domingo, 23 de junio de 2013
Desde mi posición sólo podía ver a Kanon adelantado en el pasillo que se abría hacia el sur, quien con un gesto de horror se había quedado mirando a las puertas que se abrían tras recibir un rayo de fuego proveniente de uno de los espejos de la pared. Se había acercado desoyendo nuestras advertencias, y ya era tarde para echarse atrás. Habían aparecido varios seres de origen infernal atacando al explorador: unos más grandes, similares a un tiflin aunque alados, y otros más pequeños, de la altura aproximada de un mediano. El semielfo lo estaba pasando muy mal, por lo que nos acercamos lo más rápidamente posible para ayudarlo.


- Lo siento, pero te necesitaremos si queremos salir de aquí con vida - Vyrellis había pedido tiempo a solas en la bolsa de contención después de lo sucedido con su cuerpo, pero ahora no podíamos dárselo.


Skull in flames
La calavera en llamas
Una vez juntos, pudimos empezar a repeler a nuestros atacantes. Kanon pudo acabar con uno de los diablos, y la maga utilizó su atacante fantasmal contra el otro, pero no dejábamos de recibir rayos de fuego de los múltiples espejos que veíamos en el pasillo. Acabamos con las tres criaturas que nos acosaban, mas los espejos seguían hiriéndonos. Justo antes de un ataque, pude ver en uno de ellos una calavera en llamas, que según Earsel debía ser quien canalizaba sus ataques a través de los mismos. Había que destruirlos.


- ¡Ése es mi enano, utilizando el martillo! - pese a sus desavenencias, la maga parecía realmente orgullosa de la manera de machacar espejos del enano, que en ese momento se giró hacia ella sonriendo y levantando el pulgar. Formaban una pareja de batalla muy peculiar, sin duda.


Entre todos empezamos a destruir los espejos, y entonces Derkin e Ian se acercaron a la puerta de doble hoja del pasillo. El enano no pudo abrirla, pero Ian sólo necesitó una patada para arrancar ambas hojas de sus goznes y empujar con ellas a un último diablo que debía estar resistiendo en esa posición. ¡Eso es potencia (de combate)!


Entramos en la habitación y acabamos con el diablo, además de con otros dos espejos que allí se encontraban, y entonces un terrible grito de rabia de una voz espectral lo llenó todo. La calavera en llamas que habíamos visto en los espejos se hallaba ante nosotros, esta vez en su forma física. Con la potencia combinada de todos logramos reducirla, y el arquero acabó finalmente con ella con dos certeros disparos. Un estallido ígneo volatilizó lo que era su cuerpo, y la habitación entonces quedó en calma, perdiendo gran parte del brillo que tenía. Le pregunté a Vyrellis si conocía de algo a este enemigo.


- Pues era una calavera... Y estaba en llamas, ¿no? - al oírla, Kanon torció el gesto y se alejó refunfuñando sobre la utilidad de los consejos de Vyrellis.
Skeleton hand crystal ball
La mano que manejaba los espejos


Empezamos a examinar la habitación ya que necesitábamos descansar, estábamos agotados tras los últimos acontecimientos. Earsel salió tras una puerta simple, diciendo que había encontrado la estancia desde la que seguramente la calavera estaba lanzando sus ataques. El cuarto estaba vacío salvo por una gran bola de cristal engarzada en una mano esquelética situada sobre un pedestal. Era algo estrecho, pero nos serviría para reposar si no nos importaba estar algo apretados.


Kanon y Derkin empezaron a contar historias de la guardia de Cormyr mientras desplegaban sus esterillas el uno junto al otro para descansar. Al parecer habían compartido más aventuras de juventud de las que pensaron en un principio. Luego Kanon se volvió hacia Ian y pude oír cómo bajaba la voz para preguntarle sobre la conversación que había mantenido hace poco con Earsel. El guerrero apartó la mirada, enrojeció y no le comentó nada. Si a mí no me quiso dar detalles de aquello cuando le pregunté, no sé a quién iba a dárselos...


Aproveché el momento de calma para comentarles a todos mi intención de ir a Luna Alta para seguir con mis pesquisas sobre la Runa Retorcida cuando consiguiéramos salir de la Pirámide. Kanon me preguntó por qué allí, y le dije que tenía un familiar que probablemente supiera algo más de todo aquello. El semielfo dijo entonces que contara con él, pero que antes quería pasar por Refugio Invernal. No puedo culparlo por tener esa intención, la verdad.


Nos acomodamos como pudimos en aquel estrecho cuarto; algunos más pegados entre nosotros que otros. Cuando los hombres despertaron, Earsel se encontraba concentrada en sus estudios, repasando algunos hechizos, tal y como hacía cada día. Al salir, vimos con sorpresa cómo todo seguía tal y como lo habíamos dejado... salvo por los espejos, que aparecían intactos. La magia de aquel lugar estaba consiguiendo ponerme muy nerviosa, quería salir de allí cuanto antes.


Una sencilla exploración a medida que avanzábamos nos bastó para concluir que el camino que estábamos siguiendo nos llevaba de nuevo a la zona que había estado a punto de acabar con Kanon, aquella con la trampa de las estatuas y las grietas en el suelo, por lo que decidimos dar la vuelta. No habíamos estado avanzando de manera cauta todo este tiempo para acabar de cabeza en lo que sabíamos que podía significar nuestra muerte.


Nos estábamos quedando sin opciones. Los tres pasillos sin explorar que daban al sur desembocaban sin duda en el peligroso territorio de los arbóreos. Nuestra única posibilidad de avanzar sin toparnos con ellos era la puerta que no habíamos abierto junto a la zona helada que antes había sido una armería. Al abrirla, vimos una serie de tramos de escaleras que parecían subir bordeando el interior de una torre, dejando una especie de foso en la parte central. Parecía que estábamos logrando avanzar, o al menos subir a la zona superior de la Pirámide. Seguimos adelante con la esperanza de que aquella subida supusiera estar más cerca de la salida. El primer tramo de escaleras parecía seguro, pero al llegar al segundo Derkin nos advirtió sobre algún tipo de mecanismo que había detectado, por lo que la maga tuvo que estar un tiempo desactivándola. Cuando pudimos seguir ascendiendo, Kanon decidió que sería más seguro para él si se ataba una cuerda a la cintura y le daba un extremo a Derkin, ya que si disparaba alguna trampa que lo lanzara al fondo del foso, el enano tenía la suficiente fuerza para sostenerlo.
Gargoyle
Gárgola


Había otro mecanismo en esta escalera, pero cuando la elfa trató de desactivarla vio con horror cómo uno de sus pies quedaba atrapado entre dos de los escalones. En ese momento pudimos ver cómo dos gárgolas en las que no habíamos reparado hasta ese momento abandonaban su estado petrificado para volar hacia ella, hiriéndola mientras estaba indefensa. Por si fuera poco, una arpía envuelta en llamas se les unió en su ataque, vomitando sobre todos nosotros una nube de cenizas ardientes que me dejó cegada (más tarde supe que todos lo estábamos). Pude oír a la criatura proferir varios gritos de dolor antes de recuperar la vista. El semielfo se había cebado con ella, tenía varias de sus flechas clavadas en diferentes partes de su cuerpo. Ian y Derkin trataban de avanzar escaleras arriba, pero también se vieron atrapados por la trampa de los escalones. Kanon pudo entonces rematar a la arpía de un certero flechazo, pero aún nos acosaban las gárgolas y tres de nosotros seguían atrapados, por lo que decidí teleportarme a una posición superior para tener una mejor visión de la batalla. Inmovilizado desde las escaleras que lo mantenían atrapado, Ian logró herir gravemente a una de ellas con su arco.


- ¡Estoy orgulloso de ti! - el semielfo miraba a Ian casi como el propio Padraig en una de mis últimas visitas.


Las gárgolas habían descendido al fondo del foso. Yo no podía verlas, pero al parecer se habían vuelto a transformar en piedra, lo que sanaba gran parte de sus heridas a la vez que las hacía prácticamente invulnerables a cualquier ataque que pudiéramos llevar a cabo. Mientras volvían en sí, Kanon trataba de desactivar la trampa sin demasiado éxito. Earsel en ese momento se zafó y se pudo hacer invisible, y tanto Ian como Derkin lograron liberarse también, bajando al rellano inferior, que era una posición mucho más segura.


En ese momento las gárgolas volvieron a atacar, centrándose en Kanon, que cayó al foso.


- ¡No me lo puedo creer! - maldecía en su caída mientras a Ian se le escapaba entre los dedos la cuerda que llevaba aún atada a la cintura.


Earsel reapareció a mi lado y logró entonces acabar con una de ellas con un espectacular ataque combinado: primero la congeló y luego la sometió a un fuerte golpe ígneo, lo que hizo que estallara en montones de pedazos de piedra inerte. La que quedaba con vida se petrificó de nuevo en el fondo del foso y aprovechamos para hacernos fuertes en nuestras posiciones y ayudar a Kanon. El combate no duraría mucho más: cuando remontó de nuevo el vuelo le llovieron ataques de Ian con el arco y de Earsel, y al fin cayó también. El semielfo miraba a Ian henchido de orgullo.


- Te he enseñado bien - dijo mientras media sonrisa se le dibujaba en el rostro.


Por fin logró subir a nuestro lado con la ayuda de Derkin y la cuerda que aún llevaba atada. Un par de intentos más por parte de Earsel bastaron para desactivar definitivamente la trampa, no sin antes ser atrapada por los tobillos alguna vez más. Ahora ya podíamos subir al nivel superior.


Lo que ante nosotros apareció era un ancho pasillo de orientación sur con un una abertura hacia el este. En las paredes había varios bajorrelieves que representaban ídolos humanoides con enormes bocas abiertas dentro de las cuales sólo se veía una gran y profunda oscuridad. Derkin se acercó a examinar el más cercano, y todo se precipitó. Dos figuras humanoides aparecieron a su lado y empezaron a apuñalarlo frenéticamente. Cada uno de ellos tenía dos brazos saliendo de sus antebrazos, y en todas sus manos llevaban dagas de hueso, por lo que el daño que le infringieron fue terrible y cayó inconsciente casi de inmediato.
Prole nefasta
Prole nefasta


Antes de que pudiéramos acercarnos a ayudar al clérigo, se abrieron unas puertas que había en el pasillo y aparecieron dos criaturas similares a las que ya habíamos visto, aunque eran más voluminosas y portaban mandobles en lugar de dagas. Las más pequeñas parecían poder moverse a una velocidad de vértigo y desaparecer en la oscuridad de las bocas. Entonces los bajorrelieves empezaron a moverse, pidiendo comida con una voz gutural y mordiendo todo lo que tenían al lado, lo que incluía a nuestro compañero caído. Las cosas se estaban complicando mucho y muy rápido...


Logré acercarme para arrastrar a Derkin más lejos del peligro inmediato que suponían los bajorrelieves, y lo sané lo suficiente para que volviera a estar en pie. Las puertas se habían vuelto a cerrar, y apareció de la oscuridad una pequeña criatura con bastón que empezó a lanzar ataques mentales a Kanon, que se retorcía de dolor. Vyrellis no me pudo ayudar a identificar a estos atacantes, ya que decía no conocerlos. Fueran lo que fueran, de nuevo un doble ataque de la maga consiguió poner en su sitio a las criaturas con dagas de hueso: estaba claro que la fuerza combinada de los rayos de hielo y la explosión abrasadora era terrible, y ella sola logró acabar con ambas criaturas antes de que pudieran apenas tocarnos.


Quedaba la criatura más pequeña, que seguía atacando a Kanon, y las dos mayores, que estaban parapetadas tras las jambas de la puerta doble, resistiendo como podían los ataques de Derkin e Ian. Entonces, dos veces seguidas, Ian atacó a Derkin.


- ¡¿Pero qué haces?! - le grité desde mi posición. El enano no parecía nada contento, y con razón.


Finalmente Kanon había logrado sobreponerse a los ataques mentales que más tarde supe que eran la razón del “fuego amigo” de Ian, y entre todos pudimos entrar en la habitación que guardaban los berserkers, eliminándolos. El más pequeño estaba acorralado, y aunque trató de esconderse utilizando las bocas para escapar, finalmente Kanon se cobró su justa venganza con él. Durante todo el tiempo de la batalla habíamos estado oyendo a las bocas pedir comida, y la muerte del último de nuestros enemigos no las callaba. Era verdaderamente molesto.


Localizamos un dormitorio con dos camas dentro de la habitación en la que habíamos irrumpido, y decidimos que lo mejor sería descansar para recuperarnos de las heridas recibidas. Parecía fácil de defender hasta que el semielfo encontró lo que parecía ser una puerta secreta que Earsel bloqueó definitivamente al tratar de abrir. En cualquier caso, ahora sí sería fácil de defender, ya que sólo había una entrada.


Kanon debía estar bastante afectado por las heridas físicas y mentales que había recibido en batalla, pues en ese momento cargó el cadáver más pequeño y lo introdujo en una de las enormes bocas de los bajorrelieves argumentando que a lo mejor así dejarían de pedir comida. El cuerpo salió expulsado y el semielfo recibió un fuerte bocado de los dientes de piedra, así que decidió que había hecho suficientes experimentos y volvió a la habitación para descansar. Cuando llegó, Ian se disculpaba ante Derkin mientras el enano le restaba importancia al incidente.


De las dos camas, una sería sin discusión para el arquero, que era quien peor lo había pasado durante el combate. Se tendió y empezó a roncar pesadamente sin importarle nada más. Earsel y yo dijimos que no necesitábamos la cama restante ya que meditábamos sentadas, y entonces Derkin e Ian empezaron a discutir sobre quién de los dos la necesitaba menos... Curioso comportamiento. De repente, el enano se tendió en el suelo utilizando su escudo para descansar su cabeza, e Ian nos miró confuso antes de empezar a quitarse la pesada armadura para descansar en la cama que había quedado libre. Ian quitándose ropa siempre era algo agradable de ver, era una pena que los demás estuvieran ahí delante. Earsel debió verme mordiéndome el labio mientras esto sucedía, porque en las horas que faltaban para que ellos se despertaran después de nuestro trance estuvo contándome historias de su pasado, diciéndome que tuviera cuidado con lo que hacía. ¡Como si fuera algo malo!
Craig Horner undressing
Tú sigue...

Curiosamente, todos habíamos tenido sueños extraños, sin ningún sentido. Este lugar parecía estar más allá del tiempo y de la lógica. No veía el momento de salir de allí, recuperar la normalidad y desayunar por hambre y no por simple costumbre como llevábamos ya varios días haciendo.

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