ayudándolos a defenderse de lo que
pudiera llegar: Derkin e Ian construyeron con ellos una sencilla fortificación
mientras que yo hice lo que pude enseñándolos cómo defenderse. Apenas vi
resultados, pero quise creer que al menos tendrían alguna oportunidad a la hora
de zafarse de algún ataque gracias a mi ayuda.
En todo ese tiempo, Earsel se había quedado estudiando y
Kanon parecía reflexionar mientras nos observaba. Seguramente seguía consternado
por el desarrollo del combate contra Karvakos. Mientras entrenaba como podía a
aquellas personas, pude ver por un momento cómo Earsel dejaba de lado sus
libros para sentarse junto al semielfo. No les oía hablar, sólo vi cómo él se
descubría el brazo mientras ella parecía examinarlo. ¿O lo estaba acariciando? ¿Acaso
estaba Kanon siendo afectado por alguna fuerza maligna por mi culpa? Recordé la
predicción que había oído al entrar en una de las salas, así que cuando
salíamos de aquel lugar le pregunté a Earsel qué le pasaba a Kanon, pero todo lo que conseguí fueron evasivas por su parte. Quizás era más sencillo que todo eso pese a todo. A lo mejor
Earsel se había dado cuenta de que cierto tipo de compañía podía ser más que
grata, desoyendo sus propios consejos. Y Kanon parecía sentir debilidad por las
mujeres de cabellos de fuego. Decidí que debía dejarles el espacio a solas que
parecían buscar. Si alguien sabía lo necesario que podía llegar a ser, era yo.
Earsel + Kanon <3 |
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