sábado, 8 de diciembre de 2012
7:41 | Publicado por
Earsel Nolwendilme |
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Tras nuestra breve reunión con Orontor, todos tuvimos claro
cual era nuestro siguiente destino: El Pozo de los Demonios. Dado que el camino
hacia allí parecía más difícil de lo habitual, decidimos que lo mejor sería
contratar de nuevo los servicios de Terlen, así que fuimos directos a sus
aposentos. Nos recibió con un atuendo informal y con una expresión relajada,
señales inequívocas de un largo y merecido descanso entre expediciones. Pero
dicha relajación pronto desapareció para dejar paso a un semblante preocupado
en cuanto le mencionamos nuestro próximo objetivo.
- No
deberíais hablar tan a la ligera de un lugar como ese dadas las atrocidades que
se llegaron a cometer allí-
Con esa frase nos empujó para meternos en la habitación, no
sin antes mirar a ambos lados del pasillo antes de cerrar la puerta.
Decepcionados, llegamos a un acuerdo con el guía por el cual
él nos guiaría hasta la mitad del camino y desde allí nos daría instrucciones
para recorrer la otra mitad.
No tuvimos ni una oportunidad de convencerle para que fuese
más allá, ni tan siquiera los dudosos intentos de seducción por parte de
Lilith, que se quedaron en una especie de tic que intentaba ser un guiño.
Tras cerrar los detalles del acuerdo nos indicó que por él
podríamos salir en cualquier momento así que no demoramos más la partida y tras
prepararnos para el viaje, nos encontramos con Terlen delante de la posada. Nos
esperaba ya con su atuendo de guía,
sumergido en una animada charla con el posadero (digo sumergido por no
decir ahogado en el parloteo incesante del mediano). Rendil había salido al
despedirse de nosotros:
- Os
deseo suerte en vuestra aventura sea la que sea… ¡Que seguro que será una
locura!- dijo con sorna.
Me dio la sensación de que nos había cogido cariño ya que no
pude evitar ver un destello de tristeza en sus ojos. ¿Sabía a donde nos
dirigíamos? Llegué a la conclusión de que probablemente si, dado lo rápido que
las noticias corrían en este lugar.
El camino hacia el Pozo de los Demonios resultó ser una suma
de escalinatas y cuestas que descendían cada vez más. Durante toda una jornada
bajamos y bajamos, siempre acompañados de sonidos de pisadas, ecos, gruñidos…
hasta que Terlen finalmente decidió que era el momento de parar y se metió en
un edificio en el que claramente no había entrado nadie desde hacía mucho,
mucho tiempo.
Tras mover viejos muebles para formar un parapeto, formar el
campamento y organizar las guardias por fin pude encomendarme al descanso y a
mis estudios.
El descanso fue intranquilo dados extraños sonidos que nos
acompañaban continuamente pero al menos pudimos reponer fuerzas y tras un
frugal desayuno seguimos nuestra marcha.
El camino se hizo más retorcido y a
esas alturas ya estábamos totalmente desorientados, lo único que teníamos claro
era que seguíamos descendiendo cada vez mas. Según descendíamos comenzamos a
notar un olor intenso a azufre. Oí a Andrew gruñir algo respecto a odiar
demonios, pero no pude prestarle mucha atención ya que todo mi ser se centraba
en esos momentos en contener las arcadas que me provocaba aquél olor. Pero no
pude contenerme y finalmente vomité mientras el resto del grupo intentaba
contenerse en mayor o menor medida. Tras reponerme y seguir adelante llegamos a
un brusco giro que supuse podría ser hacia el este, aunque nunca lo tuve muy
claro. Este giro nos llevó por un camino que bajaba de forma aún más
pronunciada. Durante el camino se produjeron varias paradas ya que el hedor era
a esas alturas tan fuerte que superó la entereza del sacerdote y también vomitó
hasta quedarse sin nada que echar.
Seguimos descendiendo hasta lo que supongo sería el
mediodía. En ese momento Terlen volvió a hacer otra parada y nos comunicó que
allí se quedaba. El resto del camino nos correspondería a nosotros solos. Tras un descanso, nuestro guía sacó de su
bolsa un mapa y se dispuso a darnos indicaciones precisas de cómo seguir
nuestro camino. El pobre Andrew no obstante no pudo enterarse de mucho puesto
que se hallaba encogido en un rincón vomitando de nuevo. Los demás mientras
tanto acordamos con Terlen que nos esperaría durante 7 días y le dejamos varias
raciones aparte de las suyas propias para que tuviese alimento de sobra en su
espera.
Una vez repuesto Andrew, nos preparamos para seguir nuestro
camino y despidiéndonos comenzamos a andar, pero vislumbré como Kanon se
despidió del guía revolviéndole el pelo como si de un vulgar chucho se tratase,
dejando a Terlen con una expresión que iba entre el desconcierto y el instinto
asesino. Acostumbrada a las excentricidades del semielfo decidí descartar la
idea reprenderle al respecto, estaba claro que no serviría de nada. Este ser no
cambiará nunca.
Andrew vomitó varias veces a lo largo de nuestra caminata,
pero sacó fuerzas para seguir adelante. No obstante comenzaba a preocuparme por
él ya que no era un hombre especialmente corpulento. Temía que si seguía
vomitando se llegase a volatilizar.
Llegamos a un pasillo estrecho, decorado con unas efigies de
minotauros que nos daban la bienvenida. Habíamos llegado.
Intentamos atravesarlo con el mayor sigilo posible pero las
tripas del humano se quejaban lastimosamente, mandando al traste todo intento
de acercarnos en silencio. Llegamos a una sala con varias columnas decoradas
con más minotauros, pero estos minotauros lucían colmillos en una sonrisa maliciosa
que no me daban ninguna confianza.
En cuanto Kanon puso un pié en la sala se quedó petrificado
al igual que todos nosotros ya que una profunda voz resonó en la sala y
hablando en un perfecto élfico dijo:
¡Saludos, buscadores de la gloria infinita de Baphomet!
Aquellos que se muestren indignos de su atención serán
condenados por siempre a ser sus esclavos.
Aquellos que se muestren dignos, se les otorgarán poderes
más allá del resto de los mortales.
Máscara, campana, hoja y libro.
(Mas tarde me enteré que cada uno había oído a la misma voz
hablar en su idioma natal, lo cual me pareció fascinante)
En cuanto los últimos ecos de la voz dejaron de sonar, el
semielfo se adentró en la sala y, tras unos instantes, soltó un alarido.
Intenté acercarme más a la puerta de la sala, a tiempo de ver como un gul
dañado y con cara de pocos amigos corría hacia el semielfo. Pero en un momento
pareció que cambiaba de estrategia, frenando su carrera para esconderse tras
una columna. Entré corriendo en la sala para lanzar un misil mágico y uno a uno
todos fueron entrando dispuestos a comenzar una nueva batalla. Aterrada vi cómo
unos enormes tentáculos salían del suelo atrapando a mis compañeros mientras
que otros seres caían del techo para unirse a la fiesta. De pronto habíamos
pasado de luchar contra un gul escondido a estar rodeados por tentáculos
agresivos y uno seres que pude identificar como ahogadores.
Mientras mis compañeros se intentaban zafar
de los tentáculos a golpes de espadazos, flechazos y hachazos, yo conseguí
librarme del ataque de los tentáculos y apartarme lo suficiente lejos de su
alcance. Desde allí podría concentrarme lo suficiente para lanzar mis hechizos.
Recordé entonces de que criatura podría surgir aquella masa de tentáculos ¿¡Un
falagar?! ¡Que Oghma nos proteja!
Mientras mis compañeros seguían concentrados en librarse de
los ataques de ahogadores y tentáculos, el gul tampoco se había quedado parado
y se disponía a acabar con Andrew, pero no llegó a comenzar su ataque ya que
conseguí congelarlo hasta la muerte. Con uno de los ahogadores no tuve tanto
tino, aunque conseguí inmovilizarlo, tras lo cual decidí hacerme invisible.
Confiaba en Oghma, pero más en el hecho de que no se puede atacar a algo que no
se ve.
Mis compañeros conseguían librarse a duras penas del maldito
Falagar y el otro ahogador tenía acosado a Kanon que zafaba como podía. Andrew
lanzaba hechizos de curación por doquier, mientras Ian y Lilith se abrían paso
a golpe de espadazos con sonoros ¡ÑA!, librando a Kanon de un abrazo letal.
Conseguí terminar con el ahogador que había semicongelado antes, con una ola de
fuego que de paso alcanzó a unos cuantos tentáculos. Andrew que estaba en medio
de la ola consiguió no quemarse.
El otro ahogador seguía intentando terminar con Kanon pero el
ágil semielfo conseguía librarse una y otra vez, hecho que le valió
posteriormente el apodo de “Cuello de Toro Kanon” . Mientras proseguía la lucha,
Andrew nos deja a todos boquiabiertos con un ágil salto mortal con doble
tirabuzón para librarse de un nuevo abrazo del falagar. Pero este monstruoso
ser no sabía que se acercaba su fin, pues Kanon, haciendo honor a su sobrenombre
de “el rematador”, lanzó una serie de flechas mortíferas. Tras retorcerse
desesperadamente, todos los tentáculos caen finalmente inertes al suelo. Mientras,
Andrew también había terminado con el último ahogador.
Exhaustos, nos sentamos a descansar unos minutos. Todos
excepto Lilith que se dedicaba a tirar de uno de los tentáculos mascullando
algo sobre curiosidad biológica. Ian, por supuesto, se levantó a ayudar a la
eladrin, aunque parecía que no tenía muy claro el motivo por el cual se
encontraban tirando de un tentáculo. Finalmente, aburrida de tirar sin
conseguir nada, Lilith comenzó a investigar el resto de la sala.
En la sala había un pozo, de unos 30 pies de profundidad. La
parte de abajo parecía estar removida pero no encontramos nada de interés, al
igual que el resto de la sala por lo que tocaba seguir adelante.
Vimos un
pasillo largo, que se perdía en la oscuridad y por otro lado había una puerta
que decidimos atravesar. Un olor aún más nauseabundo que el del azufre nos
golpeó nada mas abrir la puerta, pero tras un ejercicio de aguante, parece que
todos conseguimos recomponernos y seguimos adelante. Era un olor muy fuerte que
parecía ser de comida en descomposición que no daba ninguna tranquilidad. Y
empezar a oír unos extraños ladridos que parecían reírse no lo hizo mucho
mejor.
Con nuestras mejores habilidades nos acercamos tan
silenciosos como una pluma. Hasta que vimos a Ian que se había quedado parado
con cara de asombro por nuestro sigilo y soltando un sonoro ¡haaala!, tiró a la
basura nuestros esfuerzos en ser silenciosos. Tras lanzarle sendas miradas
reprobatorias, seguimos adelante mientras los ladridos resonaban una y otra vez
por los pasillos.
Finalmente llegamos a una salsa con mesas en la que un gnoll
montaba guardia. Decidí entonces que ya era hora de que se fuera a dormir y,
aunque no cayó inmediatamente, conseguí que cayese al suelo roncando, no sin
antes recibir una dolorosa flecha de Kanon.
En ese momento, Ian se lanzó al fondo de la sala donde resultó que había
otro gnoll, al que conseguí congelar lo suficiente para que no pudiese moverse
del lugar donde se encontraba, pero no tanto como para evitar que lanzara
desesperados ataques a Ian, quien se encontraba a su lado. Kanon, como no podía
ser de otro modo, subiéndose de un salto a una de las mesas, terminó con la
agonía del gnoll de un flechazo. Lilith mientras tanto remató al dormido.
Pero parecía que estos dos seres no estaban solos, ya que
por mi derecha vi llegar una pequeña manada de hienas que rápidamente me rodeó,
lanzándome dentelladas sin descanso. Tras ellas apareció otro gnoll con gesto
hosco y muchas cicatrices que, sin dilación, me lanzó una flecha mientras
intentaba librarme de sus hienas.
Harta de tanta alimaña, decidí terminar con todas lanzando
una ola de fuego que alcanzó a la manada completa. Para entonces Andrew y
Lilith habían llegado a donde me encontraba y, también se estaban encargando de
las mezquinas criaturas. Dado que la eladrin terminó con una de las hienas, el
resto la tomaron con ella mientras yo conseguía por lo menos terminar con la
vida de su “pastor “ de una llamarada. El resto de las hienas fueron muriendo
una a una bajo nuestros ataques.
En aquella sala tampoco había nada interesante así que
reanudamos nuestra marcha hasta que nos encontramos de frente con una estancia
que claramente era el lugar donde guardaban a las hienas, ya que su suelo tenía
una enorme capa de excrementos y restos de cadáveres de diversas criaturas. Sin
pensárselo dos veces, Andrew se metió de lleno entre la capa nauseabunda y
comenzó a rebuscar convencido de que habría algún objeto útil entre tantos
cadáveres. Kanon suspiró y se metió detrás diciendo: – No puedo creer que esté
haciendo esto-.
Tras un pequeño rato observándolos, Ian decidió que debía
ayudarlos y, con mueca de asco, se metió de lleno a la faena. Nada más comenzar,
encontró una capa que parecía mugrienta, pero que claramente se trataba de una
capa protectora.
A Lilith se le iluminó la cara al darse cuenta y corrió hacia
Ian para lanzarse en sus brazos.
El pobre se quedó paralizado, con una expresión que
intentaba ser lo más inexpresiva posible, pero fue traicionado por una marea
roja que apareció por el cuello, y fue subiendo poco a poco hasta cubrir su
cabeza, llegando a su máxima expresión de color en las orejas.
Aún hoy en día me sorprendo de la cantidad de sangre que
debía de tener en el cuerpo para poder mantener el rojo de su cabeza mientras
una gran tienda de campaña iba creciendo bajo su vientre. Andrew levantó una ceja con cara de sorna y
Kanon, con los ojos muy abiertos soltó un sonoro ¡Vaya!
Yo apenas conseguía contener las carcajadas mientras
observaba la escena desde fuera.
Lilith, ajena al revuelo que había formado, se bajó de los
brazos de Ian con una sonrisa, pero pronto se le borró de la cara al darse
cuenta de la situación. Carraspeó y con una expresión claramente incómoda dio
una palmada en el hombro, como simulando quitar una pelusa y dijo – “Sigamos
explorando”.
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