domingo, 8 de enero de 2012
10:00 | Publicado por
Earsel Nolwendilme |
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Las maldiciones de Andrew resonaron en la sala tras las explosiones: dos seres en avanzado estado de descomposición salían de los sarcófagos reventados y avanzaban hacia nosotros.
El enfurecido sacerdote comenzó a correr hacia ellos gritando ¡DEJADMELOS A MIIIIII!
Para poder diferenciar a ambos seres decidimos (por alguna razón que escapa a mi comprensión) nombrarlos como Will y Bob. Tengo el vago recuerdo de que la idea vino del ocurrente semielfo.
Lilith atacó al repelente ser llamado Will con tal fuerza que llegamos a oír un eco del Gran Mámaster: ¡SALVAAAAJEEEE!
Mientras, Bob avanzaba inexorablemente hacia nosotros con pequeños pedazos de si mismo cayendo en el camino. Lejos de afectarle, alcanzó a Andrew lanzándole trozos de carne putrefacta. Decidí entonces que era momento de atacar y lancé un hechizo de fuego a Bob que lo dejó algo chamuscado. Kanon añadió un agujero en la cabeza con una de sus flechas pero dicho estado no frenó lo más mínimo a aquella abominación. Yo empezaba a temer que no hubiese nada efectivo hasta que súbitamente mis elucubraciones fueron interrumpidas por una columna de luz que rodeó a Bob, y tras una radiante espiral éste se deshizo por completo. Todos dirigimos nuestra mirada a Andrew para celebrar su éxito (claramente esa luz sólo había podido salir del clérigo) pero éste al parecer no compartía nuestra alegría. Arrodillado en el suelo, y aún con despojos repartidos por sus ropajes, Andrew miraba con aire consternado al vacío, atormentándose a si mismo por haber terminado con una criatura moribunda.
Mientras tanto el otro ser se arrastró hacia el grupo pero Lilith decidió tomar la iniciativa. Antes de poder reaccionar, Will recibió un golpe que le dejó visiblemente dañado, pero como era de esperar, la brutalidad de la eladrin no detuvo su avance y ésta lo siguió con la intención de repetir su ataque y tras una estocada de Aecris el ser explotó, cubriendo de despojos a Lilith y a Andrew. El sacerdote no se inmutó dado el estado en el que se encontraba pero Lilith había cambiado su determinación por una cara de extrema repulsión.
Tras recobrar la compostura pasamos la puerta que custodiaban Will y Bob, y entramos a una pequeña habitación en la que había únicamente un cofre con una inscripción de Selune en la cerradura
En su interior había varios ropajes envejecidos y mohosos que claramente pertenecieron a unos niños y varios objetos infantiles. Un medallón de oro y un brazalete de platino que tenían grabados los nombres de Drystan Keegan y Ceinwein Keegan nos hicieron pensar que aquellos objetos seguramente habían pertenecido a los hijos de Ser Keegan. Entre todos los objetos del cofre me llamó la atención un medallón. Tenía una piedra preciosa en el centro, rodeada por unas filigranas en forma de alas y percibí con toda claridad el poder arcano que albergaba esta joya. Se trataba de un amuleto que protegía al portador de ataques además de dotarlo de mayor ligereza en las caídas.
Tras debatir entre todos quien de nosotros saldría más beneficiado yo fui la elegida para llevarlo desde aquel momento.
Tras dejar atrás la sala, volvimos hacia la puerta doble que nos faltaba por explorar y una vez la traspasamos nos adentramos en la más absoluta oscuridad. Aun con mi hechizo de luz invocado en la vara no conseguíamos ver más allá de unos pocos pasos… Kanon y Lilith estaban bastante nerviosos así que decidí invocar mi hechizo de luz en una moneda que posteriormente hice levitar delante de nosotros para ver un poco más lejos, pero con un triste resultado ya que mi hechizo, pese a ser útil, no era muy potente.
De pronto veo estupefacta como Lilith y Kanon, que estaban más adelantados en el grupo, caen al suelo derribados sin razón aparente. Hasta entonces no habíamos visto nada, pero en aquel momento fui consciente de la colosal figura que había delante de nosotros y un escalofrío de terror recorrió mi espalda cuando sentí el sonido de las puertas cerrarse detrás de nosotros, sentenciandonos a muerte en aquella oscuridad.
Kanon y Lilith se habían levantado de nuevo, y Andrew decidió lanzar un cetro solar que nos dio bastante más luz de lo que hasta ahora teníamos con mi pobre conjuro. El cetro fue a parar a los pies de la estatua, permitiéndonos observar toda la estancia: La estatua no sólo estaba armada con una imponente espada, sino que además pudimos contemplar otras dos estatuas de dragones en las esquinas más alejadas de la estancia y un pasillo al fondo, custodiado por cuatro querubines de piedra, dos al comienzo y dos al final.
Mientras intentábamos atacar a la estatua, Lilith se acercó al dragón más cercano, pero este intentó atacarla. La eladrín, tras su intento frustrado contra el dragón decidió cambiar de táctica y, usando su paso feérico, se teleportó a los pies del coloso, al grito de "QUE ESTOY MU LOCA!". Consiguió arrancar un pedazo de la estatua de un sólo mandoble, mientras los demás nos afanábamos en atacar desde la distancia. Con una plegaria, Andrew consiguió destruir finalmente al colosal guerrero de piedra, pero al sentir que la magia que la animaba se perdía, se quedó de nuevo compungido e incapaz de actuar (Comenzó entonces a hacerse palpable la impaciencia del resto del grupo ante el comportamiento extraño y contradictorio del sacerdote) .
Kanon y yo avanzamos por el lateral que parecía más seguro, lejos de los dragones. Nos fuimos acercando cuidadosamente hasta que pude lanzar un proyectil mágico a uno de los querubines con el fin de comprobar si estaban animados igual que el coloso. Mi ataque lo dejó visiblemente dañado pero la figura no se inmutó. En ese momento, me percaté de la existencia de un panel en el pedestal de uno de los dragones. Sin duda, una placa de presión, pero no había forma de saber si desactivaría las trampas o por el contrario, despertaría nuevos peligros. Así que, mientras Kanon atacaba al querubín que yo había roto, yo me decidí a lanzar un ataque a la estatua dragón situada encima del panel. Si había que investigar la placa, mejor si no tenía un guardián. Mientras tanto Lilith había llegado hasta donde nos encontrábamos Kanon y yo y atacó al querubín medio roto, pero no llegó a terminar dicho ataque ya que el dragón del fondo reaccionó y la atacó con una fuerza invisible que la empujó lejos del querubin.
En ese momento, el semielfo decidió adentrarse en el pasillo para investigar la puerta. De repente, un muro traslúcido se levantó entre cada pareja de querubines, y estos volcaron sus jarras, de las que empezaron a salir chorros de agua, condenando al semielfo a morir ahogado. En un intento desesperado, Kanon atacó a las figuras, y pude presentir que si destruíamos a los querubines, la trampa quedaría desactivada.Después de destruir al primero, Lilith se acercó al otro, pero el dragón de nuevo atacó, alejándola. Mientras seguíamos golpeando al segundo querubín, Andrew consiguió acercarse y terminar de destruirlo, pero al sentir de nuevo que se desvanecían las energías arcanas del constructor, se sumió de nuevo en la inmovilidad (Realmente esta actitud comenzaba a ser molesta además de poco útil).
En ese momento, la barrera mágica se desvaneció, y el agua salió en tromba arrastrando a nuestro arquero.
Mientras mis compañeros terminaban con los querubines restantes, yo me concentré en destruir al dragón. Una vez destruido, me giré para compartir la noticia con mis compañeros, pero estos ya se habían adentrado en la puerta de los querubines, abandonandome de nuevo a mi suerte. ¡Cabrones!…
El enfurecido sacerdote comenzó a correr hacia ellos gritando ¡DEJADMELOS A MIIIIII!
Para poder diferenciar a ambos seres decidimos (por alguna razón que escapa a mi comprensión) nombrarlos como Will y Bob. Tengo el vago recuerdo de que la idea vino del ocurrente semielfo.
Lilith atacó al repelente ser llamado Will con tal fuerza que llegamos a oír un eco del Gran Mámaster: ¡SALVAAAAJEEEE!
Mientras, Bob avanzaba inexorablemente hacia nosotros con pequeños pedazos de si mismo cayendo en el camino. Lejos de afectarle, alcanzó a Andrew lanzándole trozos de carne putrefacta. Decidí entonces que era momento de atacar y lancé un hechizo de fuego a Bob que lo dejó algo chamuscado. Kanon añadió un agujero en la cabeza con una de sus flechas pero dicho estado no frenó lo más mínimo a aquella abominación. Yo empezaba a temer que no hubiese nada efectivo hasta que súbitamente mis elucubraciones fueron interrumpidas por una columna de luz que rodeó a Bob, y tras una radiante espiral éste se deshizo por completo. Todos dirigimos nuestra mirada a Andrew para celebrar su éxito (claramente esa luz sólo había podido salir del clérigo) pero éste al parecer no compartía nuestra alegría. Arrodillado en el suelo, y aún con despojos repartidos por sus ropajes, Andrew miraba con aire consternado al vacío, atormentándose a si mismo por haber terminado con una criatura moribunda.
Mientras tanto el otro ser se arrastró hacia el grupo pero Lilith decidió tomar la iniciativa. Antes de poder reaccionar, Will recibió un golpe que le dejó visiblemente dañado, pero como era de esperar, la brutalidad de la eladrin no detuvo su avance y ésta lo siguió con la intención de repetir su ataque y tras una estocada de Aecris el ser explotó, cubriendo de despojos a Lilith y a Andrew. El sacerdote no se inmutó dado el estado en el que se encontraba pero Lilith había cambiado su determinación por una cara de extrema repulsión.
Tras recobrar la compostura pasamos la puerta que custodiaban Will y Bob, y entramos a una pequeña habitación en la que había únicamente un cofre con una inscripción de Selune en la cerradura
En su interior había varios ropajes envejecidos y mohosos que claramente pertenecieron a unos niños y varios objetos infantiles. Un medallón de oro y un brazalete de platino que tenían grabados los nombres de Drystan Keegan y Ceinwein Keegan nos hicieron pensar que aquellos objetos seguramente habían pertenecido a los hijos de Ser Keegan. Entre todos los objetos del cofre me llamó la atención un medallón. Tenía una piedra preciosa en el centro, rodeada por unas filigranas en forma de alas y percibí con toda claridad el poder arcano que albergaba esta joya. Se trataba de un amuleto que protegía al portador de ataques además de dotarlo de mayor ligereza en las caídas.
Tras debatir entre todos quien de nosotros saldría más beneficiado yo fui la elegida para llevarlo desde aquel momento.
Tras dejar atrás la sala, volvimos hacia la puerta doble que nos faltaba por explorar y una vez la traspasamos nos adentramos en la más absoluta oscuridad. Aun con mi hechizo de luz invocado en la vara no conseguíamos ver más allá de unos pocos pasos… Kanon y Lilith estaban bastante nerviosos así que decidí invocar mi hechizo de luz en una moneda que posteriormente hice levitar delante de nosotros para ver un poco más lejos, pero con un triste resultado ya que mi hechizo, pese a ser útil, no era muy potente.
De pronto veo estupefacta como Lilith y Kanon, que estaban más adelantados en el grupo, caen al suelo derribados sin razón aparente. Hasta entonces no habíamos visto nada, pero en aquel momento fui consciente de la colosal figura que había delante de nosotros y un escalofrío de terror recorrió mi espalda cuando sentí el sonido de las puertas cerrarse detrás de nosotros, sentenciandonos a muerte en aquella oscuridad.
Kanon y Lilith se habían levantado de nuevo, y Andrew decidió lanzar un cetro solar que nos dio bastante más luz de lo que hasta ahora teníamos con mi pobre conjuro. El cetro fue a parar a los pies de la estatua, permitiéndonos observar toda la estancia: La estatua no sólo estaba armada con una imponente espada, sino que además pudimos contemplar otras dos estatuas de dragones en las esquinas más alejadas de la estancia y un pasillo al fondo, custodiado por cuatro querubines de piedra, dos al comienzo y dos al final.
Mientras intentábamos atacar a la estatua, Lilith se acercó al dragón más cercano, pero este intentó atacarla. La eladrín, tras su intento frustrado contra el dragón decidió cambiar de táctica y, usando su paso feérico, se teleportó a los pies del coloso, al grito de "QUE ESTOY MU LOCA!". Consiguió arrancar un pedazo de la estatua de un sólo mandoble, mientras los demás nos afanábamos en atacar desde la distancia. Con una plegaria, Andrew consiguió destruir finalmente al colosal guerrero de piedra, pero al sentir que la magia que la animaba se perdía, se quedó de nuevo compungido e incapaz de actuar (Comenzó entonces a hacerse palpable la impaciencia del resto del grupo ante el comportamiento extraño y contradictorio del sacerdote) .
Kanon y yo avanzamos por el lateral que parecía más seguro, lejos de los dragones. Nos fuimos acercando cuidadosamente hasta que pude lanzar un proyectil mágico a uno de los querubines con el fin de comprobar si estaban animados igual que el coloso. Mi ataque lo dejó visiblemente dañado pero la figura no se inmutó. En ese momento, me percaté de la existencia de un panel en el pedestal de uno de los dragones. Sin duda, una placa de presión, pero no había forma de saber si desactivaría las trampas o por el contrario, despertaría nuevos peligros. Así que, mientras Kanon atacaba al querubín que yo había roto, yo me decidí a lanzar un ataque a la estatua dragón situada encima del panel. Si había que investigar la placa, mejor si no tenía un guardián. Mientras tanto Lilith había llegado hasta donde nos encontrábamos Kanon y yo y atacó al querubín medio roto, pero no llegó a terminar dicho ataque ya que el dragón del fondo reaccionó y la atacó con una fuerza invisible que la empujó lejos del querubin.
En ese momento, el semielfo decidió adentrarse en el pasillo para investigar la puerta. De repente, un muro traslúcido se levantó entre cada pareja de querubines, y estos volcaron sus jarras, de las que empezaron a salir chorros de agua, condenando al semielfo a morir ahogado. En un intento desesperado, Kanon atacó a las figuras, y pude presentir que si destruíamos a los querubines, la trampa quedaría desactivada.Después de destruir al primero, Lilith se acercó al otro, pero el dragón de nuevo atacó, alejándola. Mientras seguíamos golpeando al segundo querubín, Andrew consiguió acercarse y terminar de destruirlo, pero al sentir de nuevo que se desvanecían las energías arcanas del constructor, se sumió de nuevo en la inmovilidad (Realmente esta actitud comenzaba a ser molesta además de poco útil).
En ese momento, la barrera mágica se desvaneció, y el agua salió en tromba arrastrando a nuestro arquero.
Mientras mis compañeros terminaban con los querubines restantes, yo me concentré en destruir al dragón. Una vez destruido, me giré para compartir la noticia con mis compañeros, pero estos ya se habían adentrado en la puerta de los querubines, abandonandome de nuevo a mi suerte. ¡Cabrones!…
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