jueves, 5 de mayo de 2011
12:51 | Publicado por
Unknown |
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Tras una jornada de viaje rumbo sureste a través de los bosques, en busca de la guarida de los malditos kobold, llegamos a una zona un poco más despejada, con un tramo de rio que fluía dirección suroeste, y una cascada que caía desde un pequeño alto en el terreno.
Nos detuvimos un momento a escuchar, y por encima del rugido del agua al caer en la cascada,
distinguimos las voces de las pequeñas criaturas, y tras acercarnos un poco más pudimos divisar a un grupo más o menos numeroso de ellas.
Tratamos de acercarnos con sigilo, pero Dotar es incapaz de guardar silencio finalmente, y las placas de su armadura entrechocando revelan nuestra posición. El combate ha comenzado…
Astaroth se percata de que una de las criaturas, ataviada con una sencilla armadura de pieles, se separa del resto, y recula en dirección a una abertura en la pared de piedra a sus espaldas. El tiflin agitó con maestría la honda, impactando al kobold y rompiéndole varios dientes.
“Maldición hay que avisar a Diente de Hierro!!” farfulló de forma apenas inteligible.
En otra parte del pequeño campo de batalla, una bola de piedra, envuelta en un humeante ácido, impacta en el hombro de Kanon, aturdiendo momentáneamente al elfo (éstos malditos kobolds contaban con más recursos de lo que parecía sin duda!).
Al parecer los escamosos kobold, se estaban reuniendo en un cerco de piedras con unas runas grabadas en el suelo que resplandecían con un tenue brillo azulado. Con el kobold mejor armado situado justo en el centro del glifo. No obstante, una certera combinación del impacto seguro de Astaroth, y el Favor del Señor de la Guerra de Lilith, bastó para acabar con él.
Entre tanto, Kanon, determinando que el Kobold que quería dar la voz de alarma no podía escapar, acabó con su presa de un certero disparo de su arco.
La situación alrededor del círculo mágico se complicaba por momentos. Lilith y Dotar se vieron de pronto rodeados por una pequeña turba de los molestos reptilianos. Una lluvia de golpes calló sobre los héroes, aunque consiguieron salir más o menos airosos del primer envite. Los primeros intentos de contraataque no surtieron el efecto deseado, y el combate se estaba volviendo encarnizado a cada instante transcurrido. Cuando todo parecía perdido, Dotar, apelando a su herencia dracónida en su forma mas primaria, exhaló un terrible aliento de acido que acabó al instante con 5 de las criaturas, y dejo a otra muy magullada, tan
solo para a continuación con un poderoso mandoble de su gran hacha, partirlo por la mitad…
El resto de Kobold, cierran filas con intención de vengar a sus camaradas caídos, presionando a Lilith y a Dotar, mientras Kanon y Astaroth tratan de acabar con otro kobold que intenta huir para avisar a sus congéneres. Lilith acaba con otro par de ellos, mientras Dotar hace lo posible por contener al resto.
Finalmente Kanon tuvoque meterse hasta las rodillas en el riachuelo (empapándose los pantalones de malla
en el proceso) persiguiendo al kobold a la fuga, rematándolo finalmente con un ataque cuidadoso.
Poco después todo el ruido que quedaba en el aire era el de los moribundos y el de las
pequeñas alimañas del bosque cuando el último de los kobold cayó. Mientras Astaroth
recogía las pocas cosas de valor que poseían las criaturas, y que ya no iban a necesitar,
Dotar, decidió interrogar a un kobold que aún respiraba. “Quien es Diente de Hierro y
donde está!!” –Gruño el enorme dracónido intimidando al pequeño. La criatura giró la
cabeza y señalo a la abertura en la pared de roca que habían visto antes, señalando con
el dedo, antes de desplomarse con su último hálito de vida…
-El Narrador-
Nos detuvimos un momento a escuchar, y por encima del rugido del agua al caer en la cascada,
distinguimos las voces de las pequeñas criaturas, y tras acercarnos un poco más pudimos divisar a un grupo más o menos numeroso de ellas.
Tratamos de acercarnos con sigilo, pero Dotar es incapaz de guardar silencio finalmente, y las placas de su armadura entrechocando revelan nuestra posición. El combate ha comenzado…
Astaroth se percata de que una de las criaturas, ataviada con una sencilla armadura de pieles, se separa del resto, y recula en dirección a una abertura en la pared de piedra a sus espaldas. El tiflin agitó con maestría la honda, impactando al kobold y rompiéndole varios dientes.
“Maldición hay que avisar a Diente de Hierro!!” farfulló de forma apenas inteligible.
En otra parte del pequeño campo de batalla, una bola de piedra, envuelta en un humeante ácido, impacta en el hombro de Kanon, aturdiendo momentáneamente al elfo (éstos malditos kobolds contaban con más recursos de lo que parecía sin duda!).
Al parecer los escamosos kobold, se estaban reuniendo en un cerco de piedras con unas runas grabadas en el suelo que resplandecían con un tenue brillo azulado. Con el kobold mejor armado situado justo en el centro del glifo. No obstante, una certera combinación del impacto seguro de Astaroth, y el Favor del Señor de la Guerra de Lilith, bastó para acabar con él.
Entre tanto, Kanon, determinando que el Kobold que quería dar la voz de alarma no podía escapar, acabó con su presa de un certero disparo de su arco.
La situación alrededor del círculo mágico se complicaba por momentos. Lilith y Dotar se vieron de pronto rodeados por una pequeña turba de los molestos reptilianos. Una lluvia de golpes calló sobre los héroes, aunque consiguieron salir más o menos airosos del primer envite. Los primeros intentos de contraataque no surtieron el efecto deseado, y el combate se estaba volviendo encarnizado a cada instante transcurrido. Cuando todo parecía perdido, Dotar, apelando a su herencia dracónida en su forma mas primaria, exhaló un terrible aliento de acido que acabó al instante con 5 de las criaturas, y dejo a otra muy magullada, tan
solo para a continuación con un poderoso mandoble de su gran hacha, partirlo por la mitad…
El resto de Kobold, cierran filas con intención de vengar a sus camaradas caídos, presionando a Lilith y a Dotar, mientras Kanon y Astaroth tratan de acabar con otro kobold que intenta huir para avisar a sus congéneres. Lilith acaba con otro par de ellos, mientras Dotar hace lo posible por contener al resto.
Finalmente Kanon tuvoque meterse hasta las rodillas en el riachuelo (empapándose los pantalones de malla
en el proceso) persiguiendo al kobold a la fuga, rematándolo finalmente con un ataque cuidadoso.
Poco después todo el ruido que quedaba en el aire era el de los moribundos y el de las
pequeñas alimañas del bosque cuando el último de los kobold cayó. Mientras Astaroth
recogía las pocas cosas de valor que poseían las criaturas, y que ya no iban a necesitar,
Dotar, decidió interrogar a un kobold que aún respiraba. “Quien es Diente de Hierro y
donde está!!” –Gruño el enorme dracónido intimidando al pequeño. La criatura giró la
cabeza y señalo a la abertura en la pared de roca que habían visto antes, señalando con
el dedo, antes de desplomarse con su último hálito de vida…
-El Narrador-
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