domingo, 10 de julio de 2011
6:52 | Publicado por
Kanon Tylneren |
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Tras una intranquila noche, en la que la mejor parte sin duda fue mi turno de guardia ( y eso que estuvo acompañado de voces, susurros, vientos helados y una sensación de maldad latente ), nos propusimos salir de nuestro escondite en el pasillo de las celdas, y seguir explorando la fortaleza, empezando por la puerta de enfrente de la estancia de doble puerta que encontramos en la entrada de la sala de torturas.
Una vez la abrimos, comprobamos que se trataba de un almacén, algo sucio eso sí, a juzgar por la cantidad de repugantes animalejos que salían huyendo con cada paso que dábamos en su interior. Eso sí, entramos sólo nosotros tres, ya que Lilith seguía haciendo el bobo con el ventilador del techo y su espada. Viendo que de allí no sacaríamos nada, entramos en la sala de puertas dobles frente a la que habíamos entrado. En teoría, y según el goblin que encontramos en las celdas y que tan deshonrosamente se habían cargado mis compañeros ( y que nunca supimos que se llamaba Splug ), Balgron el Gordo se encontraba tras ellas. Entramos con sigilo y cuidado, y yo fui en cabeza, como explorador experto del grupo.
Encontramos un pasillo largo, al final del cual se oían unas voces. Eché un vistazo sin que me descubriesen y ví a dos goblins que debían ser músicos o algo, ya que estaban sentados en una mesa, en la que destacaba poderosamente una campana dorada. Mmm... debían ser los famosos goblins bardos campaneros, famosos en el mundo entero.
Les hice una seña a mis compañeros para que supiesen que teníamos dos enemigos delante y que no nos habían detectado... eso sí, hasta que a Earsel no se le ocurrió otra cosa que acercarse para intentar cogerlos por sorpresa. He visto a seres hacer ruido en situaciones como ésta, pero nada me preparó para el espectáculo que iban a montar mis compañeros en ese pasillo.
Earsel se acercó, con tan mala suerte que tropezó con un cubo que estaba en un lateral del pasillo, y cuando se giró para mirar con qué había tropezado, pisó con el otro pie un patito de goma medieval, que soltó un sonoro pitido estridente. Ojalá todo se hubiese quedado ahí, ya que Andrew intentó acercarse y metió el pie en el cubo que había golpeado Earsel y al intentar esquivarlo, también pisó el patito de goma. Creo que nunca más les voy a dejar intentar acercarse a nada sigilosamente.
En definitiva, todos los goblins de la comarca nos detectaron, así que ya la teníamos liada otra vez. Earsel lanzó su poder más cojonuten, la Esfera Flamígera, a la vez que marcamos al goblin más cercano con el Cinturón de la Vergüenza. Mi turno llegó cuando cargué una flecha en mi arco, y como habitualmente empiezo los combates, la incrusté en la pared más lejana de la estancia.
El combate empezó a inclinarse a nuestro favor, mientras los dos goblins retrocedían por la estancia, que era demasiado estrecha para que Andrew y Lilith se acercaran. Una ola de ira me invadió y quizá fue adrenalina élfica de mi sangre, pero apunté a la cabeza de uno de los goblins, y cargué el arco con tanta fuerza que la fecha literalmente arrancó la cabeza de mi enemigo de cuajo y la estampó contra la pared. Oí susurrar a mis compañeros palabras no sé si de aliento o de reprimenda... "bestia", "salvaje", "pero tíooo..."
Earsel entonces dirigió su atención hacia nuestro mayor enemigo en aquella habitación: los tapices. Por alguna razón decidió que debía acabar con ellos, y empezó a mover la esfera de fuego de un lado a otro intentando quemarlos todos... se ve que no le gusta el arte, qué sé yo.
El otro goblin logró escabullirse tras uno de los tapices, abrió una puerta a su izquierda, y siguió adelante intentando huir. Escuchamos ruidos provenientes de la puerta que había abierto el goblin, así que Earsel movió la esfera justo delante de la puerta.
Jo macho cómo me descojoné al ver a los goblins cayendo como moscas sin siquiera llegar a entrar en combate. Se achicharraban con la esfera nada más llegar a su lado. Uno de ellos consiguió esquivar la esfera y salió al pasillo, sólo para que Lilith que tenía ganillas de marcha, lo partiese por la mitad ( empiezo a pensar que sólo saber matar enemigos partiéndoles la cabeza ). Cargué mi arco para intentar evitar que el goblin abrepuertas huyera, pero sólo la pared sintió mi ira. Él me respondió con una jabalina, que me dió de refilón en un costado, haciéndome una leve herida.
Y os preguntaréis: ¿ cómo pudo lanzar la jabalina si había una bola de fuego en medio del pasillo ? ¿ No debería haber recibido daño por fuego ? Ajaaaa, pues no. Intervienen muchas fórmulas matemáticas y leyes físicas, pero os adjunto un esquema de la explicación de cómo lo hizo. Si la hubiera lanzado atravesando la bola, la madera de la jabalina se habría quemado y hubiese quedado hecha un gurruño al llegar.
Mientras tanto, otros dos goblin mueren fritos por la esfera sin llegar a decir estos colmillos son míos.
A todo esto... ¿ dónde está Andrew ? Pues resulta que se ha quedado mirando la sopa boba desde hace un rato, y no es hasta que le pegamos un grito que reacciona y se pone a combatir... debe ser la edad. El jabalinero recibe un buen golpe de Lilith, pero no es suficiente para que caiga, y huye abriendo otra puerta doble a su paso. En ese momento decido dar un rodeo y abrirme paso por el pasillo que tapaba el otro tapiz, y me vuelve a ocurrir el extraño momento de ira de antes... cargo mi arco, apunto y disparo... y otro goblin al que visto de torero. En este caso la flecha le atraviesa el pecho, ensarta el corazón, y sale por su espalda, clavándose el aún palpitante órgano en la pared. Psé, hoy, que tengo el día tonto.
Andrew avanza por delante mío y ve como una horda de goblins salen por una puerta a nuestra derecha, y como hoy estamos brutitos, les lanza un resplandor divino, y dos de ellos explotan como una manzana en un microondas. Earsel se acerca con su esfera, y de repente grita "¡¡¡A por ellos Fuffy!!!". Amos, no te lo pierdas, que resulta que le ha puesto nombre a la esfera...
Por mi parte, apunto a un masilla y Andrew ya tiene un nuevo y flamante agujero en su capa.
Por cierto, desde este momento queda rebautizada la Fortaleza del Páramo Sombrío como la Real Casa de Tapices de Refugio Invernal.
Lilith no tuvo mucha actividad en este período, y de hecho se quedó sopa un par de veces en medio de un mandoble... "los eladrines no necesitan dormir", "con cuatro horas me bastan"... ala que sí.
Durante el combate con los goblins que restaban, en el que Lilith y Andrew bailan un poco más el Chotis de las Mazmorras, se nota que estamos ganando poco a poco el combate. Se ve que en esta parte nos confiamos un poco, porque apunté a uno de los últimos goblins y se me cae la flecha, y Andrew empieza a rezar una plegaria a Kelemvor y en vez de su dios, la escuchó la diosa universal del pasotismo, Rita the Singer. Pero bueno, como el combate estaba ganado, el último goblin cae por un flechazo al corazón que lo deja colgando de la pared, no sin antes haber evitado la muerte a manos de Lilith y Andrew de milagro.
Por fín, nos plantamos frente a las puertas de lo que supuestamente es la estancia privada de Balgron el Gordo, preparados para hacer frente a un desafío mayor... pero la estancia está vacía. Vemos un cofre para guardar minolles, pero lo importante de verdad viene cuando Earsel detecta una puerta secreta en un lateral de la habitación. Por cierto, que por un momento Earsel se preocupa mucho cuando Fuffy parece que va a desaparecer, pero la voz en off de los dioses dice que no seamos bobos, que es un poder diario, y hasta que no descansemos, no desaparecerá, lo que pone a la maga elfa muy contenta...
La puerta secreta se abre, para revelar unas escaleras de bajada, al final de las cuales hay un mecanismo similar al que hemos abierto. Decidimos que antes de bajar, echaremos un vistazo a la última puerta de este nivel que nos quedaba por abrir, así que volvemos sobre nuestros pasos, casi al inicio del nivel para abrir la puerta... que revela unas escaleras de bajada que se adentran en la oscuridad oscuriosa...
Pues para eso, decidimos volver a la estancia de la puerta secreta y bajar al siguiente nivel por allí. Sea lo que sea lo que nos espera abajo, seguro que no espera que lleguemos por una puerta secreta...
Seguro que hay una pregunta que os corroe: ¿ Por qué no he mencionado a Astaroth en este relato ? Pues en realidad es porque estaba con cagalera por culpa de un lembas en mal estado, y se quedó haciendo guardia en la puerta de entrada a la fortaleza...
Kanon el Fidedigno.
Una vez la abrimos, comprobamos que se trataba de un almacén, algo sucio eso sí, a juzgar por la cantidad de repugantes animalejos que salían huyendo con cada paso que dábamos en su interior. Eso sí, entramos sólo nosotros tres, ya que Lilith seguía haciendo el bobo con el ventilador del techo y su espada. Viendo que de allí no sacaríamos nada, entramos en la sala de puertas dobles frente a la que habíamos entrado. En teoría, y según el goblin que encontramos en las celdas y que tan deshonrosamente se habían cargado mis compañeros ( y que nunca supimos que se llamaba Splug ), Balgron el Gordo se encontraba tras ellas. Entramos con sigilo y cuidado, y yo fui en cabeza, como explorador experto del grupo.
Encontramos un pasillo largo, al final del cual se oían unas voces. Eché un vistazo sin que me descubriesen y ví a dos goblins que debían ser músicos o algo, ya que estaban sentados en una mesa, en la que destacaba poderosamente una campana dorada. Mmm... debían ser los famosos goblins bardos campaneros, famosos en el mundo entero.
Les hice una seña a mis compañeros para que supiesen que teníamos dos enemigos delante y que no nos habían detectado... eso sí, hasta que a Earsel no se le ocurrió otra cosa que acercarse para intentar cogerlos por sorpresa. He visto a seres hacer ruido en situaciones como ésta, pero nada me preparó para el espectáculo que iban a montar mis compañeros en ese pasillo.
Earsel se acercó, con tan mala suerte que tropezó con un cubo que estaba en un lateral del pasillo, y cuando se giró para mirar con qué había tropezado, pisó con el otro pie un patito de goma medieval, que soltó un sonoro pitido estridente. Ojalá todo se hubiese quedado ahí, ya que Andrew intentó acercarse y metió el pie en el cubo que había golpeado Earsel y al intentar esquivarlo, también pisó el patito de goma. Creo que nunca más les voy a dejar intentar acercarse a nada sigilosamente.
En definitiva, todos los goblins de la comarca nos detectaron, así que ya la teníamos liada otra vez. Earsel lanzó su poder más cojonuten, la Esfera Flamígera, a la vez que marcamos al goblin más cercano con el Cinturón de la Vergüenza. Mi turno llegó cuando cargué una flecha en mi arco, y como habitualmente empiezo los combates, la incrusté en la pared más lejana de la estancia.
El combate empezó a inclinarse a nuestro favor, mientras los dos goblins retrocedían por la estancia, que era demasiado estrecha para que Andrew y Lilith se acercaran. Una ola de ira me invadió y quizá fue adrenalina élfica de mi sangre, pero apunté a la cabeza de uno de los goblins, y cargué el arco con tanta fuerza que la fecha literalmente arrancó la cabeza de mi enemigo de cuajo y la estampó contra la pared. Oí susurrar a mis compañeros palabras no sé si de aliento o de reprimenda... "bestia", "salvaje", "pero tíooo..."
Earsel entonces dirigió su atención hacia nuestro mayor enemigo en aquella habitación: los tapices. Por alguna razón decidió que debía acabar con ellos, y empezó a mover la esfera de fuego de un lado a otro intentando quemarlos todos... se ve que no le gusta el arte, qué sé yo.
El otro goblin logró escabullirse tras uno de los tapices, abrió una puerta a su izquierda, y siguió adelante intentando huir. Escuchamos ruidos provenientes de la puerta que había abierto el goblin, así que Earsel movió la esfera justo delante de la puerta.
Jo macho cómo me descojoné al ver a los goblins cayendo como moscas sin siquiera llegar a entrar en combate. Se achicharraban con la esfera nada más llegar a su lado. Uno de ellos consiguió esquivar la esfera y salió al pasillo, sólo para que Lilith que tenía ganillas de marcha, lo partiese por la mitad ( empiezo a pensar que sólo saber matar enemigos partiéndoles la cabeza ). Cargué mi arco para intentar evitar que el goblin abrepuertas huyera, pero sólo la pared sintió mi ira. Él me respondió con una jabalina, que me dió de refilón en un costado, haciéndome una leve herida.
Y os preguntaréis: ¿ cómo pudo lanzar la jabalina si había una bola de fuego en medio del pasillo ? ¿ No debería haber recibido daño por fuego ? Ajaaaa, pues no. Intervienen muchas fórmulas matemáticas y leyes físicas, pero os adjunto un esquema de la explicación de cómo lo hizo. Si la hubiera lanzado atravesando la bola, la madera de la jabalina se habría quemado y hubiese quedado hecha un gurruño al llegar.
Mientras tanto, otros dos goblin mueren fritos por la esfera sin llegar a decir estos colmillos son míos.
A todo esto... ¿ dónde está Andrew ? Pues resulta que se ha quedado mirando la sopa boba desde hace un rato, y no es hasta que le pegamos un grito que reacciona y se pone a combatir... debe ser la edad. El jabalinero recibe un buen golpe de Lilith, pero no es suficiente para que caiga, y huye abriendo otra puerta doble a su paso. En ese momento decido dar un rodeo y abrirme paso por el pasillo que tapaba el otro tapiz, y me vuelve a ocurrir el extraño momento de ira de antes... cargo mi arco, apunto y disparo... y otro goblin al que visto de torero. En este caso la flecha le atraviesa el pecho, ensarta el corazón, y sale por su espalda, clavándose el aún palpitante órgano en la pared. Psé, hoy, que tengo el día tonto.
Andrew avanza por delante mío y ve como una horda de goblins salen por una puerta a nuestra derecha, y como hoy estamos brutitos, les lanza un resplandor divino, y dos de ellos explotan como una manzana en un microondas. Earsel se acerca con su esfera, y de repente grita "¡¡¡A por ellos Fuffy!!!". Amos, no te lo pierdas, que resulta que le ha puesto nombre a la esfera...
Por mi parte, apunto a un masilla y Andrew ya tiene un nuevo y flamante agujero en su capa.
Por cierto, desde este momento queda rebautizada la Fortaleza del Páramo Sombrío como la Real Casa de Tapices de Refugio Invernal.
Lilith no tuvo mucha actividad en este período, y de hecho se quedó sopa un par de veces en medio de un mandoble... "los eladrines no necesitan dormir", "con cuatro horas me bastan"... ala que sí.
Durante el combate con los goblins que restaban, en el que Lilith y Andrew bailan un poco más el Chotis de las Mazmorras, se nota que estamos ganando poco a poco el combate. Se ve que en esta parte nos confiamos un poco, porque apunté a uno de los últimos goblins y se me cae la flecha, y Andrew empieza a rezar una plegaria a Kelemvor y en vez de su dios, la escuchó la diosa universal del pasotismo, Rita the Singer. Pero bueno, como el combate estaba ganado, el último goblin cae por un flechazo al corazón que lo deja colgando de la pared, no sin antes haber evitado la muerte a manos de Lilith y Andrew de milagro.
Por fín, nos plantamos frente a las puertas de lo que supuestamente es la estancia privada de Balgron el Gordo, preparados para hacer frente a un desafío mayor... pero la estancia está vacía. Vemos un cofre para guardar minolles, pero lo importante de verdad viene cuando Earsel detecta una puerta secreta en un lateral de la habitación. Por cierto, que por un momento Earsel se preocupa mucho cuando Fuffy parece que va a desaparecer, pero la voz en off de los dioses dice que no seamos bobos, que es un poder diario, y hasta que no descansemos, no desaparecerá, lo que pone a la maga elfa muy contenta...
La puerta secreta se abre, para revelar unas escaleras de bajada, al final de las cuales hay un mecanismo similar al que hemos abierto. Decidimos que antes de bajar, echaremos un vistazo a la última puerta de este nivel que nos quedaba por abrir, así que volvemos sobre nuestros pasos, casi al inicio del nivel para abrir la puerta... que revela unas escaleras de bajada que se adentran en la oscuridad oscuriosa...
Pues para eso, decidimos volver a la estancia de la puerta secreta y bajar al siguiente nivel por allí. Sea lo que sea lo que nos espera abajo, seguro que no espera que lleguemos por una puerta secreta...
Seguro que hay una pregunta que os corroe: ¿ Por qué no he mencionado a Astaroth en este relato ? Pues en realidad es porque estaba con cagalera por culpa de un lembas en mal estado, y se quedó haciendo guardia en la puerta de entrada a la fortaleza...
Kanon el Fidedigno.
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