lunes, 12 de agosto de 2013
12:29 | Publicado por
Kanon Tylneren |
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Abrí las puertas de la estancia. Era grande, muy grande, y lo primero que vimos bajo la mortecina iluminación fue una especie de vórtice de energía compuesto por unos vientos aullantes, que rodeaban a una figura vagamente humanoide del centro de la estancia. En los extremos de la estancia se situaban cuatro estatuas encapuchadas mirando hacia el centro de la misma, donde la figura parecía debatirse con furia por liberarse del vórtice, y de las cadenas que lo unían a dos menhires. Claramente, habíamos encontrado el segundo aspecto de Karvakos a eliminar.
A través del vórtice veíamos a nuestro enemigo muy distorsionado, como con aspecto irreal. En ese momento, Earsel dijo "Creo que yo podría pasar a través del vórtice". Quizá su instinto de maga se lo dijera, pero yo decidí probar con algo más mundano, así que cargué mi arco y lancé una flecha directamente hacia él, pero ésta desapareció de manera inofensiva al llegar al vórtice. Ian también lo intentó, pero con idéntico resultado. Así que fue Lilith quien tomó la decisión de volver a meterse en medio del fregado ella sola, y se transportó al interior del vórtice con su paso feérico.
Allí se encontró con un Karvakos horriblemente deformado, con lo que ya sabíamos a qué se refería la aparición espectral con lo de "abominación": piel grisácea, tentáculos en lugar de brazos, cabeza horriblemente deformada...
En ese momento, la abominación pareció ser consciente de nuestra presencia, y luchó con aún más furia por liberarse de las cadenas. Lilith gritó "Karvakos está encadenado!" pero la oímos muy distorsionada por el vórtice, y aprovechó para abrir fuego con su ballesta, fallando estrepitosamente. Derkin fue el siguiente en actuar, lanzándose con decisión en medio del vórtice, seguido por Earsel, y lanzó otro ataque a Karvakos, que empezó a agitarse y convulsionarse.
Con un furioso grito, se liberó de su prisión, justo en el momento en que entré a través del vórtice para unirme a mis compañeros al otro lado. Curiosa sensación al entrar en él, noté como si el tiempo se ralentizase, y mis movimientos se hicieran más y más pesados a cada paso. También pude notar que no estaba solo, una especie de presencia estaba en aquel maelstrom antinatural, y no era benigna.
Salí por el otro lado justo a tiempo para ver cómo los tentáculos de Karvakos nos atacaban a todos y nos empujaban con brutalidad de nuevo dentro del vórtice. De nuevo dentro, averigué qué era esa presencia que había sentido. De alguna manera aquel vórtice estaba vivo, y lleno de odio hacia nosotros.
Recibí un asalto a todas mis defensas, físicas y mentales, y por un momento pensé que aquello nunca acabaría. Acabé aturdido en el suelo, intentando recuperar el aliento. Por el rabillo del ojo ví como Derkin atacaba a la abominación, que se abalanzaba sobre Ian y él de nuevo, envuelto en llamas, posiblemente por algún ataque de Earsel. Pero poco más pude ver: el vórtice parecía estar consumiendo mi propia vida, y caí inconsciente cuando volví a sentir el asalto demoledor.
No sé cuánto tiempo pasó, pero recuperé la consciencia cuando Derkin usó sus poderes curativos. El enano no tenía buen aspecto, y su rostro mostraba una expresión muy seria. Aún estábamos en medio del combate. Levanté la cabeza y ví a Earsel y Lilith inconscientes y en medio del vórtice. ¿Qué estaba pasando? Me giré y ví a a Karvakos, y me pareció aún más amenazador que antes. Seguía entre los menhires, pero se había liberado completamente de las cadenas.
Haciendo acopio de energías, atravesé el vórtice y le lancé mi ataque más devastador a la abominación, que rugió de forma ensordecedora por el dolor. Bien, al menos podía sentir dolor. Con la euforia, apenas ví que uno de sus tentáculos se dirigía hacia mí a la velocidad del rayo, y me asestó un golpe que me dejó sin aliento, y me lanzó de nuevo al vórtice.
No pude hacer nada. El asalto de aquella tempestad era demasiado fuerte para mí, y volví a perder el sentido. Entre sueño y consciencia me parecía oír los gritos de mis compañeros, y volví a recuperar la consciencia ( supongo que gracias a Derkin de nuevo ), pero esta vez seguía dentro del vórtice, y podía notar como aquella maligna presencia pugnaba por atacarme de nuevo.
Derkin estaba en el centro de la estancia, luchando con la abominación, mientras Ian estaba intentando sacar a una apenas consciente Lilith del vórtice, y Earsel estaba caída en el suelo, tambaleándose, pero despierta también. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no podíamos vencer a aquella criatura? Derkin gritó "Huid insensatos!", y no dudamos dos veces y comenzamos la retirada. Aquella batalla ya no era por la victoria, sino por la supervivencia, pero la abominación no iba a dejarnos tan fácilmente, Ian y Lilith se vieron atraídos de nuevo al interior del vórtice, la eladrín cayó inmediatamente al suelo.
Ian se acercó como pudo y le dió una poción, pero inmediatamente cayó de nuevo por la fuerza de la oleada de energía del vórtice. Sólo Derkin quedaba tras los vientos e intentaba pugnar por salir. Karvakos volvió a lanzar otro ataque masivo mientras nos debatíamos por huir desesperadamente. Ian intentaba arrastrar a Lilith fuera de aquella trampa, pero sus fuerzas flaquearon y cayó inconsciente. Me dí la vuelta y traté de llegar hasta ella para arrastrarla fuera, pero Karvakos me atacó y mi vista se nubló de nuevo. "¡Maldición! Otra vez no!" - pensé.
Tras la oscuridad, volví en mí otra vez, y la situación ya era desesperada. Earsel, Lilith e Ian estaban tirados como trapos en el suelo, mientras Derkin estaba al límite de su resistencia luchando por curarnos y levantarnos del suelo. Consiguió levantar a Earsel, y tras un par de ataques de nosotros dos, me dí cuenta entre la sangre que bajaba por mi frente y me nublaba la vista, que la abominación parecía muy tocada: no se movía con la agilidad del principio, y estaba dentro del vórtice, luchando por salir. El fuego que la seguía consumiendo estaba creando distorsiones en su aspecto, como si se estuviese desintegrando...
Con un espectacular rugido de furia, logró salir del centro del vórtice, y salió huyendo por la puerta por la que habíamos venido, arrasando conmigo y con Derkin, que estábamos en medio.
En ese momento, ocurrió. Apenas fui consciente del hecho de mirar a los moribundos Ian y Lilith, ya que salí corriendo tras la criatura con unas fuerzas que no sé de donde salieron. No pensaba, actuaba. El tatuaje de mi brazo latía furiosamente, aunque sólo fui consciente de ello mucho después. Una parte de mí oyó a Earsel gritar "El sudario de resurrección!", y apenas me dí cuenta cuando solté las correas de mi mochila y esta cayó al suelo. Seguía a Karvakos por los pasillos, apenas le veía por recovecos, pero en cada oportunidad, apuntaba y disparaba. Fallé. Seguí corriendo. Otra vez, sólo por un momento, le ví. Apunté, disparé... fallé. La furia seguía invadiéndome. Racionalmente, aquello era una auténtica locura, no estaba en condiciones de aguantar ni un sólo asalto contra esa abominación yo solo.
Ian se encontró de repente sólo con escasas fuerzas apenas recuperado, mientras sus amigos habían ido en pos de la criatura para darle fin. Lilith yacía a sus pies, su respiración se había estabilizado. Su tez estaba pálida por completo, incluso para el estándar de la bella eladrin. Ni si quiera el más mínimo tono rosado asomaba a sus mejillas.
Había estado al borde del abismo de la muerte, de algún modo podía saberlo al haber estado él mismo en esa situación. Aunque eso no lo tranquilizó en lo absoluto.
Sacando fuerzas de flaqueza, cogió con ternura el bulto que conformaba una Lilith que en esos momentos parecía tremendamente frágil y liviana envuelta en el sudario como estaba. A un paso increíblemente lento, en parte por su propia debilidad del momento y en parte por cautela para no ser absorbido por el terrible vórtice de nuevo, Ian puso rumbo hacia el pasillo por el que habían venido...
Apenas era consciente de haber llegado a la zona de pasillos orgánicos, y llegué a una intersección...¿dónde estaba Karvakos? Una pequeña voz en mi cabeza me dijo "norte, córtale el paso" y no me lo pensé. Salí en dirección norte, muy consciente de que la criatura había seguido dirección sur, pero así acabaría frente a él. Giré la esquina y... allí estaba, frente a mí, pero se abalanzaba demasiado rápido, sus ojos rojos de furia clavados en los míos...¡no tendría tiempo de disparar!
De sus tentáculos salió un rayo elemental, y supe que no podría resistirlo... excepto... con un pensamiento activé el poder mágico de mi armadura, y el rayo me impactó, pero absorbí toda la energía que me lanzó. Pero Karvakos era demasiado rápido y volvió a atacar por segunda vez. Mi armadura no aguantaría otra vez, pero... volvió a absorber el ataque, aunque el impacto me sacudió con fuerza. Luché por permanecer en pie, y lo conseguí, aunque mis rodillas se doblaron. El monstruo giró por el pasillo de la derecha en vez de abalanzarse sobre mí....
... y en ese momento, Earsel, con un aspecto tan malo como el que seguramente debía tener yo, pasó a mi lado como una centella y apenas pude gritarle "Acaba con ese cabrón, a la derecha!".
Dos latidos después, la abominación que fue Karvakos apareció por el pasillo de mi derecha, perseguido de cerca por Earsel. Con una carcajada de desafío a la muerte, le grité: "Vamos atácame!" No sé qué me impulsó a hacer eso, la magia de mi armadura ya había aguantado mucho más de lo que debía y no soportaría más castigo. Abrí los brazos, preparado para que todo acabara, y me lanzó otro rayo elemental.
Me dio de lleno.
Y la armadura, una vez más, absorbió todo el daño. Abrí los ojos, y cargué el arco y el tono de voz que me salió me sorprendió incluso a mí. "Eso es todo lo que sabes hacer?" - salió de mi boca con una media sonrisa. Disparé la flecha, y se clavó justo en la frente de la abominación, que se detuvo en seco, y cayó pesadamente al suelo.
Bajé el arco, justo a tiempo de ver cómo una especie de orbe de niebla verde candente salía de su cuerpo hacia el techo y desapareció. Earsel se derrumbó contra la pared jadeando, y yo mismo me dejé caer de espaldas, completamente exhausto. Por fin, habíamos ganado.
No sé cuanto tiempo pasó, quizá un minuto o dos, cuando Derkin llegó jadeando y visiblemente herido. Cuando recuperó el aliento ( que los enanos no son muy de correr ), dijo "No...me habéis... dejado... ni un... cachito?". Me levanté lo justo para apoyarme en la pared (demasiado blandita) del corredor y le dije "El próximo...es todo tuyo, lo prometo", a lo que el enano contestó con una sonora carcajada.
Ian llegó un par de minutos después, también exhausto, cargando con una ensangrentada e inconsciente Lilith en brazos, su mochila y la mía. Nos miró a todos con ojos cansados, y dejando a Lilith delicadamente en el suelo, y con una mueca que era una media sonrisa dijo "No sé lo que habréis hecho, pero ese maldito vórtice ha desaparecido... cabrones."
La sorpresa por el modo de expresarse tan poco propio de Ian, y tan alejado de su habitual formalidad hizo que empezáramos todos a reír. Derkin le contestó: "Tu madre te enseño este lenguaje, muchacho?"
Ian se puso algo más serio, y respondió: "Mi madre murió hace mucho tiempo." A Derkin se le atragantó la risa de raíz, ya que para los enanos los ancestros son algo que inspira mucho respeto, e incluso me pareció oir una disculpa que salía de sus labios.
Earsel se levantó, y con una mirada furibunda, soltó un rayo de fuego que quemó el cuerpo de la abominación. Se giró hacia nosotros y todos asentimos. Estábamos un paso más cerca de salir de la pirámide, pero nos habíamos ganado un muy merecido descanso. Y además, teníamos que intercambiar historias sobre lo que había ocurrido a unos y otros cuando nos separamos.
Miré mi tatuaje. Estaba normal otra vez, inacabado, si, pero de nuevo aparecían más detalles que no recordaba haber visto antes. Tras esta terrible batalla, tuve claro que había algo más en mi interior que pugnaba por salir, algo muy poderoso.Y pronto, muy pronto iba saber lo que era.
Pero esa, es otra historia.
Kanon, el que se ha molado a sí mismo con esta historia.
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