sábado, 29 de diciembre de 2012
5:56 | Publicado por
Oona |
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Ésta sería sin duda la más dura lucha que me tocaría vivir hasta
la fecha, y estoy segura de que a mis compañeros también, pero aún no lo
sabíamos. No teníamos idea de lo cerca que íbamos a estar de no volver a
levantarnos, de acompañar a los espíritus de los tres aventureros caídos que
guardaban el lugar. De morir como héroes.
Las terroríficas columnas |
Tras asegurarnos de que los tres objetos seguían en el almacén
donde los dejamos, nos aproximamos a las puertas dobles de orientación sur. La
cara de Earsel se torció en un gesto preocupado y nos indicó mediante gestos
que había multitud de voces que provenían del interior, pero decidimos abrir
las puertas de todas formas. Al hacerlo, recibimos una bocanada de aire
caliente y vimos espantados cómo desde el suelo de la sala de piedra negra se
alzaban varias columnas hechas de cuerpos que parecían humanos, que se
retorcían entre sí desplegando brazos y piernas y emitiendo sonidos guturales.
Con el vello erizado de espanto, me aproximé a una de ellas sin llegar a
tocarla. En ese momento, Earsel nos advirtió que era muy posible que estuvieran
siempre cambiando, y así lo comprobamos cuando la maga impactó en uno de los
cuerpos y fue inmediatamente sustituido por otro que se encontraba más atrás.
La escena resultaba realmente grotesca, aunque no parecía ser especialmente
peligrosa. Pronto veríamos que sí lo era.
Los demás fueron adentrándose en la sala. En ese momento vimos
emerger de la masa de carne unos cuerpos rojizos que nos resultaban
dolorosamente conocidos: unos evistros que Kanon no pudo esquivar. Aunque el
infierno se desató justo después, cuando vimos cómo todos los brazos de las
columnas se extendieron hacia nosotros, inmovilizándonos a todos salvo a la
elfa. Nos tratamos de zafar del agarrón con mayor o menor suerte, pero no
habíamos visto a varios demonios más que debían haber surgido del fondo de la
estancia y que pronto nos rodearon. Había que escapar hacia la entrada, mas no
contábamos con la suerte de nuestro lado. Los ojos de las figuras de las columnas
empezaron a brillar con una energía aterradora, y huimos en diferentes
direcciones. Nos estaban separando. Teníamos que irnos. Empezamos a replegarnos
hacia la puerta mientras repelíamos los zarpazos de los evistros, acabando con
uno de ellos, cuando apareció un enorme barlgura que se unió al acoso que
estábamos sufriendo. Las bocas de las figuras de las columnas en ese momento
comenzaron a vomitar ácido, hiriéndonos tanto a nosotros como a nuestros
enemigos. La situación era muy complicada, estábamos avanzando hacia la puerta
pero lo hacíamos tan lentamente y estábamos recibiendo tantos ataques que Ian
apenas era capaz de mantenerse en pie mientras acababa con otro de los
demonios. Éstos debían ver claramente quién se encontraba en una situación más
vulnerable, ya que en ese momento lo rodearon y empezaron a atacarlo en grupo
hasta que cayó al suelo. Pero lo peor estaba a punto de suceder.
Rodeados |
Noté cómo el espeso aire caliente empezó a agitarse, y de repente
nos vi a Ian y a mí al fondo de la sala, cerca de un altar pero lejos de
cualquier posible ayuda, con lo que lo socorrí lo mejor que pude para que fuera
capaz de levantarse. Dos de los evistros y el barlgura habían aparecido cerca
de nosotros, así que tenía que hacerlo antes de que lo alcanzaran de nuevo.
Estábamos solos frente a tres peligrosos enemigos. Y las columnas volvían a
atacar con ácido, así que Ian cogió rápidamente una campana que se encontraba
sobre al altar y nos parapetamos al fondo de la sala. Había que resistir todo
lo posible hasta que llegara la ayuda.
Pero la ayuda no llegaba. Y los demonios cada vez atacaban más
fuerte. Nos empezamos a defender sin poder retroceder más; estábamos
condenados. Ian cayó una vez más y pude reanimarlo, pero los demonios sabían
que era él quien llevaba la campana que protegían y lo rodearon, dejándolo
inconsciente de nuevo. Grité pidiendo auxilio sin saber si serviría de algo. Recuerdo
un fuerte ataque justo antes de golpear mi cabeza contra el suelo, y oscuridad.
Abrí los ojos en un punto diferente de la sala, cerca de Andrew,
que parecía gravemente herido, y del barlgura y los dos evistros, que no
cesaban en su acoso. No habría sabido decir cuánto tiempo llevaba allí, ni qué
había pasado con Ian, al que había visto por última vez inconsciente en un charco
de sangre. Desde el fondo, Kanon y Earsel atacaban a los enemigos, aunque
pronto tuvieron que acercarse para tratar de salvar al clérigo, que acababa de
caer al suelo. Yo estaba en una dura lucha cuerpo a cuerpo con los tres
enemigos a la vez, pero con la ayuda de Kanon pudimos acabar con todos pese a
un nuevo ataque ácido. A partir de entonces, las columnas se quedaron abatidas
y dejaron de atacar.
¿Estaría...? |
En ese momento lo vi. En una estancia alejada, yacía el cuerpo
inmóvil de Ian. No sé si el aire se hizo más pesado de repente, pero a mí me lo
pareció. Corrí hacia él por un pasillo que en otra situación seguramente me habría
resultado más corto durante unos instantes que parecieron horas, y tomé la
poción de curación que llevaba en el cinturón sin saber si a esas alturas
serviría para algo. Me agaché junto a él acercándola a su boca, y pasaron unos
momentos demasiado largos hasta que supe que aún respiraba. Noté las lágrimas
caer por mi rostro cuando el color empezó a volver al suyo, y en cuanto volvió
a abrir los ojos me levanté y me giré hacia el altar donde reposaba de nuevo la
campana. No quería que me vieran así, por lo que me limpié la cara lo mejor que
pude y la cogí. Sé que me hirió con unas gruesas espinas que en ese momento
surgieron de su base por el color que empezó a tomar mi mano, aunque no noté
dolor. Creo que la dejé caer, o alguien la cogió. Era demasiado.
Tras aquel duro episodio, nos retiramos para tomar el descanso que
tanta falta nos hacía. En el camino hacia el refugio mis compañeros me dijeron
que habían guardado la campana que casi nos cuesta la vida junto con el resto
de objetos mágicos para así tenerlo todo listo al día siguiente. Gracias a
Earsel, aquella noche pudimos descansar como merecíamos, incluso asearnos para
afrontar el siguiente día.
Nos levantamos dispuestos a acabar con el mal que reinaba en el
Pozo de los Demonios de una vez por todas. Era la tercera jornada que íbamos a
pasar allí; tan sólo quedaban cuatro para que Terrlen nos abandonara a nuestra
suerte y tuviéramos una poco grata compañía cortesía de los tiflin que Andrew
amenazó. Pero antes de colocar los objetos en las runas, decidimos montar la
daga rota, ya que era el único de los cuatro objetos que no parecía exhibir
ningún tipo de cualidad especial. ¿Acaso se trataba de unos simples pedazos de
acero? Supimos que no era así en cuanto Ian terminó de montar la hoja sobre la
empuñadura y se volvió hacia mí fuera de sí, con la mirada perdida. Tuve la
habilidad o la suerte de esquivar la hoja que se dirigía a mi cuello justo a
tiempo. Al derribarlo y soltar la daga volvió en sí y apareció confuso y
afectado ante nosotros. Al parecer, esta expedición le estaba pasando factura
también.
Finalmente Kanon recogió la daga con cuidado de no empuñarla y
entre todos llevamos los objetos a la sala donde se encontraban los círculos
rúnicos. No sabíamos qué iba a pasar tras colocarlos, por lo que pasamos varias
horas de trabajo limpiando la zona de posibles peligros. El momento había llegado.
A la señal de Earsel, colocamos los objetos simultáneamente sobre las runas,
que en ese momento empezaron a refulgir. Primero fueron breves pulsos y pronto
fueron haciéndose más constantes, hasta que quedaron iluminadas. De repente,
las pocas puertas que habíamos dejado entreabiertas golpearon fuertemente al
abrirse de golpe, el suelo empezó a temblar y un fuerte rugido que parecía
surgir de todas partes inundó la sala. Había empezado.
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domingo, 23 de diciembre de 2012
15:17 | Publicado por
Oona |
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Abrimos las puertas dobles y ante nosotros se mostró una
enorme estancia presidida por dos imponentes estatuas que representaban
minotauros empuñando sendos látigos, colocadas en unas plataformas de piedra
que se alzaban sobre dos grandes piscinas de lo que parecía ser sangre. La
estampa me pareció espeluznante, sobre todo cuando vi que las espinas de la
cola de los látigos estaban cubiertas de manchas rojizas, y que la parte
superior de las estatuas parecía estar articulada. Estaba a punto de decirle a
mis compañeros que convendría actuar con cautela cuando todo se precipitó de
nuevo: Ian saltó hacia la primera plataforma para atacar a la estatua que en
ella se alzaba mientras Kanon empezó a gritar advertencias sobre algo que se
movía bajo el líquido rojo y que ninguno de nosotros había conseguido detectar.
Evistro |
Pese a los poderosos golpes de nuestro guerrero, la estatua
apenas parecía sufrir daños, por lo que intenté junto a Kanon y Earsel ayudarlo
desde la distancia. Andrew parecía confuso y se mantenía al margen, protegido
más allá de las jambas de las puertas, mientras más y más lascas de piedra se
iban desprendiendo de las estatuas. Entonces, y desoyendo sus propias
advertencias, el semielfo se lanzó a la sangre y precipitó los acontecimientos:
el torso de la estatua giró sobre sí mismo para darnos latigazos, lo que hizo
que varios de nosotros cayeran a la piscina. En ese momento, Andrew pareció
salir de su ensimismamiento y también se zambulló, gritando de dolor al
contacto con el líquido. Mientras el explorador y el clérigo avanzaban como
podían hacia la orilla, Earsel, Ian y yo tratábamos de derrotar al formidable
enemigo inanimado, pero en ese momento nuestra avanzadilla fue atacada por una
figura que emergió repentinamente del depósito de sangre. Se trataba de un
evistro, un tipo de demonio especializado en luchar en manada y con gran
resistencia frente a los ataques, por lo que les advertí desde la distancia que
era muy improbable que se encontrara solo. Viendo que él parecía soportar mejor
el daño que infringía el líquido que el humano, Kanon empezó a luchar con el
demonio, ayudando así al clérigo a llegar a la pasarela central de la estancia.
Ian decidió unirse a la lucha al ver que seguramente nuestro objetivo se
hallaba en unos pequeños pedestales al fondo de la estancia en los que no
habíamos reparado hasta el momento, por lo que lo más sabio era ir avanzando
juntos hacia allá. Al encontrarse muy dañada, Earsel no tuvo problemas en
acabar con la estatua, y en ese momento aproveché para lanzarme a la sangre y
acabar con el molesto evistro.
Una vez llegamos todos al centro se la sala supimos que no
íbamos a tener ni un momento para recuperar el aliento cuando vimos que la
segunda estatua había empezado también a atacarnos, lo que nos obligó a
dividirnos a ambos lados de la sala. Al principio tratamos de atacarla
manteniendo nuestras posiciones, pero pronto comprendimos que si queríamos
recoger los objetos del fondo de la sala, tendríamos que exponernos de nuevo a
ser brutalmente golpeados. Me zambullí en la segunda piscina roja para llegar a
la plataforma situada más al norte, y justo en ese momento apareció un nuevo
evistro tras de mí, impidiendo mi avance, por lo que Ian se lanzó en mi ayuda. Traté
de subirme al pedestal, pero resbalé y empecé a hundirme en la espesa sangre,
así que hice acopio de todas mis fuerzas para salir de allí y subir. Mientras
tanto, Earsel había logrado llegar a la plataforma sur para recoger una
empuñadura de daga. Un nuevo evistro apareció persiguiéndola, pero la agilidad
de nuestra maga evitó que sufriera daño alguno, dejando atrás al demonio que
iba tras ella.
En el momento en que recogí la hoja de la daga, noté una
gran oleada de energía extendiéndose por toda la sala, una fuerza que tiraba de
todos nosotros hacia la estatua que quedaba en pie y no dejaba de agitar su
látigo. Ya teníamos todo lo que habíamos venido a buscar, así que había que
salir de ahí lo más rápidamente posible, lo que no era fácil teniendo en cuenta
que aún había dos demonios lanzándonos fuertes zarpazos e incluso mordiscos
ante el más mínimo signo de debilidad. Pudimos acabar con uno de ellos sin
demasiada dificultad en la piscina del fondo de la sala, pero el segundo fue
capaz de perseguirnos hasta la más próxima a la puerta, hiriendo gravemente a
Ian. En ese momento, Kanon y Andrew unieron fuerzas para tratar de acabar con
el demonio que acosaba el guerrero, pero empezó a atacar fuertemente a los tres
hasta el punto de dejar inconsciente a Ian, al que tuve que arrastrar hacia la
salida para protegerlo mientras el clérigo remataba al enemigo. Una vez a salvo
y habiendo curado parte de nuestras heridas, a la altura de las puertas, vimos
con horror cómo la estatua que habíamos logrado derribar en un primer momento
empezaba a reconstruirse por sí misma, y cerramos las hojas tras nosotros.
Baphomet |
Volvimos al almacén donde encontramos al jabalí para guardar el
objeto encontrado, que no parecía tener nada de particular. Se trataba
simplemente de una daga desmontada, de aspecto ajado, y que seguramente se
había forjado para servir en los sacrificios del culto a Baphomet. Sólo nos
restaba por conseguir el último objeto: la campana. Según lo que habíamos oído por
boca de Sir Terris, el enano caído junto a sus compañeros en el pozo de los
demonios, el reunir los cuatro objetos nos permitiría abrir el Sancta Sanctorum,
y eso era precisamente lo que íbamos a hacer, por arriesgado que fuese. Salimos
durante un momento a curar un poco mejor nuestras heridas, convencidos de que
era todo lo que necesitaríamos de cara a conseguir la campana. En muy poco
tiempo nos daríamos cuenta de lo equivocados que estábamos.
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domingo, 9 de diciembre de 2012
11:23 | Publicado por
Kanon Tylneren |
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"El idioma infernal suena en mis oídos como el dialecto Hital-hiano de los nómadas de las praderas de Rhoma."
No sé por qué, pero ese es el pensamiento que me vino a la cabeza tras tener en las manos el Libro de la Ira Revelada que conseguimos tras derrotar al demonio Barlgura. Ese extraño libro encuadernado en piel humana y escrito en idioma infernal hacía que se me erizara el vello de la lengua, pero era uno de los artefactos que necesitábamos para poder proseguir nuestro camino en el interior del Pozo de los Demonios.
De hecho, lo cogí yo y lo metí en mi mochila ya que mis compañeros recelaban mucho de llevar el libro, sobre todo Lilith, a la que le daba especial mal rollito. Andrew echó su vomitona diaria ( ya sabemos que nuestro clérigo tiene ese extraño ritual... ) mientras descansábamos en una de las estancias cercanas, no sin antes asegurarla para no tener sorpresas en este lugar. Nuestras fuerzas estaban bastante consumidas tras las luchas sucesivas que habíamos llevado a cabo.
Ian y yo decidimos hacer la primera guardia ( aunque posteriormente descubrimos no sin cierto cabreo que Earsel era capaz de estar en plena forma durmiendo cuatro horas igual que Lilith, con lo que se acabaron nuestras guardias forever and ever... ). Pero pronto nos dimos cuenta de que no iba a ser un descanso placentero precisamente: a los pocos minutos de comenzar nuestra guardia, un extraño zumbido empezó a resonar en el aire, hasta el punto que todos nuestros compañeros se despertaron.
El zumbido fue aumentando en intensidad, y de repente, el infierno se desató a nuestro alrededor.
Los muros de piedra negra de la estancia parecieron disolverse, y ante nuestros ojos apareció una escena infernal: ríos de sangre cayendo de cataratas, torturas inenarrables, demonios de aspecto grotesco... Mira que estoy acostumbrado a cosas horribles ( al fín y al cabo veo a Andrew en ropa interior por las mañanas, es lo que tiene nuestro pequeño grupo ), pero ví cosas por las que estuve a punto de perder la razón.
Tal como vino, desapareció a los pocos instantes, y volvimos a la estancia con muros de piedra negra. La experiencia me dejó muy tocado, y cuando me fui recuperando, vi que Easel y Andrew también habían quedado muy tocados, mientras que Ian y Lilith parecían estar más enteros.
No teníamos muy claro si la culpa de esa visión o lo que fuera la tenía el libro claramente maligno que habíamos encontrado, o el hecho de haber intentado descansar en este lugar ( o las dos cosas ). Pero como estaba claro que allí no podríamos descansar en condiciones, decidimos volver con Terrlen, llevarnos a Daisy, el Jabalí Terrible que habíamos rescatado y que él lo llevara de vuelta al Salón de las Siete Columnas, y nos repartimos la recompensa que ofrece la compañía de la Gema Profunda por él.
Antes, y haciendo gala de mis grandes dotes con los animales, calmé al animal, que inmediatamente se mostró amistoso conmigo.
Durante el camino de vuelta por hacer algo de charla y relajar el ambiente tras la visión, Andrew nos fue contando cosas sobre un material llamado "Cleenex", que por lo visto tiene grandes capacidades de limpieza e higiene personal... ¿?
Pero algo raro ocurrió. Nada más salir del Pozo noté como si mi mochila pesara menos. Inmediatamente la abrí y comprobé su interior. No, todo estaba allí, mi kit de aventurero, los cetros solares, las raciones de hierro... ¡un momento! ¿ Donde está el libro ? ¡Había desaparecido! Tuvimos una horrible sospecha que después se confirmaría ( el libro había vuelto a su pedestal de origen y no se podría sacar del Pozo ).
Cuando llegamos al lugar donde estaba Terrlen esperando se sorprendió de vernos tan pronto, pero tan pronto le explicamos la situación y partió de vuelta al Salón, nos dispusimos a descansar. En esta ocasión el descanso fue reparador, aunque cuando nos pusimos en marcha para volver al Pozo, mis compañeros decían que a ver si hacía algo con mis ronquidos... en fín, será mi parte humana. Alguna vez he intentado entrar en contacto con mi parte élfica y meditar como Earsel y Lilith, pero por lo visto lo único que consigo es poner cara de monguer.
Tras un buen desayuno, en el que Lilith nos ilustró con sus conocimientos sobre dragones y por qué nunca podrán tener patas de lagartija (¿¿??) emprendimos el camino.
Lo primero fue comprobar que efectivamente el libro de marras había vuelto a su pedestal, pero esta vez yo fui más reticente en llevarlo y fue el buenazo de Ian el que se ofreció a meterlo en su mochila. Tras esto, fuimos hacia la puerta cerrada junto al cercado donde estaba el jabalí. Esta nos llevó a un pasillo oscuro que se bifurcaba en dos direcciones, una de ellas comprobamos que volvía a la estancia donde nos habíamos enfrentado a los tentáculos, mientras que la otra se adentraba en la oscuridad.
Con la luz del bastón de Earsel guiándonos, y el terrorífico eructo de las hienas de fondo, avanzamos al interior del Pozo. Tras un par de recodos, vimos una zona iluminada al fondo. Aunque intentamos ir con sigilo, Earsel de repente, y quizá por los nervios, se puso a cantar a voz en grito la canción tradicional flammenkha "¡¡¡VAMOS VAMOS CON SIGILO!!!", con lo que todo el elemento sorpresa se nos fue al garete again.
Al llegar a la estancia iluminada, nos dimos cuenta que la luz no parecía provenir de ningún sitio en concreto, con lo que su origen era claramente mágico. Restos de sangre estaban por todo el suelo e iban desde un par de puertas dobles cerradas hasta el otro lado de la estancia y se perdían en un recodo de la misma.
Sin apenas darnos tiempo a nada, nos invadió un escalofrío y tres figuras espectrales surgieron del charco de sangre del centro de la estancia. Nos quedamos quitos mirándolas esperando algún ataque, pero este no se produjo. Al contrario, las figuras nos miraban fijamente, y dos de ellas levantaron la mano a modo de saludo.
Uno de ellos parecía un humano de barba negra, vestido con una cota de mallas destrozada y una herida que atravesaba todo el costado. El segundo ( el que no levantó la mano para saludar ) era un enano con armadura completa y con el yelmo cubriéndole el rostro. El tercero era una elfa vestida con ropajes verdes y un bastón, aunque los ropajes parecían casi deshechos mostrando la carne medio derretida debajo ( eghs... ).
La elfa fue la primera en hablar, decía llamarse Mendara. Le preguntamos que si la sangre que estaba en el suelo era suya y con expresión triste dijo que sí, y se puso a contarnos las andanzas y hazañas de su grupo en el Pozo. Andrew preguntó a los espíritus que qué es lo que hacían en este lugar, y la respuesta fue que "para restaurar el orden". Mendara nos preguntó que qué hacíamos nosotros aquí, y fue Andrew quien respondió que para "liberar a los esclavos y acabar con el mal de este lugar", mientras no le quitaba ojo al símbolo de Torm que llevaba visible el humano.
El enano se presentó entonces como Sir Terris, paladín de Amaunator. Lilith les preguntó si podían prestarnos algún tipo de ayuda en nuestra tarea, pero la expresión de escepticismo que mostraron no fue una buena señal. Andrew avanzó y hablando a Mendara, le dijo que "quizá vuestras hazañas no sean tan grandiosas si caísteis en este lugar". La expresión de la elfa se tornó irónica mientras decía un lacónico "quizá tengas razón".
La verdad es que no estaba yo muy diplomático a esas alturas y lo único que me salió, dirigiéndome al humano fue que "si la herida de su pecho se la había hecho una cucaracha terrible". El humano me lanzó una mirada fulminante, pero no pareció prestarme atención. En cambio,se puso a hablarnos a todos: "Este lugar es un campo de pruebas, para probar vuestra valentía y sabiduría. Deberéis colocar cada uno de los cuatro objetos, la máscara, el libro, la hoja y la campana, en los símbolos rúnicos del centro del Pozo. Cada objeto se encuentra en cada uno de los puntos cardinales. Una vez lo hayáis hecho, se abrirá el Sancta Sanctorum, el lugar sagrado de los adoradores de Baphomet. Una vez usados, todos los objetos volverán a su lugar original. Los objetos no pueden salir del Pozo, por si pensáis sacarlos de este lugar. Mucha suerte ante los retos que os esperan, aventureros."
Tras esto, desaparecieron ante nuestros ojos. Así que, nos dispusimos a explorar la parte central del Pozo.
Encontramos un pequeño templo dedicado a Baphomet, tras cuyo altar descubrí una piedra suelta que ocultaba un pequeño cofre, y la primera de las runas en el suelo. Earsel lo abrió y descubrimos una buena suma de monedas y varias gemas. Este lugar es algo lioso y mientras lo explorábamos oímos las amargas quejas de nuestra cartógrafa Lilith mientras decía "¡mierda, me he vuelto a equivocar con el mapa!". Llegamos a un pasillo central, con el suelo y las paredes manchados de sangre reseca y una especie de marca en todo el largo del pasillo, como si algo grande y pesado se hubiera arrastrado por el mismo...
También vimos unas celdas con esqueletos encadenados, y la segunda runa en el suelo. Para abrirnos una posible via de escape, intentamos romper los oxidados barrotes, pero todos mis compañeros fracasaron, hasta que yo fui capaz de doblarlos con mis impresionantes músculos de semielfo. Incluso Earsel se cortó con los barrotes y Andrew tuvo que ponerle una tirita.
En otra estancia descubrimos cuatro estanques con líquidos de colores ( azul, verde, rojo y amarillo ) y la tercera runa en el suelo. Earsel, tras inspeccionar los líquidos, nos comentó que el rojo proporciona resistencia y velocidad, pero hace que pierdas precisión, mientras que el verde proporciona resistencia a venenos. Andrew añadió que el amarillo parece ser muy tóxico, y que el azul parece ser simplemente agua con colorante azul. ¿ Qué hacen estos estanques aquí ?
Otra estancia más y descubrimos una cámara con estatuas medio en ruinas, y la cuarta runa. A todo esto, de cada una de las estancias, parte un pasillo que lleva a unas puertas dobles cerradas, asumimos que las cámaras donde están las pruebas mágicas para poder conseguir los objetos.
En el centro de toda esta estancia descubrimos dos altares y un foso enorme y sin iluminar que se pierde en la negrura, y del que no se ve el fondo... glups, por si acaso no me acercaré mucho. Tras esta divertidísima descripción, decidimos ponernos en camino por el pasillo norte, en dirección a la segunda de las pruebas.
Llegamos a unas puertas dobles, y nada más abrirlas nos encontramos con una especie de cortina negra. Con cuidado, retiramos la cortina y pasamos a la siguiente estancia.
Nos encontramos en una sala con columnas dispersas, y con espejos en las cuatro caras de cada columna. Enseguida nos percatamos que esos espejos no eran normales, como pronto íbamos a averiguar. Ian avanzó primero, y empezó a notar como una extraña fuerza tiraba de él hacia uno de los espejos.
Andrew, quizá por inspiración kelemvoriana, cerró los ojos y gritó "No miréis los espejos", y disparó a uno de ellos. Yo seguí su ejemplo, pero ni su disparo ni el mío rompieron el espejo. Abrí los ojos un momento y me dí cuenta que ya no estaba donde estaba, y oía a mis compañeros gritando mi nombre y diciendo "¡ha desaparecido!".
Sin apenas darme tiempo a reaccionar, Lilith apareció a mi lado, quizá transportada por el espejo igual que yo a otro lado de la estancia. Delante nuestro había una cortina negra más grande que la de la entrada, pero decidí no entrar en ella sin saber lo que había detrás. Lilith se giró y vió una imagen terrorífica de sí misma que la dejó tocada ( por lo visto se vio muy gorda o algo así ).
Desde donde estaba oía los disparos mágicos de mis compañeros, supongo que intentando destruir los espejos, así que intenté destruir alguno de los que tenía cerca, pero una extraña oleada de fuerza contraatacó desde uno de ellos y me dejó atontado. Lilith sí que fue capaz de destruir la magia de uno de los espejos, que apagó su brillo sobrenatural y dejó de mostrar reflejo alguno.
En ese momento, y con un extraño resplandor, Lilith volvió a desaparecer de mi vista. Lo siguiente que supe es oir la voz de Andrew gritando "¡no ataquéis los espejos!¡cerrad los ojos, moveos, pero no los ataquéis!"
Con los ojos entrecerrados, pude ver como Andrew se reunía conmigo, e Ian hacía lo propio algo después. Pero, ¿donde estaban Earsel y Lilith? ( Luego nos contaron que habían sido transportadas a una especie de celda interdimensional donde tuvieron sus más y sus menos con un Gnoll, del que dieron buena cuenta. Aunque bueno, luego hicimos la coña de que en realidad se habían estado enjabonando desnudas la una a la otra... ).
Una vez los tres juntos, decidimos cruzar la cortina por un lateral sin descorrerla, para evitar el peligro de los espejos... y nos encontramos con un par de esqueletos con ganas de guerra en una estancia con un altar y un par de columnas. En la estancia había tan poco espacio que tuve que tirar mi arco al suelo y sacar mis dos espadas cortas.
Tras una corta pero intensa refriega, Ian dio cuenta de uno de ellos y yo del otro, y nos dispusimos a investigar el altar. Ninguno sabíamos qué había sido de Earsel y Lilith, pero sospechábamos que la solución al enigma estaba allí... y fue Andrew quien se dio cuenta de una hendidura del tamaño de una mano de minotauro en la base del altar. Tras pulsarla y oir un pequeño zumbido, pareció no pasar nada, hasta que oímos las voces de nuestras compañeras que parecían venir de la entrada de la estancia, al otro lado de las columnas con espejos.
Andrew les gritó que no miraran los espejos ni los atacaran, no sea que la volviéramos a liar. Mientras, encima del altar, ví una máscara hecha de madera negra. La cogí en las manos. Ya teníamos el segundo objeto.
Un nombre resonó en mi mente cuanto la tuve en las manos: "El rostro de Baphomet". Salimos de la estancia con cuidado de no mirar los espejos restantes, pero con las prisas de irnos, se me olvidó que había tirado el arco al suelo, así que tuve que hacer un viajecito de vuelta...
Tras reunirnos con nuestras compañeras y ver con alivio que estaban sanas y salvas ( sobre todo Ian, que se empeñó en revisar que Lilith estaba ilesa ), le mostré a Earsel la máscara por si le sonaba de algo, pero se encogió de hombros sin saber nada de ella. Con expresión dubitativa, Lilith dijo que le parecía haber leído algo sobre ella, y que aparentemente proporcionaba visión en la oscuridad, cosa que nos podría ser útil...
Decidimos tomar un descanso breve, pero de nuevo tuvimos un sobresalto. En medio de la nada apareció un enorme minotauro espectral, que emitió un terrible gemido al vernos y desapareció tan pronto como había aparecido. Vale, esta vez ha sido sólo un susto, pero este condenado lugar está empeñado en que no descansemos...
Así que decidimos encaminarnos hacia el oeste, y hacia la tercera de las pruebas. Tras llegar a unas puertas dobles y abrirlas, nos encontramos con una estancia bastante terrorífica...
Dos estanques llenos de sangre están ante nosotros, dos estatuas de minotauros de piedra con un enorme látigo en las manos están en dos pedestales en la parte central de la misma, y otros dos pedestales en el fondo de la estancia tienen una hoja de una espada y una empuñadura... Pues aquí está nuestro tercer desafío.
Pero....
Antes de que pudiéramos dar un sólo paso, mi vista se fijó en el estanque de sangre delante nuestro, el tiempo justo para ver como unas extrañas formas oscuras se removían bajo la superficie.
Lo único que me dio tiempo a articular fue un "¡¡¡¡¡Cuidado, en el estanque, hay unos...!!!!!!"......................................................
Kanon el Fidedigno Rematador de Medianas Intimidadas con Sigilo
11:11 | Publicado por
Earsel Nolwendilme |
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Tras salir de la habitación de las hienas, donde habíamos
encontrado la capa y alguna que otra sorpresa para Ian, acordamos que la mejor
opción era que Andrew se quedase con mi amuleto mientras que yo me quedaba con
la capa, la cual limpié a conciencia antes de ponérmela.
Seguimos por un pasillo muy largo e iluminado y con algunas
bifurcaciones en ambos lados a lo largo del mismo. Nos paramos en la primera
puerta y en ese momento volví a oír ladridos mezclados con chillidos de otro
animal diferente. Sin más dilación, abrimos la puerta y nos encontramos una
sala llena de murales de minotauros luchando con todo tipo de criaturas
(humano, enanos, elfos…)
En el centro de la sala había un enorme jabalí en un
lamentable estado. Estaba rodeado por una cerca y varias hienas rondando a su alrededor.
Al vernos, se lanzaron rápidamente contra nosotros, que estábamos justo en la
puerta.
No estuve muy centrada en la lucha contra las alimañas, ya
que una flecha pasó silbando al lado de mi cara, seguida de otra que me alcanzó
en el brazo. Con un alarido, alerté a mis compañeros de la existencia de dos
gnoll al final del pasillo. Mientras parte del grupo seguía la lucha contra las
hienas, decidí lanzar una bola de fuego a aquellos dos bastardos. Entonces fue cuando me di cuenta de que había
otras dos presencias más, ya que emergieron varios gritos más de la cuenta
cuando mi bola explotó. Decidí lanzar
dos rayos de hielo a los dos visibles antes de que tuviesen tiempo a reaccionar
y acto seguido Kanon remató a uno de ellos mientras los dos invisibles hacían
acto de aparición disparándome con sus arcos. Un dolor intenso me recorrió por
completo antes de perder el sentido.
Desperté de nuevo entre sonidos de batalla, con Andrew a mi
lado curándome. Me levanté con tal rabia interior, que el gnoll victima de mi
ataque ardió hasta los huesos.
Andrew, al que también habían herido, terminó con la vida de
otro. Y así fueron cayendo uno tras otro hasta que nos volvimos a quedar solos.
Nuestro siguiente objetivo era el jabalí. Estaba muy
malherido y nervioso, y nos costó bastante tranquilizarlo, aunque el final lo
conseguimos. Para que pudiese reponer fuerzas, decidimos echarle las hienas
recién muertas que el jabalí devoró en un espectáculo espeluznante. No pude
apartar los ojos de aquella bestia enorme mientras destrozaba a las hienas con
desesperados mordiscos. Lilith, que había estado revisando la estancia con más
detenimiento, llegó a la conclusión de que debió ser una sala de entrenamientos
para minotauros.
Decidimos salir adelante y llegamos a otro pasillo, que en
este caso estaba completamente formado por roca negra. Había unas puertas
esculpidas con caras de minotauros y unas calaveras con cuernos en color sangre
en el suelo.
Kanon se adelantó para ver lo que había al final del pasillo
y, tras unos instantes, nos hizo señas para acercarnos.
El final del pasillo desembocaba en una pequeña sala donde
se encontraban dos sorprendidos tiflin, que se rindieron al vernos llegar.
El más alto de los dos fue el primero en hablarnos. Se
presentó como Azkelak, y el otro que resultó ser su hermano se llamaba Katal.
Nos explicó que habían venido a explorar en busca de los tesoros que podría
haber en estas salas. Se decía que podían dar para toda una vida. Habían
llegado el anochecer del día anterior por un oscuro pasillo.
Andrew, haciendo gala de su “diplomacia”, decidió que lo
mejor que podíamos hacer era atarles pero Azkelak, con tono amenazante,
respondió al instante que no pensaba permitirlo bajo ningún concepto. Así
comenzó una discusión que sólo pude calificar como desquiciante. El sacerdote y
el semielfo hablaban con total libertad de cómo “despachar” a los dos hermanos,
mientras Lilith murmuraba “no, no, no…” una y otra vez. Afortunadamente la cosa
no llegó a complicarse más de lo debido ya que finalmente Kanon llegó a un acuerdo
con Azkelak: Ellos aceptaban salir fuera de aquella zona, acompañados por
nosotros y desarmados, y dando su palabra de que no volverían en una semana. A
cambio nosotros prometíamos no hacerles daño. Una vez fuera les devolvimos sus
armas y ellos nos prometieron que volverían dentro de 7 días.
Una vez volvimos al pasillo negro, nos acercamos a una
pequeña puerta donde Lilith había oído a alguien que dormía. Sin más dilación
la eladrin abrió la puerta para encontrarse con un gnoll vestido con armadura y
pieles, el cual se despertó al instante. Con gran celeridad se levantó y,
cogiendo su mangual, lanzó un ataque que dejó a la sorprendida eladrin tirada
en el suelo. Intentando protegerla, Kanon y yo nos lanzamos al ataque dejando
al gnoll congelado, y recibiendo nuestros ataques uno tras otro. Pero por poco
tiempo puesto que finalmente se descongeló y comenzó a devolvernos los golpes.
Mientras luchábamos con él, sonó un portazo y un barlgura apareció dejando a Kanon
bastante dolorido y la batalla algo más compensada en nuestra contra.
Tras
numerosos ataques y contraataques, flechas y bolas de fuego volando en todas
direcciones, conseguimos terminar con el gnoll, pero aún teníamos a un enorme
barlgura fustigándonos. Esto debió terminar con la paciencia de nuestro
excéntrico semielfo porque llegado un punto de la batalla vi como Kanon atacó
al monstruo al grito de -¡YO A ESTE LO VIOLOOOOO!. Más golpes se sucedieron
pero finalmente pudimos terminar con nuestro oponente.
En la habitación encontramos un cofre de piedra que Ian
consiguió abrir a golpes, para encontrarnos con numerosas joyas y unos guantes
de cuero que rápidamente atrajeron mi atención. Entonces fue cuando vi cómo Ian
entregaba a Lilith las joyas del cofre, y recordé la primera vez que lo vi en
la posada de Refugio Invernal. Por aquel entonces ya me pareció distinguir una
pequeña nota de admiración cuando hablaba con Lilith, y en aquel momento era
evidente que aquella “nota” había crecido. Lilith guardó las joyas como
correspondía a su papel de tesorera sin dar mayor muestra de haber detectado
nada al respecto y yo decidí que era mejor dejar las cosas como estaban por el
momento para no avergonzar a Ian aún mas.
Respecto a los guantes se acordó en el grupo que me correspondían ya que
pudimos saber que daban poderes de tipo necrótico y eso me podía ser útil.
En otra pequeña habitación del tétrico pasillo negro
encontramos un altar sobre el que reposaba un libro sobre el culto a Baphomet bastante
desagradable, escrito en idioma infernal: el Libro de la Ira Revelada.
¿Sería el libro al que se refería la voz profunda que nos
habló nada mas entrar? ¿Dónde estarían los demás objetos?
sábado, 8 de diciembre de 2012
7:41 | Publicado por
Earsel Nolwendilme |
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Tras nuestra breve reunión con Orontor, todos tuvimos claro
cual era nuestro siguiente destino: El Pozo de los Demonios. Dado que el camino
hacia allí parecía más difícil de lo habitual, decidimos que lo mejor sería
contratar de nuevo los servicios de Terlen, así que fuimos directos a sus
aposentos. Nos recibió con un atuendo informal y con una expresión relajada,
señales inequívocas de un largo y merecido descanso entre expediciones. Pero
dicha relajación pronto desapareció para dejar paso a un semblante preocupado
en cuanto le mencionamos nuestro próximo objetivo.
- No
deberíais hablar tan a la ligera de un lugar como ese dadas las atrocidades que
se llegaron a cometer allí-
Con esa frase nos empujó para meternos en la habitación, no
sin antes mirar a ambos lados del pasillo antes de cerrar la puerta.
Decepcionados, llegamos a un acuerdo con el guía por el cual
él nos guiaría hasta la mitad del camino y desde allí nos daría instrucciones
para recorrer la otra mitad.
No tuvimos ni una oportunidad de convencerle para que fuese
más allá, ni tan siquiera los dudosos intentos de seducción por parte de
Lilith, que se quedaron en una especie de tic que intentaba ser un guiño.
Tras cerrar los detalles del acuerdo nos indicó que por él
podríamos salir en cualquier momento así que no demoramos más la partida y tras
prepararnos para el viaje, nos encontramos con Terlen delante de la posada. Nos
esperaba ya con su atuendo de guía,
sumergido en una animada charla con el posadero (digo sumergido por no
decir ahogado en el parloteo incesante del mediano). Rendil había salido al
despedirse de nosotros:
- Os
deseo suerte en vuestra aventura sea la que sea… ¡Que seguro que será una
locura!- dijo con sorna.
Me dio la sensación de que nos había cogido cariño ya que no
pude evitar ver un destello de tristeza en sus ojos. ¿Sabía a donde nos
dirigíamos? Llegué a la conclusión de que probablemente si, dado lo rápido que
las noticias corrían en este lugar.
El camino hacia el Pozo de los Demonios resultó ser una suma
de escalinatas y cuestas que descendían cada vez más. Durante toda una jornada
bajamos y bajamos, siempre acompañados de sonidos de pisadas, ecos, gruñidos…
hasta que Terlen finalmente decidió que era el momento de parar y se metió en
un edificio en el que claramente no había entrado nadie desde hacía mucho,
mucho tiempo.
Tras mover viejos muebles para formar un parapeto, formar el
campamento y organizar las guardias por fin pude encomendarme al descanso y a
mis estudios.
El descanso fue intranquilo dados extraños sonidos que nos
acompañaban continuamente pero al menos pudimos reponer fuerzas y tras un
frugal desayuno seguimos nuestra marcha.
El camino se hizo más retorcido y a
esas alturas ya estábamos totalmente desorientados, lo único que teníamos claro
era que seguíamos descendiendo cada vez mas. Según descendíamos comenzamos a
notar un olor intenso a azufre. Oí a Andrew gruñir algo respecto a odiar
demonios, pero no pude prestarle mucha atención ya que todo mi ser se centraba
en esos momentos en contener las arcadas que me provocaba aquél olor. Pero no
pude contenerme y finalmente vomité mientras el resto del grupo intentaba
contenerse en mayor o menor medida. Tras reponerme y seguir adelante llegamos a
un brusco giro que supuse podría ser hacia el este, aunque nunca lo tuve muy
claro. Este giro nos llevó por un camino que bajaba de forma aún más
pronunciada. Durante el camino se produjeron varias paradas ya que el hedor era
a esas alturas tan fuerte que superó la entereza del sacerdote y también vomitó
hasta quedarse sin nada que echar.
Seguimos descendiendo hasta lo que supongo sería el
mediodía. En ese momento Terlen volvió a hacer otra parada y nos comunicó que
allí se quedaba. El resto del camino nos correspondería a nosotros solos. Tras un descanso, nuestro guía sacó de su
bolsa un mapa y se dispuso a darnos indicaciones precisas de cómo seguir
nuestro camino. El pobre Andrew no obstante no pudo enterarse de mucho puesto
que se hallaba encogido en un rincón vomitando de nuevo. Los demás mientras
tanto acordamos con Terlen que nos esperaría durante 7 días y le dejamos varias
raciones aparte de las suyas propias para que tuviese alimento de sobra en su
espera.
Una vez repuesto Andrew, nos preparamos para seguir nuestro
camino y despidiéndonos comenzamos a andar, pero vislumbré como Kanon se
despidió del guía revolviéndole el pelo como si de un vulgar chucho se tratase,
dejando a Terlen con una expresión que iba entre el desconcierto y el instinto
asesino. Acostumbrada a las excentricidades del semielfo decidí descartar la
idea reprenderle al respecto, estaba claro que no serviría de nada. Este ser no
cambiará nunca.
Andrew vomitó varias veces a lo largo de nuestra caminata,
pero sacó fuerzas para seguir adelante. No obstante comenzaba a preocuparme por
él ya que no era un hombre especialmente corpulento. Temía que si seguía
vomitando se llegase a volatilizar.
Llegamos a un pasillo estrecho, decorado con unas efigies de
minotauros que nos daban la bienvenida. Habíamos llegado.
Intentamos atravesarlo con el mayor sigilo posible pero las
tripas del humano se quejaban lastimosamente, mandando al traste todo intento
de acercarnos en silencio. Llegamos a una sala con varias columnas decoradas
con más minotauros, pero estos minotauros lucían colmillos en una sonrisa maliciosa
que no me daban ninguna confianza.
En cuanto Kanon puso un pié en la sala se quedó petrificado
al igual que todos nosotros ya que una profunda voz resonó en la sala y
hablando en un perfecto élfico dijo:
¡Saludos, buscadores de la gloria infinita de Baphomet!
Aquellos que se muestren indignos de su atención serán
condenados por siempre a ser sus esclavos.
Aquellos que se muestren dignos, se les otorgarán poderes
más allá del resto de los mortales.
Máscara, campana, hoja y libro.
(Mas tarde me enteré que cada uno había oído a la misma voz
hablar en su idioma natal, lo cual me pareció fascinante)
En cuanto los últimos ecos de la voz dejaron de sonar, el
semielfo se adentró en la sala y, tras unos instantes, soltó un alarido.
Intenté acercarme más a la puerta de la sala, a tiempo de ver como un gul
dañado y con cara de pocos amigos corría hacia el semielfo. Pero en un momento
pareció que cambiaba de estrategia, frenando su carrera para esconderse tras
una columna. Entré corriendo en la sala para lanzar un misil mágico y uno a uno
todos fueron entrando dispuestos a comenzar una nueva batalla. Aterrada vi cómo
unos enormes tentáculos salían del suelo atrapando a mis compañeros mientras
que otros seres caían del techo para unirse a la fiesta. De pronto habíamos
pasado de luchar contra un gul escondido a estar rodeados por tentáculos
agresivos y uno seres que pude identificar como ahogadores.
Mientras mis compañeros se intentaban zafar
de los tentáculos a golpes de espadazos, flechazos y hachazos, yo conseguí
librarme del ataque de los tentáculos y apartarme lo suficiente lejos de su
alcance. Desde allí podría concentrarme lo suficiente para lanzar mis hechizos.
Recordé entonces de que criatura podría surgir aquella masa de tentáculos ¿¡Un
falagar?! ¡Que Oghma nos proteja!
Mientras mis compañeros seguían concentrados en librarse de
los ataques de ahogadores y tentáculos, el gul tampoco se había quedado parado
y se disponía a acabar con Andrew, pero no llegó a comenzar su ataque ya que
conseguí congelarlo hasta la muerte. Con uno de los ahogadores no tuve tanto
tino, aunque conseguí inmovilizarlo, tras lo cual decidí hacerme invisible.
Confiaba en Oghma, pero más en el hecho de que no se puede atacar a algo que no
se ve.
Mis compañeros conseguían librarse a duras penas del maldito
Falagar y el otro ahogador tenía acosado a Kanon que zafaba como podía. Andrew
lanzaba hechizos de curación por doquier, mientras Ian y Lilith se abrían paso
a golpe de espadazos con sonoros ¡ÑA!, librando a Kanon de un abrazo letal.
Conseguí terminar con el ahogador que había semicongelado antes, con una ola de
fuego que de paso alcanzó a unos cuantos tentáculos. Andrew que estaba en medio
de la ola consiguió no quemarse.
El otro ahogador seguía intentando terminar con Kanon pero el
ágil semielfo conseguía librarse una y otra vez, hecho que le valió
posteriormente el apodo de “Cuello de Toro Kanon” . Mientras proseguía la lucha,
Andrew nos deja a todos boquiabiertos con un ágil salto mortal con doble
tirabuzón para librarse de un nuevo abrazo del falagar. Pero este monstruoso
ser no sabía que se acercaba su fin, pues Kanon, haciendo honor a su sobrenombre
de “el rematador”, lanzó una serie de flechas mortíferas. Tras retorcerse
desesperadamente, todos los tentáculos caen finalmente inertes al suelo. Mientras,
Andrew también había terminado con el último ahogador.
Exhaustos, nos sentamos a descansar unos minutos. Todos
excepto Lilith que se dedicaba a tirar de uno de los tentáculos mascullando
algo sobre curiosidad biológica. Ian, por supuesto, se levantó a ayudar a la
eladrin, aunque parecía que no tenía muy claro el motivo por el cual se
encontraban tirando de un tentáculo. Finalmente, aburrida de tirar sin
conseguir nada, Lilith comenzó a investigar el resto de la sala.
En la sala había un pozo, de unos 30 pies de profundidad. La
parte de abajo parecía estar removida pero no encontramos nada de interés, al
igual que el resto de la sala por lo que tocaba seguir adelante.
Vimos un
pasillo largo, que se perdía en la oscuridad y por otro lado había una puerta
que decidimos atravesar. Un olor aún más nauseabundo que el del azufre nos
golpeó nada mas abrir la puerta, pero tras un ejercicio de aguante, parece que
todos conseguimos recomponernos y seguimos adelante. Era un olor muy fuerte que
parecía ser de comida en descomposición que no daba ninguna tranquilidad. Y
empezar a oír unos extraños ladridos que parecían reírse no lo hizo mucho
mejor.
Con nuestras mejores habilidades nos acercamos tan
silenciosos como una pluma. Hasta que vimos a Ian que se había quedado parado
con cara de asombro por nuestro sigilo y soltando un sonoro ¡haaala!, tiró a la
basura nuestros esfuerzos en ser silenciosos. Tras lanzarle sendas miradas
reprobatorias, seguimos adelante mientras los ladridos resonaban una y otra vez
por los pasillos.
Finalmente llegamos a una salsa con mesas en la que un gnoll
montaba guardia. Decidí entonces que ya era hora de que se fuera a dormir y,
aunque no cayó inmediatamente, conseguí que cayese al suelo roncando, no sin
antes recibir una dolorosa flecha de Kanon.
En ese momento, Ian se lanzó al fondo de la sala donde resultó que había
otro gnoll, al que conseguí congelar lo suficiente para que no pudiese moverse
del lugar donde se encontraba, pero no tanto como para evitar que lanzara
desesperados ataques a Ian, quien se encontraba a su lado. Kanon, como no podía
ser de otro modo, subiéndose de un salto a una de las mesas, terminó con la
agonía del gnoll de un flechazo. Lilith mientras tanto remató al dormido.
Pero parecía que estos dos seres no estaban solos, ya que
por mi derecha vi llegar una pequeña manada de hienas que rápidamente me rodeó,
lanzándome dentelladas sin descanso. Tras ellas apareció otro gnoll con gesto
hosco y muchas cicatrices que, sin dilación, me lanzó una flecha mientras
intentaba librarme de sus hienas.
Harta de tanta alimaña, decidí terminar con todas lanzando
una ola de fuego que alcanzó a la manada completa. Para entonces Andrew y
Lilith habían llegado a donde me encontraba y, también se estaban encargando de
las mezquinas criaturas. Dado que la eladrin terminó con una de las hienas, el
resto la tomaron con ella mientras yo conseguía por lo menos terminar con la
vida de su “pastor “ de una llamarada. El resto de las hienas fueron muriendo
una a una bajo nuestros ataques.
En aquella sala tampoco había nada interesante así que
reanudamos nuestra marcha hasta que nos encontramos de frente con una estancia
que claramente era el lugar donde guardaban a las hienas, ya que su suelo tenía
una enorme capa de excrementos y restos de cadáveres de diversas criaturas. Sin
pensárselo dos veces, Andrew se metió de lleno entre la capa nauseabunda y
comenzó a rebuscar convencido de que habría algún objeto útil entre tantos
cadáveres. Kanon suspiró y se metió detrás diciendo: – No puedo creer que esté
haciendo esto-.
Tras un pequeño rato observándolos, Ian decidió que debía
ayudarlos y, con mueca de asco, se metió de lleno a la faena. Nada más comenzar,
encontró una capa que parecía mugrienta, pero que claramente se trataba de una
capa protectora.
A Lilith se le iluminó la cara al darse cuenta y corrió hacia
Ian para lanzarse en sus brazos.
El pobre se quedó paralizado, con una expresión que
intentaba ser lo más inexpresiva posible, pero fue traicionado por una marea
roja que apareció por el cuello, y fue subiendo poco a poco hasta cubrir su
cabeza, llegando a su máxima expresión de color en las orejas.
Aún hoy en día me sorprendo de la cantidad de sangre que
debía de tener en el cuerpo para poder mantener el rojo de su cabeza mientras
una gran tienda de campaña iba creciendo bajo su vientre. Andrew levantó una ceja con cara de sorna y
Kanon, con los ojos muy abiertos soltó un sonoro ¡Vaya!
Yo apenas conseguía contener las carcajadas mientras
observaba la escena desde fuera.
Lilith, ajena al revuelo que había formado, se bajó de los
brazos de Ian con una sonrisa, pero pronto se le borró de la cara al darse
cuenta de la situación. Carraspeó y con una expresión claramente incómoda dio
una palmada en el hombro, como simulando quitar una pelusa y dijo – “Sigamos
explorando”.
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