domingo, 14 de abril de 2013
4:26 | Publicado por
Oona |
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- Habla con la cabeza de una vez.
- Tengo nombre, ¿sabes?
Quizás la razón de las desavenencias entre Kanon y Vyrellis era lo similar
de sus caracteres, algo que ninguno de los dos parecía dispuesto a admitir. Sin
embargo, el semielfo tenía razón en apremiarme para tratar de sacar toda la
información posible de la eladrín, por lo que seguí haciéndole consultas a la
vez que mis compañeros me ayudaban a adaptar la bolsa donde la encontramos para
que pudiera ver mientras viajaba junto a mí, sujeta a mi petate. Al parecer, la
esencia de Kárvakos se dividió y a eso era a lo que se refería la figura
fantasmal que nos recibió cuando íbamos a entrar en la pirámide con “matarnos
tres veces”. Según Vyrellis, se trataba de una proyección de su antiguo
compañero, al que no dudó en definir como “el mismo arrogante de siempre”.
Karvakos |
Una vez preparados para seguir, Kanon se adelantó por el pasillo que se
abría al este. Cuando volvió, nos dijo que el mismo se bifurcaba: hacia el sur
se cubría de vegetación y acababa abriéndose en una estancia completamente
cubierta de verde, y hacia el norte sólo parecía oírse un suave murmullo de
agua. Recordamos que Vyrellis nos advirtió sobre los peligros de unas plantas,
por lo que decidimos seguir en dirección sur, esperando que las circunstancias
fueran más favorables.
El pasillo terminaba en una escalera descendente que se sumergía en unas
aguas muy turbias y en calma, o al menos eso nos pareció en ese momento. Según
nos comentó Kanon después, en la base de las escaleras podían notarse pequeñas
ondulaciones y espuma, como si hubiera algo inmediatamente debajo del último
escalón. En la zona este se elevaba una plataforma de madera que parecía
guardar algo, ya que sobre ella se encontraban unas puertas dobles cerradas.
Kanon fue el único que vio, desde su posición más adelantada, a las cuatro
criaturas escamosas que se ocultaban en el fango para atacarnos: dos de ellas
eran de tamaño grande e iban armadas con un garrote, y las otras dos tenían un
tamaño similar al nuestro. Al parecer, una de ellas debía de ser una especie de
chamán, que justo cuando Kanon volvía a contarnos lo que había visto nos atacó con
un rayo verdoso de su lanza, envolviendo el techo, suelo y paredes con una
sustancia pegajosa de la que a algunos les costó zafarse.
Aproveché para teletransportarme al interior de la ciénaga y acabar con una
de las criaturas de mayor tamaño mientras mis compañeros seguían atacándolas
desde la distancia. Estaba tan concentrada en ello que no vi venir un tremendo
golpe que me asestó la otra, y me hundí en aquellas espesas aguas fangosas.
Cuando logré emerger, vi que el resto de nuestro grupo había sido atacado
de nuevo con el poder mágico que envolvía todo en una masa pegajosa, por lo que
no habían podido bajar a ayudarme. Había aparecido una criatura más y todos se
afanaban en repeler los ataques desde la relativa seguridad del terreno firme.
Entonces, Ian bajó hasta el agua pero en el momento en el que tocó el suelo
sumergido, fue absorbido por algún tipo de fuerza y pude oír su voz y un
tremendo golpe muy lejos, en la zona sur de la ciénaga. Para entonces Erasel y
Andrew habían logrado deshacerse de tres más de nuestros atacantes, lo que
dejaba una sola criatura a nuestra merced. Viéndose sobrepasada, tras recibir
un ataque por mi parte se sumergió en las aguas, por lo que todos tratamos de
ver qué había sido de ella. Kanon sufrió la misma suerte que Ian al bajar al
agua, sólo que él fue a parar a la base de la plataforma. Earsel demostró estar
en una estupenda forma física al lograr saltar al agua evitando la trampa que
había arrastrado a Ian y Kanon, y comenzó a buscar a nuestro atacante desde
abajo. Por mi parte, gracias a Vyrellis podía teleportarme una vez más, así que
subí a la plataforma esperando ver mejor y poder guiar a mis compañeros, pero
no hizo falta, ya que la criatura emergió para atacar a Earsel y enseguida fue
abatida por Ian.
Pensábamos que todo habría acabado cuando el último de nuestros atacantes
fuera derribado, pero nos confiábamos demasiado: Kanon volvió a ser absorbido y
expulsado en un punto diferente de la ciénaga. Entonces Earsel se acercó a la
base de la plataforma donde me encontraba, y nos dijo que creía haber
encontrado el mecanismo de la trampa de agua, y que trataría de desactivarlo.
Tras unos minutos manipulándolo y después de haberlo activado una vez más por
error, la maga consiguió por fin inutilizar el ingenio, y todos pudieron subir
a la relativa seguridad de la plataforma de madera.
Ante nosotros se alzaban un par de puertas relativamente grandes y que
parecían estar bien aseguradas. Kanon trataba de examinarlas, pero la voz de Vyrellis
diciendo para sí “es por aquí; la adularia” no le dejaba concentrarse, por lo
que pronto Earsel tomó el relevo y acabó abriendo las puertas como empezaba a
acostumbrar.
Estatua del caballero eladrín |
La estancia a la que se abrían las puertas estaba vacía, a excepción de una
estatua de un caballero eladrín con una lanza y en cuya frente se encontraba
una piedra que sin duda era la adularia a la que se refería Vyrellis. Andrew se
adelantó para cogerla, pero Kanon lo interceptó:
- ¿Estamos seguros de que es sabio hacer esto?
- No, por eso lo estoy haciendo yo.
El argumento del sacerdote no pareció convencer en absoluto a Vyrellis, que
en ese momento se revolvió:
Decidí adelantarme, aunque sólo fuera para no oírlos, y me puse a examinar
la estatua. Seguramente mis compañeros no habrían sabido decirlo, pero yo sabía
que, por el atuendo, la figura representada era muy antigua, tanto que sólo
había visto ropajes así en los textos que estudié hace tiempo. Hice un gesto a
Earsel para que se acercara a ayudarme, y me dijo que la piedra de la frente de
la estatua tenía algún tipo de magia. Más aún, Andrew, que aún estaba cerca,
nos contó que la magia de la piedra se encontraba de algún modo en sintonía con
la esfera de Vyrellis.
Me quité el petate, dispuesta a sacar la gema de la estatua. No fue fácil,
saltaron varias lascas de piedra mientras lo intentaba y, cuando por fin salió,
se me resbaló de las manos y tuve que tirarme al suelo para evitar que se
golpeara, pero al final la pude sostener. Durante todo ese tiempo, Vyrellis se
revolvía, nerviosa, seguramente temiendo que la fuera a romper. Al sostenerla,
pude notar como era cálida al tacto y emitía una leve pulsación. Cuando cogí de
nuevo a Vyrellis, de alguna manera también noté que nuestro vínculo se
fortalecía. ¿Qué clase de poder tenía la adularia?
Adularia |
Entretanto, Earsel había cerrado la puerta mediante un ritual que acababa
de aprender y que nos protegería mientras descansábamos. Me dispuse a hacer la
primera guardia, como era habitual, y Vyrellis siguió contándome cómo la vida
la había llevado a ser consorte de Kárvakos. En el cambio de turno, le propuse
a Earsel que ella hablara con Vyrellis, pero ninguna de las dos parecía dispuesta
a ello por alguna razón, así que descansé llevándola de nuevo conmigo. La eladrín no parecía dispuesta a dejarme tan fácilmente.
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